Proverbios 24 - 27
En resumen:
El sabio observa el mundo natural y saca una bendición doble: aprende lecciones para su propio beneficio y las comunica de forma memorable a los otros.
El sabio observa el mundo natural y saca una bendición doble: aprende lecciones para su propio beneficio y las comunica de forma memorable a los otros.
En más detalle:
El libro de Proverbios está lleno de imágenes llamativas que impactan la memoria de sus lectores con la sabiduría.
Por ejemplo, Proverbios 24 termina con una observación sobre la pobreza del hombre perezoso: Así vendrá como caminante tu necesidad, y tu pobreza como hombre armado (Proverbios 24:34, una repetición de Proverbios 6:11). La semejanza entre la pobreza del perezoso y el caminante / el hombre armado está en la sorpresa que emplean. El caminante acecha a los que pasan en camino a sus negocios o a sus casas; aparece de repente y hasta bruscamente para pedirles limosna. Súbitamente interrumpe los pensamientos de los diligentes para demandarles una moneda. De igual forma utiliza el hombre armado la sorpresa como táctica para quitarle el dinero a la gente, sólo con la ayuda de un arma también. Si los diligentes vieran al caminante o al hombre armado desde lejos, obviamente cambiarían su ruta para evitarlo; la maña del caminante o del hombre armado depende en el no ser reconocido hasta el momento mismo del encuentro. Así funciona la pobreza al perezoso también. Sigue en su falta de diligencia, su descanso y su sueño hasta que de repente le sorprende la pobreza – no la vio desde lejos; no la reconoció; no cambió su ruta cuando había oportunidad de trabajar duro para su sustento futuro, y ahora ha caído a las manos de la pobreza. Por eso le reprende el sabio al hijo que batalla con la pereza cuando le describe el campo del perezoso en Proverbios 24:30-34: Así vendrá como caminante tu necesidad, y tu pobreza como hombre armado (Proverbios 24:34).
Y después de Proverbios 24 llega una cascada de imágenes para hacer destacar la sabiduría. La sabiduría habla por medio de:
La extensión de la naturaleza: Para la altura de los cielos, y para la profundidad de la tierra, y para el corazón de los reyes, no hay investigación (Proverbios 25:3).
El clima: Como frío de nieve en tiempo de la siega, así es el mensajero fiel a los que lo envían, pues al alma de su señor da refrigerio. Como nubes y vientos sin lluvia, así es el hombre que se jacta de falsa liberalidad (Proverbios 25:13-14). Como no conviene la nieve en el verano, ni la lluvia en la siega, así no conviene al necio la honra (Proverbios 26:1). Pretender contenerla [a la mujer rencillosa] es como refrenar el viento, o sujetar el aceite en la mano derecha (Proverbios 27:16).
La joyería y las cosas preciosas: Manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha como conviene. Como zarcillo de oro y joyel de oro fino es el que reprende al sabio que tiene oído dócil (Proverbios 25:11-12). El ungüento y el perfume alegran el corazón, y el cordial consejo del amigo, al hombre (Proverbios 27:9). El crisol prueba la plata, y la hornaza el oro, y al hombre la boca del que lo alaba (Proverbios 27:21).
Las armas: Martillo y cuchillo y saeta aguda es el hombre que habla contra su prójimo falso testimonio (Proverbios 25:18). Como quien liga la piedra en la honda, así hace el que da honra al necio (Proverbios 26:8). Como arquero que a todos hiere, es el que toma a sueldo insensatos y vagabundos (Proverbios 26:10). Como el que enloquece, y echa llamas y saetas y muerte, tal es el hombre que engaña a su amigo, y dice: Ciertamente lo hice por broma (Proverbios 26:18-19). Hierro con hierro se aguza; y así el hombre aguza el rostro de su amigo (Proverbios 27:17).
Los dolores del cuerpo: Como diente roto y pie descoyuntado es la confianza en el prevaricador en tiempo de angustia (Proverbios 25:19). Como el que se corta los pies y bebe su daño, así es el que envía recado por mano de un necio. Las piernas del cojo penden inútiles; así es el proverbio en la boca del necio (Proverbios 26:6-7). Espinas hincadas en mano del embriagado, tal es el proverbio en la boca de los necios (Proverbios 26:9).
El agua: Como el agua fría al alma sedienta, así son las buenas nuevas de lejanas tierras. Como fuente turbia y manantial corrompido, es el justo que cae delante del impío (Proverbios 25:25-26). Como en el agua el rostro corresponde al rostro, así el corazón del hombre al del hombre (Proverbios 27:19).
