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Éxodo 40 y Salmo 46

31/1/2012

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         La redención de Israel de la esclavitud y el juicio de Faraón y Egipto por las plagas y el Mar Rojo fueron obras incomparables e inolvidables.  Pero si fueran los temas definitivos del libro de Éxodo, habría terminado en 15:21.
         La declaración de los 10 mandamientos por Jehová mismo, la ceremonia del pacto y la bajada de Moisés del Monte Sinaí con las dos tablas de piedra del testimonio son momentos decisivos en la historia de Israel.  Pero si fueran los temas definitivos del libro de Éxodo, habría terminado al final del capítulo 20, o del capítulo 24 o del 34.
         Pero como el tema más central y urgente del libro de Éxodo es la Presencia de Jehová y su morada en medio de los israelitas, el libro termina al final del capítulo 40.
         Cuando todo está puesto, santificado y consagrado de acuerdo con las instrucciones de Jehová, Él entra a morar con ellos: Entonces una nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo (Éxodo 40:34).  Jehová mismo los va a pastorear en el desierto con destino a la tierra prometida a Abraham: Y cuando la nube se alzaba del tabernáculo, los hijos de Israel se movían en todas sus jornadas; pero si la nube no se alzaba, no se movían hasta el día en que ella se alzaba (Éxodo 40:36-37).  Y en cualquier momento, en medio de las ansiedades, en las celebraciones, a la luz del día o a medianoche, un israelita podía salir de su tienda, mirar hacia el centro del campamento y ver la Presencia protectora, proveedora y perdonadora de su Dios: Porque la nube de Jehová estaba de día sobre el tabernáculo, y el fuego estaba de noche sobre él, a vista de toda la casa de Israel, en todas sus jornadas (Éxodo 40:38).
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Éxodo 38 - 39 y Salmo 61

30/1/2012

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         La construcción (y nuestro repaso) del tabernáculo continúa con las tres partes principales fuera del tabernáculo:
         El altar de bronce donde se van a poner los sacrificios de animales, de flor de harina y las libaciones,
         La fuente de bronce, entre el altar de bronce y el tabernáculo, donde los sacerdotes van a lavar las manos y los pies cada vez que la pasan.  Aquí nos cuenta que fue hecha de los espejos de las mujeres que velan a la puerta del tabernáculo de reunión (Éxodo 38:8), y
         El atrio, donde van a trabajar los sacerdotes, separado del campamento por las cortinas y sus columnas.
         El inventario nos cuenta de la diligencia de los israelitas en utilizar el oro, la plata y el bronce donados.
         También repasamos los detalles de la ropa del sumo sacerdote:
         El efod con sus piedras de ónice en las hombreras con los nombres de todas las tribus de Israel,
         El pectoral con sus 12 piedras preciosas con los nombres de todas las tribus también,
         El manto con campanillas y granadas en las orillas, y
         La mitra con la lámina de la diadema santa de oro puro que dice: SANTIDAD A JEHOVÁ.
         Presentan todo a Moisés que lo inspecciona y les da su aprobación: he aquí que la habían hecho como Jehová había mandado (Éxodo 39:43).  ¡Qué diferentes son sus acciones esta vez!  Nada de desobediencia como en el caso del becerro de oro.  Ni tampoco ninguna de la maldición: Y los bendijo (Éxodo 39:43).  No hay necesidad de que Moisés vuelva a interceder por ellos hoy para que Jehová los perdone; esta vez sirve de canal de bendición, comunicando el placer de Jehová en su obra.  Posiblemente respira en oración: Sea la luz de Jehová nuestro Dios sobre nosotros, y la obra de nuestras manos confirma sobre nosotros, sí, la obra de nuestras manos confirma (Salmo 90:17).
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Éxodo 35 - 37 y Salmo 119:1-8

