Salmo 13 y Jueces 6 - 8
La historia de Gedeón es famosa por la misericordia de Jehová a Gedeón, por su forma de animarle a pesar de sus muchas dudas y por la victoria impresionante que Jehová ganó contra los madianitas. (Note que Jehová ganó la batalla: Los trescientos tocaban las trompetas; y Jehová puso la espada de cada uno contra su compañero en todo el campamento. (Jueces 7:22)) Pero cuando la leemos en su trasfondo, después de toda la Biblia hasta este punto del libro de Jueces, hay varios puntos que nos deben preocupar.
Primero, note la entrada de la adoración a Baal y a Asera en Israel. Hasta el momento el libro de Jueces nos ha dicho de forma general: Olvidaron a Jehová su Dios, y sirvieron a los baales y a las imágenes de Asera (Jueces 3:7). Pero la historia de Gedeón captura una foto específica de su crecimiento. Gedeón, aunque mandado claramente por Jehová a derribar el altar de Baal y la imagen a Asera, lo hace de noche por miedo, y al ser descubierto, casi es ejecutado por los hombres del pueblo (Jueces 6:25-30). El celo por la santidad de Jehová demostrado por Finees en Números 25 y tan recientemente como en el conflicto sobre el altar memorial en Josué 22 ahora se ha convertido en celo por la santidad de Baal y Asera. ¿Quién se habría imaginado una actitud en Israel así después del caso de Baal-peor?
Segundo, note la queja de Gedeón en la primera visita del ángel de Jehová: Ah, Señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: ¿No nos sacó Jehová de Egipto? Y ahora Jehová nos ha desamparado, y nos ha entregado en mano de los madianitas (Jueces 6:13). Lo preocupante es que un profeta de Jehová acaba de contestar todas estas preguntas en Jueces 6:7-10. Gedeón ya tiene la respuesta a sus preguntas, sólo que la palabra profética no ha quitado el yugo madianita de Israel, y por eso está sacudiendo el trigo en el lagar, el peor lugar para esa tarea (pero por lo menos a escondidas de los madianitas). Es decir, Gedeón se está quejando. La última vez que leímos esta clase de queja, Jehová mandó serpientes ardientes al campamento de Israel (Números 21:4-6).
Tercero, note la duda de Gedeón. Duda de su capacidad de salvar a Israel (Jueces 6:15); quiere asegurarse
de la identidad del ángel de Jehová por una señal (Jueces 6:17-18); tiene miedo de obedecer la palabra de Jehová durante el día (Jueces 6:27), y busca dos señales más para asegurarse de la palabra de Jehová (Jueces 6:36-40). Suena parecido a la primera conversación entre Jehová y Moisés cuando le llamó desde la zarza ardiente en Éxodo 3 – 4. ¿A tal punto se ha degenerado Israel, como si tuviera que conocer a Jehová en lo más básico otra vez?
Pero tal vez lo más sorprendente de todo es cómo Jehová le responde por gracia.
Al miedo de Gedeón de enfrentar a Baal y sus seguidores, Jehová le responde por la boca de su padre: Si es un dios, contienda por sí mismo con el que derribó su altar (Jueces 6:31).
A las quejas de Gedeón sobre la inacción de Jehová en la opresión madianita, responde: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo? (Jueces 6:14)
A sus dudas sobre su misión de liberación le dice: Ciertamente yo estaré contigo (Jueces 6:16). Aún más, ¡le invita a escuchar una señal más del campamento del enemigo! (Jueces 7:9-11)
Es decir, a pesar de la degeneración espiritual que exhibe Israel en estos capítulos, todavía no han tocado el fondo de la gracia de Jehová. No han sobrepasado el límite de su misericordia. Aunque es atrevida la rebelión de Israel, es más escandalosa aún la profundidad y la extensión de la gracia de Jehová.
Y eso hace más triste la reacción de Gedeón después de la batalla. No responde a la gracia de Jehová en reconocimiento de su dominio justo y en temor a su santidad. Su conversación diplomática con la tribu de Efraín se basa en el orgullo de ellos (Jueces 8:1-3). Es el primero en usar la violencia para castigar a sus hermanos israelitas (Jueces 8:13-17). Mata a Zeba y Zalmuna, reyes de Madián, por venganza personal en vez de obediencia a la palabra de Jehová (Jueces 8:18-21; estas últimas dos observaciones vienen de Bruce Waltke, An Old Testament Theology, Zondervan, 2007, pág. 603). En vez de un gobierno basado en la ley mosaica, Gedeón ejerce un dominio dirigido por intereses personales.
Y a Israel le encanta: Sé nuestro señor, tú, y tu hijo, y tu nieto; pues que nos has librado de mano de Madián (Jueces 8:22). Gedeón contesta apropiadamente: No seré señor sobre vosotros, ni mi hijo os señoreará: Jehová señoreará sobre vosotros (Jueces 8:23). Pero es una respuesta hueca. Aunque no tomará el nombre de rey, hace un efod costoso para aumentar su prestigio espiritual y tomar responsabilidades sacerdotales, levanta su propio harén, y se reproduce en abundancia como un rey que quiere preservar su dominio por generaciones. Probablemente vemos la superficialidad de su dominio al leer: Cuando murió Gedeón, los hijos de Israel volvieron a prostituirse yendo tras los baales, y escogieron por dios a Baal-berit. Y no se acordaron los hijos de Israel de Jehová su Dios, que los había librado de todos sus enemigos en derredor (Jueces 8:33-34).
