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Apocalipsis (introducción al libro, segunda parte)

26/11/2011

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         Además de las observaciones compartidas en la primera entrada del blog para Apocalipsis, hay varias otras características del libro que deseamos tener en mente mientras lo leemos:
         1)      Muy pronto va a notar que hay muchísimas referencias, símbolos y ecos del Antiguo Testamento por todo el libro.  Un versículo de Apocalipsis puede tener aún cuatro, cinco o más referencias a versículos distintos de profecías anteriores.  Este número parece multiplicarse cuando se trata de todo un capítulo de Apocalipsis.  Primero que todo, como vimos en Hebreos, mientras mejor conocemos el Antiguo Testamento (y especialmente los profetas), mejor vamos a entender Apocalipsis.
         Pero segundo, note que Juan no simplemente transfiere símbolos del Antiguo al Nuevo Testamento; no simplemente cita un versículo del Antiguo y señala cómo es cumplido ahora en el Nuevo.  Los cambia, los transforma y los junta en combinaciones nuevas.  Utiliza los antiguos símbolos y referencias para expresar nuevas realidades.
         Por ejemplo, lea Zacarías 12:10-14 que incluye la profecía: Y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito (Zacarías 12:10).  Note que el trasfondo de estos versículos es judío: Derramaré sobre la casa de David… habrá gran llanto en Jerusalén… (Zacarías 12:10-11).  Aunque dice: La tierra lamentará, cada linaje aparte (Zacarías 12:12), por los versículos que siguen se da cuenta de que refiere a la tierra de Israel y los linajes israelitas, no a toda la tierra ni todos los linajes: Los descendientes de la casa de David por sí… los descendientes de la casa de Natán por sí… los descendientes de la casa de Leví por sí… (Zacarías 12:12-14).
         Ahora siga adelante a Juan 19:33-37.  Aquí vemos el cumplimiento de la profecía Zacarías en la muerte de Jesucristo en la cruz: Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas.  Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua (Juan 19:33-34).  Es tan impresionante que el apóstol lo subraya como testigo ocular: Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis (Juan 19:35).  ¿Por qué quiere insistir en la verdad de su testimonio?  No simplemente por el hecho físico de que Jesucristo estaba muerto sino por el significado espiritual también, que se cumplieron dos profecías del Antiguo Testamento delante de sus ojos: Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será quebrado hueso suyo [una referencia a Éxodo 12:46, entre otros versículos].  Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron (Juan 19:33-37).
         Entonces, tenemos una profecía de Zacarías 12:10 cumplida en la muerte de Jesucristo en Juan 19:33-37 dentro de su trasfondo judío en Jerusalén.  Pero adelántese ahora a Apocalipsis 1:7, una referencia a la segunda venida de Jesucristo con esta profecía en mente: He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él (Apocalipsis 1:7).  Note que el trasfondo judío se ha ampliado grandemente: ahora será visto por todo ojo, y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él.  ¿Quién le dio permiso a Juan a ampliar el trasfondo de la profecía así?  El Espíritu Santo, para describir una nueva realidad, que el Cristo traspasado vive para siempre en un cuerpo resucitado y transformado y que va a volver.
         Por eso, note bien que esta ampliación de referencias proféticas ocurre constantemente por todo el libro de Apocalipsis (y en muchas otras partes del Nuevo Testamento también).  Juan no simplemente dice: “En el Antiguo Testamento, Dios dijo que X iba a pasar; mira cómo X pasó / cómo X va a pasar.”  No se contenta con un cumplimiento letra por letra, detalle por detalle de la profecía.  En cambio, dice: “X2YZ va a pasar.”  Expande X y la transforma por juntarla con otras profecías más en una nueva situación.  Si esperamos de la profecía un cumplimiento encerrado, letra por letra y detalle por detalle, vamos a encontrar muchas dificultades con el libro de Apocalipsis (y otras partes del Nuevo Testamento que se tratan de la profecía).  En cambio, los apóstoles entendían la profecía de una forma dinámica.  Por eso, al leer Apocalipsis, entendemos que el Espíritu Santo por los apóstoles amplió y transformó profecías para revelar nuevas verdades teológicas en Jesucristo.  No nos exasperamos por buscar un cumplimiento detalle por detalle de las profecías del Antiguo Testamento sino que nos maravillamos por el nuevo pacto en Cristo Jesús que exige un vocabulario y simbolismo más amplio sin desechar las profecías anteriores.  De esta forma queremos evitar la confusión y la rotura que a veces pasa cuando se pone vino nuevo en odres viejos (Mateo 9:17).

         2)     Note también la fluidez de los símbolos en Apocalipsis.  Mire un ejemplo destacado de Apocalipsis 5: Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno  de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.  Y uno de los ancianos me dijo: No llores.  He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos (Apocalipsis 5:4-5).
         Ahora, si el anciano dice: “He aquí” (que es una invitación a mirar), y luego: “Que el León de la tribu de Judá… ha vencido”…  ¿Qué se espera ver?  Claro, ¡un León!  Pero, ¿qué aparece en el próximo versículo?  Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado (Apocalipsis 5:6).  El anciano dijo: León; aparece: Cordero.  Pero las dificultades sólo han empezado, porque este Cordero es como ninguno que hemos visto; tiene siete cuernos y siete ojos, y toma el libro de la mano derecha del que está sentado en el trono (Apocalipsis 5:6-7)…  ¿Alguna vez ha visto usted un cordero tomar un libro de la mano derecha de alguien para abrirlo?
         Como vemos por este ejemplo, a Juan no le importa la lógica visual en su uso de símbolos.  Su prioridad es la comunicación de verdades teológicas aunque los símbolos mismos en su sentido superficial no se combinen y aún se contradigan.  Por eso refiere a Jesucristo a la vez como el León de la tribu de Judá (una referencia a la bendición y profecía de Jacob a Judá en Génesis 49:8-10), la raíz de David (una referencia a Isaías 11:1, 10, pero al revés, para representar a Cristo como la raíz espiritual de David en vez de David (o Isaí) como la raíz genealógica de Jesucristo), un Cordero como inmolado que a la vez ha vencido (una referencia al cordero de la pascua en Éxodo 12 y la profecía de Isaías 53:7-8), con siete cuernos que representan la plenitud de su poder (Deuteronomio 33:17; Salmo 89:17), con siete ojos (que refiere a la piedra de siete ojos grabada por Jehová en Zacarías 3:9, ligada con el quitar el pecado de la tierra en un día, y también los siete ojos de Jehová (su Espíritu) que recorren toda la tierra en Zacarías 4:10), que como un ser humano (o Hijo de hombre) se acerca al que está sentado en el trono y toma el libro (Daniel 7:9-13).
         Fíjese que en vez de hablar de Jesucristo simplemente por una lista de títulos, y en vez de describir su victoria por la cruz sistemáticamente como hacen varias cartas del Nuevo Testamento, Juan lo describe por una combinación llamativa e inolvidable de símbolos ricos ligados con las profecías del Antiguo Testamento.  Me pregunto si los creyentes perseguidos, encarcelados, torturados y sin acceso a las Sagradas Escrituras, podían llamar a la mente más fácilmente los símbolos llamativos de Apocalipsis para encontrar aliento y acordarse del que venció por su muerte y su resurrección.  Mientras leemos hoy, queremos fortalecernos por los mismos símbolos, acordándonos que más le importaba a Juan la comunicación teológica que la lógica visual de los símbolos.

