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Job 40 - 42 y Salmo 111

7/6/2012

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         Jehová empieza la lectura para hoy por pedirle a Job su respuesta a la reprensión de capítulos 38 – 39: ¿Es sabiduría contender con el Omnipotente?  El que disputa con Dios, responda a esto (Job 40:2).  Y Job responde incorrectamente, en guardar silencio: He aquí que yo soy vil; ¿qué te responderé?  Mi mano pongo sobre mi boca.  Una vez hablé, mas no responderé; aun dos veces, mas no volveré a hablar (Job 40:4-5).  ¿Cómo sabemos los lectores que es una respuesta equivocada? 
Porque la reprensión continúa: Cíñete ahora como varón tus lomos; yo te
preguntaré, y tú me responderás (Job 40:7).
         Como hemos observado antes, en el próximo versículo Jehová identifica exactamente cuál ha sido el pecado en el discurso de Job: ¿Invalidarás tú también mi juicio?  ¿Me condenarás a mí, para justificarte tú? (Job 40:8)  Y señala otra característica de la justicia que podemos añadir a las que identificamos ayer:
         6)  La justicia no es el mero hablar; el justo puede imponer su justicia sobre la
creación y los seres vivientes
: Adórnate ahora de majestad y de alteza, y vístete de honra y de hermosura.  Derrama el ardor de tu ira; mira a todo altivo, y abátelo…  Y yo también te confesaré que podrá salvarte tu diestra (Job 40:10-11, 14).
         Y Jehová puede imponer su justicia sobre dos criaturas contra los cuales Job no tiene ningún poder.  El primero es behemot: El cual hice como a ti (Job 40:15). 
Es de fuerza impresionante: Su cola mueve como un cedro, y los nervios de sus muslos están entretejidos.  Sus huesos son fuertes como bronce, y sus miembros como barras de hierro (Job 40:17-18).  Job no lo puede esforzar a que se someta a su justicia, pero: El que lo hizo, puede hacer que su espada a él se acerque (Job 40:19).  Jehová tiene esta criatura que sería una amenaza a Job completamente bajo su
control.
         Jehová describe la segunda criatura en todo el capítulo 41.  Leviatán es aún más fuerte, peligroso y amenazante a Job: Pon tu mano sobre él; te acordarás de la batalla, y nunca más volverás.  He aquí que la esperanza acerca de él será burlada, porque aun a su sola vista se desmayarán.  Nadie hay tan osado que lo despierte (Job 41:8-10).  Pero, ¿tiene miedo Jehová de leviatán?  ¿Se siente amenazado por él?  Claro que no: ¿Quién, pues, podrá estar delante de mí?  ¿Quién me ha dado
a mí primero, para que yo restituya?  Todo lo que hay debajo del cielo es mío (Job 41:10-11).  La gran fuerza de esta criatura amenaza a Job y a cualquier que lo acerca: De su grandeza tienen temor los fuertes…  Cuando alguno lo alcanzare, ni espada, ni lanza, ni dardo, ni coselete durará.  Estima como paja el hierro, y el bronce como leño podrido (Job 41:25, 26-27).  Note tres observaciones sobre leviatán que tienen que ver con la justicia de Jehová… y la relativa falta de justicia de Job:
         1)  La justicia de Jehová es tan poderosa y exaltada que tiene aún las fuerzas más amenazantes de la naturaleza bajo su control.
         2)  Esa criatura leviatán representa a Satanás, el que “exento de temor” menosprecia a Jehová y a Job y buscó la destrucción de éste dos veces en Job 1 y 2.  Pero aunque Job no tiene ninguna defensa contra leviatán, Jehová cada vez le impuso un límite: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él (Job 1:12).  He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida (Job 2:6).  Y leviatán / Satanás en toda su furia tiene que obedecer los límites impuestos por su Creador.  Aunque Jehová nunca le revela a Job las conversaciones celestiales de los primeros dos capítulos, por fe Job debe reconocer la justicia que reina aún sobre su tragedia personal horrífica.