29/1/2012

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         Después de la desobediencia con el becerro de oro, es impresionante ver la obediencia de todo el pueblo en Éxodo 35 – 37.  Por cierto demuestran el arrepentimiento verdadero cuando son dirigidos por la palabra de instrucción de Jehová en vez de depender en su propia creatividad y la idolatría como en Éxodo 32.
         Por eso, no culpan a los israelitas si los próximos capítulos le parecen largos y repetitivos.  Le aseguro que para los israelitas, no les parecían así.  Primero, es la primera y única vez que esta generación construye la residencia santa de Jehová, y esto hace que cada detalle, cada ofrenda sea especial.  Segundo, cuando uno se arrepiente del pecado y vuelve al camino del Señor, hay un gozo profundo en cumplir sus mandamientos, aún en las más pequeñas, repetitivas y rutinarias.  Aunque como lector moderno tal vez le pese tanto detalle y repetición de lo anterior, acuérdese que para los que participaron en la obra, fue una experiencia inolvidable y digna de ser contada repetidas veces.
         Además, sirve de buen repaso por nosotros también.  Las instrucciones en Éxodo 25 empezaron con la ofrenda voluntaria y luego lo más central: el arca.  Aquí en la construcción misma empezamos con la lectura sobre la tienda que va a ser el tabernáculo mismo.  Luego en Éxodo 37 leemos de los cuatro muebles más santos que el tabernáculo protege:
         el arca (donde va a reinar la Presencia de Jehová encima de las alas de los querubines; será puesto en el lugar santísimo, en la parte occidental del tabernáculo y separado de lo demás con el velo),
         la mesa (donde estarán los panes de la proposición, puesta en el lugar santo, al lado norte),
         el candelero (con sus siete lámparas, también en el lugar santo, al lado sur) y
         el altar del incienso (en el lugar santo, frente al arca pero separado del arca por el velo).
         Y aquí tenemos el resumen de los muebles dorados, más estrechamente ligados con la Presencia de Jehová, cubiertos por el tabernáculo.  Acuérdese que dos de ellos (el candelero y el altar del incienso) tienen una función diaria en la obra sacerdotal: un sacerdote va a atender las lámparas del candelero y quemar el incienso cada mañana y al anochecer.  La mesa de los panes de proposición recibirán 12 nuevos panes cada día de reposo, y los anteriores servirán de comida a los sacerdotes.
         Y junto con nuestro repaso, damos gracias al Dios que recibe las ofrendas y la obediencia de su pueblo perdonado.
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Éxodo 30 - 32

26/1/2012

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         Ayer notamos dos responsabilidades diarias de los sacerdotes israelitas: tenían que atender las lámparas del candelero cada noche, y ofrecían dos corderos de un año en holocausto a Jehová con una ofrenda de flor de harina, aceite de olivas y vino, un cordero por la mañana y el otro por la tarde, todos los días continuamente.  La lectura para hoy empieza con la construcción del lugar donde cumplirán su tercera responsabilidad diaria: el altar del incienso.
         El altar del incienso es mucho más pequeño que el altar de bronce y nunca recibe ningún sacrificio de animal, ni ofrenda ni libación (Éxodo 30:9).  Está colocado enfrente del arca del testimonio, también enfrente del velo que separa el lugar santísimo (con el arca del testimonio) del lugar santo (donde están la mesa y el candelero; Éxodo 26:33-35; 30:6).  Entonces, en referencia a su lugar físico, el altar del incienso es el mueble más cercano al arca y la Presencia de Jehová.
         Aarón va a quemar incienso aromático en el altar del incienso (o el altar de oro) cada mañana al alistar las lámparas y de nuevo cada anochecer (Éxodo 30:8).  En algún momento en la historia del tabernáculo o en el templo que lo va a remplazar siglos después, los israelitas empezaron a asociar sus peticiones en oración con la subida del humo del incienso delante de la Presencia de Jehová.  Por eso en el Nuevo Testamento cuando el sacerdote Zacarías entra en el santuario del Señor para quemar incienso, nos dice: Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso (Lucas 1:10).  También la visión de Juan en el libro de Apocalipsis nos dice: Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono.  Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos (Apocalipsis 8:3-4).
         El dinero de las expiaciones será medio siclo por persona (Éxodo 30:13).  Las ofrendas para la construcción del tabernáculo son voluntarias (Éxodo 25:1-8), pero el pago de este dinero es obligatorio (Éxodo 30:13-14).  Todos tienen que pagar lo mismo, no importa si son ricos o pobres (Éxodo 30:15).