De nuevo, la respuesta de Jehová en gracia es impresionante: Y reposó la tierra cuarenta años en los días de Gedeón (Jueces 8:28). Otra generación pasó cuarenta años en el desierto por estas clases de pecado; aquí una generación disfruta la paz. Pero la lección es la misma: ¿Piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios? ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? (Romanos 2:3-4) Que el reconocimiento de la gracia de Jehová le guíe a su pueblo al arrepentimiento y a la santidad, no a la superficialidad espiritual dirigida por intereses personales.
Primero, note la entrada de la adoración a Baal y a Asera en Israel. Hasta el momento el libro de Jueces nos ha dicho de forma general: Olvidaron a Jehová su Dios, y sirvieron a los baales y a las imágenes de Asera (Jueces 3:7). Pero la historia de Gedeón captura una foto específica de su crecimiento. Gedeón, aunque mandado claramente por Jehová a derribar el altar de Baal y la imagen a Asera, lo hace de noche por miedo, y al ser descubierto, casi es ejecutado por los hombres del pueblo (Jueces 6:25-30). El celo por la santidad de Jehová demostrado por Finees en Números 25 y tan recientemente como en el conflicto sobre el altar memorial en Josué 22 ahora se ha convertido en celo por la santidad de Baal y Asera. ¿Quién se habría imaginado una actitud en Israel así después del caso de Baal-peor?
Segundo, note la queja de Gedeón en la primera visita del ángel de Jehová: Ah, Señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: ¿No nos sacó Jehová de Egipto? Y ahora Jehová nos ha desamparado, y nos ha entregado en mano de los madianitas (Jueces 6:13). Lo preocupante es que un profeta de Jehová acaba de contestar todas estas preguntas en Jueces 6:7-10. Gedeón ya tiene la respuesta a sus preguntas, sólo que la palabra profética no ha quitado el yugo madianita de Israel, y por eso está sacudiendo el trigo en el lagar, el peor lugar para esa tarea (pero por lo menos a escondidas de los madianitas). Es decir, Gedeón se está quejando. La última vez que leímos esta clase de queja, Jehová mandó serpientes ardientes al campamento de Israel (Números 21:4-6).
Tercero, note la duda de Gedeón. Duda de su capacidad de salvar a Israel (Jueces 6:15); quiere asegurarse
de la identidad del ángel de Jehová por una señal (Jueces 6:17-18); tiene miedo de obedecer la palabra de Jehová durante el día (Jueces 6:27), y busca dos señales más para asegurarse de la palabra de Jehová (Jueces 6:36-40). Suena parecido a la primera conversación entre Jehová y Moisés cuando le llamó desde la zarza ardiente en Éxodo 3 – 4. ¿A tal punto se ha degenerado Israel, como si tuviera que conocer a Jehová en lo más básico otra vez?
Pero tal vez lo más sorprendente de todo es cómo Jehová le responde por gracia.
Al miedo de Gedeón de enfrentar a Baal y sus seguidores, Jehová le responde por la boca de su padre: Si es un dios, contienda por sí mismo con el que derribó su altar (Jueces 6:31).
A las quejas de Gedeón sobre la inacción de Jehová en la opresión madianita, responde: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo? (Jueces 6:14)
A sus dudas sobre su misión de liberación le dice: Ciertamente yo estaré contigo (Jueces 6:16). Aún más, ¡le invita a escuchar una señal más del campamento del enemigo! (Jueces 7:9-11)
Es decir, a pesar de la degeneración espiritual que exhibe Israel en estos capítulos, todavía no han tocado el fondo de la gracia de Jehová. No han sobrepasado el límite de su misericordia. Aunque es atrevida la rebelión de Israel, es más escandalosa aún la profundidad y la extensión de la gracia de Jehová.
Y eso hace más triste la reacción de Gedeón después de la batalla. No responde a la gracia de Jehová en reconocimiento de su dominio justo y en temor a su santidad. Su conversación diplomática con la tribu de Efraín se basa en el orgullo de ellos (Jueces 8:1-3). Es el primero en usar la violencia para castigar a sus hermanos israelitas (Jueces 8:13-17). Mata a Zeba y Zalmuna, reyes de Madián, por venganza personal en vez de obediencia a la palabra de Jehová (Jueces 8:18-21; estas últimas dos observaciones vienen de Bruce Waltke, An Old Testament Theology, Zondervan, 2007, pág. 603). En vez de un gobierno basado en la ley mosaica, Gedeón ejerce un dominio dirigido por intereses personales.
Y a Israel le encanta: Sé nuestro señor, tú, y tu hijo, y tu nieto; pues que nos has librado de mano de Madián (Jueces 8:22). Gedeón contesta apropiadamente: No seré señor sobre vosotros, ni mi hijo os señoreará: Jehová señoreará sobre vosotros (Jueces 8:23). Pero es una respuesta hueca. Aunque no tomará el nombre de rey, hace un efod costoso para aumentar su prestigio espiritual y tomar responsabilidades sacerdotales, levanta su propio harén, y se reproduce en abundancia como un rey que quiere preservar su dominio por generaciones. Probablemente vemos la superficialidad de su dominio al leer: Cuando murió Gedeón, los hijos de Israel volvieron a prostituirse yendo tras los baales, y escogieron por dios a Baal-berit. Y no se acordaron los hijos de Israel de Jehová su Dios, que los había librado de todos sus enemigos en derredor (Jueces 8:33-34).
De nuevo, la respuesta de Jehová en gracia es impresionante: Y reposó la tierra cuarenta años en los días de Gedeón (Jueces 8:28). Otra generación pasó cuarenta años en el desierto por estas clases de pecado; aquí una generación disfruta la paz. Pero la lección es la misma: ¿Piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios? ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? (Romanos 2:3-4) Que el reconocimiento de la gracia de Jehová le guíe a su pueblo al arrepentimiento y a la santidad, no a la superficialidad espiritual dirigida por intereses personales.