         3)  Note también la última descripción de leviatán / Satanás: Menosprecia toda cosa alta; es rey sobre todos los soberbios (Job 41:34).  Si Job se endurece en elevar su propia justicia a expensa de la de Jehová – es decir, si guarda la soberbia –¿a quién se parece Job?  ¿De quién es el dominio que sigue?  En su soberbia habrá escogido el camino de Satanás, no el de Jehová.  Por eso, su respuesta de silencio en Job 40:3-5 fue deficiente.  Se tiene que arrepentir.
         Y así hace inmediatamente en Job 42:1-6: Yo hablaba lo que no entendía; cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía…  De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven.  Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza (Job 42:3, 5-6).  No sólo fue abofeteado y torturado por Satanás, sino que se cayó a ciegas en su trampa al ensoberbecerse contra Jehová, al acusarle de injusticia y al elevar su propia justicia.  Ahora reconoce la justicia incomparable de Jehová y se arrepiente de haberse puesto en liga con leviatán en su ignorancia.
         Satisfecho con el arrepentimiento de Job, la ira de Jehová ahora se dirige contra Elifaz, Bildad y Zofar: Mi ira se encendió contra ti y tus dos compañeros; porque no habéis hablado de mí lo recto, como mi siervo Job (Job 42:7).  Uno se puede preguntar: Un momento; Jehová acaba de reprender a Job fuertemente por cuatro capítulos por no hablar lo recto sobre Él.  ¿Cómo puede decirles Jehová: No habéis hablado de mí lo recto, como mi siervo Job –después de esta reprensión?
         La respuesta es que Job acaba de declarar lo recto sobre Él en Job 42:2, 4-5, y en arrepentimiento también.  En estas pocas palabras con un corazón arrepentido hay más de lo recto sobre Jehová que en todos los capítulos buen intencionados pero rígidos y ciegos que proclamaron Elifaz, Bildad y Zofar.  Y la resolución justa de Jehová es notable: Ahora, pues, tomaos siete becerros y siete carneros, e id a mi siervo Job, y ofreced holocausto por vosotros, y mi siervo Job orará por vosotros;
porque de cierto a él atenderé para no trataros afrentosamente, por cuanto no
habéis hablado de mí con rectitud, como mi siervo Job (Job 42:8).  ¿Se mantendrán en soberbia contra Jehová y contra Job, para ponerse en peligro de sufrir lo que Job ha sufrido?  No, sino que se someten rápidamente a la justicia de Jehová también: Fueron, pues, Elifaz temanita, Bildad suhita y Zofar naamatita, e hicieron como Jehová les dijo; y Jehová aceptó la oración de Job (Job 42:9).
         Notable es también la restauración de Jehová a su siervo: Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job (Job 42:10).  Fíjese también en el medio por el cual le volvió a bendecir a Job – no por medio de unos amigos que llegan a opinar y discutir sobre su sufrimiento sino: Vinieron a él todos sus hermanos y todas sus hermanas, y todos los que antes le habían conocido, y comieron con él pan en su casa, y se condolieron de él, y le consolaron de todo aquel mal que Jehová había traído sobre él; y cada uno de ellos le dio una pieza de dinero y un anillo de oro (Job 42:11).  Por medio de ellos, Jehová empezó su restauración material de Job: Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero (Job 42:12).
         Si hemos leído correctamente el libro de Job, debemos maravillarnos no sólo de un hombre de corazón humilde que sufrió y fue restaurado sino mucho más por el Dios que reina en su dominio justo sobre toda la creación, el que ejerce autoridad y juicio aún sobre las fuerzas y los seres más destructores de la creación, el que sabe reprender y redimir a sus siervos, el que es exaltado en justicia perfecta.
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Job 38 - 39

