Proverbios 4 - 7
En resumen:
Al buscar a la sabiduría como una mujer deseada, el hijo a la vez tendrá que resistir las tentaciones atractivas del hombre perverso, de la mujer extraña y de la adúltera.
Al buscar a la sabiduría como una mujer deseada, el hijo a la vez tendrá que resistir las tentaciones atractivas del hombre perverso, de la mujer extraña y de la adúltera.
En más detalle:
Una de las lecciones más evidentes en la sabiduría del libro de Proverbios es que hay dos caminos distintos en la vida: el de la justicia de Jehová y el de la necedad y la destrucción: La senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto. El camino de los impíos es como la oscuridad; no saben en qué tropiezan (Proverbios 4:18-19).
Muchos proverbios se basan en esta oposición. Pero nunca se limita la sabiduría a una selección superficial entre dos opciones – hay que amar la sabiduría urgente y apasionadamente desde lo más íntimo de su ser: Retenga tu corazón mis razones, guarda mis mandamientos, y vivirás (Proverbios 4:4). Todo el cuerpo tiene que estar atento a la sabiduría: Inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos (Proverbios 4:20, 21). Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de los labios. Tus ojos miren lo recto, y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante. Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean rectos (Proverbios 4:24-26). La atención completa del cuerpo a la sabiduría es evidencia de un corazón entregado a ella: Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida (Proverbios 4:23).
Esta atención total es necesaria para resistir la atracción al pecado: Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, y su paladar es más blando que el aceite (Proverbios 5:3). A la vista superficial, las atracciones seductoras del pecado son mejores que los beneficios de la sabiduría – por eso, hay que advertirle al lector impresionable de que terminan eventualmente en la destrucción: Mas su fin es amargo como el ajenjo, agudo como espada de dos filos. Sus pies descienden a la muerte; sus pasos conducen al Seol (Proverbios 5:4-5). En cambio, hay mejores bendiciones preparadas por los que viven dentro de los límites de la sabiduría: Sea bendito tu manantial, y alégrate con la mujer de tu juventud, como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre (Proverbios 5:18-19). Y el juicio que da la retribución al pecador y la bendición al obediente no se ocurre por accidente: Porque los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová, y él considera todas sus veredas. Prenderán al impío sus propias iniquidades, y retenido será con las cuerdas de su pecado (Proverbios 5:21-22).
Por eso los proverbios apasionadamente nos llaman a ver los encuentros diarios por una nueva perspectiva, por la de la sabiduría: Mirando yo por la ventana de mi casa, por mi celosía, vi entre los simples, consideré entre los jóvenes, a un joven falto de entendimiento, el cual pasaba por la calle, junto a la esquina, e iba camino a la casa de ella, a la tarde del día, cuando ya oscurecía, en la oscuridad y tinieblas de la noche. Cuando he aquí, una mujer le sale al encuentro, con atavío de ramera y astuta de corazón (Proverbios 7:6-10). El libro de Proverbios constantemente imita la perspectiva descrita aquí – le invita al lector a considerar lo diario por otra perspectiva, desde afuera; le ruega a ver lo diario por la perspectiva de la sabiduría, de acuerdo con el dominio justo de Jehová. Así el salir fiador por un amigo no es una obra de compasión sino una trampa (Proverbios 6:1-5); el deseo de extender el reposo legítimo es pereza que termina en pobreza (Proverbios 6:6-11); las mentiras y las señales secretas del hombre perverso son una invitación a la destrucción para los que lo siguen (Proverbios 6:12-15); la hermosura, los halagos y la mirada tentadora de la adúltera no son una invitación al placer sino a la corrupción del alma y al castigo del cual no hay salida (Proverbios 6:20-35). La protección de estas tentaciones no viene por la fuerza física sino por la sabiduría: Ahora, pues, hijos, oídme, y estad atentos a las razones de mi boca… A muchos ha hecho caer heridos, y aun los más fuertes han sido muertos por ella (Proverbios 6:24, 26). Sólo por la perspectiva de la sabiduría se revela el engaño de las tentaciones atractivas del camino de la injusticia y se identifica el verdadero camino de la vida.
