Porque la reprensión continúa: Cíñete ahora como varón tus lomos; yo te
preguntaré, y tú me responderás (Job 40:7).
Como hemos observado antes, en el próximo versículo Jehová identifica exactamente cuál ha sido el pecado en el discurso de Job: ¿Invalidarás tú también mi juicio? ¿Me condenarás a mí, para justificarte tú? (Job 40:8) Y señala otra característica de la justicia que podemos añadir a las que identificamos ayer:
6) La justicia no es el mero hablar; el justo puede imponer su justicia sobre la
creación y los seres vivientes: Adórnate ahora de majestad y de alteza, y vístete de honra y de hermosura. Derrama el ardor de tu ira; mira a todo altivo, y abátelo… Y yo también te confesaré que podrá salvarte tu diestra (Job 40:10-11, 14).
Y Jehová puede imponer su justicia sobre dos criaturas contra los cuales Job no tiene ningún poder. El primero es behemot: El cual hice como a ti (Job 40:15).
Es de fuerza impresionante: Su cola mueve como un cedro, y los nervios de sus muslos están entretejidos. Sus huesos son fuertes como bronce, y sus miembros como barras de hierro (Job 40:17-18). Job no lo puede esforzar a que se someta a su justicia, pero: El que lo hizo, puede hacer que su espada a él se acerque (Job 40:19). Jehová tiene esta criatura que sería una amenaza a Job completamente bajo su
control.
Jehová describe la segunda criatura en todo el capítulo 41. Leviatán es aún más fuerte, peligroso y amenazante a Job: Pon tu mano sobre él; te acordarás de la batalla, y nunca más volverás. He aquí que la esperanza acerca de él será burlada, porque aun a su sola vista se desmayarán. Nadie hay tan osado que lo despierte (Job 41:8-10). Pero, ¿tiene miedo Jehová de leviatán? ¿Se siente amenazado por él? Claro que no: ¿Quién, pues, podrá estar delante de mí? ¿Quién me ha dado
a mí primero, para que yo restituya? Todo lo que hay debajo del cielo es mío (Job 41:10-11). La gran fuerza de esta criatura amenaza a Job y a cualquier que lo acerca: De su grandeza tienen temor los fuertes… Cuando alguno lo alcanzare, ni espada, ni lanza, ni dardo, ni coselete durará. Estima como paja el hierro, y el bronce como leño podrido (Job 41:25, 26-27). Note tres observaciones sobre leviatán que tienen que ver con la justicia de Jehová… y la relativa falta de justicia de Job:
1) La justicia de Jehová es tan poderosa y exaltada que tiene aún las fuerzas más amenazantes de la naturaleza bajo su control.
2) Esa criatura leviatán representa a Satanás, el que “exento de temor” menosprecia a Jehová y a Job y buscó la destrucción de éste dos veces en Job 1 y 2. Pero aunque Job no tiene ninguna defensa contra leviatán, Jehová cada vez le impuso un límite: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él (Job 1:12). He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida (Job 2:6). Y leviatán / Satanás en toda su furia tiene que obedecer los límites impuestos por su Creador. Aunque Jehová nunca le revela a Job las conversaciones celestiales de los primeros dos capítulos, por fe Job debe reconocer la justicia que reina aún sobre su tragedia personal horrífica.
3) Note también la última descripción de leviatán / Satanás: Menosprecia toda cosa alta; es rey sobre todos los soberbios (Job 41:34). Si Job se endurece en elevar su propia justicia a expensa de la de Jehová – es decir, si guarda la soberbia –¿a quién se parece Job? ¿De quién es el dominio que sigue? En su soberbia habrá escogido el camino de Satanás, no el de Jehová. Por eso, su respuesta de silencio en Job 40:3-5 fue deficiente. Se tiene que arrepentir.
Y así hace inmediatamente en Job 42:1-6: Yo hablaba lo que no entendía; cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía… De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza (Job 42:3, 5-6). No sólo fue abofeteado y torturado por Satanás, sino que se cayó a ciegas en su trampa al ensoberbecerse contra Jehová, al acusarle de injusticia y al elevar su propia justicia. Ahora reconoce la justicia incomparable de Jehová y se arrepiente de haberse puesto en liga con leviatán en su ignorancia.
Satisfecho con el arrepentimiento de Job, la ira de Jehová ahora se dirige contra Elifaz, Bildad y Zofar: Mi ira se encendió contra ti y tus dos compañeros; porque no habéis hablado de mí lo recto, como mi siervo Job (Job 42:7). Uno se puede preguntar: Un momento; Jehová acaba de reprender a Job fuertemente por cuatro capítulos por no hablar lo recto sobre Él. ¿Cómo puede decirles Jehová: No habéis hablado de mí lo recto, como mi siervo Job –después de esta reprensión?
La respuesta es que Job acaba de declarar lo recto sobre Él en Job 42:2, 4-5, y en arrepentimiento también. En estas pocas palabras con un corazón arrepentido hay más de lo recto sobre Jehová que en todos los capítulos buen intencionados pero rígidos y ciegos que proclamaron Elifaz, Bildad y Zofar. Y la resolución justa de Jehová es notable: Ahora, pues, tomaos siete becerros y siete carneros, e id a mi siervo Job, y ofreced holocausto por vosotros, y mi siervo Job orará por vosotros;
porque de cierto a él atenderé para no trataros afrentosamente, por cuanto no
habéis hablado de mí con rectitud, como mi siervo Job (Job 42:8). ¿Se mantendrán en soberbia contra Jehová y contra Job, para ponerse en peligro de sufrir lo que Job ha sufrido? No, sino que se someten rápidamente a la justicia de Jehová también: Fueron, pues, Elifaz temanita, Bildad suhita y Zofar naamatita, e hicieron como Jehová les dijo; y Jehová aceptó la oración de Job (Job 42:9).
Notable es también la restauración de Jehová a su siervo: Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job (Job 42:10). Fíjese también en el medio por el cual le volvió a bendecir a Job – no por medio de unos amigos que llegan a opinar y discutir sobre su sufrimiento sino: Vinieron a él todos sus hermanos y todas sus hermanas, y todos los que antes le habían conocido, y comieron con él pan en su casa, y se condolieron de él, y le consolaron de todo aquel mal que Jehová había traído sobre él; y cada uno de ellos le dio una pieza de dinero y un anillo de oro (Job 42:11). Por medio de ellos, Jehová empezó su restauración material de Job: Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero (Job 42:12).
Si hemos leído correctamente el libro de Job, debemos maravillarnos no sólo de un hombre de corazón humilde que sufrió y fue restaurado sino mucho más por el Dios que reina en su dominio justo sobre toda la creación, el que ejerce autoridad y juicio aún sobre las fuerzas y los seres más destructores de la creación, el que sabe reprender y redimir a sus siervos, el que es exaltado en justicia perfecta.