6/6/2012

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         Antes de leer la reprensión de Jehová a Job, debemos volver a considerar su descripción del hombre en los primeros capítulos: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? (Job 1:8; 2:3)  Ahora en los últimos capítulos de Job, no leemos la reprensión de un malvado sino de un hombre único, ejemplar en su relación diaria con Jehová.  Acuérdese que nuestra justicia propia no le puede igualar.  En otras palabras: no debemos leer la reprensión de Job en estos capítulos con una actitud de superioridad, como si nosotros supiéramos mejor que Job cómo manejar las tribulaciones.  Si la reprensión a ese hombre ejemplar es tan dura, ¿cómo sería la reprensión de Jehová a nosotros?
         Primero que todo, Jehová da su juicio sorprendente a los discursos de Job: ¿Quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría? (Job 38:2)  Si ya hemos leído el último capítulo del libro, estamos listos a criticar las palabras de
Elifaz, Bildad y Zofar o a quejarnos de Eliú por haber hablado tanto… pero Jehová reprende primero al que ha sufrido más, al que ha hablado en dolor, al que sufrió sin haber pecado.  (Nadie se escapará de su juicio, no importa cuánto ha sufrido.)  Y le acusa de oscurecer el consejo, de confundir, de hacer desviar a los oyentes del camino de la sabiduría.  ¡Palabras de perversidad son las de Job!
         ¿En qué han fallado las palabras de Job?  Nos cuenta en la próxima lectura: ¿Invalidarás tú también mi juicio?  ¿Me condenarás a mí, para justificarte tú? (Job 40:8)  Se confió Job tanto en su propia justicia, se exaltó en su rectitud tanto que denigró la justicia de Jehová.  Como un ejemplo de muchos, lee su retrato de la intencionalidad de Jehová en hacerle mal: Me ha entregado Dios al mentiroso, y en las manos de los impíos me hizo caer.  Próspero estaba, y me desmenuzó; me arrebató por la cerviz y me despedazó, y me puso por blanco suyo… (Job 16:11-12) 
¿Cómo reaccionó Job?  En justicia ejemplar, aún extrema: Cosí cilicio sobre mi piel, y puse mi cabeza en el polvo.  Mi rostro está inflamado con el lloro, y mis párpados entenebrecidos, a pesar de no haber iniquidad en mis manos, y de haber sido mi oración pura (Job 16:15-17).  ¿Quién parece más justo en este retrato?  Job.  Y así ha oscurecido Job el consejo con palabras sin sabiduría.
         Pero el intentar a hacer que la justicia de uno igualara o sobrepasara a la de Jehová tiene otro nombre también: es la soberbia.  Por eso, Jehová responde a los
discursos de Job por humillarlo, por hacerle sentir su incapacidad e impotencia:
¿Quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría?  Ahora ciñe como varón tus lomos; yo te preguntaré, y tú me contestarás.  ¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?  Házmelo saber, si tienes inteligencia (Job 38:2-4).  Pero la intención de Jehová no es simplemente humillarle a Job sino hacerle sentir su incapacidad para que vea algo mucho más grande, para que vea la gloria de Jehová.
         Y le comunica su gloria por medio de las referencias a la naturaleza.  Ahora, nosotros estamos tan dispuestos a apreciar la naturaleza de por sí, sin referencia a
Dios, que nos es fácil leer estos capítulos y pensar que es simplemente un catálogo de criaturas para despertar nuestra admiración a los fenómenos naturales.  Por eso, muchos leemos el discurso de Jehová acá sin reconocer su verdadero propósito: por medio de la naturaleza describe la justicia de Jehová.  En su justicia, Jehová:
         1)  Pone límite a las fuerzas destructoras de la naturaleza: ¿Quién encerró con puertas el mar, cuando se derramaba saliéndose de su seno, cuando puse yo nubes por vestidura suya, y por su faja oscuridad, y establecí sobre él mi decreto, le puse puertas y cerrojo, y dije: Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante, y ahí parará el orgullo de tus olas? (Job 38:8-11)
         2)  Provee lo necesario para sostener la vida: ¿Quién repartió conducto al turbión, y camino a los relámpagos y truenos, haciendo llover sobre la tierra deshabitada, sobre el desierto, donde no hay hombre, para saciar la tierra desierta e inculta, y para hacer brotar la tierna hierba? (Job 38:25-27)
         3)  Pone en orden las estaciones y los años: ¿Sacarás tú a su tiempo las constelaciones de los cielos, o guiarás a la Osa Mayor con sus hijos?  ¿Supiste tú las ordenanzas de los cielos?  ¿Dispondrás tú de su potestad en la tierra? (Job 38:32-33)
         4)  Hace llegar su provisión aún a los más alejados de la civilización humana:
¿Cazarás tú la presa para el león?  ¿Saciarás el hambre de los leoncillos, cuando están echados en las cuevas, o se están en sus guaridas para acechar?  ¿Quién prepara al cuervo su alimento, cuando sus polluelos claman a Dios, y andan errantes por falta de comida? (Job 38:39-41)
         5)  Hace que el mundo natural aún supera los logros de la civilización humana:
(Hablando del avestruz) desampara en la tierra sus huevos, y sobre el polvo los
calienta, y olvida que el pie los puede pisar, y que puede quebrarlos la bestia del campo.  Se endurece para con sus hijos, como si no fuesen suyos, no temiendo que su trabajo haya sido en vano; porque le privó Dios de sabiduría, y no le dio inteligencia (Job 39:14-17).  Por cierto el avestruz es un animal bobo; no se compara con el cariño y la atención que los seres humanos damos a nuestros hijos.  Pero: Luego que se levanta en alto, se burla del caballo y de su jinete (Job 39:18).  Por lo que le excedemos en inteligencia, ¡nos excede en velocidad!  Y todas estas capacidades son regaladas por el Creador.
         Aunque Job es justo, su justicia es relativa.  No se compara con la justicia de Jehová revelada en su dominio glorioso sobre la creación.  ¿Lo reconocerá Job para arrepentirse de su soberbia?  Veremos en la próxima lectura.
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Job 35 - 37