Una de las lecciones más evidentes en la sabiduría del libro de Proverbios es que hay dos caminos distintos en la vida: el de la justicia de Jehová y el de la necedad y la destrucción: La senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto. El camino de los impíos es como la oscuridad; no saben en qué tropiezan (Proverbios 4:18-19).
Muchos proverbios se basan en esta oposición. Pero nunca se limita la sabiduría a una selección superficial entre dos opciones – hay que amar la sabiduría urgente y apasionadamente desde lo más íntimo de su ser: Retenga tu corazón mis razones, guarda mis mandamientos, y vivirás (Proverbios 4:4). Todo el cuerpo tiene que estar atento a la sabiduría: Inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos (Proverbios 4:20, 21). Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de los labios. Tus ojos miren lo recto, y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante. Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean rectos (Proverbios 4:24-26). La atención completa del cuerpo a la sabiduría es evidencia de un corazón entregado a ella: Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida (Proverbios 4:23).
Esta atención total es necesaria para resistir la atracción al pecado: Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, y su paladar es más blando que el aceite (Proverbios 5:3). A la vista superficial, las atracciones seductoras del pecado son mejores que los beneficios de la sabiduría – por eso, hay que advertirle al lector impresionable de que terminan eventualmente en la destrucción: Mas su fin es amargo como el ajenjo, agudo como espada de dos filos. Sus pies descienden a la muerte; sus pasos conducen al Seol (Proverbios 5:4-5). En cambio, hay mejores bendiciones preparadas por los que viven dentro de los límites de la sabiduría: Sea bendito tu manantial, y alégrate con la mujer de tu juventud, como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre (Proverbios 5:18-19). Y el juicio que da la retribución al pecador y la bendición al obediente no se ocurre por accidente: Porque los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová, y él considera todas sus veredas. Prenderán al impío sus propias iniquidades, y retenido será con las cuerdas de su pecado (Proverbios 5:21-22).
Por eso los proverbios apasionadamente nos llaman a ver los encuentros diarios por una nueva perspectiva, por la de la sabiduría: Mirando yo por la ventana de mi casa, por mi celosía, vi entre los simples, consideré entre los jóvenes, a un joven falto de entendimiento, el cual pasaba por la calle, junto a la esquina, e iba camino a la casa de ella, a la tarde del día, cuando ya oscurecía, en la oscuridad y tinieblas de la noche. Cuando he aquí, una mujer le sale al encuentro, con atavío de ramera y astuta de corazón (Proverbios 7:6-10). El libro de Proverbios constantemente imita la perspectiva descrita aquí – le invita al lector a considerar lo diario por otra perspectiva, desde afuera; le ruega a ver lo diario por la perspectiva de la sabiduría, de acuerdo con el dominio justo de Jehová. Así el salir fiador por un amigo no es una obra de compasión sino una trampa (Proverbios 6:1-5); el deseo de extender el reposo legítimo es pereza que termina en pobreza (Proverbios 6:6-11); las mentiras y las señales secretas del hombre perverso son una invitación a la destrucción para los que lo siguen (Proverbios 6:12-15); la hermosura, los halagos y la mirada tentadora de la adúltera no son una invitación al placer sino a la corrupción del alma y al castigo del cual no hay salida (Proverbios 6:20-35). La protección de estas tentaciones no viene por la fuerza física sino por la sabiduría: Ahora, pues, hijos, oídme, y estad atentos a las razones de mi boca… A muchos ha hecho caer heridos, y aun los más fuertes han sido muertos por ella (Proverbios 6:24, 26). Sólo por la perspectiva de la sabiduría se revela el engaño de las tentaciones atractivas del camino de la injusticia y se identifica el verdadero camino de la vida.