         3)     Si entendemos que en Apocalipsis la comunicación teológica importa más que la lógica visual de los símbolos, no nos va a sorprender que Juan tampoco ponga como prioridad el orden cronológico.  Un ángel anuncia: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad (Apocalipsis 14:8), pero su caída no ocurre hasta la séptima copa al final de capítulo 16… pero inmediatamente después en capítulo 17 representa la gran Babilonia viva otra vez, ahora como una ramera ebria… y otro ángel anuncia: Ha caído, ha caído la gran Babilonia (Apocalipsis 18:2), y los reyes y los mercaderes lamentan su caída… pero un ángel poderoso luego habla de su caída como un evento futuro: Y un ángel poderoso tomó una piedra, como una gran piedra de molino, y la arrojó en el mar, diciendo: Con el mismo ímpetu será derribada Babilonia, la gran ciudad, y nunca más será hallada (Apocalipsis 18:21).  ¿Cuándo ocurrió su caída, entonces?  ¿En qué orden ocurren todos esos anuncios y visiones?  Un lector moderno puede imaginar que Juan nos dejó un rompecabezas en vez de un libro entendible, y puede pasar mucho tiempo intentando a poner todos estos anuncios y eventos en una cronología linear… o puede darse cuenta de que a Juan no le interesó la cronología linear de los eventos tanto como su importancia profética comunicada por muchas perspectivas diferentes.  La caída de Babilonia es segura, y Juan va a representar este suceso desde la perspectiva celestial, terrenal y de varias personas en la tierra, sin importarle tanto cuándo se ocurren cronológicamente.  Desea que los lectores se queden convencidos de la seguridad del juicio de Dios sobre ella más que delinear todos los sucesos que llegan a su cumplimiento.

         4)     El libro de Apocalipsis es famoso también por el simbolismo de sus números.  Tienen una referencia segura (Juan escribe siete cartas a siete iglesias, por ejemplo), pero en muchos casos tienen un significado más allá de su referencia numérica (piense otra vez en los siete ojos del Cordero inmolado de Apocalipsis 5:6).  Se surge una dificultad en la lectura cuando no sabemos hasta qué punto se debe poner como prioridad la referencia numérica (siete iglesias) y hasta qué punto se debe enfatizar la referencia simbólica (siete ojos).  Un ejemplo destacado de esta dificultad es Apocalipsis 7:4-8 cuando los 144,000 son sellados.  Por un lado, algunos ponen prioridad en las 144,000 personas de las tribus indicadas, sin faltar ni añadir una.  Se preocupan por la identificación de ese número de personas y levantan teorías sobre su presencia en el pasado, hoy o en el futuro.  Por otro lado, otros enfatizan el simbolismo del número: el número completo (12) por el número completo (12) por el número para abundancia (1000) son 144,000 que significa que Dios va a sellar y preservar completamente a todos los suyos, sin faltar uno, si es el número exacto que vemos en 7:4-8 o la multitud que nadie podía contar en 7:9.
         Por eso, cuando leemos los números en Apocalipsis, todos vamos a tender hacia una referencia más numérica o más simbólica según nuestra preferencia, pero queremos hacerlo con respeto a las opiniones de los demás.  Hay algunas cosas de que la Biblia habla claramente, como el evangelio de la salvación por fe en Jesucristo.  Hay otras cosas que no son tan claras, como el uso de los números en algunas partes de Apocalipsis.  Queremos mantenernos firmes en lo que la Biblia explica claramente y a la vez no endurecernos y entrar en peleas sobre opiniones de referencias inciertas.

         5)     El tema que se destaca por todo Apocalipsis es el mismo que se destaca por toda la Biblia: la justicia de Dios y su salvación por Jesucristo.  En Apocalipsis, Juan pone más prioridad en la comunicación de la justicia y la salvación de Dios que en el seguir nuestras expectativas como lectores.
         Por ejemplo, el Cordero rompe los sellos del libro… pero nadie lo lee.  Se supone que en algún momento alguien va a leer en voz alta lo que dice este documento tan llamativo, pero cumplida la función de la justicia de Dios al romper los sellos, el libro no aparece nunca más.  También, hay mucha preparación para la batalla contra la bestia, los reyes de la tierra y sus ejércitos, pero cuando llegamos a Apocalipsis 19, no vemos ninguna narrativa extendida de la batalla; está resumida en solo dos versículos (Apocalipsis 19:20-21).  Si fuera dirigida por Hollywood, sería una larga y extendida batalla retratada golpe por golpe y por cada avance pirotécnico que existe.  Pero la prioridad de Juan no es cumplir las expectativas narrativas de sus lectores modernos sino exaltar la soberanía, la justicia y la misericordia salvadora del Padre, de Jesucristo y del Espíritu Santo; pone mucha más atención al cumplimiento de la justicia de Dios en la bestia, el falso profeta y el dragón (Apocalipsis 19:19 – 20:3).