Los animales: Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo, así la maldición nunca vendrá sin causa (Proverbios 26:2). El látigo para el caballo, el cabestro para el asno, y la vara para la espalda del necio (Proverbios 26:3). Como perro que vuelve a su vómito, así es el necio que repite su necedad (Proverbios 26:11). Dice el perezoso: El león está en el camino; el león está en las calles (Proverbios 26:13). El que pasando se deja llevar de la ira en pleito ajeno es como el que toma al perro por las orejas (Proverbios 26:17).
La casa: Como la puerta gira sobre sus quicios, así el perezoso se vuelve en la cama (Proverbios 26:14). Sin leña se apaga el fuego, y donde no hay chismoso, cesa la contienda. El carbón para las brasas, y la leña para el fuego; y el hombre rencilloso para encender contienda (Proverbios 26:20-21). Gotera continua en tiempo de lluvia y la mujer rencillosa, son semejantes (Proverbios 27:15).
¡Hasta las piedras claman en sabiduría! Pesada es la piedra, y la arena pesa; mas la ira del necio es más pesada que ambas (Proverbios 27:3).
La tumba y la destrucción añaden su voz: El Seol y el Abadón nunca se sacian; así los ojos del hombre nunca están satisfechos (Proverbios 27:20).
En varios casos la sabiduría nos llama la atención por hablarnos por imágenes que no concuerdan, como la lengua blanda que quebranta huesos (Proverbios 25:15), el quitar la ropa en tiempo de frío (Proverbios 25:20), el amontonar ascuas sobre la cabeza (una referencia a las mejillas que se queman por la vergüenza) (Proverbios 25:22) y la bendición que es maldición (Proverbios 27:14).
La sabiduría también reconoce la flexibilidad de las imágenes. En una ocasión se compara con la miel: Come, hijo mío, de la miel, porque es buena, y el panal es dulce a tu paladar. Así será a tu alma el conocimiento de la sabiduría; si la hallares tendrás recompensa (Proverbios 24:13-14). Luego utiliza la imagen de la miel otra vez, pero desasociada con la sabiduría para enseñar del peligro de comer en exceso: ¿Hallaste miel? Come lo que te basta, no sea que hastiado de ella la vomites (Proverbios 25:16). En otra ocasión la compara con la soberbia: Comer mucha miel no es bueno, ni el buscar la propia gloria es gloria (Proverbios 25:27). También la utiliza para enseñar del contentamiento aún cuando tiene poco: El hombre saciado desprecia el panal de miel; pero al hambriento todo lo amargo es dulce (Proverbios 27:7).
De esta forma la sabiduría nos invita a ver el mundo por lentes diferentes, como una aula donde Jehová ha escondido toda clase de lección para dirigirnos a su sabiduría y conformarnos a su dominio justo.
El libro de Proverbios está lleno de imágenes llamativas que impactan la memoria de sus lectores con la sabiduría.
Por ejemplo, Proverbios 24 termina con una observación sobre la pobreza del hombre perezoso: Así vendrá como caminante tu necesidad, y tu pobreza como hombre armado (Proverbios 24:34, una repetición de Proverbios 6:11). La semejanza entre la pobreza del perezoso y el caminante / el hombre armado está en la sorpresa que emplean. El caminante acecha a los que pasan en camino a sus negocios o a sus casas; aparece de repente y hasta bruscamente para pedirles limosna. Súbitamente interrumpe los pensamientos de los diligentes para demandarles una moneda. De igual forma utiliza el hombre armado la sorpresa como táctica para quitarle el dinero a la gente, sólo con la ayuda de un arma también. Si los diligentes vieran al caminante o al hombre armado desde lejos, obviamente cambiarían su ruta para evitarlo; la maña del caminante o del hombre armado depende en el no ser reconocido hasta el momento mismo del encuentro. Así funciona la pobreza al perezoso también. Sigue en su falta de diligencia, su descanso y su sueño hasta que de repente le sorprende la pobreza – no la vio desde lejos; no la reconoció; no cambió su ruta cuando había oportunidad de trabajar duro para su sustento futuro, y ahora ha caído a las manos de la pobreza. Por eso le reprende el sabio al hijo que batalla con la pereza cuando le describe el campo del perezoso en Proverbios 24:30-34: Así vendrá como caminante tu necesidad, y tu pobreza como hombre armado (Proverbios 24:34).
Y después de Proverbios 24 llega una cascada de imágenes para hacer destacar la sabiduría. La sabiduría habla por medio de:
La extensión de la naturaleza: Para la altura de los cielos, y para la profundidad de la tierra, y para el corazón de los reyes, no hay investigación (Proverbios 25:3).
El clima: Como frío de nieve en tiempo de la siega, así es el mensajero fiel a los que lo envían, pues al alma de su señor da refrigerio. Como nubes y vientos sin lluvia, así es el hombre que se jacta de falsa liberalidad (Proverbios 25:13-14). Como no conviene la nieve en el verano, ni la lluvia en la siega, así no conviene al necio la honra (Proverbios 26:1). Pretender contenerla [a la mujer rencillosa] es como refrenar el viento, o sujetar el aceite en la mano derecha (Proverbios 27:16).