         El dinero (o mejor dicho, la pequeña unidad o peso de plata) va a servir para fundir las bases del santuario y del velo, los capiteles de las columnas y para ceñirlas (Éxodo 38:25-28).  Pero, ¿por qué lo llaman “el dinero de las expiaciones”?  Vamos a leer sobre el culto israelita que “sin derramamiento de sangre no se hace remisión” (Hebreos 9:22).  ¿Pagaron la remisión de sus pecados?
         No.  Parece que el empadronar al pueblo israelita dejaba culpables a los contados.  Puede ser que el ser contado, el declarar con gusto su lugar o familia de origen, el hacer lucir su numerosa familia, el calcular el número de todos los soldados posibles para un gran ejército y el enorgullecerse por los resultados finales tentaban a todo el pueblo a la soberbia… y quitaba la gloria de Jehová que les dio vida, sus familias y la victoria militar.  Por soberbia, Faraón fue derrotado; mejor que los israelitas no caigan en el mismo pecado: Cuando tomes el número de los hijos de Israel conforme a la cuenta de ellos, cada uno dará a Jehová el rescate de su persona, cuando los cuentes, para que no haya en ellos mortandad cuando los hayas contado (Éxodo 30:12).  Nadie puede lucir; todos tienen que pagar lo mismo en reconocimiento de que Jehová les dio la vida por la cual pueden ser contados.  Y así salvan su vida del castigo justo que merece la soberbia.
         La fuente de bronce estará colocada entre el altar de bronce y el tabernáculo.  Cada vez que pasan entre el altar de bronce y el tabernáculo, los sacerdotes tienen que parar y lavarse las manos y los pies (Éxodo 30:19-21).  Continua y diariamente se acordarán que para servir a Jehová e interceder por el pueblo, tienen que estar limpios, no inmundos; tienen que parar a pensar en la santidad personal, no sólo ministrar en apuros.
         Éxodo 30 termina con las recetas y el énfasis en la santidad del aceite de la unción y el incienso.
         En Éxodo 31 Jehová explica que ha llenado a Bezaleel y Aholiab con su Espíritu para la construcción del tabernáculo.  Y para proteger a todos de su propio entusiasmo y afán para cumplir la obra sagrada lo más pronto posible, les recuerda de que tienen que guardar el día de reposo o ciertamente morirán (Éxodo 31:15).  La lección a Moisés y los demás es clara: aún la tarea de construir el tabernáculo, empoderado por el Espíritu de Jehová, no es excusa para dejar de observar el día de reposo.
         Cuando Moisés recibe las dos tablas del testimonio escritas por el dedo de Dios, parece que hemos cerrado la sección sobre el tabernáculo (Éxodo 31:18).  ¡Qué bendición!  Sólo es cuestión de cumplir lo que Jehová ha mandado… pero no contamos con la maldad y la naturaleza pecaminosa del pueblo de Dios.
         Es chocante el cambio de Éxodo 24 – 31 a capítulo 32.  (¡Se incluye el capítulo 32 en la lectura hoy precisamente para que sintamos el choque!)  Después de la manifestación de Jehová y su declaración de los diez mandamientos en Éxodo 20, después de la celebración del pacto en Éxodo 24, después de todas las instrucciones detalladas sobre el tabernáculo, ¿cómo es posible que los israelitas desobedezcan el mandamiento sobre la idolatría?
         El tiempo que pasó Moisés en el monte no es una excusa aceptable.  Para los israelitas: Moisés tardaba en descender del monte… este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido (Éxodo 32:1).  Pero note que para Jehová: Pronto se han apartado del camino que yo les mandé (Éxodo 32:8).  En poco tiempo han violado el pacto con Jehová y merecen ser exterminados en juicio justo: Yo he visto a este pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz.  Ahora, pues, déjame que se encienda mi ira en ellos, y los consuma; y de ti yo haré una nación grande (Éxodo 32:9-10).
         Un momento.  Antes de seguir leyendo… ¿necesita Jehová pedirle lugar a Moisés para encender su ira contra Israel?  Note bien que Jehová, en medio de su ira justa, está invitando a Moisés que interceda por el pueblo… y así hace Moisés inmediatamente: Entonces Moisés oró en presencia de Jehová su Dios, y dijo: Oh Jehová, ¿por qué se encenderá tu furor contra tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte? (Éxodo 32:11)  Y al llegar al fin de esta conversación en versículo 14, debemos maravillarnos:
         1) por la intercesión de Moisés, uno que prefirió proteger y representar a un pueblo pecaminoso que empezar su propia nación escogida, y
         2) por el cambio de plan de Jehová, el que detiene su ira justa porque también es de profunda misericordia.  Es el Dios que presta oído a la intercesión de sus escogidos.
         Al terminar el capítulo 32, todavía no sabemos la resolución de esta historia.  ¿Qué pasará con el tabernáculo?  ¿Morará Jehová con ellos?  Ahora que los israelitas han menospreciado el pacto, ¿Jehová los abandonará?  Veremos las respuestas a estas preguntas y más en las próximas lecturas.
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Salmo 84 y Éxodo 27 - 29