         Si nos acordamos de las prioridades del apóstol Juan en comunicar la soberanía y la justicia de Dios y su salvación por Jesucristo, podemos poner en prioridad nuestra tarea interpretativa como lectores.  Al leer Apocalipsis, no vamos a afligirnos demasiado por intentar a llegar a una línea cronológica estricta sobre los eventos del libro y su integración con otros eventos proféticos mencionados en la Biblia.  No vamos a insistir en un cumplimiento encerrado y detallado de las profecías del Antiguo Testamento sin considerar la posibilidad de que Juan las ha transformado y ampliado y en camino, les ha dado un nuevo significado.  Vamos a manejar con cautela la interpretación de los números.  Vamos a darnos cuenta también de que la estrategia narrativa de Juan es muy diferente que la nuestra en el siglo 21.  Sobre todo vamos a acordarnos que la prioridad de Juan es darnos una visión llamativa y alentadora de la soberanía, la justicia y la misericordia de Dios por Jesucristo a pesar de la tribulación larga y diabólica.
         Vuelva a ver los siete puntos básicos sobre Apocalipsis en la entrada anterior del blog.  Considere también la observación principal aquí en esta entrada: a Juan le interesa sobre todo comunicarnos la victoria segura de Jesucristo en su muerte, su resurrección y su segunda venida.  Por eso transforma y amplía referencias proféticas del Antiguo Testamento, rompe las reglas de la lógica visual en los símbolos, ve los eventos por una vista profética de muchas perspectivas diferentes en vez de una cronología linear, utiliza los números simbólicamente en muchas ocasiones y muchas veces no cumple nuestras expectativas narrativas como lectores modernos.  Si guardamos en mente estas observaciones, creo que estamos listos para crecer en obediencia y en adoración por nuestra lectura del libro de Apocalipsis.
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Apocalipsis (introducción al libro)

