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Jueces 20 - 21 y Salmo 106

22/3/2012

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         La descripción del encuentro entre el levita y su concubina con los hombres de Gabaa de Benjamín tiene referencias obvias con los eventos de Sodoma y Gomorra en Génesis 19.  Como la santidad de Jehová tuvo que responder a las ciudades pecaminosas en Génesis 19, ahora en Jueces 20 tiene que responder a Gabaa de Benjamín.  Pero si la tribu de Benjamín se ha juntado con sus hermanos de Gabaa en vez de condenarlos por su pecado… ¿por qué ganan los primeros dos días de la batalla?  ¿Por qué mueren tantos israelitas?  ¿Dónde está Jehová en todo este escándalo?
         Para identificar la mano de Jehová en todo esto, notemos primero todas las referencias a Jehová Dios en Jueces 20 – 21:
         Jueces 20:1-2 (donde los israelitas menos Benjamín se identifican con Jehová);
         Jueces 20:18 (donde Jehová manda que Judá sea el primero en subir a atacar a Benjamín);
         Jueces 20:23 (donde Jehová les manda que suban a pelear una segunda vez);
         Jueces 20:26-28 (donde Jehová les manda que suban una tercera vez y les dará la victoria);
         Jueces 20:35 (donde dice claramente: Derrotó Jehová a Benjamín delante de Israel);
         Jueces 21:2-4 (donde le lamentan a Jehová lo que ha pasado a Benjamín, pero no menciona ninguna respuesta de Jehová);
         Jueces 21:5, 7-8 (en referencia a la reunión en Mizpa y su voto);
         Jueces 21:15 (donde dice: Jehová había abierto una brecha entre las tribus de Israel);
         Jueces 21:19 (a la fiesta solemne de Jehová en Silo).

Por Jueces 20:35 (apoyado por sus direcciones en Jueces 20 y por 21:15) podemos decir con seguridad que Jehová peleó contra Benjamín igual como peleó contra los cananeos en el libro de Josué.  Pero si es así, ¿por qué murieron tantos israelitas?  ¿Por qué no ganaron una victoria completa el primer día?
         Creo que será útil preguntar: ¿A qué eventos en la historia de Israel se parece esta guerra contra Benjamín?  Si miramos detalles como la derrota seguida por victoria, le emboscada exitosa y más, tal vez respondemos: la batalla de Hai en Josué 7.  Pero a Jueces 20 – 21 le falta un elemento esencial: no hay mención de la
necesidad del arrepentimiento ni evidencia clara de arrepentimiento para que la
derrota sea cambiada a victoria.  No creo que Hai sea el ejemplo adecuado para entender Jueces 20 – 21.
         Debido a los números altos de muertos en los dos lados de la batalla, Jueces 20 – 21 me parece más como las plagas en el desierto cuando los israelitas ofendieron la santidad de Jehová como en Números 11 en Tabera (Incendio) y Kibrot-hataava (Tumbas de la codicia), en Números 16 en la rebelión de Coré y la rebelión general después y en Números 25 en la idolatría de Baal-peor.  En estos eventos, todo Israel experimentó que la santidad de Jehová es devastadora y tiene la potencial de consumir a toda la nación.  Ahora en Jueces 20 – 21, Benjamín ha puesto no sólo a sí mismos sino a todo Israel a riesgo de ser consumido por la santidad de Jehová, y en vez de una plaga, ahora los ejércitos de Israel son el instrumento de castigo – entre sí mismos.
         Si es así, la última frase del libro de Jueces (y de la sexta unidad de la Biblia) es una crítica no sólo de las tentativas cuestionables por la redificación de Benjamín sino sobre todo, por la inmoralidad sin freno que cometieron los hombres de Gabaa con el apoyo de la tribu de Benjamín y la fundación de la ciudad de Dan como un centro del sincretismo israelita y cananeo.  En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía (Jueces 21:25).  Si no se levanta un rey que gobierne en justicia de acuerdo con el santo y justo dominio de Jehová, todo Israel está a riesgo de ser consumido.
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Jueces 17 - 19

21/3/2012

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         Cuando leímos sobre Jefté, preguntamos: ¿Dónde están los levitas, y por qué no han aparecido antes en el libro de Jueces?  Hoy vamos a ver las historias de dos
que van a sacudir a toda la nación por sus acciones.
         Antes de repasar los eventos de la primera historia, sería bueno acordarnos de la actitud que los israelitas tienen que guardar hacia la religión cananea.  Así habéis de hacer con ellos: sus altares destruiréis, y quebraréis sus estatuas, y destruiréis sus imágenes de Asera, y quemaréis sus esculturas en el fuego.  Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra (Deuteronomio 7:5-6).
         Las diferencias entre la religión de los israelitas y la cananea son más que el monoteísmo y politeísmo, la falta de imágenes y el uso frecuente de imágenes.  Para los israelitas, la santidad de Jehová es predominante.  Como hemos visto en Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, su santidad es devastadora, y los israelitas tienen que temerla y someterse gozosamente a su ley para andar en una relación privilegiada con él y evitar la destrucción.  Tienen que ser santos como Él es santo.  Pero para los cananeos, los dioses están para ser manipulados, lisonjeados y apaciguados para seguir la agenda que uno mismo propone por su prosperidad y protección.  Si encuentra al mago indicado por un precio aceptable (como Balac intentó a contratar y convencer a Balaam en Números 22 – 24), puede manipular las bendiciones y las maldiciones para que la agenda personal o nacional se avance.  Igualmente sirve la actividad sexual (por ejemplo en el caso de Baal-peor en Números 25:1-3) y la violencia.  En vez de vivir por una ley que los dirige a la santidad, los cananeos utilizan las imágenes, el sexo, la violencia y el dinero para promocionar sus agendas personales.
         Entonces, hay diferencias fundamentales entre la santidad de Jehová y la manipulación egocéntrica de la espiritualidad cananea, y es imposible combinarlas.  O la santidad de Jehová va a destruir la religión cananea o la religión cananea va a penetrar y degenerar la devoción a Jehová.  Y si alguien intenta a combinarlos, el resultado es como Jueces 17 – 18: una religión inventada, creada personalmente y en búsqueda de la legitimidad, la prosperidad y la influencia, con el nombre de Jehová invocado sobre todo para santificar sus deseos.
         Tal religión sería absurda y risible si no fuera por su poder para engañar. 
Increíblemente: Los hijos de Dan levantaron para sí la imagen de talla; y Jonatán hijo de Gersón, hijo de Moisés, él y sus hijos fueron sacerdotes en la tribu de Dan (Jueces 18:30).  La capilla personal de un hombre engañado llegó a engañar a toda una tribu de Israel.
         Y sus consecuencias serán nacionales, porque van a continuar a adorarlo: Hasta el día del cautiverio de la tierra (Jueces 18:30).  En futuras lecturas veremos que esta religión ilegítima se expande en el reino de Jeroboam, contamina a todo Israel y causa el exilio de diez tribus de la tierra prometida… todo por una que intentó a combinar la santidad de Jehová y la manipulación cananea como si el segundo mandamiento no existiera: En verdad he dedicado el dinero a Jehová por mi hijo, para hacer una imagen de talla y una de fundición (Jueces 17:4).  Por eso insistió Jehová en que destruyeran toda la evidencia de la religión cananea, no sólo de la tierra sino de sus corazones también, por la protección del pueblo de su
devastadora santidad.
         El retrato del segundo levita en la lectura no es favorable: es un hombre insensible que vive por gratificar sus deseos carnales y por protegerse aún a expensas de su concubina.  Pero cuando su insensibilidad y la gratificación de sus deseos carnales son superadas por las de los hombres de Gabaa de Benjamín, responde con celo: Llegando a su casa, tomó un cuchillo, y echó mano de su concubina, y la partió por sus huesos en doce partes, y la envió por todo el territorio de Israel (Jueces 19:29).  ¿Será motivado más por la ofensa a sus propios derechos o por celo por la santidad de Jehová?  Lo que sea su motivación, su mensaje es impactante: Y todo el que veía aquello, decía: Jamás se ha hecho ni visto tal cosa, desde el tiempo en que los hijos de Israel subieron de la tierra de Egipto
hasta hoy.  Considerad esto, tomad consejo, y hablad (Jueces 19:30).  Se ha despertado Israel… pero, ¿para qué fin?
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Jueces 13 - 16 y Salmo 119:57-64