4/6/2012

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         Eliú continúa a hablar… y hablar… y hablar.  Observa el impacto de nuestras acciones, buenas o malas: Al hombre como tú dañará tu impiedad, y al hijo de hombre aprovechará tu justicia (Job35:8).  Nota la reacción de Dios (Job 35:12-13).  Confirma la justicia de Jehová (especialmente en capítulo 36).  Pero su discurso empieza a brillar en Job 36:24-27 cuando les llama la atención de todos a una tormenta que los acerca.  Mientras las nubes cubren el cielo de su vista y la lluvia torrencial los acerca, Eliú la describe por el resto de capítulo 36 y todo 37 para despertar en ellos un aprecio de la majestad terrible de Dios.  Y al caer la lluvia,
cierra su contribución al diálogo por decir: Él es Todopoderoso, al cual no
alcanzamos, grande en poder; y en juicio y en multitud de justicia no afligirá.  Lo temerán por tanto los hombres; él no estima a ninguno que cree en su propio corazón ser sabio (Job 37:23-24).  Que nos maravillemos también de la tormenta que declara la majestad de Jehová… y su respuesta que viene en la próxima lectura.
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Salmo 41 y Job 32 - 34

4/6/2012

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         En la lectura para hoy el joven Eliú rompe el silencio de Job y sus amigos y nos prepara por la respuesta de Jehová que empieza en capítulo 39.
         Igual como en nuestras lecturas de las pláticas de Job y sus amigos, tenemos que acordarnos de que el discurso de Eliú no es 100% confiable.  Igual como ellos, Eliú a veces hace comentarios acertados, a veces dice la verdad pero la aplica mal y
a veces es completamente incorrecto.  Pero por lo menos nos prepara por los temas de que va a hablar Jehová en las últimas lecturas del libro.
         Por ejemplo, por un momento pone al lado el discurso rígido y repetitivo de Elifaz y sus compañeros para identificar el problema central del discurso de Job: De cierto tú dijiste a oídos míos, y yo oí la voz de tus palabras que decían: Yo soy limpio y sin defecto; soy inocente, y no hay maldad en mí.  He aquí que él buscó
reproches contra mí, y me tiene por su enemigo…  He aquí, en esto no has hablado
justamente; yo te responderé que mayor es Dios que el hombre (Job 33:8-10, 12).  En esto nos prepara Eliú por el error que Jehová va a señalar en las palabras de Job: ¿Invalidarás tú también mi juicio?  ¿Me condenarás a mí, para justificarte tú? (Job 40:8).  También nos prepara por la respuesta de Jehová que exalta su justicia en
comparación con la de Job.
         Pero a la vez, entiende mal las palabras de Job.  Exagera el propósito del testimonio de Job de su honra perdida y testifica de que dijo: De nada servirá al hombre el conformar su voluntad a Dios (Job 34:9). Job nunca llegó a esa
conclusión.  Eliú luego insiste (como se supone, contra Job): [Dios] pagará al hombre según su obra, y le retribuirá conforme a su camino (Job 34:11).  Es correcto, pero Job confirmó lo mismo en varias ocasiones, y por lo mismo está seguro de que Dios eventualmente lo va a justificar.
         En lo que tal vez es uno de sus comentarios más interesantes, Eliú le aconseja a
Job que cambie de actitud hacia toda la situación: De seguro conviene que se diga a Dios: He llevado ya castigo, no ofenderé ya más; enséñame tú lo que yo no veo; si hice mal, no lo haré más (Job 34:31-32).  Aunque su consejo huele a la teología ciega y rígida de Elifaz, por lo menos abre una nueva posibilidad, de que Dios quiere enseñarle algo a Job en toda esta tragedia… que en vez de insistir en su propia justicia hasta endurecerse, Job debe tener un corazón sensible a la palabra de Dios.  Y es exactamente la actitud que tomará hacia la palabra de Jehová empezando en