22/11/2011

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         No nos debe sorprender que haya muchas interpretaciones diferentes del libro de Apocalipsis.  Sus visiones llamativas y símbolos extraños hacen que eruditos cristianos, hermanos de mucha inteligencia y sabiduría, se encuentran en campos distintos cuando se trata de la interpretación de este libro.
         Pero no quiere decir que es un libro no entendible.  Al contrario: el apóstol Juan no escribió Apocalipsis sólo para gente con credenciales académicos impresionantes sino para gente común y corriente, gente sin educación formal en muchos casos.   Así que creo firmemente que cualquier lector cristiano puede leer el libro de Apocalipsis, entender su mensaje principal y recibir provecho y crecimiento espiritual por las muchas lecciones que presenta.
         Por eso, antes de tratar del libro mismo, deseo presentar un factor fundamental que, en mi opinión, determina si su lectura del libro de Apocalipsis va a ser para bendición o para confusión: Si leemos Apocalipsis como si Juan lo hubiera escrito principalmente para los lectores de nuestro siglo… es decir, si entendemos que Juan escribió los primeros tres o cinco capítulos de Apocalipsis para la gente de su época, pero que luego escribió capítulos 6 en adelante principalmente para nosotros que milenios después íbamos a estar presentes en la generación de la segunda venida de Jesucristo, creo que vamos a equivocarnos grandemente en nuestra interpretación del libro.
         Para decirlo de otra forma, si leemos Apocalipsis como si fuera escrito primero que todo para interpretar las noticias internacionales del siglo 21 (¿qué papel tendrá Rusia / China / Europa / quien sea en los tiempos finales?  ¿Cómo interpretamos los eventos de hoy del Medio Oriente?  ¿De dónde viene el anticristo, y quiénes son los candidatos principales en el escenario internacional hoy?), creo que estamos a gran distancia de lo que el Espíritu intentó a comunicarnos por el libro.
         En cambio, si entendemos que Juan escribió no sólo los primeros 5 capítulos sino todo el libro para los creyentes de su generación y aún más específicamente, para las siete iglesias que nombra al principio de la carta, creo que estamos en buen camino para entender su mensaje ambos para ellos y para nosotros en nuestra generación.
         De hecho, ¿no es ésta la forma en que hemos leído toda la Biblia?  Desde Génesis en adelante, enfocamos en lo que dice el texto e intentamos a entenderlo primero según lo que habrían entendido los lectores de su época.  Luego, llegamos a observaciones para nosotros en nuestra época con la revelación completa del Nuevo Testamento.  Según mi manera de ver, no tiene sentido leer la Biblia de una forma por toda la carrera larga de un año para luego, en los últimos pasos, abandonarla para una forma muy insegura que pone en primer lugar los eventos modernos como si Juan fuera un periodista muy imaginativo del siglo 21.
         Dicho esto, vamos al libro mismo.  Encontramos al autor inspirado, Juan, en la isla de Patmos en Apocalipsis 1:9.  No está de vacaciones en una bella isla griega; Patmos en ese entonces era una colonia / cárcel donde el emperador romano mandaba a los criminales del estado para trabajar duro en las minas.  Por eso Juan, ya un hombre de edad, pudo hacer referencia a su exilio y encarcelamiento y decir: Yo Juan, vuestro hermano, y coparticipe vuestro en la tribulación (Apocalipsis 1:9).  La palabra “tribulación” va a ser muy importante en este libro.  La encontramos una y otra y otra vez para describir el sufrimiento y la persecución que van a padecer los creyentes.  Note bien: los creyentes sufren tribulación.  Otra palabra distinta es “ira” en referencia a la ira de Dios.  Los incrédulos van a sufrir la ira de Dios.  Los creyentes no sufren en ningún momento la ira de Dios, pero sí, sufren mucha tribulación.  Y el primer ejemplo es el apóstol mismo que escribió el libro.
         Pero Juan no es solamente coparticipe en la tribulación sino: en el reino y en la paciencia de Jesucristo (Apocalipsis 1:9).  “En el reino” – su exilio y castigo por el imperio romano no lo define; es ciudadano del reino de los cielos, específicamente del reino de Jesucristo.  Aun la vergüenza del encarcelamiento no puede quitarle los honores y las bendiciones que son suyos por su nuevo nacimiento en el reino de Jesucristo.  Es parte de un reino que supera aún el de Roma.  “Y en la paciencia” – igual como todos los creyentes esperan la segunda venida de Jesucristo, Juan también.  Aun cuando el tiempo de espera incluye tribulaciones, espera pacientemente la venida segura de su Señor.
         Juan escribe cartas y el libro entero a siete iglesias nombradas en capítulos 2 y 3.  No son iglesias simbólicas que representan edades diferentes ni nada de ese estilo; son iglesias verdaderas, iguales como las a quienes Pablo escribió en Roma, Corinto, Galacia, etc.  Están en orden geográfico según el camino del correo de la época.  Juan las escribe una por una, y quiere que cada una se entere de las cartas a las demás; por eso termina las cartas con: El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias [plural] (Apocalipsis 2:7, 11, 17, 29; 3:6, 13, 22).  Felicita a las iglesias por lo que hacen bien y las reprende por lo que no.  Encuentra algo de reprender en cinco de las siete, en una no encuentra nada digno de alabanza, y a todas las siete les anima a perseverar en lo bueno hasta vencer.  Estas siete cartas retratan una situación preocupante: la mayoría no están preparadas por la tribulación que está a punto de estallar encima.  Por eso Jesucristo mismo por su apóstol les manda que se arrepientan, les urge a perseverar, les promete bendiciones al que vence y les revela en visiones y símbolos emocionantes e inolvidables lo que les va a suceder, ambos en tribulación y en su victoria final.
         Por eso podemos leer Apocalipsis 12:10-12 como un pasaje clave para entender todo el libro: Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.  Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.  Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos.  ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar!  Porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo (Apocalipsis 12:10-12).
         Note estas observaciones de Apocalipsis 12:10-12 que son importantes para entender todo el libro:
         1)      Jesucristo ganó la victoria sobre Satanás por su muerte en la cruz.  Así vemos en las primeras palabras de celebración: Ahora ha venido la salvación (o rescate), el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo (Apocalipsis 12:10).  Y esta victoria tiene enlace con la sangre del Cordero, Jesucristo, por su muerte en la cruz (Apocalipsis 12:11).
         2)     Los creyentes compartimos esta victoria con Jesucristo por medio de la sangre del Cordero (Apocalipsis 12:11).  Somos perdonados y justificados delante de Dios por la fe en la sangre de Jesucristo, tal como leímos en Romanos 3:25 y en tantas otras partes del Nuevo Testamento.  Nuestro acusador ya no puede acusarnos delante de Dios día y noche; ni tiene lugar en los cielos ahora (Apocalipsis 12:10).
         3)     Nuestra victoria no es simplemente pasiva; entramos en ataque también: Ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos (Apocalipsis 12:11).  Es decir, la fe en la sangre de Jesucristo nos ha dado la victoria sobre nuestro acusador, pero también proclamamos esta victoria por anunciar el evangelio / las buenas noticias sobre Jesucristo, dando testimonio por la palabra y por nuestra forma de vivir de acuerdo con el evangelio del poder de Jesucristo para salvar.
         4)     El vivir y proclamar esta victoria nos puede costar la vida terrenal: Menospreciaron sus vidas hasta la muerte (Apocalipsis 12:11).  Pero la victoria por la sangre de Cristo Jesús y su proclamación es de aún más valor que nuestras propias vidas porque nos damos cuenta de acuerdo con el apóstol Pablo: Nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas (Filipenses 3:20-21).  Jesús es el Señor, y así hablamos y vivimos a pesar de cualquier amenaza.
         5)     La victoria de Jesucristo por la cruz es motivo de gran celebración, y Él es digno de adoración: Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos (Apocalipsis 12:12).  Algunos de los momentos más impresionantes del libro de Apocalipsis son las escenas de adoración en el cielo donde el Cordero ocupa el lugar central junto con nuestro Padre celestial, como en Apocalipsis 5:13.  Juan los retrata para despertar en nosotros la adoración igual como las huestes celestiales adoran al Cordero y al que está sentado en el trono.
         6)     La derrota de Satanás despierta una tribulación horrible para los creyentes: ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! (Apocalipsis 12:12)  Los creyentes no vamos a sufrir la ira de Dios, pero sí la ira de Satanás: Porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira (Apocalipsis 12:12).  ¡Ahora podemos entender la urgencia con que Jesucristo comunica a las siete iglesias que se arrepientan y perseveren!  Pronto van a entrar en tribulación, y necesitan una fe y esperanza firmes para poder vencer a su enemigo.
         7)     Aún este ataque diabólico está bajo la soberanía y el control completo de nuestro Dios: Sabiendo [el diablo] que tiene poco tiempo (Apocalipsis 12:12).  Esta tribulación horrible tiene límite.  Igual como leímos en el libro de Job, Satanás sólo puede hacer daño hasta el punto que Dios le da permiso, que en este caso también es “poco tiempo”.  Y Dios permite la tribulación por la madurez nuestra y por su gloria, como nos dice el apóstol Pedro: En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo (1 Pedro 1:6-7).
         Así que si nos acordamos de la tribulación que sufre Juan en Apocalipsis 1:9, de la condición espiritual de las siete iglesias a que escribió Juan en capítulos 2 y 3, si estamos de acuerdo de que no sólo las cartas sino todo el libro fue escrito primero que todo para estas siete iglesias y luego para nosotros también, si entendemos en la descripción de Apocalipsis 12:10-12 siete puntos básicos para ayudarnos a comprender el libro, creo que tenemos una buena fundación, no sólo para entender el libro de Apocalipsis sino para ser fortalecidos en nuestra fe y esperanza en Cristo Jesús también.
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El nuevo sitio web en inglés

22/11/2011

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Le damos gracias a Dios por poder traducir el calendario de lecturas diarias y algunos videos al inglés en el sitio web www.BibleCalendar.org  Por favor avisen a sus amigos ingleses y norteamericanos que pueden acompañarlos en leer toda la Biblia en un año también.  Dios mediante, las entradas de blog empezarán en inglés en enero de 2012.
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1 Juan