20/3/2012

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         De todos los jueces, el más difícil de describir concentradamente es Sansón.  La
Biblia narra las vidas de los otros jueces principales según un evento destacado de liberación.  Por ejemplo, dedica mucho espacio a Gedeón, pero todo se relaciona con la victoria sobre los madianitas.  Dedica casi dos capítulos a Jefté, pero todo tiene alguna relación con su victoria sobre los amonitas.  Con ellos, el evento de
liberación sirve de ancla para narrar todos los demás detalles de su vida.  Pero no tenemos esta ancla histórica destacada en Sansón… a menos que sea su muerte.
         Y así la vamos a entender, a excepción de todos los demás jueces. Vamos a entender el versículo: Y los que mató al morir fueron muchos más que los que había matado durante su vida (Jueces 16:30) como señal de que el propósito de Jehová por su vida se cumplió en ese evento.  Nunca dirigió a ningún ejército como otros jueces.  No disfrutó años de reposo después del acto de liberación.  Pero por la muerte de Sansón, Jehová logró su propósito de que: Él comenzará a salvar a Israel de mano de los filisteos (Jueces 13:5).
         Ningún otro juez fue anunciado como salvador desde antes de su nacimiento como Sansón.  Ningún otro hasta este momento es nazareo, ni le fue impuesto el voto de nazareo de por vida como Sansón (vuelva a ver Números 6:1-21 para acordarse del voto nazareo).  El Espíritu de Jehová vino sobre él con más frecuencia que cualquier otro juez (Jueces 14:6, 19; 15:14).  Por eso se supone que Sansón va a ser un juez más glorioso que los demás, que tal vez no sólo libera a Israel de la opresión filistea sino que haga que los israelitas vuelvan a los caminos de Jehová, que su ciclo espiritual en declive se pare.  Por eso nos sentimos más desánimo al contemplar la vida de Sansón: no cumplió toda su potencial para glorificar a Jehová y liberar a Israel.
         Podemos hacer una larga lista de las fallas de Sansón: insiste en casarse con una pagana en vez de una israelita, y lo hace contra la voluntad de sus padres (Jueces 14:1-3).  Menosprecia su voto nazareo por acercarse al cuerpo muerto del león y tocarlo, por hacer banquete por su boda (Jueces 14:10; donde se supone que tomó vino con los demás convidados) y por revelar que si se le cortara el pelo,
perdería su fuerza.  Se dirige por sus deseos sexuales, no por la santidad de Jehová. 
Su violencia contra los filisteos se motiva por venganza personal, no por la santidad de Jehová, aún en su última petición: Fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos (Jueces 16:28).  Al examinar la vida de Sansón, podemos encontrar mucho que
criticar.
         A la vez, los israelitas no se quedan sin culpa.  En vez de apoyarlo contra la opresión filistea, tres mil hombres de Judá lo arrestan y lo entregan a los filisteos (Jueces 15:11-13).  ¿Puede imaginar el arresto de Gedeón para entregarlo a los madianitas?  Así se han acostumbrado los hombres de Judá a los 40 años de opresión filistea: la ven como normal; les molesta que Sansón quiebra la paz filistea, y en vez de reconocer a su salvador escogido por Jehová, lo entregan a sus
opresores.
         Pero no podemos permitir que nuestro desánimo con Sansón y nuestra crítica de los israelitas superen u oscurezcan la gloria de Jehová.  Sansón es responsable por su preferencia desobediente por una filistea como esposa, pero no nos podemos olvidar: Mas su padre y su madre no sabían que esto venía de Jehová, porque él buscaba ocasión contra los filisteos (Jueces 14:4).  Cuando a Sansón le toca pagar los treinta vestidos, es el Espíritu de Jehová que viene sobre él para descender a Ascalón y matar y desnudar a treinta hombres (Jueces 14:19).  El
Espíritu viene sobre él para matar a mil filisteos con la quijada de asno (Jueces 15:14-15), y Jehová hace un milagro en respuesta de su oración para apagar su sed (Jueces 15:18-19).
         Pero más gloria aún se ve en la muerte de Sansón.  En medio del templo de
Dagón, dios de los filisteos, ¿quién tiene autoridad y dominio?  Aunque están presentes miles de filisteos gozándose de su dios falso, cantándole sus loores por la captura de Sansón, aunque todos los principales de los filisteos se ríen del escarnio de Sansón y alaban el poder de su dios, ¿quién tiene el verdadero poder?  Sansón sabe y le clama en medio del espectáculo: Señor Jehová, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios (Jueces 16:28).  Y todos los gritos de alabanza en el templo de Dagón de repente se apagan cuando Jehová manifiesta su poder.
         Si reconocemos la gloria de Jehová en la destrucción del templo de Dagón (¿no fue ésta una de las razones porque Jehová les mandó a los israelitas a la tierra prometida?) podemos percibir de nuevo un aspecto de su santidad aterradora.  No depende de la obediencia de su pueblo para manifestarse.  Jehová se va a glorificar en concierto o en contra su pueblo.  Puede glorificarse por la vida o por la muerte de su juez; puede glorificarse en su obediencia o su desobediencia.  Su santidad no encuentra frontera: se va a manifestar o en el campo de la batalla o aún en el centro del paganismo.  La santidad aterradora de Jehová es excelsa: existe independientemente de su creación, y nada ni nadie la puede detener.
         Y si percibimos que la gloria y la santidad de Jehová son excelsas, entonces podemos entender por qué Gedeón, Sansón y Jefté son identificados como héroes de la fe en Hebreos 11:32 en el Nuevo Testamento.  Estos jueces defectuosos, de quienes hay mucho por criticar en sus vidas, respondieron a la gloria de Jehová por fe.  No confiaron en los dioses de los madianitas o de los amonitas o de los filisteos
sino en Jehová.  Y Él utilizó aún sus defectos y sus pecados para glorificarse en medio de Israel y sus vecinos.
         Y esta observación nos reta hoy también.  La santidad aterradora de Jehová se manifestará con nosotros o sin nosotros.  ¿Qué preferimos, entonces: que se manifieste en concierto con nuestra sumisión y obediencia, o que se manifieste en contra y a pesar de nuestras rebeliones?
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Jueces 9 - 12 y Salmo 70