capítulo 39.
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Job 29 - 31 y Salmo 17

3/6/2012

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         Según capítulo 29, Job no disfrutaba los frutos de la impiedad (contra las acusaciones de Elifaz y sus compañeros); su prosperidad, su honra y su influencia eran debidas al favor de Dios: ¡Quién me volviese como en los meses pasados, como en los días en que Dios me guardaba… cuando el favor de Dios velaba sobre mi tienda; cuando aún estaba conmigo el Omnipotente, y mis hijos alrededor de mí! (Job 29:2, 4-5)  Y la respuesta de Job al favor divino siempre fue la justicia: Me vestía de justicia, y ella me cubría; como manto y diadema era mi rectitud (Job 29:14).
         Pero ahora se le ha quitado la honra a tal punto que es deshonrado aún por la gente más vil (Job 30:1-10).  Para Job, la responsabilidad de este cambio aterrador cae en el Todopoderoso: Porque Dios desató su cuerda, y me afligió, por eso se
desenfrenaron delante de mi rostro (Job 30:11).  No sabe por qué Dios repentinamente le cambió su actitud de favor a maldición: Cuando esperaba yo el bien, entonces vino el mal; y esperaba luz, vino la oscuridad (Job 30:26).  Sólo insiste en su justicia, evaluado no por los hombres sino a la vista de Dios (Job 31:1-34).  Si Dios lo evaluaría, saldría justificado: He aquí mi confianza es que el Omnipotente testificará por mí, aunque mi adversario me forme proceso (Job 31:35).  Con esta seguridad cierra su discurso.
         Al leer de la justicia de Job, debemos tener por lo menos dos reacciones.  Primero, ¿cómo se compara nuestra justicia con la de Job?  ¿Queremos que nuestras acciones sean evaluadas tan precisamente como las de Job a la vista de Dios?  Segundo, ¿nos podemos sentir junto con Job la revulsión al sufrimiento,
especialmente al sufrimiento de gente que no merece sufrir?  Job era próspero, honrado… y sobre todo, justo.  ¡Qué horror que un hombre así tiene que sufrir, y de una forma tan inhumana!  Al leer estos capítulos, debemos por lo menos entender por qué Job declara que su sufrimiento es una injusticia.
         Y si en nuestra mente nos adelantamos al Nuevo Testamento, debemos sentirnos la revulsión también por el sufrimiento y la muerte de otro Hombre justo, por la crucifixión de Jesucristo.  No existe ninguna injusticia más grave
que la ejecución del Autor de la vida.  Y su muerte en tortura no ocurrió por ningún pecado que Él había cometido… sino por los pecados de usted y de mí.
         A la vez, por esta injusticia cometida por los hombres, Dios nos regaló la verdadera justicia, intercambiando nuestro pecado por la justicia de Jesucristo: Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu (Romanos 8:3-4).  Al que no conoció pecado, por nosotros [Dios] lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 Corintios 5:21).
         ¿Se compara la justicia de usted a la de Job en capítulo 31?  ¿Se compara con la de Jesucristo?  Si no, arrepiéntase de sus pecados y confíe únicamente en la crucifixión de Jesucristo por el pago completo de sus injusticias.  Confíe y reciba de
Dios la justicia que Él regala a los que están en Cristo Jesús por fe.
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Job 25 - 28