14/11/2011

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         Es muy difícil seguir el argumento de la primera carta de Juan.  No es por dificultades de vocabulario; el vocabulario de 1 Juan es básico y repetitivo.  Capta verdades profundas, y hay muchos versículos concisos que el lector va a querer memorizar.  Pero no sigue la lógica de las cartas de Pablo y de Pedro.  Pablo y Pedro presentan sus argumentos como el caminar paso a paso a un punto definido; en 1 Juan, parece que vamos en círculos.  Si nos llevara Juan en un taxi de una parte de la ciudad a otra como nos escribió su primera carta, nos preguntaríamos varias veces en camino: ¿De veras sabe este señor a dónde vamos? ...  ¿No pasamos por esta calle hace poco? ...  ¿No habrá otra ruta más directa para llegar al mismo destino?  Por fin llegaríamos a nuestro destino, pero nos quedaríamos con la duda de que nos pudiera haber llevado por otro camino mejor para alcanzarlo.
         Por eso voy a depender de otro guía para explicar el argumento de 1 Juan, unas observaciones de D. Martyn Lloyd-Jones, el pastor de Westminster Chapel en Londres por 30 años, un excelente predicador de la Biblia que falleció en 1981.  En su libro Life in Christ: Studies in 1 John identifica un versículo clave que sirve como una fundación para entender toda la carta: Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno (1 Juan 5:19).
         Note primero la palabra: Sabemos.  Los cristianos tenemos una relación segura con Dios.  Sabemos lo que tenemos en Cristo, quiénes somos en Cristo y lo que nos espera en Cristo.  No somos gente que tambalea en dudas.  Cuando hablamos de la vida eterna y de la aprobación de Dios, no lo hacemos con palabras como “ojalá” ni “espero que sí” ni “si Dios quiere” sino con la palabra: Sabemos.
         ¿Qué sabemos?  Sabemos que somos de Dios.  Hemos escuchado el evangelio, las buenas noticias sobre la salvación por fe en Jesucristo, y escuchando, lo hemos recibido como el único mensaje válido sobre la salvación.  Reconocemos de acuerdo con Pablo: En el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá (Romanos 1:17).  Nuestra salvación y justificación significan que somos nacidos de nuevo por Dios: A todos los que le recibieron [a Jesús], a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios (Juan 1:12-13).
         La primera carta de Juan confirma la certeza de que somos de Dios: Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios (1 Juan 5:13).
         Y esta confirmación es necesaria y provechosa por lo que dice el resto de 5:19: Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno (1 Juan 5:19).  Espiritualmente hemos sido trasladados del mundo y de la potestad de Satanás al reino del amado Hijo de Dios (Colosenses 1:13), pero corporalmente continuamos en este mundo; nos toca enfrentarlo y resistir la influencia de sus tentaciones (Juan 17:15-17).  El conflicto entre nosotros y el mundo va a crecer y causar mucho sufrimiento y división: Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución; mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados (2 Timoteo 3:12-13).  Por eso Juan escribe su primera carta – nos confirma en nuestra relación segura con Dios y nos prepara a resistir las influencias del maligno.
         Estas influencias incluyen:
         1)      El pecado: Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado (1 Juan 1:6-7).
         2)     El odio hacia los hermanos: El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas.  El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo (1 Juan 2:9-10).
         3)     El amor al mundo: Todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.  Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre (1 Juan 2:16-17).
         4)     La falsa doctrina: ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo?  Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo (1 Juan 2:22).  Todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en la carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo (1 Juan 4:3).
         En cambio, el verdadero creyente resiste las influencias del mundo por lo siguiente
         1)      El arrepentimiento del pecado: Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad (1 Juan 1:9).
         2)     El amor hacia los hermanos: En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.  Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?  Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad (1 Juan 3:16-18).
         3)     Una vida de pureza: Todo aquel que tiene esta esperanza en él [de su segunda venida], se purifica a sí mismo, así como él es puro (1 Juan 3:3).
         4)     Una permanencia en la doctrina de la encarnación de Jesucristo y su muerte en la cruz por nuestros pecados: Él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo (1 Juan 2:2).  En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados (1 Juan 4:10).
         Si leemos 1 Juan con una fundación firme en 1 Juan 5:19 y si nos acordamos de los temas principales descritos arriba, podemos disfrutar otro de los temas principales de la carta, la comunión con Dios y con todos nuestros hermanos en Cristo Jesús: Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.  Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido (1 Juan 1:3-4).
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2 Pedro

13/11/2011

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         Uno de los temas importantes en 2 Pedro es el crecimiento del cristiano.  Nos anima a crecer desde los primeros versículos de la carta, y la cierra por decir: Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo (2 Pedro 3:18).  Su afán es el crecimiento y la madurez del rebaño del Señor.  Imagino que Pedro se habría quedado muy desanimado si le hubiéramos informado que sí, leímos toda su segunda carta pero sólo como de paseo, sólo para cumplir una tarea y pasar después a las cartas de Juan.  Que apreciemos su atención a nuestro crecimiento, porque ese tema le urge la comunicación con sus oyentes ahora en los últimos días de su vida (2 Pedro 1:14).  Insiste en nuestra madurez aunque su mensaje suene repetitivo (2 Pedro 1:12-15).
         Primero, note que todo crecimiento se basa en la salvación de Dios a nosotros por la fe en Jesucristo: Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra (2 Pedro 1:1).  Por esta salvación Dios nos ha dado: Todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad… [que incluyen] preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina (2 Pedro 1:3-4).  Por eso, vamos a crecer en todo asociado con la fe en Jesucristo: Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor (2 Pedro 1:5-7).
         Fíjese bien en el orden por el cual Pedro nos anima al crecimiento.  Nuestro crecimiento siempre se basa primero en lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo Jesús (versículos 1-4).  Él inicia todo.  Luego nuestra respuesta apropiada a la salvación es el continuar a crecer en la misma (versículos 5-7).  Dios nos salva en Cristo Jesús, y por eso crecemos.  Nuestro crecimiento no es una carga pesada que llevamos sobre los hombros para intentar a impresionar a un dios exigente sino una reacción natural, gozosa y perseverante a la salvación por gracia regalada por el Dios que da vida.
         Segundo, note que el crecimiento viene cuando no sólo enfocamos en el pasado y aún el presente de nuestra salvación (como en los primeros 7 versículos de la carta) sino sobre todo cuando nos fijamos en el segundo tema principal de la carta, la esperanza, nuestro futuro en Jesucristo.
         Acuérdese que hablamos de este tema en detalle en 2 Tesalonicenses 1.  La esperanza cristiana no significa: “Espero que tal cosa pase” sino que es una seguridad en la segunda venida de Jesucristo, una seguridad que dirige todo nuestro diario vivir para que estemos preparados para la llegada de ese día.  Por la importancia de este tema en nuestro crecimiento en la fe, por la mayor parte de la carta Pedro va a defender la doctrina de la esperanza cristiana de los ataques de los falsos maestros que niegan la segunda venida de Jesucristo.
         Pedro empieza su defensa de la segunda venida de Jesucristo por decir: No os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad (2 Pedro 1:16).  Pedro fue testigo ocular de su transfiguración (Mateo 17:1-13; 2 Pedro 1:17-18) cuando Jesucristo fue vestido en gloria de una manera que predecía su segunda venida.  También, aún más evidencia hay por “la palabra profética más segura” (2 Pedro 1:19).
         Pero los creyentes tienen que prepararse porque igual que en la época del Antiguo Testamento: hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina (2 Pedro 2:1).  Al contrario del crecimiento sano de los justificados por la fe en Jesucristo que vimos en 2 Pedro 1:5-7, esos falsos maestros van a demostrar un escándalo de inmundicia y pecado que revela que no conocen al Señor (2 Pedro 2).  Pero por acordarse de los ejemplos del juicio divino en el Antiguo Testamento y por seguir la instrucción del capítulo 3, el verdadero creyente tendrá la preparación en el discernimiento para identificar a los falsos maestros, para contestar su doctrina falsa y para perseverar en la seguridad de la segunda venida de Jesucristo.  Va a poder decir de acuerdo con Pedro: Nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia (2 Pedro 3:13).
         Así que 2 Pedro señala claramente dos estilos de vida posibles para nosotros los cristianos.  Por un lado, podemos crecer en las evidencias de la fe en Jesucristo puestas en lista en 2 Pedro 1:5-7, empoderados por la seguridad de su segunda venida.  O por el otro lado, podemos profesar el conocimiento de Cristo Jesús con los labios y nuestras tradiciones religiosas pero negarlo en nuestra vida diaria, paseando por cada día como si nunca tuviéramos que rendirle cuentas, declarando por nuestra vida diaria una negación rotunda de su segunda venida.  Nuestra reacción a la segunda venida de Jesucristo es así de esencial.  No es simplemente la afirmación de algunos puntos teológicos; es una demostración si somos salvos o no.
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Santiago 3 - 5