19/3/2012

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         La degeneración de Israel se pone en evidencia aún más en la lectura de hoy cuando Abimelec levanta la primera rebelión exitosa en Israel (acuérdese que Jehová apagó la rebelión de Coré en Números 16).
         El apóstol Pablo dice: Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. 
Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna (Gálatas 6:7-8).  En la lectura ayer sobre Gedeón notamos como sembró para la carne en levantar una política dirigida por intereses personales y “bendecida” por una espiritualidad superficial.  Hoy esa política da el fruto de Abimelec, uno que levanta una política de intereses personales apoyada en la violencia descarada y que descarta por completo la religión.  (Como un reflejo de cuán alejados están los israelitas del Dios del pacto, note cómo el nombre “Jehová” ni aparece en todo Jueces 9).
         Con Abimelec hay algunos elementos en común con los jueces anteriores: la parábola de Jotam en Jueces 9:7-21 sirve como profecía para reprender a sus oyentes como el mensaje del profeta anónimo en Jueces 6:8-10.  Una mujer inesperadamente tiene un papel central, por medio de un instrumento común y corriente, un pedazo de una rueda de molino (Jueces 9:53).  Pero estos elementos no van en contra un opresor extranjero sino en contra Abimelec, un opresor israelita que sirve como el “antijuez”, un juez fraudulento que toma para sí mismo las características de un juez verdadero.  La liberación tiene que venir esta vez contra uno que se ha surgido desde dentro de Israel.
         Note en Jueces 10 que la lista de la idolatría de Israel se ha alargado: Los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová, y sirvieron a los baales y a Astarot, a los dioses de Siria, a los dioses de Sidón, a los dioses de Moab, a los dioses de los hijos de Amón y a los dioses de los filisteos; y dejaron a Jehová, y no le sirvieron (Jueces 10:6).  Por eso la opresión de Israel se duplica y se alarga también: Y se encendió la ira de Jehová contra Israel, y los entregó en mano de los filisteos, y en mano de los hijos de Amón; los cuales oprimieron y quebrantaron a los hijos de Israel en aquel tiempo dieciocho años (Jueces 10:8).  Parece que esta opresión adicional motivó un arrepentimiento más profundo: Los hijos de Israel respondieron a Jehová: Hemos pecado; haz tú con nosotros como bien te parezca; sólo te rogamos que nos libres en este día.  Y quitaron de entre sí los dioses ajenos, y sirvieron a Jehová (Jueces 10:15-16).  Y Jehová responde en aún más gracia: Y él fue angustiado a causa de la aflicción de Israel (Jueces 10:16).
         Jefté es nombrado para salvar a Israel de la opresión amonita. No hay ninguna
revelación de Jehová para escogerlo como en el caso de Gedeón sino un acuerdo
entre dos grupos que desean seguir sus propias agendas.  Pero de todos modos: El Espíritu de Jehová vino sobre Jefté (Jueces 11:29); y fue Jefté hacia los hijos de Amón para pelear contra ellos; y Jehová los entregó en su mano (Jueces 11:32).
         Pero note que hay sólo dos versículos dedicados a la victoria de Jefté y muchos más a su voto y la batalla contra Efraín en Jueces 12.  La Biblia nos cuenta de la victoria de Jehová por su gracia y a la vez quiere que nos concentremos en esos otros eventos para caracterizar a Jefté y la piedad de su época.
         Primero notamos el sacrificio de su única hija para cumplir un voto.  ¿No había forma de cambiarlo?  La palabra de Jehová nos dice: Cuando alguno hiciere voto a Jehová, o hiciere juramento ligando su alma con obligación, no quebrantará su palabra; hará conforme a todo lo que salió de su boca (Números 30:2).  Jefté lo reconoce: Le he dado palabra a Jehová, y no podré retractarme (Jueces 11:35).  ¿Es ésta la lección del voto de Jefté, que cumplamos nuestros votos completamente, y mejor sería considerar bien nuestras promesas antes de decirlas?
         Note que la ley también dice: No harás así [igual que los cananeos] a Jehová tu Dios; porque toda cosa abominable que Jehová aborrece, hicieron ellos a sus dioses; pues aun a sus hijos y a sus hijas quemaban en el fuego a sus dioses (Deuteronomio 12:31).  Jehová no acepta el sacrificio de los seres humanos.  En cambio, dice: Cuando alguno hiciere especial voto a Jehová, según la estimación de las personas que se hayan de redimir, lo estimarás así: En cuanto al varón de veinte años hasta sesenta; lo estimarás en cincuenta siclos de plata, según el siclo del santuario.  Y si fuere mujer, la estimarás en treinta siclos (Levítico 27:3-4). La ley de Jehová enseña exactamente qué hacer con el voto de Jefté.  Además, le anima al pueblo: Cuando alguna cosa te fuere difícil en el juicio… entonces te levantarás y recurrirás al lugar que Jehová tu Dios escogiere; y vendrás a los sacerdotes levitas, y al juez que hubiere en aquellos días, y preguntarás; y ellos te enseñarán la sentencia del juicio (Deuteronomio 17:8-9).
         Y esto nos lleva a una pregunta más urgente: ¿dónde están los levitas en el libro de Jueces?  ¡Qué raro es leer tanto sobre ellos desde Éxodo a Josué… y hasta este momento en Jueces, se han desaparecido!  ¿Por qué no escuchamos su enseñanza de la ley, ni se nombra ni un sacerdote que ministra en el tabernáculo? 
¿Puede ser que el ciclo espiritual de Israel en declive existe en parte por la falta de instrucción de los levitas de la palabra de Jehová?  Opino que el silencio sobre los levitas es una indicación por qué se exhibe una falta de referencia a Jehová y su ley (como en el caso de Abimelec) o un conocimiento parcial de la ley (como Jefté que conoce bien la historia de la conquista al este del río Jordán pero no sabe las leyes sobre las personas, los votos y el dinero de redención).  Por este conocimiento inadecuado de la palabra de Jehová, Jefté actúa más como un cananeo que un israelita al cumplir su voto.  Y mientras las doncellas de Israel endechan a la hija de Jefté cuatro días en el año, deben lamentar por sí mismas y sus hijos futuros si esta
ignorancia de su palabra continúa.
         Segundo, note la violencia en crecimiento entre los israelitas.  En Josué 22 vimos que dos grupos de israelitas con celo por la santidad de Jehová pudieron
resolver una diferencia pacíficamente por la diplomacia.  Una crisis parecida fue resuelta en Jueces 8:1-3, pero por una diplomacia basada en el orgullo y los intereses personales.  Ahora Jefté prefiere responder al orgullo de Efraín con orgullo, y la lucha entre ellos produce muchos muertos israelitas más que la venganza de Abimelec.
         La gracia de Jehová con Israel no se ha acabado, pero la degeneración
espiritual de la nación se está acelerando.
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Salmo 13 y Jueces 6 - 8