2/6/2012

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         La conversación ha degenerado a tal punto que Bildad simplemente repite la teología de antes, pero muy brevemente (Job 25:1-6).  Job responde por notar que Dios es exaltado e incomparable (Job 26:5-14).  ¿Por qué se contentaría Job con “la sabiduría” de los hombres cuando anhela una audiencia con Dios mismo?
         Insatisfecho con las palabras de sus amigos, Job vuelve a argumentar con pasión su posición: Vive Dios que ha quitado mi derecho, y el Omnipotente, que amargó el alma mía… nunca tal acontezca que yo os justifique; hasta que muera, no quitaré de mí mi integridad (Job 27:2, 5).  Está completamente de acuerdo con que el impío recibirá la recompensa de su maldad (Job 27:8-23).  Pero ese impío no es Job, sino los que lo oponen y juzgan su integridad: Sea como el impío mi enemigo, y como el inicuo mi adversario (Job 27:7).  Con razón los amigos no van a volver a contestarle.  ¿Quién desea recibir la carga de la maldición de Job 27:8-23 por poner en duda su integridad?
         En su famosa descripción de capítulo 28, Job exalta la sabiduría de Dios.  Aunque la tecnología humana puede alcanzar tesoros y maravillas (Job 28:1-11), no puede descubrir la sabiduría: Mas ¿dónde se hallará la sabiduría?  ¿Dónde está el lugar de la inteligencia?  No conoce su valor el hombre, ni se halla en la tierra de los vivientes (Job 28:12-13).  Dios entiende el camino de ella, y conoce su lugar (Job 28:23).  Entonces la veía él, y la manifestaba; la preparó y la descubrió también.  Y dijo al hombre: He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal, la inteligencia (Job 28:27-28).  Con razón Job no se satisface con la sabiduría humana de sus amigos.  Pero, ¿Jehová cumplirá su deseo de hablarle?
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Job 20 - 24