12/11/2011

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         Ahora entendemos de Santiago 1 – 2 que la preocupación principal de Santiago es que produzcamos fruto de acuerdo con nuestra fe en Cristo Jesús.  En capítulos 3 – 5 señala muchos frutos diferentes que debemos producir, pero es impresionante ver cuántos tienen que ver con nuestra comunicación.
         Debemos controlar nuestras lenguas (Santiago 3:1-12).  Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios.  De una misma boca proceden bendición y maldición.  Hermanos míos, esto no debe ser así.  ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga?  Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos?  Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce (Santiago 3:9-12).  En cambio, la lengua dirigida por la sabiduría de lo alto sabe sembrar paz (Santiago 3:18).  Nuestra dirección de la lengua importa porque revela mucho sobre la verdadera dirección de nuestros corazones, si es por el amor a lo terrenal o la fe viva en Cristo Jesús.
         Por ejemplo, la lengua dirigida por las pasiones y las codicias siembra guerra; ¡aún su oración es dirigida por la codicia! (Santiago 4:1-3)  Pero la lengua dirigida por un corazón purificado y humilde sabe lamentar y llorar por sus pecados (Santiago 4:7-9).  Siembra paz entre los hermanos en vez de juzgarlos (Santiago 3:18; 4:11-12).
         La lengua dirigida por la codicia se jacta en su soberbia y se confía en todo lo que va a lograr (Santiago 4:13-17); en cambio, la lengua humilde reconoce su dependencia en el Señor (Santiago 4:15).  Si el Señor le bendice con riquezas, sabe lamentar y aullar por el temor de que su corazón se apegue a ellas (Santiago 5:1).
         La lengua dirigida por lo terrenal se queja contra los hermanos (Santiago 5:9); pero la que es dirigida por el Señor sabe esperar con paciencia y se confía en la llegada de su día cuando vendrá como Juez para juzgar la tierra (Santiago 5:7-11).  No jura, sino que habla claramente y en verdad (Santiago 5:12).
         La lengua dirigida por la humildad ora por un corazón firme en la justicia y la fe, canta alabanzas y reprende con amor a los hermanos que se han extraviado de la fe verdadera para que sean restaurados con el Señor.  Se revela que su afán es por la salud física y sobre todo espiritual cada uno de sus hermanos (Santiago 5:13-20).
         Con todo, vemos que la carta de Santiago es una regla muy precisa para medir nuestras lenguas e identificar la raíz de que viene.  Que volvamos a visitarla y a meditarla para asegurar que nuestra comunicación nazca de un corazón humilde y purificado con una fe viva en el Señor Jesucristo.
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Unos cambios al sitio web

10/11/2011

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         A partir de hoy va a notar algunos cambios al sitio web.  Primero, la letra en todo el sitio (menos el blog) es más grande para que la lectura sea más fácil para todos los lectores.  Segundo, todos los videos se encuentran ahora desde la página reorganizada de Videos.  Por el número en crecimiento de videos, ya no hay menú que se baja.  Ahora puede encontrar los enlaces a todos los videos por hacer clic en la palabra Videos arriba.
         ¡Espero que los nuevos cambios hagan más fácil y productivo su uso del sitio!
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Santiago 1 - 2

