Números 8 - 10 y Salmo 119:105-112
En resumen:
Números 8 - 10 nos retrata un pueblo bello y santo, bien preparado y en movimiento para recibir las bendiciones de Jehová.
Números 8 - 10 nos retrata un pueblo bello y santo, bien preparado y en movimiento para recibir las bendiciones de Jehová.
En más detalle:
Hoy terminamos la cuarta sección de la Biblia, la sección sobre la ley mosaica, y por eso vemos mucho movimiento en preparación para la próxima sección sobre la entrada a la tierra prometida.
Primero, los levitas son purificados para la tarea más inmediata de llevar todo el tabernáculo recién construido en sus jornadas a la tierra prometida. Imagine: ¡aún la gente que lleva el tabernáculo tiene que ser purificada! No hay ningún momento cuando la santidad de Jehová deje de lucir, cuando su Presencia puede ser considerada común y corriente o una cosa leve. Todos los que se acercan a Jehová tienen que ser purificados.
Este requisito también informa el resto del propósito de los levitas. Son mucho más que cargadores de materiales: Yo he dado en don los levitas a Aarón y sus hijos de entre los hijos de Israel, para que ejerzan el ministerio de los hijos de Israel en el tabernáculo de reunión, y reconcilien a los hijos de Israel; para que no haya plaga en los hijos de Israel, al acercarse los hijos de Israel al santuario (Números 8:19). Sí, van a cargar el tabernáculo y van a ayudar a los sacerdotes en los oficios del tabernáculo que no requieren la acción de un sacerdote, pero hacen mucho más. Su mera presencia escogida, purificada y redimida por Jehová sirve de amortiguador por la ira justa de Jehová contra el pueblo inmundo que se atreve a acercarle por sus sacrificios. Si no fuera por los levitas redimidos por ellos, los israelitas podrían sufrir una plaga devastadora en cualquier momento por una contaminación mínima que llevan inconscientemente al tabernáculo delante de la santidad perfecta de Jehová.
Todo el movimiento en preparación para la marcha a la tierra prometida no sirve de excusa para dejar de celebrar la Pascua en Números 9. En obediencia todo Israel se reúne y le agradece a Jehová por su redención decisiva el año anterior. En caso de inmundicia o de un largo viaje, Jehová les concede a los israelitas la posibilidad de no participar, pero para celebrarla el mes que viene. Aún en tanto apuro y con tantas responsabilidades pendientes, los israelitas necesitan pausar para acordarse de su salvación y alabar a Jehová.
Y en el resto de la lectura vemos a todo Israel en marcha. Con la nube de la Presencia de Jehová delante, llamado por las trompetas, todo Israel marcha en orden según las tribus en camino para la tierra prometida. Mientras se cierra esta sección de la Biblia sobre la ley mosaica, podemos escuchar la voz de Moisés mientras resuena con entusiasmo: Cuando el arca se movía, Moisés decía: Levántate, oh Jehová, y sean dispersados tus enemigos, y huyan de tu presencia los que te aborrecen. Y cuando ella se detenía, decía: Vuelve, oh Jehová, a los millares de millares de Israel (Números 10:35-36).
Primero, los levitas son purificados para la tarea más inmediata de llevar todo el tabernáculo recién construido en sus jornadas a la tierra prometida. Imagine: ¡aún la gente que lleva el tabernáculo tiene que ser purificada! No hay ningún momento cuando la santidad de Jehová deje de lucir, cuando su Presencia puede ser considerada común y corriente o una cosa leve. Todos los que se acercan a Jehová tienen que ser purificados.
Este requisito también informa el resto del propósito de los levitas. Son mucho más que cargadores de materiales: Yo he dado en don los levitas a Aarón y sus hijos de entre los hijos de Israel, para que ejerzan el ministerio de los hijos de Israel en el tabernáculo de reunión, y reconcilien a los hijos de Israel; para que no haya plaga en los hijos de Israel, al acercarse los hijos de Israel al santuario (Números 8:19). Sí, van a cargar el tabernáculo y van a ayudar a los sacerdotes en los oficios del tabernáculo que no requieren la acción de un sacerdote, pero hacen mucho más. Su mera presencia escogida, purificada y redimida por Jehová sirve de amortiguador por la ira justa de Jehová contra el pueblo inmundo que se atreve a acercarle por sus sacrificios. Si no fuera por los levitas redimidos por ellos, los israelitas podrían sufrir una plaga devastadora en cualquier momento por una contaminación mínima que llevan inconscientemente al tabernáculo delante de la santidad perfecta de Jehová.
Todo el movimiento en preparación para la marcha a la tierra prometida no sirve de excusa para dejar de celebrar la Pascua en Números 9. En obediencia todo Israel se reúne y le agradece a Jehová por su redención decisiva el año anterior. En caso de inmundicia o de un largo viaje, Jehová les concede a los israelitas la posibilidad de no participar, pero para celebrarla el mes que viene. Aún en tanto apuro y con tantas responsabilidades pendientes, los israelitas necesitan pausar para acordarse de su salvación y alabar a Jehová.
Y en el resto de la lectura vemos a todo Israel en marcha. Con la nube de la Presencia de Jehová delante, llamado por las trompetas, todo Israel marcha en orden según las tribus en camino para la tierra prometida. Mientras se cierra esta sección de la Biblia sobre la ley mosaica, podemos escuchar la voz de Moisés mientras resuena con entusiasmo: Cuando el arca se movía, Moisés decía: Levántate, oh Jehová, y sean dispersados tus enemigos, y huyan de tu presencia los que te aborrecen. Y cuando ella se detenía, decía: Vuelve, oh Jehová, a los millares de millares de Israel (Números 10:35-36).