25/1/2012

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         La lectura para hoy da las instrucciones para tres partes más del tabernáculo: el altar de bronce (o el altar del holocausto), el atrio y el aceite del candelero.
         El altar de bronce es básicamente un asador grande de carne, pero significa mucho más.  Es donde los sacerdotes israelitas van a quemar casi todos sus sacrificios.  Fuera del tabernáculo, enfrente la Presencia de Jehová, el altar de bronce es el lugar para la expiación de los pecados de los israelitas (junto con el propiciatorio del arca, que veremos otra vez en Levítico 16), un lugar para su santificación y consagración, un lugar donde le dan gracias a Jehová y celebran la comunión con Él.  La relación de toda la nación con Jehová, individualmente y como grupo, tiene su centro de enfoque en este altar.  Sin los sacrificios presentados y quemados en el altar de bronce, no hay perdón de pecados, santidad, consagración, acción de gracias, acercamiento ni comunión con Jehová.
         El atrio es el lugar de trabajo de los sacerdotes para preparar los sacrificios.  Su cerca de columnas y cortinas lo separa del resto del campamento y así preserva la santidad del lugar: la gente no entra por mera curiosidad, no interrumpe el trabajo de los sacerdotes, ni puede ver lo que pasa diariamente allá, preservando el culto de la familiaridad que tiende a lo rutinario en vez de a la santidad.  El atrio permite que la Presencia de Jehová se identifica con el pueblo (mora en una tienda como ellos) pero a la vez la separa del pueblo (no cualquier persona puede entrar la tienda de Jehová ni mirar dentro de ella).
         El aceite del candelero tiene que ser puro; no servirían lámparas que chispean, dan una luz inconstante o echan humo maloliente por impurezas.  De Éxodo 27:20-21 entendemos que las lámparas del candelero ardían continuamente sin ser apagadas, y que Aarón y los de su casa, probablemente uno de ellos y por turno, se encargaban de vigilarlas toda la noche.  De esta forma siempre había alguien en el tabernáculo a cualquier hora para interceder por el pueblo de Israel y adorar a Jehová.
         También en esta lectura vemos que no es suficiente tener un lugar sagrado para la Presencia de Jehová; la gente que ministra en este lugar tiene que ser santa también.  Por una parte, la ropa del sumo sacerdote en particular tiene que concordar con su oficio en el tabernáculo.  Los colores del efod son los mismos que en el tabernáculo mismo.  Los nombres de las doce tribus en las dos piedras de ónice en las hombreras del efod y en el pectoral sirven de memorial y recordarán al sumo sacerdote que su responsabilidad en intercesión por ellas.  La grabadura en la lámina de la mitra, SANTIDAD A JEHOVÁ, les hará acordar a los fieles que sus ofrendas son recibidas por la gracia de Jehová.  Las vestiduras de todos los sacerdotes les acordarán a los fieles que su servicio es aceptable a Jehová que dijo que son “mis sacerdotes” (Éxodo 28:41).
         Pero la ropa en sí no santifica al hombre; Aarón y sus hijos tienen que ser consagrados en su persona también.  Aquí tenemos la descripción más extensa de los sacrificios hasta el momento, y hay varios detalles importantes para tomar en cuenta.
         Primero, note que Aarón es ungido con el aceite de la unción (Éxodo 29:7).  El ser ungido lo consagra, lo pone aparte para dedicarle a servir a Jehová.  En lecturas futuras vamos a ver la consagración de los reyes de igual forma (en 1 Samuel 16, por ejemplo), y leeremos profecías sobre un Rey futuro que será llamado el Ungido, o en hebreo el Mesías, o en el griego el Cristo.
         Segundo, note que el primer sacrificio por Aarón y sus hijos es un becerro como ofrenda por el pecado (Éxodo 29:14).  No hay ninguna comunión con Dios ni ninguna acción de gracias antes de que se resuelva primero la necesidad del perdón de pecados.  El pecado prohíbe una relación de santa comunión con Jehová; tiene que ser perdonado y eliminado primero antes de entrar en los otros aspectos de la relación.  Note también que Aarón y sus hijos ponen sus manos sobre la cabeza del becerro antes de que Moisés lo mate (Éxodo 29:10); así el becerro es identificado como sustituto por ellos.
         Tercero, note el sacrificio del primer carnero en holocausto para Jehová (Éxodo 29:15-18).  Indica la entrega total de las personas que presentan el sacrificio a Jehová.  Aquí significa que Aarón y sus hijos no van a ser sacerdotes de tiempo parcial, ni sólo los días de reposo, sino que toda su vida será entregada en la obra sacerdotal de intercesión por el pueblo de Jehová.
         Cuarto, note el sacrificio del otro carnero en que Aarón es marcado y rociado con sangre de forma parecida al altar de bronce (Éxodo 29:19-21).  Lo santifica junto con el altar.  Luego come una parte del sacrificio quemado en el altar; es una cena en harmonía y comunión con Jehová.  Además demuestra que como sacerdote recibirá su porción y sustento de los sacrificios de paz presentadas en el altar para Jehová (Éxodo 29:28).
         Quinto, note la importancia de la santidad en toda su consagración: se llevan las vestiduras santas, son consagrados con aceite, por siete días ofrecen becerros por expiación del pecado, cocerán la carne de la ofrenda de paz en un lugar santo, nadie más la puede comer, y si sobra algo, tiene que ser quemado (Éxodo 29:29-37).  Todo indica la separación del pecado y lo común para dedicarse exclusivamente en servicio a Jehová por el beneficio de su pueblo.
         Sexto, note la ofrenda diaria de dos corderos de un año, cada día, continuamente, uno por la mañana y otra por la tarde, por todas las generaciones (Éxodo 29:38-42).  Los sacerdotes, después de ser consagrados, empezarán su segunda responsabilidad diaria: presentar el holocausto diario del cordero con la ofrenda de flor de harina, aceite de olivas y la libación de vino delante de Jehová.  (La primera responsabilidad diaria que recibieron es el mantener las lámparas del candelero.)  Así que cuando presentan estas ofrendas de los productos más básicos de la tierra prometida (el cordero, la flor de harina, aceite de olivas, vino), todos los días y dos veces por día, se acordarán con agradecimiento quién les da la provisión a todos los israelitas.  Además, como dice Jehová: Esto será el holocausto continuo por vuestras generaciones, a la puerta del tabernáculo de reunión, delante de Jehová, en el cual me reuniré con vosotros, para hablaros allí (Éxodo 29:42).  Deben recordar también que la relación íntima con Jehová, aunque diaria, nunca debe ser rutinaria: es un privilegio grande, santo y único el reunirse con el Creador del universo que los ha escogido por su gracia.
         Con las tres partes más del tabernáculo y las vestiduras y consagración de los sacerdotes, hemos tomado un gran paso para adelante en nuestro conocimiento de la ley.  Dios mediante, apreciamos mejor su santidad y el privilegio que es el andar en una relación viva y diaria con Él.
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Éxodo 25 - 26 y Salmo 115