18/3/2012

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         La historia de Gedeón es famosa por la misericordia de Jehová a Gedeón, por su forma de animarle a pesar de sus muchas dudas y por la victoria impresionante que Jehová ganó contra los madianitas.  (Note que Jehová ganó la batalla: Los trescientos tocaban las trompetas; y Jehová puso la espada de cada uno contra su compañero en todo el campamento. (Jueces 7:22))  Pero cuando la leemos en su trasfondo, después de toda la Biblia hasta este punto del libro de Jueces, hay varios puntos que nos deben preocupar.
         Primero, note la entrada de la adoración a Baal y a Asera en Israel. Hasta el
momento el libro de Jueces nos ha dicho de forma general: Olvidaron a Jehová su
Dios, y sirvieron a los baales y a las imágenes de Asera (Jueces 3:7).  Pero la historia de Gedeón captura una foto de su crecimiento.  Gedeón, aunque mandado claramente por Jehová a derribar el altar de Baal y la imagen a Asera, lo hace de noche por miedo, y al ser descubierto, casi es ejecutado por los hombres del pueblo (Jueces 6:25-30).  El celo por la santidad de Jehová demostrado por Finees en Números 25 y tan recientemente como en el conflicto sobre el altar memorial en Josué 22 ahora se ha convertido en celo por la santidad de Baal y Asera.  ¿Quién se habría imaginado una actitud en Israel así después del caso de Baal-peor?
         Segundo, note la queja de Gedeón en la primera visita del ángel de Jehová: Ah, Señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto?  ¿Y
dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo:
¿No nos sacó Jehová de Egipto?  Y ahora Jehová nos ha desamparado, y nos ha entregado en mano de los madianitas (Jueces 6:13).  Lo preocupante es que un profeta de Jehová acaba de contestar todas estas preguntas en Jueces 6:7-10.  Gedeón ya tiene la respuesta a sus preguntas, sólo que la palabra profética no ha quitado el yugo madianita de Israel, y por eso está sacudiendo el trigo en el lagar, el peor lugar para esa tarea (pero por lo menos a escondidas de los madianitas).  Es decir, Gedeón se está quejando. La última vez que leímos esta clase de queja, Jehová mandó serpientes ardientes al campamento de Israel (Números 21:4-6).
         Tercero, note la duda de Gedeón.  Duda de su capacidad de salvar a Israel (Jueces 6:15); quiere asegurarse de la identidad del ángel de Jehová por una señal (Jueces 6:17-18); tiene miedo de obedecer la palabra de Jehová durante el día (Jueces 6:27), y busca dos señales más para asegurarse de la palabra de Jehová (Jueces 6:36-40). Suena parecido a la primera conversación entre Jehová y Moisés cuando le llamó desde la zarza ardiente en Éxodo 3 – 4.  ¿A tal punto se ha degenerado Israel, como si tuviera que conocer a Jehová en lo más básico otra vez?
         Pero tal vez lo más sorprendente de todo es cómo Jehová le responde por gracia.
         Al miedo de Gedeón de enfrentar a Baal y sus seguidores, Jehová le responde por la boca de su padre: Si es un dios, contienda por sí mismo con el que derribó su altar (Jueces 6:31).
         A las quejas de Gedeón sobre la inacción de Jehová en la opresión madianita, responde: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. 
¿No te envío yo? (Jueces 6:14)
         A sus dudas sobre su misión de liberación le dice: Ciertamente yo estaré contigo (Jueces 6:16).  Aún más, ¡le invita a escuchar una señal más del campamento del enemigo! (Jueces 7:9-11)
         Es decir, a pesar de la degeneración espiritual que exhibe Israel en estos capítulos, todavía no han tocado el fondo de la gracia de Jehová.  No han sobrepasado el límite de su misericordia.  Aunque es atrevida la rebelión de Israel, es más escandalosa aún la profundidad y la extensión de la gracia de Jehová.
         Y eso hace más triste la reacción de Gedeón después de la batalla.  No responde a la gracia de Jehová en reconocimiento de su dominio justo y en temor a su santidad.  Su conversación diplomática con la tribu de Efraín se basa en el orgullo de ellos (Jueces 8:1-3).  Es el primero en usar la violencia para castigar a sus hermanos israelitas (Jueces 8:13-17).  Mata a Zeba y Zalmuna, reyes de Madián, por venganza personal en vez de obediencia a la palabra de Jehová (Jueces 8:18-21; estas últimas dos observaciones vienen de Bruce Waltke, An Old Testament Theology, Zondervan, 2007, pág. 603). En vez de un gobierno basado en la ley mosaica, Gedeón ejerce un dominio dirigido por intereses personales.
         Y a Israel le encanta: Sé nuestro señor, tú, y tu hijo, y tu nieto; pues que nos has librado de mano de Madián (Jueces 8:22).  Gedeón contesta apropiadamente: No seré señor sobre vosotros, ni mi hijo os señoreará: Jehová señoreará sobre vosotros (Jueces 8:23).  Pero es una respuesta hueca.  Aunque no tomará el nombre de rey, hace un efod costoso para aumentar su prestigio espiritual y tomar responsabilidades sacerdotales, levanta su propio harén, y se reproduce en abundancia como un rey que quiere preservar su dominio por generaciones.  Probablemente vemos la superficialidad de su dominio al leer: Cuando murió Gedeón, los hijos de Israel volvieron a prostituirse yendo tras los baales, y escogieron por dios a Baal-berit.  Y no se acordaron los hijos de Israel de Jehová su Dios, que los había librado de todos sus enemigos en derredor (Jueces 8:33-34).
         De nuevo, la respuesta de Jehová en gracia es impresionante: Y reposó la tierra cuarenta años en los días de Gedeón (Jueces 8:28).  Otra generación pasó cuarenta años en el desierto por estas clases de pecado; aquí una generación disfruta la paz.  Pero la lección es la misma: ¿Piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios?  ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? (Romanos 2:3-4)  Que el reconocimiento de la gracia de Jehová le guíe a su pueblo al arrepentimiento y a la santidad, no a la superficialidad espiritual dirigida por intereses personales.
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Jueces 4 - 5 y Salmo 83

