Salmo 41 y Job 32 - 34
En la lectura para hoy el joven Eliú rompe el silencio de Job y sus amigos y nos prepara por la respuesta de Jehová que empieza en capítulo 39.
Igual como en nuestras lecturas de las pláticas de Job y sus amigos, tenemos que acordarnos de que el discurso de Eliú no es 100% confiable. Igual como ellos, Eliú a veces hace comentarios acertados, a veces dice la verdad pero la aplica mal y a veces es completamente incorrecto. Pero por lo menos nos prepara por los temas de que va a hablar Jehová en las últimas lecturas del libro.
Por ejemplo, por un momento pone al lado el discurso rígido y repetitivo de Elifaz y sus compañeros para identificar el problema central del discurso de Job: De cierto tú dijiste a oídos míos, y yo oí la voz de tus palabras que decían: Yo soy limpio y sin defecto; soy inocente, y no hay maldad en mí. He aquí que él buscó reproches contra mí, y me tiene por su enemigo… He aquí, en esto no has hablado justamente; yo te responderé que mayor es Dios que el hombre (Job 33:8-10, 12). En esto nos prepara Eliú por el error que Jehová va a señalar en las palabras de Job: ¿Invalidarás tú también mi juicio? ¿Me condenarás a mí, para justificarte tú? (Job 40:8). También nos prepara por la respuesta de Jehová que exalta su justicia en comparación con la de Job.
Pero a la vez, entiende mal las palabras de Job. Exagera el propósito del testimonio de Job de su honra perdida y testifica de que dijo: De nada servirá al hombre el conformar su voluntad a Dios (Job 34:9). Job nunca llegó a esa conclusión. Eliú luego insiste (como se supone, contra Job): [Dios] pagará al hombre según su obra, y le retribuirá conforme a su camino (Job 34:11). Es correcto, pero Job confirmó lo mismo en varias ocasiones, y por lo mismo está seguro de que Dios eventualmente lo va a justificar.
En lo que tal vez es uno de sus comentarios más interesantes, Eliú le aconseja a Job que cambie de actitud hacia toda la situación: De seguro conviene que se diga a Dios: He llevado ya castigo, no ofenderé ya más; enséñame tú lo que yo no veo; si hice mal, no lo haré más (Job 34:31-32). Aunque su consejo huele a la teología ciega y rígida de Elifaz, por lo menos abre una nueva posibilidad, de que Dios quiere enseñarle algo a Job en toda esta tragedia… que en vez de insistir en su propia justicia hasta endurecerse, Job debe tener un corazón sensible a la palabra de Dios. Y es exactamente la actitud que tomará a la palabra de Jehová empezando en capítulo 39.
Igual como en nuestras lecturas de las pláticas de Job y sus amigos, tenemos que acordarnos de que el discurso de Eliú no es 100% confiable. Igual como ellos, Eliú a veces hace comentarios acertados, a veces dice la verdad pero la aplica mal y a veces es completamente incorrecto. Pero por lo menos nos prepara por los temas de que va a hablar Jehová en las últimas lecturas del libro.
Por ejemplo, por un momento pone al lado el discurso rígido y repetitivo de Elifaz y sus compañeros para identificar el problema central del discurso de Job: De cierto tú dijiste a oídos míos, y yo oí la voz de tus palabras que decían: Yo soy limpio y sin defecto; soy inocente, y no hay maldad en mí. He aquí que él buscó reproches contra mí, y me tiene por su enemigo… He aquí, en esto no has hablado justamente; yo te responderé que mayor es Dios que el hombre (Job 33:8-10, 12). En esto nos prepara Eliú por el error que Jehová va a señalar en las palabras de Job: ¿Invalidarás tú también mi juicio? ¿Me condenarás a mí, para justificarte tú? (Job 40:8). También nos prepara por la respuesta de Jehová que exalta su justicia en comparación con la de Job.
Pero a la vez, entiende mal las palabras de Job. Exagera el propósito del testimonio de Job de su honra perdida y testifica de que dijo: De nada servirá al hombre el conformar su voluntad a Dios (Job 34:9). Job nunca llegó a esa conclusión. Eliú luego insiste (como se supone, contra Job): [Dios] pagará al hombre según su obra, y le retribuirá conforme a su camino (Job 34:11). Es correcto, pero Job confirmó lo mismo en varias ocasiones, y por lo mismo está seguro de que Dios eventualmente lo va a justificar.
En lo que tal vez es uno de sus comentarios más interesantes, Eliú le aconseja a Job que cambie de actitud hacia toda la situación: De seguro conviene que se diga a Dios: He llevado ya castigo, no ofenderé ya más; enséñame tú lo que yo no veo; si hice mal, no lo haré más (Job 34:31-32). Aunque su consejo huele a la teología ciega y rígida de Elifaz, por lo menos abre una nueva posibilidad, de que Dios quiere enseñarle algo a Job en toda esta tragedia… que en vez de insistir en su propia justicia hasta endurecerse, Job debe tener un corazón sensible a la palabra de Dios. Y es exactamente la actitud que tomará a la palabra de Jehová empezando en capítulo 39.