25/1/2012

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         Jehová les dijo a los israelitas: Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra.  Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa (Éxodo 19:5-6).  La obediencia a la ley es parte de esta relación única con Jehová, pero no es toda.  Esta relación íntima con Dios implica que su Presencia estará con ellos, que la Presencia de Jehová será accesible y permanente.  Por eso, les da las instrucciones por el tabernáculo, el lugar físico donde su Presencia será visible y conocida entre ellos.
         La descripción del tabernáculo empieza con tres de los muebles más cercanos a la Presencia de Jehová: el arca del pacto, la mesa de los panes de la proposición y el candelero.
         El arca es una caja sagrada.  Contiene las tablas de piedra con los diez mandamientos como testimonio del pacto (Éxodo 25:16, 21; 40:20).  Delante del arca serán puestas la vasija del maná como testimonio de su provisión durante los años en el desierto (Éxodo 16:33-34), y la vara de Aarón que dará testimonio de la elección de su casa para el sacerdocio (Números 17:8-10).
         La tapa del arca es el propiciatorio con dos querubines uno enfrente al otro, mirando hacia abajo, sus alas encima de ellos y cubriéndolos.  Encima de sus alas estará la Presencia de Jehová, lo que hace que esta arca sea la parte más importante del tabernáculo.  No hay ninguna figura que representa la Presencia de Jehová; Moisés, al hacer referencia a la convocación del pueblo con Jehová en Éxodo 19 y 20, va a decir: Guardad, pues, mucho vuestras almas; pues ninguna figura visteis el día que Jehová habló con vosotros de en medio del fuego; para que no os corrompáis y hagáis para vosotros escultura, imagen o figura alguna (Deuteronomio 4:15-16).  Los querubines no representan a Jehová sino que postrados, indican dónde está su Presencia (encima de las alas) y la actitud de adoración que siempre mantienen delante de su santidad.  Indican su dominio justo y universal: Jehová reina; temblarán los pueblos.  Él está sentado sobre los querubines, se conmoverá la tierra (Salmo 99:1).
         La mesa tiene una función bastante interesante si uno considera la adoración a los dioses paganos en el Medio Oriente en esa época.  Era común preparar una comida diaria para la imagen tallada de un dios y aún cubrirla con un velo para que “comiera” en privado.  Los panes de la proposición en la mesa del tabernáculo no sirven para esas boberías.  Jehová no los “come”; no los necesita para alimentarse como los dioses falsos, sino que provee en abundancia la comida para las doce tribus de Israel.  En reconocimiento de su provisión constante, se presentan los doce panes como ofrenda a Jehová, dados también para la provisión de los sacerdotes que los comen cada día de reposo (Levítico 24:5-9).
         El candelero tiene una función muy práctica.  No hay ventanas en el tabernáculo para permitir la entrada de la luz; el candelero alumbra el interior.  Arde continuamente (Éxodo 27:20), y así representa la provisión de la luz por Él que dijo: Sea la luz (Génesis 1:3).  La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella (Juan 1:5).
         Después de hablar de estos tres muebles sagrados, Éxodo 26 describe el tabernáculo, la tienda donde Jehová va a morar en medio de su pueblo que habita en tiendas.  Se sostiene por tablas y columnas de madera de acacia cubiertas de oro con bases de plata o de bronce.  (Note que los lugares más cercanos o estrechamente ligados a la Presencia de Jehová son de oro.  Mientras se aleja de su Presencia o se asocia más con la tierra, son de plata y de bronce.)  Toda la estructura que apoya la tienda tiene que ser fuerte y sólida para sostener el peso de las cortinas, pero a la vez fácil de armar y desarmar por el tránsito frecuente en el desierto.
         Hay mucho más que podemos decir sobre el arca, la mesa, el candelero y el tabernáculo, pero esto es suficiente para hoy y nuestro propósito de ver cómo los israelitas van a ser una nación santa no sólo por su obediencia a la ley sino por tener entre ellos la morada de Jehová que los santifica.
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Éxodo 22 - 24 y Salmo 112