17/3/2012

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         En resumen: Leemos hoy de la salvación que obró Jehová por medio de Débora, Barac y Jael.  Abajo vemos en más detalle algunas características comunes entre ellos y los primeros tres jueces del capítulo anterior.
         En más detalle: Hoy vamos a ver en movimiento la disciplina de Jehová a su pueblo descrito ayer en Jueces 2:14 – 3:6.  Porque son semejantes a Débora, Barac y Jael, vamos a incluir con ellos los jueces Otoniel, Aod y Samgar de la lectura ayer en nuestras observaciones.
         Primero, acuérdese de la disciplina de Jehová de que leímos ayer.  Él manda la
opresión extranjera en disciplina a Israel.  La vemos en frases como: La ira de Jehová se encendió contra Israel, y los vendió en manos de Cusan-risataim rey de
Mesopotamia (Jueces 3:8); Jehová fortaleció a Eglón rey de Moab contra Israel
(Jueces 3:12) y: Jehová los vendió en mano de Jabín rey de Canaán, el cual reinó
en Hazor (Jueces 4:2).  Note que muchas veces las fuerzas opresoras son encabezadas por una persona: Cusan-risataim (que significa“Cusan, doble malvado” en el hebreo), Eglón (“pequeño becerro”) y Sísara, el capitán del ejército cananeo.  Pero sobre todos ellos, no hay duda quién está en control del castigo que
reciben los israelitas, y no se lo da injustamente: Hicieron, pues, los hijos de
Israel lo malo ante los ojos de Jehová, y olvidaron a Jehová su Dios, y
sirvieron a los baales y a las imágenes de Asera (Jueces 3:7).  Los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová (Jueces 3:12; 4:1).  Note también
que el tiempo de la opresión se hace más largo con cada vuelta del ciclo: Sirvieron los hijos de Israel a Cusan-risataim ocho años (Jueces 3:8); sirvieron los hijos de Israel a Eglón rey de los moabitas dieciocho años (Jueces 3:14); [Sísara] había oprimido con crueldad a los hijos de Israel por veinte años (Jueces 4:3).
         Segundo, claman los hijos de Israel a Jehová (Jueces 3:9, 15; 4:3).  Llegan al
punto de desesperación en que reconocen que no hay salvación en sus queridos
Baal y Asera.  Y como Jehová les prometió a los israelitas en versículos como Levítico 26:40-42, si ellos confiesan su iniquidad, se humillan su corazón incircunciso y reconocen su pecado: Entonces yo me acordaré de mi pacto con Jacob, y asimismo de mi pacto con Isaac, y también de mi pacto con Abraham me acordaré, y haré memoria de la tierra (Levítico 26:42).
         Tercero, Jehová levanta a un libertador a los hijos de Israel y los libra (Jueces 3:9, 15; 4:6).  Como la opresión extranjera es encabezada muchas veces por una persona, la liberación por Jehová también es encabezada por uno: Otoniel, Aod, Samgar y Barac en los primeros cinco capítulos.  Con la excepción de Otoniel, no sabemos nada de ellos antes de que sean escogidos por Jehová por su obra de la liberación; no hay nada en ellos que de antemano indicarían que serían jueces de Israel.  Note también que en muchas ocasiones, la liberación viene por medio de un instrumento inesperado: el puñal de dos filos hecho por Aod, la aguijada de bueyes de Samgar y la estaca y el mazo de Jael, la mujer que mató a Sísara.  Así demuestra que no es por linaje real ni alta tecnología ni destreza militar sino por la Presencia de Jehová que, por medio de lo humilde, común y no reconocido, salva a su pueblo.
         No quiere decir que otros no participen en la salvación; note la importancia de las mujeres en estos relatos, por ejemplo.  Acsa, la esposa de Otoniel, se baja de su asno por respeto a la autoridad de su padre Caleb y le pide el favor de fuentes de agua para el sustento de su heredad (Josué 15:16-19; Jueces 1:12-15).  Débora le profetiza el mensaje de Jehová a Barac para la liberación de Israel de Sísara y le alaba a Jehová en cántico por la victoria. Y aunque Barac dirigió al ejército que
venció a Sísara, fue Jael, una mujer, que negó la paz que había entre el rey de los cananeos y su esposo y ganó la fama por matar al que afligía a Israel. Igual como los hombres, estas mujeres sirven de ejemplo de cómo confiar en las promesas de Jehová, animar a los demás a la fe en él y cómo negar a los enemigos de Jehová al identificarse con Él.
         Cuarto, note que se termina la disciplina con la paz y el refrigerio: Reposó la tierra cuarenta años; y murió Otoniel hijo de Cenaz (Jueces 3:11).  Reposó la
tierra ochenta años (Jueces 3:30).  La tierra reposó cuarenta años (Jueces 5:31). 
Después de la disciplina siempre hay un tiempo largo para disfrutar la relación restablecida entre  Jehová y su pueblo.
         Parte de la restauración probablemente incluye cánticos como el de Débora en Jueces 5.  Note que se dirige a todo el pueblo, incluyendo a todos los que tienen
autoridad, a la alabanza a Jehová por su liberación (Jueces 5:2-3, 9).  Cuenta la liberación primero que todo como obra de Jehová (Jueces 5:4-5); el ejército y su triunfo se identifican con él (Jueces 5:11, 13).  Cuenta la participación de los principales (Jueces 5:13-15, 18)… igual que la falta de participación de los temerosos (Jueces 5:15-17, 23).  Alaba en particular el valor de Jael (Jueces 5:24-27) en contraste con otra mujer, la madre de Sísara, que habrá aprobado las crueldades y las opresiones de su hijo y que llegará la sorpresa de su muerte justa (Jueces
5:28-30).  Sobre todo, es una celebración del ejercicio de la justicia de Jehová sobre la tierra: Así perezcan todos sus enemigos, oh Jehová; mas los que te aman, sean como el sol cuando sale en su fuerza (Jueces 5:31).
         Antes de continuar la lectura mañana, que pausemos también para dar gracias a Jehová por el fruto de la justicia que produce su disciplina: Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.  Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para
vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado (Hebreos 12:11-13).  Y cantad alabanzas en agradecimiento por Jehová y la gracia que nos manifiesta en su disciplina.
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Jueces 4 - 5 y Salmo 83

