Proverbios 21 - 23
En resumen:
El sabio, como un rey prudente, sabe evaluar los corazones de las personas alrededor para manejarse correctamente en el laberinto de las relaciones interpersonales.
El sabio, como un rey prudente, sabe evaluar los corazones de las personas alrededor para manejarse correctamente en el laberinto de las relaciones interpersonales.
En más detalle:
El sabio aprende a manejar todas sus relaciones interpersonales bajo la vista de Jehová Dios. Entre ellas se incluye sus relaciones con:
El rey (la autoridad) – El sabio aprende a guardarle un temor apropiado, reconociendo siempre que Jehová es superior al rey: Como los repartimientos de las aguas, así está el corazón del rey en la mano de Jehová; a todo lo que quiere lo inclina (Proverbios 22:1). Reconoce que su integridad y su desarrollo de los dones que Jehová le ha dado algún día pueden servir de apoyo al rey: El que ama la limpieza de corazón, por la gracia de sus labios tendrá la amistad del rey (Proverbios 22:11). ¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará; no estará delante de los de baja condición (Proverbios 22:29).
El pobre – Resiste la tentación de endurecerse contra su necesidad, de exigirle mucho sin misericordia o de aprovechar de sus debilidades: El que cierra su oído al clamor del pobre, también él clamará, y no será oído (Proverbios 21:13). No robes al pobre, porque es pobre, ni quebrantes en la puerta al afligido; porque Jehová juzgará la causa de ellos, y despojará el alma de aquellos que los despojaren (Proverbios 22:22-23). No traspases el lindero antiguo, ni entres en la heredad de los huérfanos; porque el defensor de ellos es el Fuerte, el cual juzgará la causa de ellos contra ti (Proverbios 23:10-11).
El rico – Aprende a no tener una admiración en exceso por los ricos: El rico y el pobre se encuentran; a ambos los hizo Jehová (Proverbios 22:2). Se acerca a los ricos, pero se cuida para no enamorarse de sus bienes costosos y exóticos: Hombre necesitado será el que ama el deleite, y el que ama el vino y los ungüentos no se enriquecerá (Proverbios 21:17; véase también 23:1-5, 20-21). Se cuida de su deseo de impresionarles y ganar su favor: El que oprime al pobre para aumentar sus ganancias, o que da al rico, ciertamente se empobrecerá (Proverbios 22:16).
La mujer extraña – Reconoce que no hay forma de tratarse con ella y a la vez salir adelante en las bendiciones de Jehová: Fosa profunda es la boca de la mujer extraña; aquel contra el cual Jehová estuviere airado caerá en ella (Proverbios 22:14). Porque abismo profundo es la ramera, y pozo angosto la extraña. También ella, como robador, acecha, y multiplica entre los hombres los prevaricadores (Proverbios 23:27-28).
El iracundo – No te entremetas con el iracundo, ni te acompañes con el hombre de enojos, no sea que aprendas sus maneras, y tomes lazo para tu alma (Proverbios 22:24-25).
El que pide fianza – No sea de aquellos que se comprometen, ni de los que salen por fiadores de deudas. Si no tuvieres para pagar, ¿por qué han de quitar tu cama de debajo de ti? (Proverbios 22:26-27)
Los necios y los pecadores – Reconoce el destino de ellos: El hombre que se aparta del camino de la sabiduría vendrá a parar en la compañía de los muertos (Proverbios 21:16). Por eso, aunque sean muy ricos, no los envidia: No tenga tu corazón envidia de los pecadores, antes persevera en el temor de Jehová todo el tiempo; porque ciertamente hay fin, y tu esperanza no será cortada (Proverbios 23:17-18). Pone límite a su trato con ellos: No hables a oídos del necio, porque menospreciará la prudencia de tus razones (Proverbios 23:9). Si tiene autoridad, el sabio la utiliza para poner límites severos a su maldad y para mantener la paz y la unidad: Echa fuera al escarnecedor, y saldrá la contienda, y cesará el pleito y la afrenta (Proverbios 22:10).