24/1/2012

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         Después de los diez mandamientos, Jehová especifica más mandamientos de acuerdo con los dos principales: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.  Este es el primero y grande mandamiento.  Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.  De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas (Mateo 22:37-40).
         [Recomiendo que abre la Biblia y repase los pasajes indicados para que vea su conexión con los diez mandamientos en Éxodo 20:1-17.]
         Éxodo 20:22-26 edifica encima de los mandamientos primero y segundo (No tendrás dioses ajenos / no harás imagen).  Preserva la pureza de la adoración a Jehová sin hacer desviar la atención a la ornamentación material ni al cuerpo humano.
         Éxodo 21:1-11 edifica encima de los mandamientos octavo y décimo (no hurtarás / no codiciarás).  Especifica leyes de protección por amor a un grupo vulnerable: los siervos, especialmente las siervas, y respeta los derechos de propiedad de los dueños, también.
         Éxodo 21:12-36 afirma el sexto mandamiento (no matarás).  Son leyes para la protección de los vulnerables, especialmente a los que son atacados injustamente.  Incluye la protección a los que son acusados incorrectamente del homicidio.
           Éxodo 22:1-6 está arraigado en el octavo mandamiento (no hurtarás) y declara la restitución que harán por el robo o el daño a los bienes de otros.
         Éxodo 22:7-15 advierte contra la codicia y asegura la integridad de los mandamientos octavo y décimo.
         Éxodo 22:16-17 es una aplicación del séptimo mandamiento (no cometerás adulterio).
         Éxodo 22:18, 20 especifica el primer mandamiento (no tendrás dioses ajenos).  Podemos ver Éxodo 22:19 en asociación con el segundo mandamiento (no te harás imagen) en que prohíbe la perversión de elevar a un ser creado a un puesto que no le corresponde.
         Éxodo 22:21-27 demuestra el amor al prójimo vulnerable y pobre de acuerdo con los mandamientos octavo y décimo (no hurtarás / no codiciarás).
         Podemos considerar Éxodo 22:28 como una aplicación del quinto mandamiento (honra a tu padre y a tu madre), dándole honra a otras personas de autoridad.
         Éxodo 22:29-30 es una aplicación interesante del décimo mandamiento, para no codiciar lo que pertenece a Dios.
         Éxodo 22:31 toca un tema que veremos en mucho más detalle en el libro de Levítico, las leyes de santidad.
         Aplicaciones de los mandamientos octavo, noveno y décimo (no hurtarás / no levantarás falso testimonio / no codiciarás) encontramos por Éxodo 23:1-9.
         Éxodo 23:10-12 explica otra aplicación del cuarto mandamiento (acuérdate del día de reposo).
         Éxodo 23:13 es una aplicación del tercer mandamiento (no tomarás el nombre en vano).
         Veremos en más detalle Éxodo 23:14-19, las tres veces en el año cuando los israelitas celebran fiesta a Jehová, cuando leemos Levítico 23 y Números 28 – 29.
         Entonces, podemos considerar casi todas estas leyes como aplicaciones de los diez mandamientos que vimos en Éxodo 20:1-17.  Las podemos organizar así:
         1 y 2)  Sobre los mandamientos primero y segundo (no tendrás dioses ajenos / no te harás imagen): Éxodo 20:22-26; 22:18-20
         3)  El tercero (no tomarás el nombre en vano): Éxodo 23:13
         4)  El cuarto (acuérdate del día de reposo): Éxodo 23:10-12
         5)  El quinto (honra a tu padre y a tu madre): Éxodo 22:28
         6)  El sexto (no matarás): Éxodo 21:12-36
         7)  El séptimo (no cometerás adulterio): Éxodo 22:16-17
         8)  El octavo (no hurtarás): Éxodo 21:1-11; 22:1-15, 21-27; 23:1-9
         9)  El noveno (no hablarás falso testimonio): Éxodo 23:1-9
         10)  El décimo (no codiciarás): Éxodo 21:1-11; 22:7-15, 21-27, 29-30; 23:1-9

Y de acuerdo con lo que leímos en Mateo 22:37-40, todas sirven para enseñarnos y recordarnos cómo amar a Dios con todo nuestro corazón y a amar al prójimo como nosotros mismos.
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Éxodo 19 - 21