17/3/2012

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         En los primeros jueces vemos algunos temas y características que se van a repetir y por eso, serán importantes en nuestra lectura de todo el libro.
         Note que la opresión extranjera es mandada por Jehová.  Entre las maldiciones de que les advirtió en la ley mosaica les dijo: Si no me oyereis, ni hiciereis todos estos mis mandamientos, y si desdeñareis mis decretos, y vuestra alma
menospreciare mis estatutos, no ejecutando todos mis mandamientos, e invalidando mi pacto… pondré mi rostro contra vosotros, y seréis heridos delante de vuestros enemigos; y los que os aborrecen se enseñorearán de vosotros, y huiréis sin que haya quien os persiga (Levítico 26:14-15, 17).  Traeré sobre vosotros espada vengadora, en vindicación del pacto (Levítico 26:25).  Jehová te entregará derrotado delante de tus enemigos; por un camino saldrás contra ellos, y por siete caminos huirás delante de ellos; y serás vejado por todos los reinos de la tierra (Deuteronomio 28:25).  El fruto de tu tierra y de todo tu trabajo comerá pueblo que no conociste; y no serás sino oprimido y quebrantado todos los días (Deuteronomio 28:33).  El extranjero que estará en medio de ti se elevará sobre ti muy alto, y tú descenderás muy abajo (Deuteronomio 28:43).
         El cumplimiento de estas maldiciones en el libro de Jueces se expresa por frases como: La ira de Jehová se encendió contra Israel, y los vendió en manos de Cusan-risataim rey de Mesopotamia (Jueces 3:8); Jehová fortaleció a Eglón rey de Moab contra Israel (Jueces 3:12) y: Jehová los vendió en mano de Jabín rey de Canaán, el cual reinó en Hazor (Jueces 4:2).  Note que muchas veces las fuerzas
opresoras son encabezadas por una persona: Cusan-risataim (que significa “Cusan,
doble malvado” en el hebreo), Eglón (“pequeño becerro”) y Sísera, el capitán del
ejército cananeo. Pero en todo, no hay duda quién está en control del castigo que reciben los israelitas, y no se lo da injustamente: Hicieron, pues, los hijos de Israel lo malo ante los ojos de Jehová, y olvidaron a Jehová su Dios, y sirvieron a los baales y a las imágenes de Asera (Jueces 3:7).  Los hijos de Israel volvieron a hacer lo mano ante los ojos de Jehová (Jueces 3:12; 4:1).
         Entonces clamaron los hijos de Israel a Jehová (Jueces 3:9, 15; 4:3). Llegan al
punto de desesperación en que reconocen que no hay salvación en Baal y Asera.  Y como prometió en versículos como Levítico 26:40-42, si ellos confiesan su iniquidad, se humillan su corazón incircunciso y reconocen su pecado: Entonces yo me acordaré de mi pacto con Jacob, y asimismo de mi pacto con Isaac, y también de mi pacto con Abraham me acordaré, y haré memoria de la tierra (Levítico 26:42).
         Y Jehová levantó un libertador a los hijos de Israel y los libró (Jueces 3:9, 15; vea también 4:6).  Como la opresión extranjera es encabezada muchas veces por una persona, la liberación por Jehová también es encabezada por uno: Otoniel, Aod, Samgar y Barac en los primeros cinco capítulos.  Con la excepción de Otoniel, no sabemos nada de ellos antes de que sean escogidos por Jehová por su obra de la liberación; no hay nada en ellos que de antemano indicarían que serían jueces de Israel.  Note también que en muchas ocasiones, la liberación viene por medio de un instrumento inesperado: el puñal de dos filos hecho por Aod, la aguijada de bueyes de Samgar y la estaca y el mazo de Jael, la mujer que mató a Sísera.  Así demuestra que no es por linaje real ni alta tecnología ni destreza militar sino por la Presencia de Jehová que, por medio de lo humilde, común y no reconocido, salva a su pueblo.
         Note también la importancia de las mujeres en estos relatos.  Acsa, la esposa de Otoniel, se baja de su asno por respeto a la autoridad de su padre Caleb y le pide el favor de fuentes de agua para el sustento de su heredad (Josué 15:16-19;
Jueces 1:12-15).  Débora le profetiza el mensaje de Jehová a Barac para la liberación de Israel de Sísera y le alaba a Jehová en cántico por la victoria. Y aunque Barac dirigió al ejército que venció a Sísera, fue Jael, una mujer, que negó la paz que había entre el rey de los cananeos y su esposo y ganó la fama por matar al que afligía a Israel. Igual como los hombres, estas mujeres sirven de ejemplo de cómo confiar en las promesas de Jehová, animar a los demás a la fe en él y cómo negar a los enemigos de Jehová para identificarse con Él.
         Guarde en mente estos temas y características porque serán importantes para entender las lecciones de los jueces que vienen.
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Jueces 1 - 3 y Salmo 78

