Salmo 95 y Números 15 - 17
En resumen:
El fracaso de la primera tentativa de entrar la tierra prometida no despierta el arrepentimiento sino una rebelión.
El fracaso de la primera tentativa de entrar la tierra prometida no despierta el arrepentimiento sino una rebelión.
En más detalle:
Al leer Números 16, note que la rebelión de Coré, además de una rebelión contra el liderazgo de Moisés y Aarón, es también una rebelión contra Jehová. Intenta a redefinir la santidad en términos favorables a ellos y su agenda: Toda la congregación, todos ellos son santos, y en medio de ellos está Jehová; ¿por qué, pues, os levantáis vosotros sobre la congregación de Jehová? (Números 16:3) Más que una vindicación de la autoridad de Moisés y Aarón, la respuesta de Jehová será una vindicación de su santidad y su autoridad de definirla para los israelitas: Mañana mostrará Jehová quién es suyo, y quién es santo, y hará que se acerque a él; al que él escogiere, él lo acercará a sí (Números 16:5).
Mezclada con su redefinición de la santidad es la rebelión contra la disciplina de Jehová. Como un adolescente resentido por la disciplina del padre, Datán y Abiram le responden a Moisés por redefinir la bendición en términos opuestos al de Jehová, ¡llamando a Egipto la tierra que destila leche y miel!: ¿Es poco que nos hayas hecho venir de una tierra que destila leche y miel, para hacernos morir en el desierto, sino que también te enseñorees de nosotros imperiosamente? (Números 16:13)
Por eso apaga Jehová la rebelión decisivamente, de una forma inolvidable, y establece de nuevo los parámetros de su santidad por una señal a todo Israel: El sacerdote Eleazar tomó los incensarios de bronce con que los quemados habían ofrecido; y los batieron para cubrir el altar, en recuerdo para los hijos de Israel, de que ningún extraño que no sea de la descendencia de Aarón se acerque para ofrecer incienso delante de Jehová, para que no sea como Coré y como su séquito; según se lo dijo Jehová por medio de Moisés (Números 16:39-40). Por la elección santa de Jehová, sólo Aarón puede interceder de forma eficaz por toda la congregación: Entonces tomó Aarón el incensario, como Moisés dijo, y corrió en medio de la congregación; y he aquí que la mortandad había comenzado en el pueblo; y él puso incienso, e hizo expiación por el pueblo, y se puso entre los muertos y los vivos; y cesó la mortandad (Números 16:47-48). Y para reconfirmar la santidad de su elección de Aarón, hace que su vara reverdece, florece, arroja renuevos y produce almendras a la vista de Israel (Números 17:8) y la pone como un recordatorio delante del arca del pacto (Números 17:10).
Mientras lee sobre la rebelión de Israel en estos capítulos, mientras lee sobre la frustración y el enojo del pueblo por no poder entrar la tierra prometida, mientras lee de los castigos con que Jehová apaga sus rebeliones, no pasa por encima de las evidencias de su gracia: Cuando hayáis entrado en la tierra de vuestra habitación que yo os doy… (Números 15:2) ¡Todavía va a cumplir su promesa sobre la tierra! Cuando hayáis entrado en la tierra a la cual yo os llevo… (Números 15:18) ¡No los va a abandonar! Su Presencia morará entre ellos aún durante su castigo. Verdaderamente es Jehová, tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión (Números 14:18).
Mezclada con su redefinición de la santidad es la rebelión contra la disciplina de Jehová. Como un adolescente resentido por la disciplina del padre, Datán y Abiram le responden a Moisés por redefinir la bendición en términos opuestos al de Jehová, ¡llamando a Egipto la tierra que destila leche y miel!: ¿Es poco que nos hayas hecho venir de una tierra que destila leche y miel, para hacernos morir en el desierto, sino que también te enseñorees de nosotros imperiosamente? (Números 16:13)
Por eso apaga Jehová la rebelión decisivamente, de una forma inolvidable, y establece de nuevo los parámetros de su santidad por una señal a todo Israel: El sacerdote Eleazar tomó los incensarios de bronce con que los quemados habían ofrecido; y los batieron para cubrir el altar, en recuerdo para los hijos de Israel, de que ningún extraño que no sea de la descendencia de Aarón se acerque para ofrecer incienso delante de Jehová, para que no sea como Coré y como su séquito; según se lo dijo Jehová por medio de Moisés (Números 16:39-40). Por la elección santa de Jehová, sólo Aarón puede interceder de forma eficaz por toda la congregación: Entonces tomó Aarón el incensario, como Moisés dijo, y corrió en medio de la congregación; y he aquí que la mortandad había comenzado en el pueblo; y él puso incienso, e hizo expiación por el pueblo, y se puso entre los muertos y los vivos; y cesó la mortandad (Números 16:47-48). Y para reconfirmar la santidad de su elección de Aarón, hace que su vara reverdece, florece, arroja renuevos y produce almendras a la vista de Israel (Números 17:8) y la pone como un recordatorio delante del arca del pacto (Números 17:10).
Mientras lee sobre la rebelión de Israel en estos capítulos, mientras lee sobre la frustración y el enojo del pueblo por no poder entrar la tierra prometida, mientras lee de los castigos con que Jehová apaga sus rebeliones, no pasa por encima de las evidencias de su gracia: Cuando hayáis entrado en la tierra de vuestra habitación que yo os doy… (Números 15:2) ¡Todavía va a cumplir su promesa sobre la tierra! Cuando hayáis entrado en la tierra a la cual yo os llevo… (Números 15:18) ¡No los va a abandonar! Su Presencia morará entre ellos aún durante su castigo. Verdaderamente es Jehová, tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión (Números 14:18).