El sabio se relaciona con todos ellos de esta forma porque vive a la vista de Jehová: No hay sabiduría, ni inteligencia, ni consejo, contra Jehová (Proverbios 21:30). Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová (Proverbios 22:4).
El sabio aprende a manejar todas sus relaciones interpersonales bajo la vista de Jehová Dios. Entre ellas se incluye sus relaciones con:
El rey (la autoridad) – El sabio aprende a guardarle un temor apropiado, reconociendo siempre que Jehová es superior al rey: Como los repartimientos de las aguas, así está el corazón del rey en la mano de Jehová; a todo lo que quiere lo inclina (Proverbios 22:1). Reconoce que su integridad y su desarrollo de los dones que Jehová le ha dado algún día pueden servir de apoyo al rey: El que ama la limpieza de corazón, por la gracia de sus labios tendrá la amistad del rey (Proverbios 22:11). ¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará; no estará delante de los de baja condición (Proverbios 22:29).
El pobre – Resiste la tentación de endurecerse contra su necesidad, de exigirle mucho sin misericordia o de aprovechar de sus debilidades: El que cierra su oído al clamor del pobre, también él clamará, y no será oído (Proverbios 21:13). No robes al pobre, porque es pobre, ni quebrantes en la puerta al afligido; porque Jehová juzgará la causa de ellos, y despojará el alma de aquellos que los despojaren (Proverbios 22:22-23). No traspases el lindero antiguo, ni entres en la heredad de los huérfanos; porque el defensor de ellos es el Fuerte, el cual juzgará la causa de ellos contra ti (Proverbios 23:10-11).
El rico – Aprende a no tener una admiración en exceso por los ricos: El rico y el pobre se encuentran; a ambos los hizo Jehová (Proverbios 22:2). Se acerca a los ricos, pero se cuida para no enamorarse de sus bienes costosos y exóticos: Hombre necesitado será el que ama el deleite, y el que ama el vino y los ungüentos no se enriquecerá (Proverbios 21:17; véase también 23:1-5, 20-21). Se cuida de su deseo de impresionarles y ganar su favor: El que oprime al pobre para aumentar sus ganancias, o que da al rico, ciertamente se empobrecerá (Proverbios 22:16).
La mujer extraña – Reconoce que no hay forma de tratarse con ella y a la vez salir adelante en las bendiciones de Jehová: Fosa profunda es la boca de la mujer extraña; aquel contra el cual Jehová estuviere airado caerá en ella (Proverbios 22:14). Porque abismo profundo es la ramera, y pozo angosto la extraña. También ella, como robador, acecha, y multiplica entre los hombres los prevaricadores (Proverbios 23:27-28).
El iracundo – No te entremetas con el iracundo, ni te acompañes con el hombre de enojos, no sea que aprendas sus maneras, y tomes lazo para tu alma (Proverbios 22:24-25).
El que pide fianza – No sea de aquellos que se comprometen, ni de los que salen por fiadores de deudas. Si no tuvieres para pagar, ¿por qué han de quitar tu cama de debajo de ti? (Proverbios 22:26-27)
Los necios y los pecadores – Reconoce el destino de ellos: El hombre que se aparta del camino de la sabiduría vendrá a parar en la compañía de los muertos (Proverbios 21:16). Por eso, aunque sean muy ricos, no los envidia: No tenga tu corazón envidia de los pecadores, antes persevera en el temor de Jehová todo el tiempo; porque ciertamente hay fin, y tu esperanza no será cortada (Proverbios 23:17-18). Pone límite a su trato con ellos: No hables a oídos del necio, porque menospreciará la prudencia de tus razones (Proverbios 23:9). Si tiene autoridad, el sabio la utiliza para poner límites severos a su maldad y para mantener la paz y la unidad: Echa fuera al escarnecedor, y saldrá la contienda, y cesará el pleito y la afrenta (Proverbios 22:10).
El sabio se relaciona con todos ellos de esta forma porque vive a la vista de Jehová: No hay sabiduría, ni inteligencia, ni consejo, contra Jehová (Proverbios 21:30). Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová (Proverbios 22:4).