16/3/2012

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         En resumen: Empezamos el libro de Jueces con un repaso de algunos de los éxitos y los límites de la conquista y con una explicación del ciclo espiritual en declive de las generaciones después de Josué.  Después vemos biografías breves de los primeros tres jueces.
         En más detalle: Al empezar a leer el libro de Jueces, nos damos cuenta de que estamos en territorio familiar – suena como la obediencia a Jehová y las victorias gloriosas del libro de Josué: Aconteció después de la muerte de Josué, que los hijos de Israel consultaron a Jehová, diciendo: ¿Quién de nosotros subirá primero a pelear contra los cananeos? (Jueces 1:1)  Jehová manda primero a la tribu de Judá de acuerdo con su puesto en la primera fila en sus marchas en el desierto: Y subió Judá, y Jehová entregó en sus manos al cananeo y al ferezeo; e hirieron de ellos en Bezec a diez mil hombres (Jueces 1:4).
         Y así continúa la narrativa… pero surgen algunos detalles que nos deben preocupar.  La historia de Adoni-bezec por un lado suena como un buen ejemplo de la justicia retributiva: Adoni-bezec huyó; y le siguieron y le prendieron, y le
cortaron los pulgares de las manos y de los pies.  Entonces dijo Adoni-bezec: Setenta reyes, cortados los pulgares de sus manos y de sus pies, recogían las migajas debajo de mi mesa; como yo hice, así me ha pagado Dios (Jueces 1:6-7). 
Pero por otro lado, Jehová no les mandó a los israelitas a ejecutar la justicia retributiva en los cananeos sino a destruirlos.  Si ya hemos leído las consecuencias de la desobediencia de Saúl en no matar a Agag, el rey de Amalec en 1 Samuel 15 o las de Acab en no matar a Ben-hadad, el rey de Siria en 1 Reyes 20, no podemos evitar a leer la historia de Adoni-bezec con la inquietud de que la tribu de Judá no cumple totalmente lo que le ha mandado Jehová.
         Surge de nuevo la inquietud al leer el próximo versículo: Combatieron los hijos de Judá a Jerusalén y la tomaron, y pasaron a sus habitantes a filo de espada y pusieron fuego a la ciudad (Jueces 1:8).  Pero no hay ninguna noticia sobre la
reconstrucción y la población de la ciudad que siglos después va a ser su capital gloriosa, la residencia real y el lugar del templo de Jehová.  En cambio, los cananeos vuelven a ocupar las ruinas de la ciudad tan pronto como salen los israelitas, porque leemos después en el mismo capítulo: Mas al jebuseo que habitaba en Jerusalén no lo arrojaron los hijos de Benjamín, y el jebuseo habitó con los hijos de
Benjamín en Jerusalén hasta hoy (Jueces 1:21). Les falta mucho todavía aún a los más exitosos de los israelitas para captar todas las bendiciones que Jehová les ha
regalado con la tierra prometida.
         Volviendo a los primeros versículos de Jueces 1 leemos una historia de esperanza y promesa – Otoniel hijo de Cenaz gana a la hija de su tío abuelo Caleb por mujer.  Ella pide y recibe fuentes de agua para poblar a largo plazo su heredad
en el Neguev (Jueces 1:12-15).  Los cuñados de Moisés reconocen la seguridad y la oportunidad en el lugar para radicarse allí también (Jueces 1:16).  Pero a la vez vemos los límites de la conquista en esta generación: Tomó también Judá a Gaza con su territorio, Ascalón con su territorio y Ecrón con su territorio (Jueces 1:18).  Los que han leído más adelante en la Biblia van a reconocer estas ciudades como tres de las ciudades principales de los filisteos.  Es decir, la tribu de Judá las
conquistó ahora pero no las dominó; poco después volverán a las manos de los
filisteos que las van a gobernar y que de allí afligirán a Israel por muchos siglos más.
         Aparecen otras evidencias de los límites de la conquista: Jehová estaba con Judá, quien arrojó a los de las montañas; mas no pudo arrojar a los que habitaban en los llanos, los cuales tenían carros herrados (Jueces 1:19).  El cananeo que revela la entrada a Bet-el recibe su vida en recompensa… y se va para edificar otra ciudad para remplazarla (Jueces 1:22-26).  La lista de Manasés es una de fracasos, no de victorias (Jueces 1:27), e Israel se complace no en arrojar a los cananeos sino en hacerlos tributarios (Jueces 1:28).  Llega a tal punto que hay una “nación” cananea dentro del territorio de la tierra prometida (Jueces 1:36).
         Aunque los israelitas se habrían quejado de su tecnología limitada que no competía con los carros herrados o los supuestos beneficios de tener a los cananeos como tributarios para llenar las tesorerías locales en vez de muertos, Jehová no ve la situación así: Yo os saqué de Egipto, y os introduje en la tierra de la cual había jurado a vuestros padres, diciendo: No invalidaré jamás mi pacto con vosotros, con tal que vosotros no hagáis pacto con los moradores de esta tierra, cuyos altares habéis de derribar; mas vosotros no habéis atendido a mi voz.  ¿Por qué habéis hecho esto? (Jueces 2:1-2)  Para Jehová es pura desobediencia.  En vez de verse como una nación santa, escogida para ejercer el dominio justo de Jehová sobre la tierra prometida, han querido acomodarse a la economía, la cultura y más que toda, la religión de la gente a que debía haber arrojado.  Por eso el ángel de
Jehová les anuncia que el tiempo de la conquista se les ha terminado: Por tanto,
yo también digo: No los echaré de delante de vosotros, sino que serán azotes
para vuestros costados, y sus dioses os serán tropezadero (Jueces 2:3). A estas noticias sólo se puede llorar, y así hacen los israelitas hasta que el nombre del lugar del anuncio se llama Boquim que significa: Llanto (Jueces 2:1, 4-5).
         Al anunciar el fin de la conquista, el narrador entra en una explicación de las diferencias entre la generación de fe en que gobernó Josué y la generación que la siguió: Toda aquella generación también fue reunida a sus padres.  Y se levantó
después de ellos otra generación que no conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho por Israel (Jueces 2:10).  Y al desconocer a Jehová, sigue la atracción de lo más inmediato, de la religión de sus vecinos que no arrojaron de la tierra: Después los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová, y sirvieron a los baales. Dejaron a Jehová el Dios de sus padres, que los había sacado de la tierra de Egipto, y se fueron tras otros dioses, los dioses de los pueblos que estaban en sus alrededores, a los cuales adoraron; y provocaron a ira a Jehová (Jueces 2:11-12).  El próximo versículo pone en resumen la gravedad de sus acciones, algo casi inimaginable durante nuestra lectura de tantos detalles de la ley y el caminar diario con Jehová en el desierto: Dejaron a Jehová, y adoraron a Baal y a Astarot (Jueces 2:13).
         Cuando uno entra en pacto con Jehová, no hay salida; no hay otra opción mejor que una relación viva y diaria con Él.  Por eso la reacción de Jehová a la nueva generación no es de una despedida triste, consolándose por las memorias de
los dorados tiempos pasados mientras Israel se aleja al horizonte, felizmente
caminando mano en mano con Baal y Asterot.  En su celo por el pueblo de su pacto,
Jehová disciplina a la nueva generación: Se encendió contra Israel el furor de Jehová (Jueces 2:14).  Dios ama ardientemente a su pueblo y no permite que su corazón sea engañado por dioses falsos.
         El primer paso de su disciplina es quitarle el gozo de su pecado: Los entregó en manos de robadores que los despojaron, y los vendió en mano de sus enemigos de alrededor; y no pudieron ya hacer frente a sus enemigos.  Por dondequiera que
salían, la mano de Jehová estaba contra ellos para mal, como Jehová había dicho, y como Jehová se lo había jurado; y tuvieron gran aflicción (Jueces 2:14-15).  Note que esta disciplina no es ninguna novedad que se le ocurrió al Todopoderoso al momento.  Es el cumplimiento de la palabra del pacto en Sinaí.  Entre las maldiciones por no seguir el pacto les dijo: Si no me oyereis, ni hiciereis todos estos mis mandamientos, y si desdeñareis mis decretos, y vuestra alma menospreciare mis estatutos, no ejecutando todos mis mandamientos, e invalidando mi pacto… pondré mi rostro contra vosotros, y seréis heridos delante de vuestros enemigos; y los que os aborrecen se enseñorearán de vosotros, y huiréis sin que haya quien os persiga (Levítico 26:14-15, 17).  Traeré sobre vosotros espada vengadora, en vindicación del pacto (Levítico 26:25). Jehová te entregará derrotado delante de tus enemigos; por un camino saldrás contra ellos, y por siete caminos huirás delante de ellos; y serás vejado por todos los reinos de la tierra (Deuteronomio 28:25).  El fruto de tu tierra y de todo tu trabajo comerá pueblo que no conociste; y no serás sino oprimido y quebrantado todos los días (Deuteronomio 28:33).  El extranjero que estará en medio de ti se elevará sobre ti muy alto, y tú descenderás muy abajo (Deuteronomio 28:43).  Todo esto se cumplirá en la opresión extranjera que manda Jehová para disciplinar a su pueblo en el libro de Jueces.
         Pero note bien que el motivo de ese dolor no es la amargura ni la crueldad sino la restauración – que se desliguen del gozo en la injusticia para ver otra vez el gozo en la sumisión al dominio de Jehová.  Por eso en el segundo paso de su disciplina es proveerles el rescate, la redención: Y Jehová levantó jueces que los librasen de mano de los que les despojaban…  Y cuando Jehová les levantaba jueces, Jehová estaba con el juez, y los libraba de mano de los enemigos todo el tiempo de aquel juez; porque Jehová era movido a misericordia por sus gemidos a causa de los que los oprimían y afligían (Jueces 2:16, 18).  Jehová disciplina a su pueblo siempre con misericordia.  No se goza en el hacerlos llorar sino que les aplica la medicina de mal sabor y dolor con el deseo que se mejore al final.
         En el tercero paso de la disciplina, los israelitas deben responder al castigo en arrepentimiento y en restauración.  Desafortunadamente responden a la disciplina por endurecerse más en sus pecados: Tampoco oyeron a sus jueces, sino que fueron tras dioses ajenos, a los cuales adoraron…  Acontecía que al morir el juez, ellos volvían atrás, y se corrompían más que sus padres, siguiendo a dioses ajenos para servirles, e inclinándose delante de ellos; y no se apartaban de sus obras, ni de su obstinado camino (Jueces 2:17, 19).  Y así en vez de la disciplina restaurativa, el pueblo se desliza en un ciclo de declive espiritual.  (Puede ver otra descripción de este declive como observación clave en la introducción al libro de Jueces, la sexta unidad de la Biblia.)
         Por eso se termina la conquista e Israel entra una época de prueba: Por cuanto este pueblo traspasa mi pacto que ordené a sus padres, y no obedece a mi voz, tampoco yo volveré más a arrojar de delante de ellos a ninguna de las naciones que dejó Josué cuando murió; para probar con ellas a Israel, si procurarían o no seguir  el camino de Jehová, andando en él, como lo siguieron sus padres.  Por esto dejó Jehová a aquellas naciones, sin arrojarlas de una vez, y no las entregó en mano de Josué (Jueces 2:20-23).  ¿De veras será que Israel luchará contra ellos por amor a Jehová, o se dejará ser incorporado en sus idolatrías e inmundicias? (Jueces 3:1-2)  Así va a ser una pregunta principal no sólo del libro de Jueces sino en todos los
libros históricos y los profetas del Antiguo Testamento.  Por ahora note la reacción de esta generación (y la reacción principal de los israelitas por toda la historia del Antiguo Testamento): Los hijos de Israel habitaban entre los cananeos, heteos, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos.  Y tomaron de sus hijas por mujeres, y dieron sus hijas a los hijos de ellos, y sirvieron a sus dioses (Jueces 3:5-6).
         Lea hoy también de los jueces Otoniel, Aod y Samgar cuando Jehová pone en movimiento la disciplina descrita en Jueces 2:14 – 3:6.  Los veremos en más detalle en la explicación de la próxima lectura juntos con Débora y Barac porque hay muchas semejanzas entre todos ellos.  Mientras tanto, pídale a Jehová que nos alumbre de las formas en que hemos permitido que las influencias del mundo alrededor entre en nuestras vidas para que dejemos el pacto de nuestro Dios para ser asimilados y andar en comunión con las prioridades y los afanes de los que no lo conocen ni lo desean conocer.  Pídale que le muestre para luchar decisivamente contra esas influencias corruptas y para dirigirse otra vez a nuestro único y santo Dios.  Que aprendamos del ejemplo de los israelitas en Jueces 1 – 3 para evitar la
disciplina que Jehová pone a los que desatienden el gran amor de su pacto.
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Jueces 1 - 21: La sexta sección de la Biblia