8/11/2011

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         Santiago es el nombre español viejo para Jacobo, el medio hermano de Jesucristo y uno de los principales líderes de la iglesia en Hechos 15.  Cuando uno lee su carta por primera vez, parece que salta de tema en tema sin ninguna organización.  Pero con más tiempo y reflexión, se ve que su carta tiene un tema principal: enfatiza la evidencia de la fe viva y verdadera en Jesucristo, la fe que persevera.
         Si identificamos ese tema principal, podemos entender algunos de los versículos más controversiales en la carta.  Acuérdese que leímos en la carta a los romanos: Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley (Romanos 3:28).  Nuestra salvación es por el oír el evangelio por fe (Romanos 10:17).  Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo…  Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado…   Todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo (Romanos 10:8-9, 11, 13).
         Según Pablo, muchos de los israelitas no han alcanzado la salvación porque tropezaron en el hecho de que la salvación es por fe aparte de las obras: Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó.  ¿Por qué?  Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley…  Yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia.  Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios; porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree (Romanos 9:31-32; 10:2-4).
         También en la carta a los gálatas, Pablo enfatiza que nuestra salvación es por el oír el evangelio con fe, una fe en que perseveramos sin volver a las obras de la ley.  Pablo reprende a los gálatas por pensar que su salvación empieza con la fe en el evangelio pero luego se mantiene por las obras de la ley: ¡Oh gálatas insensatos!  ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad…?  Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?  ¿Tan necios sois?  ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? (Gálatas 3:1-3)  Con palabras muy fuertes les asegura: De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído (Gálatas 5:4).
         Pero en la lectura para hoy, la carta de Santiago parece contradecir todo lo que dijo Pablo sobre la salvación: Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras?  ¿Podrá la fe salvarle?...  La fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma (Santiago 2:14, 17).  No sólo parece contradecir todo lo que dijo Pablo sino que, igual como Pablo, acude al ejemplo del Abraham y aun al mismo versículo, Génesis 15:6, para demostrar que su enseñanza es verdadera: ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?  ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?  ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras?  Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios.  Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe (Santiago 2:20-24).
         A primera vista, parece una de las contradicciones más notorias en la Biblia.  Pablo por un lado dice que la justificación con Dios es por fe sin obras; Santiago por el otro lado dice que la justificación con Dios es por obras, no solamente por la fe.  Nos hace pensar que si tuviéramos a los dos apóstoles juntos hoy, se entrarían en un debate fuerte sobre la justificación con Dios igual como dos candidatos de partidos políticos opuestos se lanzarían en debate para ganar el mismo puesto político.
         Pero tal imaginación sería muy lejos de la verdad.  Esta “contradicción” es sólo aparente, y si leemos con más cuidado, vemos que Pablo y Santiago están completamente de acuerdo en la forma de ser justificado con Dios.
         Primero, note que Pablo y Santiago definen la palabra “justificación” con algunas diferencias.  Pablo habla de la justificación como el estado legal de aprobación regalado por Dios gratuitamente en el momento mismo de escuchar el evangelio con fe: La justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él… siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús (Romanos 3:22, 24).  En cambio, Santiago habla de la justificación como la aprobación de Dios declarada en un momento más tarde en la vida, cuando evalúa la evidencia de la fe desde el momento de la conversión hasta el final.  Note su énfasis desde los primeros versículos de la carta en todo el transcurso de la vida: Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.  Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna (Santiago 1:2-3).  Ambos ven en la palabra “justificación” la aprobación de Dios; Pablo se concentra en su momento inicial, de donde continúa la aprobación por la eternidad; Santiago se concentra en un momento mucho después, cuando Dios evalúa las obras de una vida aprobada.
         Por esta diferencia de perspectiva temporal, Pablo refiere a la vida de Abraham en Génesis 15:6 para presentar la evidencia por el momento inicial y completo de la justificación (Romanos 4:1-5); Santiago refiere ambos a Génesis 15:6 y 22:16-18 para presentar la evidencia por la confirmación de esta justificación inicial al ver la fe puesta en evidencia en el transcurso de una vida.
         Segundo, note que Pablo y Santiago describen dos clases de fe muy diferentes.  Cuando Pablo habla de la justificación por medio de la fe sin obras de la ley, describe una fe viva, robusta y en crecimiento que se pone en evidencia al transcurso de la vida.  Por ejemplo, así describe la fe de Abraham: Él creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia.  Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara.  Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido; por lo cual también su fe le fue contada por justicia (Romanos 4:18-22).  Santiago no reprende esta clase de fe sino su opuesto, una fe falsa y muerta que engaña al que piensa que tiene una fe verdadera.  La reprende por describir, igual como Pablo, la fe viva, robusta y creciente de Abraham: ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?  ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?  ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? (Santiago 2:20-22).  Ambos Pablo y Santiago están de acuerdo sobre la fe que salva y describen la fe viva y abundante de Abraham; Pablo la describe para identificar la fe verdadera en Cristo Jesús; Santiago la describe para ponerla en contraste con una fe que existe de labios solamente.
         Tercero, note como Pablo y Santiago describen dos clases de obras muy diferentes.  Como vimos en las citas arriba de Romanos 9:31-32 y 10:2-4, Pablo habla de las obras de la ley que algunos practican con el motivo incorrecto de ganar la justificación de Dios, la justificación que sólo viene por medio de la fe en Jesucristo.  Al decir Santiago: La fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma (Santiago 2:17), se refiere a las obras de amor y misericordia que se espera ver como evidencia de la fe cristiana: La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo.  Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas…  Si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que nos necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? (Santiago 1:27 – 2:1, 15-16)  Acuérdese que Pablo no niega la práctica de obras de amor y de misericordia; en cambio, dice: El que ama al prójimo, ha cumplido la ley.  Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.  El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor (Romanos 13:8-10).
         Para resumir: Pablo y Santiago no se contradicen en enseñar sobre la justificación.  Hay que tomar en cuenta:
         1) Los dos miran y definen la justificación desde momentos diferentes en la vida del creyente;
         2) refieren a dos clases diferentes de la fe: Pablo describe una fe viva y abundante; Santiago lo hace también pero sobre todo para reprender una fe muerta y engañadora; y
         3) los dos se fijan en obras diferentes: Santiago aprueba las obras de amor y de misericordia como evidencia de la fe verdadera; Pablo lo hace también, pero se concentra en reprender las obras por las cuales uno intentaría a ganar la aprobación de Dios que sólo viene por medio de la fe en Jesucristo.
         Note que por usar el mismo vocabulario por temas parecidos, por argumentos diferentes en situaciones muy diferentes, suena como si Pablo y Santiago estuvieran en contradicción.  En realidad, por investigar en más detalle su trasfondo, vemos que los dos apóstoles están de acuerdo.  ¿Habrá algunos versículos breves que expresen mejor estos puntos y que demuestren que Pablo y Santiago están de acuerdo?  Creo que sí.  Miremos Efesios 2:8-10:
         “Porque por gracia” – Por el amor iniciado y regalado por Dios, inmerecido por nosotros, dado gratuitamente, dado enteramente por la voluntad de Él,
         “sois salvos” – Note la voz pasiva.  Dios nos salva; nosotros somos receptores de su salvación.
         “por medio de la fe” – Como hemos visto tantas veces en las cartas de Pablo, la salvación es por la fe en Jesucristo: la seguridad de ser justificado por su crucifixión y su resurrección, de poder disfrutar ahora su intercesión en el cielo y de esperar su segunda venida, todo lo que el evangelio explica sobre nuestro Señor.
         “y esto no de vosotros” – Es aún más claro en el griego del Nuevo Testamento que la palabra traducida “esto” refiere al conjunto de todo lo que acabamos de ver: la gracia, la salvación y la fe.  Todo esto no viene de nosotros; no se inicia en nosotros.
         “pues es don de Dios” – Todo esto es un regalo de Dios; es su provisión por nuestra salvación.
         “no por obras” – Otra vez, como hemos visto muchas veces, no podemos ganar ni merecer ni la gracia, ni la salvación ni la fe.
         “para que nadie se gloríe” – Si alguna de éstas ganáramos por nuestros esfuerzos, por nuestras obras, nosotros recibiríamos la gloria y no Dios.  En cambio: Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos (Romanos 11:32).
         De acuerdo con lo que hemos visto tantas veces en Pablo, la salvación no viene por obras.  Pero siga leyendo a Efesios 2:10: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras.”  Nuestra salvación sin obras no significa que vivimos una fe sin obras.  Las obras no nos ganan la salvación sino que se ponen en evidencia después, dándoles a entender a todos de que somos salvos por fe en Cristo Jesús.  Por esta razón somos creados en Cristo Jesús y salvos por Él: para buenas obras.
         “las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” – Aún nuestras buenas obras son manifestaciones del poder y la gracia de nuestro Padre celestial.  No son para que nos jactemos ni para que mantengamos nuestra salvación.  Son la evidencia posterior que demuestra que Dios nos ha salvado por gracia, por su gloria y por fe sin las obras de la ley.
         Y el énfasis de Santiago es que nos examinemos para asegurar que producimos de acuerdo con la salvación por gracia por medio de la fe: Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombre de variación.  Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas (Santiago 1:17-18).  Él nos hizo nacer por la palabra de verdad (el evangelio), y lo hizo de su propia voluntad.  Por eso, que vivamos de acuerdo con esta buena dádiva, manifestando por nuestras acciones que somos primicias de sus criaturas.
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Hebreos 1 - 3