23/1/2012

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         En el Nuevo Testamento, unos 1400 años después de Moisés, ocurre esta conversación: Uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?  Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.  Este es el primero y grande mandamiento.  Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.  De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas (Mateo 22:35-40).
         La respuesta de Jesús (en que cita Deuteronomio 6:5 y Levítico 19:18) va a servir por fundación en nuestra lectura de la ley.
         Hoy vemos el resumen mejor conocido de la ley, los diez mandamientos (Éxodo 20:1-17).  Note que concuerdan con los dos mandamientos clave de toda la ley.  ¿Cómo amaremos al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón?  Jehová nos manda primero que todo: Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.  No tendrás dioses ajenos delante de mí (Éxodo 20:2-3).
         Segundo, al adorar a Jehová, no le vamos a insultar y ofender por intentar a captar su gloria excelsa por una obra de nuestra propia fabricación: No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.  No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos (Éxodo 20:4-6).
         Tercero, vamos a santificar (guardar aparte, reservar como único) su nombre.  No lo vamos a abusar por juntarlo con vanidades e injusticias como la brujería, la adoración a otros dioses, las falsas profecías, las mentiras, los votos no cumplidos o la maldición: No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano (Éxodo 20:7).
         Cuarto, lo vamos a reconocer como el Creador que gobierna todo el tiempo, las estaciones y toda la historia en justicia por seguir su calendario como él ha mandado: Acuérdate del día de reposo para santificarlo.  Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.  Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó (Éxodo 20:8-11).
         Además de demostrarle amor a Jehová, ¿cómo guardamos el segundo mandamiento que mencionó Jesús, que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos?  Sigue entonces el quinto mandamiento, que se enfoca en la unidad más básica de la humanidad, la familia: Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da (Éxodo 20:12).
         El sexto mandamiento preserva la santidad de la vida creada a la imagen de Dios: No matarás (Éxodo 20:13).
         El séptimo preserva la santidad de la unión más básica en que se establece la familia, el matrimonio: No cometerás adulterio (Éxodo 20:14).
         El octavo mantiene la integridad en las relaciones con los demás por respetar su propiedad: No hurtarás [o no robarás] (Éxodo 20:15).
         El noveno toma la integridad en las relaciones físicas (de los mandamientos sexto y séptimo) y en la propiedad (el octavo) y la extiende a nuestras formas de comunicación: No hablarás contra tu prójimo falso testimonio (Éxodo 20:16).
         Y el décimo la profundiza aún a lo más íntimo, a nuestros deseos y pensamientos: No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo (Éxodo 20:17).
         El apóstol Pablo también reconoce el enlace entre estos mandamientos sobre el prójimo y el amor: El que ama al prójimo, ha cumplido la ley.  Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.  El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor (Romanos 13:8-10).
         Con el amor a Dios y el amor al prójimo especificados por los diez mandamientos tenemos nuestra primera lección sobre el álgebra de la ley.
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Éxodo 19 - Números 10 [la cuarta unidad de la Biblia]

22/1/2012

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         Hace varios días que leímos: Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?  Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte (Éxodo 3:11-12).  Y hoy leemos: Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel: Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí (Éxodo 19:3-4).  ¡Palabra cumplida!
         Y así se cumple la tercera unidad de la Biblia – la redención de Israel – y se inicia la cuarta, sobre la ley mosaica.  Se extiende de Éxodo 19 hasta Números 10, aproximadamente tres semanas según el calendario de lecturas, del 23 de enero hasta el 14 de febrero.
         A diferencia de lo que hemos leído en la Biblia hasta ahora, la narrativa es mucho menos, y hay mucha descripción de leyes, de construcción y de los sacrificios del culto israelita.  Este cambio hace más difícil la lectura al principio.  Pero con buena dirección, encuentro que esta unidad es fascinante.  También veo que es necesario para entender todo el resto de la Biblia.
         Dos observaciones pueden ayudarle a comprender esta parte de la Biblia.  Primero, considérela como las matemáticas, especialmente una materia como el álgebra.  Todo lo que aprende en una clase del álgebra depende de lo que aprendió el día anterior.  Cada lección se edifica sobre la fundación de la lección previa.  Si llega a un punto en que se dice: No entiendo bien esta lección y a lo mejor, no importa.  La voy a saltar… no sólo le perjudica ese día sino en todas las lecciones que vienen.  Igual es la lectura de la ley mosaica.  Cada parte depende de lo que leyó anteriormente.  Si se frustra por no entender una parte y decide soltarla, se va a frustrar aún más en los días que vienen, porque dependen de su conocimiento de sus lecturas anteriores.  Entonces lea, persista y haga preguntas hasta que entienda, y encontrará mucha bendición al final.
         Segundo, si en sus lecturas se siente perdido como en un laberinto, haga referencia a este bosquejo de las partes principales de Éxodo 19 a Números 10:
         - Éxodo 19 y 20 tratan de la preparación por el pacto mosaico y sus diez mandamientos más básicos.
         - Éxodo 21 – 23 explican las leyes más básicas sobre la relación de los israelitas con Jehová y las relaciones entre ellos.
         - En Éxodo 24 Jehová y los israelitas sellan el pacto.
         - Éxodo 26 – 40 explica la construcción del tabernáculo, el espacio sagrado donde Jehová morará con ellos y donde se pondrá en práctica el pacto mosaico.
         - Levítico 1 – 7 describe los sacrificios principales que se ofrecerán en el tabernáculo.
         - Levítico 8 – 10 pone todo lo anterior en movimiento mientras se describe la consagración de los sacerdotes.
         - Levítico 11 – 27 presenta las leyes de la santidad que van a guardar todos los israelitas en relación con el culto del tabernáculo y entre ellos mismos.
         - Números 1 – 10 se trata de la organización de los israelitas y su participación en el culto mientras se preparan para salir del monte Sinaí y heredar la tierra prometida por Jehová.
         Ahora, unas observaciones más sobre esta unidad:
         1)  Los eventos principales de la unidad: Se presenta el pacto mosaico
         2)  Los atributos de Jehová que resaltan: Su santidad, su misericordia
         3)  La obra principal de Jehová: La organización de una nación santa
         4)  Los participantes principales: Moisés, Aarón y su generación
         5)  La referencia principal a Jesucristo y el evangelio: El sacrificio principal del Día de la expiación en Levítico 16.  En el Nuevo Testamento, Hebreos 9 y 10 hacen muchas comparaciones entre este sacrificio y el sacrificio de Jesucristo en la cruz por nuestros pecados.  También note que el apóstol Pablo en el Nuevo Testamento nos dice que el propósito de toda la ley mosaica es llevarnos a Cristo (Gálatas 3:24).
         6)  Observación clave: ¡Acuérdese del proceso de aprender el álgebra!  Y siga leyendo con gozo.
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Éxodo 15:22 - 18:27

