El libro de Abdías nos hace recordar que Jehová es soberano sobre las naciones.
Si tenemos experiencia con la Biblia, tal vez nos parece común y corriente el concepto de la soberanía de Jehová sobre las naciones. Pero si paramos para considerar el tema como si nos lo escucháramos por primera vez, podemos reconocer cuán chocante es.
¿Qué derecho tienes para decir que tu Dios es mejor que el mío? diría uno. ¿Cómo puedes pensar que tu Dios tiene potestad sobre el territorio donde reina mi dios? diría otro. ¡Imaginen cómo reaccionaríamos si escucháramos la declaración de algún fanático extranjero que nos mirara fijamente a la cara, nos señalara con el dedo y nos dijera: Moloc te va a juzgar, oh ________ (ponga aquí el nombre de su lugar de origen); va a derramar el ardor de su ira sobre tus ancianos y tus jóvenes, sobre tus palacios, tu campo y tus ciudades! No sabríamos si deberíamos enojarnos con él y pegarle hasta que se callara, o burlarnos y reírnos de él, o simplemente callarnos y alejarnos de él por loco.
Pero así se atreve a anunciar Abdías a un pueblo extranjero, a Edom: que nuestro Dios es el único que existe, y tú tienes que rendirle cuentas a él, y él te va a castigar a tal punto que dejarás de existir como nación. “Porque cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones” – ¡Qué atrevido! – “como tú hiciste se hará contigo” – no por ninguna ley impersonal de retribución, sino por el decreto del Dios nuestro – “tu recompensa volverá sobre tu cabeza” (Abdías 15).
Y habrá mucho más que la simple retribución por los pecados con que los edomitas han ofendido al Dios de Israel. “Y subirán salvadores al monte de Sion para juzgar al monte de Esaú; y el reino será de Jehová” (Abdías 21). ¡Jehová reinará sobre ellos! ¡Lo más destacado de su territorio se pondrá sumiso delante de Jehová! Y en vez de reírnos de ese profeta extranjero Abdías o de despedirlo por loco, decimos: ¡Amén! ¡Es la verdad, la palabra de Dios!
¡Qué atrevido el profeta Abdías, y qué atrevidos somos nosotros que lo creemos! Cuando escuchamos los discursos sobre la tolerancia hacia todas las religiones, cuando nos predican que todas las religiones tienen algo de luz sobre Dios, cuando insisten en que ninguna religión tenga la verdad exclusiva, que nos acordemos que esas teorías no tienen nada que ver con el Dios de la Biblia. Jehová no es “tolerante” sino único y excelso: ¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo (Isaías 40:25). No ha esparcido su luz entre muchas religiones sino que ha dicho: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí (Juan 14:6). Cuando nos quieren convencer del valor de la tolerancia a todas las religiones, que nos acordemos lo que dice Filipenses 2:9-11: Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
No se olvide del escándalo de que nuestro Dios reina sobre todas las naciones.