16/3/2012

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         Los israelitas han entrado y sojuzgado una parte grande de la tierra prometida.  Han reconfirmado el pacto con Jehová.  Pero, ¿serán fieles las próximas generaciones a las advertencias de Moisés y Josué?
         Con esta pregunta entramos la sexta sección de la Biblia, el libro de Jueces, que leemos del 16 al 22 de marzo.  Algunas observaciones que nos ayudarán a
entenderla:
         1)  Los eventos principales de la unidad: El ciclo espiritual en declive del pueblo de Jehová
         2)  Los atributos de Jehová que resaltan: Su paciencia y misericordia
         3)  La obra principal de Jehová: La disciplina y la salvación de su pueblo desobediente
         4)  Los participantes principales: Los jueces de Israel
         5)  La referencia principal a Jesucristo y el evangelio: El ángel de Jehová respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre, que es admirable? (Jueces 13:18).
         6)  Observación clave: Va a notar un ciclo formado por seis pasos: 1) la desobediencia de Israel, 2) el castigo mandado de Jehová en la forma de la opresión extranjera, 3) el clamor a Jehová por alivio del castigo, 4) la llegada de un juez escogido por Jehová, 5) la redención de la opresión extranjera, y 6) la paz restablecida… hasta que el ciclo se inicia otra vez con una nueva desobediencia de
Israel.
         Cuando ve este ciclo en las lecturas, note que no es un círculo completo sino un ciclo en declive.  La condición espiritual de Israel se degenera con el tiempo. 
Algunos de los jueces mismos van a mostrar menos integridad con el tiempo.  La nación de Israel se está hundiendo en una crisis espiritual más profunda con cada
generación.
         Por eso va a leer en varias ocasiones una forma del versículo: En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía (Josué 17:6; 18:1; 19:1; 21:25).  Expresa el anhelo de un Salvador, un Redentor que pueda sacar al pueblo del pantano de su pecado y establecer y ejercer el dominio de Jehová sobre toda la nación.  Este anhelo será cumplido parcialmente con la llegada de cada juez pero
no completamente hasta la entrada a la séptima unidad de la Biblia.
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    Autor

    Rev. Ken Kytle, pastor de la Iglesia bautista La fe en Cristo cerca de Atlanta, Georgia, EEUU.

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