22/1/2012

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         En la historia de José y sus hermanos al final del libro de Génesis, vimos como José probó a sus hermanos para revelar lo que tenían escondido en sus corazones.  En la lectura para hoy, vamos a ver que Jehová hace lo mismo… ¡para toda una nación!
         Empieza en el desierto, poco después de la victoria decisiva contra las tropas de Faraón.  No hallaron agua por tres días, y cuando por fin la encuentran, no la pueden beber porque es amarga.  El pueblo empieza a murmurar.  El mismo Dios que juzgó a Egipto… ¿podrá preservar la vida también?  El Dios que abrió el mar… ¿podrá cambiar aguas también?
         Moisés clamó a Jehová, y Jehová le mostró un árbol; y lo echó en las aguas, y las aguas se endulzaron (Éxodo 15:25).  Pero más que la preservación de la vida ocurre en este evento: Allí les dio estatutos y ordenanzas, y allí los probó (Éxodo 15:25).  En vez de hacer preguntas sobre la fidelidad y la misericordia de Jehová, mejor sería que los israelitas examinaran su propia fidelidad.  ¿Qué harán cuando sufren?  ¿Confiarán en Jehová sólo cuando las cosas van bien?  Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador (Éxodo 15:26).
         Y continúan las pruebas – y las lecciones que deben aprender – para que conozcan mejor a Jehová y aprendan a oír atentamente su voz para obedecerle.  El hambre, la sed, las reglas asociadas con el maná, el ataque de los amalecitas – son pruebas y oportunidades para que el pueblo conozca mejor a Jehová y le obedezca.  Así les va a acordar Jehová décadas después: Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos.  Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre (Deuteronomio 8:2-3).
         Y aquí en Éxodo 18, a la vez que Jehová prueba y entrena a su pueblo, posiblemente prueba a su profeta Moisés también.  Lo visita su suegro Jetro, sacerdote de Madián.  ¿Cómo va a describir Moisés los eventos de la redención de Israel?  ¿Quién recibirá la gloria en su narrativa?  Si es una prueba, Moisés la pasa perfectamente bien: Moisés contó a su suegro todas las cosas que Jehová había hecho a Faraón y a los egipcios por amor de Israel, y todo el trabajo que habían pasado en el camino, y cómo los había librado Jehová (Éxodo 18:8).
         Y Jetro entiende la lección.  Escuche su testimonio: Bendito sea Jehová, que os libró de mano de los egipcios, y de la mano de Faraón, y que libró al pueblo de la mano de los egipcios.  Ahora conozco que Jehová es más grande que todos los dioses; porque en lo que se ensoberbecieron prevaleció contra ellos (Éxodo 18:10-11).
         Si esta conversación es una prueba posible, también será la segunda.  Jetro critica la forma en que Moisés juzga al pueblo.  ¿Se va a enojar Moisés?  ¿Va a responder con soberbia?  (Podría decirle otro con orgullo a su suegro: ¿Cuándo sacaste tú toda una nación de la esclavitud?  ¿Dónde estuviste tú cuando llegó el momento de hablar a Faraón?  ¿Y ahora tú quieres decirme a mí cómo gobernar al pueblo?)
         No.  En cambio, escucha las ideas de su suegro… ¡y las pone en práctica inmediatamente!  Con razón la Sagrada Escritura nos va a decir: Aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra (Números 12:3).
         Como los israelitas, no todos los días experimentamos la mano de Jehová en la derrota decisiva de nuestros enemigos; vamos a pasar por largos días de pruebas también.  Cuando estamos bajo presiones y pruebas, ¿qué se manifiesta de nuestros corazones?  ¿Inconformidad u obediencia?  ¿Murmuración o mansedumbre?  Mientras seguimos leyendo, que veamos nuestras pruebas como oportunidades para conocer mejor a Jehová, y que nos demos cuenta de que aún nuestras conversaciones con los familiares pueden ser pruebas que revelan las actitudes que gobiernan nuestros corazones.
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    Rev. Ken Kytle, pastor de la Iglesia bautista La fe en Cristo cerca de Atlanta, Georgia, EEUU.

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