4/11/2011

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         Es muy difícil leer la carta a los hebreos por primera vez.  Ojalá que estas recomendaciones y observaciones le ayuden a sacar mucho provecho de su lectura:
         1)      Mientras las cartas anteriores pueden cambiar de tema según la necesidad pastoral del momento (las cartas a los corintios tal vez son el mejor ejemplo de esta organización variable), Hebreos tiene un argumento principal que fluye por toda la carta.  Por eso, recomiendo que lea toda la carta a los hebreos una vez antes de leer las secciones según el calendario.  Le va a ayudar si tiene una vista completa de la carta primero antes de concentrar en sus secciones individuales.
         2)     Le va a ayudar si sabe la situación pastoral a que se dirige la carta a los hebreos.  Según pasajes como Hebreos 4:1-2; 5:11-14; 6:1-12 y 10:19-38, entendemos que la carta fue escrita a un grupo de judíos que habían aceptado el evangelio sobre Jesucristo con gozo, pero al pasar los años se desanimaron y contemplaron la opción de dejar la fe en Jesucristo para volver a los ritos, las ceremonias y las observaciones de la ley mosaica.  Algunos tal vez contemplaron abandonar la fe cristiana por completo; otros tal vez pensaban mezclar su fe en Jesucristo con la práctica regular de sus ritos y tradiciones pasadas.  De una u otra manera, pensaban desligarse del evangelio.
         3)     Si entendemos #1 y #2, ahora podemos notar el tema principal que dirige toda la carta: el demostrar a los judíos cristianos desanimados la superioridad del nuevo pacto en Cristo Jesús.  Desde los primeros versículos hasta la última bendición, el autor cita, explica y exalta la superioridad de Jesucristo a la ley mosaica.
         4)     El autor intenta a convencer a los judíos de la superioridad de Jesucristo por citar el Antiguo Testamento frecuentemente y explicar sus versículos a la luz del nuevo pacto por Jesucristo.  Mientras mejor conocemos el Antiguo Testamento, mejor vamos a poder entender sus argumentos.
         5)     La carta entera es escrita como una exhortación.  Es decir:
             a) siempre está cerca a la conciencia del autor el estado malo o la doctrina falsa en que se han caído los lectores;
             b) retrata el nuevo estado o la verdadera doctrina en que deben andar,
             c) y les anima con urgencia a cambiar de estado a) al estado b).
         Si entendemos estos 5 puntos, estamos listos para leer, entender y glorificar a Dios por la carta a los hebreos.
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Filemón

4/11/2011

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         Si la carta a Tito nos enseña que el evangelio puede transformar comunidades enteras, la carta breve de Filemón nos recuerda que el evangelio logra esta transformación persona por persona, de una relación interpersonal a otra.
         Junta con la carta a los efesios y a los colosenses, Pablo mandó esta carta a su amigo y hermano en Cristo, Filemón.  Filemón tuvo un esclavo, Onésimo (cuyo nombre en el griego significa “útil”), que le escapó; se fue a Roma donde escuchó el evangelio del apóstol Pablo, se arrepintió de sus pecados y se sometió al Señor Jesús.  Aún le sirvió a Pablo mientras éste estaba encarcelado… pero se sintió sobre todo la convicción por sus pecados de soberbia, de rebelión y de desobediencia por haber huido de su amo, Filemón.  Aunque Pablo vio que le era muy útil en el ministerio en Roma, se lo mandó a Filemón (posiblemente junto con las tres cartas que mencionamos) para que lo recibiera de nuevo, no sólo como esclavo sino como hermano también.  Deseaba que la recepción y el perdón fueran públicos; dirige la carta a Filemón y a toda la iglesia que se reunía en su casa.
         Disfrute en su lectura de la carta a Filemón el poder del evangelio para apagar rencores, despertar el perdón y restaurar relaciones dañadas por el pecado.  Que continúe a transformar nuestras comunidades persona por persona, relación por relación en preparación por la segunda venida de nuestro Señor.
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    Rev. Ken Kytle, pastor de la Iglesia bautista La fe en Cristo cerca de Atlanta, Georgia, EEUU.

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