La joyería y las cosas preciosas: Manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha como conviene. Como zarcillo de oro y joyel de oro fino es el que reprende al sabio que tiene oído dócil (Proverbios 25:11-12). El ungüento y el perfume alegran el corazón, y el cordial consejo del amigo, al hombre (Proverbios 27:9). El crisol prueba la plata, y la hornaza el oro, y al hombre la boca del que lo alaba (Proverbios 27:21).
Las armas: Martillo y cuchillo y saeta aguda es el hombre que habla contra su prójimo falso testimonio (Proverbios 25:18). Como quien liga la piedra en la honda, así hace el que da honra al necio (Proverbios 26:8). Como arquero que a todos hiere, es el que toma a sueldo insensatos y vagabundos (Proverbios 26:10). Como el que enloquece, y echa llamas y saetas y muerte, tal es el hombre que engaña a su amigo, y dice: Ciertamente lo hice por broma (Proverbios 26:18-19). Hierro con hierro se aguza; y así el hombre aguza el rostro de su amigo (Proverbios 27:17).
Los dolores del cuerpo: Como diente roto y pie descoyuntado es la confianza en el prevaricador en tiempo de angustia (Proverbios 25:19). Como el que se corta los pies y bebe su daño, así es el que envía recado por mano de un necio. Las piernas del cojo penden inútiles; así es el proverbio en la boca del necio (Proverbios 26:6-7). Espinas hincadas en mano del embriagado, tal es el proverbio en la boca de los necios (Proverbios 26:9).
El agua: Como el agua fría al alma sedienta, así son las buenas nuevas de lejanas tierras. Como fuente turbia y manantial corrompido, es el justo que cae delante del impío (Proverbios 25:25-26). Como en el agua el rostro corresponde al rostro, así el corazón del hombre al del hombre (Proverbios 27:19).
Los animales: Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo, así la maldición nunca vendrá sin causa (Proverbios 26:2). El látigo para el caballo, el cabestro para el asno, y la vara para la espalda del necio (Proverbios 26:3). Como perro que vuelve a su vómito, así es el necio que repite su necedad (Proverbios 26:11). Dice el perezoso: El león está en el camino; el león está en las calles (Proverbios 26:13). El que pasando se deja llevar de la ira en pleito ajeno es como el que toma al perro por las orejas (Proverbios 26:17).
La casa: Como la puerta gira sobre sus quicios, así el perezoso se vuelve en la cama (Proverbios 26:14). Sin leña se apaga el fuego, y donde no hay chismoso, cesa la contienda. El carbón para las brasas, y la leña para el fuego; y el hombre rencilloso para encender contienda (Proverbios 26:20-21). Gotera continua en tiempo de lluvia y la mujer rencillosa, son semejantes (Proverbios 27:15).
¡Hasta las piedras claman en sabiduría! Pesada es la piedra, y la arena pesa; mas la ira del necio es más pesada que ambas (Proverbios 27:3).
La tumba y la destrucción añaden su voz: El Seol y el Abadón nunca se sacian; así los ojos del hombre nunca están satisfechos (Proverbios 27:20).
En varios casos la sabiduría nos llama la atención por hablarnos por imágenes que no concuerdan, como la lengua blanda que quebranta huesos (Proverbios 25:15), el quitar la ropa en tiempo de frío (Proverbios 25:20), el amontonar ascuas sobre la cabeza (una referencia a las mejillas que se queman por la vergüenza) (Proverbios 25:22) y la bendición que es maldición (Proverbios 27:14).
La sabiduría también reconoce la flexibilidad de las imágenes. En una ocasión se compara con la miel: Come, hijo mío, de la miel, porque es buena, y el panal es dulce a tu paladar. Así será a tu alma el conocimiento de la sabiduría; si la hallares tendrás recompensa (Proverbios 24:13-14). Luego utiliza la imagen de la miel otra vez, pero desasociada con la sabiduría para enseñar del peligro de comer en exceso: ¿Hallaste miel? Come lo que te basta, no sea que hastiado de ella la vomites (Proverbios 25:16). En otra ocasión la compara con la soberbia: Comer mucha miel no es bueno, ni el buscar la propia gloria es gloria (Proverbios 25:27). También la utiliza para enseñar del contentamiento aún cuando tiene poco: El hombre saciado desprecia el panal de miel; pero al hambriento todo lo amargo es dulce (Proverbios 27:7).
De esta forma la sabiduría nos invita a ver el mundo por lentes diferentes, como una aula donde Jehová ha escondido toda clase de lección para dirigirnos a su sabiduría y conformarnos a su dominio justo.