1/6/2012

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         En Job 20, Zofar continúa la descripción horrenda del juicio que espera al impío, igual como habían hecho Elifaz y Bildad.
         En su respuesta, Job hace algunas observaciones que sus amigos no desean admitir por su teología rígida de la justicia de Dios.  Primero, nota Job la prosperidad de los impíos, algo que sus amigos rehúsan a observar (Job 21:7-13). 
Pero en vez de subrayarla para poner en duda la justicia de Dios, Job confirma su seguridad en su soberanía: He aquí que su bien no está en la mano de ellos (Job 21:16); no lo ve como excusa para aceptar la injusticia: El consejo de los impíos lejos esté de mí (Job 21:16).  Por eso, no se angustia por ver la prosperidad de los malos; de acuerdo con Elifaz, Bildad y Zofar pero con una teología más madura y desarrollada, confía todavía en el juicio de Dios sobre los pecadores (Job 21:17-22). 
Segundo, observa que ambos el justo y el injusto tienen el mismo fin: Igualmente yacerán ellos en el polvo, y gusanos los cubrirán (Job 21:26).  Podrían ser más acertados los consejos de sus amigos si tomaran en cuenta estas realidades… pero Job no espera a convencerlos: Toleradme, y yo hablaré; y después que haya hablado, escarneced (Job 21:3).
         Y como Job pensaba, sus amigos no admiten estas observaciones.  Elifaz repite la misma teología que antes, esta vez con sarcasmo: ¿Acaso te castiga, o viene a
juicio contigo, a causa de tu piedad? (Job 22:4) La única razón que ve por el sufrimiento de Job es su pecado: Por cierto tu malicia es grande, y tus maldades no tienen fin (Job 22:5).  Juzga que Job ha cometido muchas injusticias (Job 22:6-9), y es precisamente por éstas que está sufriendo (Job 22:10-11).  Pero si se arrepiente de los pecados que han causado su tragedia, Dios lo prosperará de nuevo (Job 22:12-30).
         Job ya no le contesta directamente en capítulo 23; continúa a imaginar su defensa contra Dios: ¡Quien me diera el saber dónde hallar a Dios!  Yo iría hasta su silla (Job 23:3).  Está seguro que será vindicado (Job 23:10), pero luego vuelve a dudarlo (Job 23:13-15).  Medita en muchos casos de injusticia a que Dios no responde (Job 24:1-18).  Y como observó antes, la muerte es el fin de todos (Job 24:19-25).  Aunque no ha llegado a una resolución de los temas como el silencio de Dios a la injusticia y la muerte del justo y del injusto, Job se ha alejado tanto de la teología rígida de Elifaz que apenas habrá más posibilidad de comunicarse con sus amigos.
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Job 15 - 19

30/5/2012

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         En Job 15 empieza el segundo ciclo de conversaciones con el mismo orden de Elifaz, Bildad y Zofar y las respuestas de Job a cada uno.  Para Elifaz, el pecado de Job se manifiesta en su hablar: Tu boca declaró tu iniquidad, pues has escogido el
hablar de los astutos.  Tu boca te condenará, y no yo; y tus labios testificarán contra ti (Job 15:5-6).  Insiste en la sabiduría de su retrato de la justicia, y le describe a Job los terrores del juicio que van a sufrir los injustos (Job 15:20-35).  Esta vez no le extiende la invitación directa a arrepentirse y volver a encontrar la
prosperidad; quiere que contemple las consecuencias de no aceptar: Las consolaciones de Dios, y las palabras que con dulzura se te dicen (Job 15:11).
         Job rechaza su consejo otra vez y vuelve a declarar que Dios le ha atacado injustamente (Job 16:7-14) mientras él ha guardado su integridad y justicia (Job 16:15-17).  Pero vuelve a su deseo de una entrevista con Dios en que será justificado: ¡Ojalá pudiese disputar el hombre con Dios, como con su prójimo! (Job 16:21)  Otra vez, se acuerda de su dolor y pierde la esperanza de ser vindicado.
         Bildad intenta a atemorizar a Job por detallar las consecuencias del juicio de los impíos, varias de las cuales son exactamente lo que Job ha sufrido.  Hace un eco más espantoso del discurso de Elifaz.  Pero Job lo rechaza otra vez e insiste en la injusticia de Dios por haberlo tratado así: Sabed ahora que Dios me ha derribado, y me ha envuelto en su red (Job 19:6).  Acusa a sus amigos de haberse puesto en liga con Dios al atacarlo: ¿Por qué me perseguís como Dios, y ni aun de mi carne os saciáis? (Job 19:22)  Pero a la vez se le vuelve a nacer la esperanza de que será vindicado: Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios; al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mi corazón desfallece dentro de mí (Job 19:25-27).  Con la seguridad de que será vindicado, Job declara que no es él sino los amigos los que deben temblar por haber juzgado a Job y haberlo tratado injustamente.
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Job 11 - 14 y Salmo 6

30/5/2012

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         Igual que a Bildad, a Zofar le molesta la acusación de injusticia que Job descarga contra Dios y por eso, menosprecia sus razones: ¿Harán tus falacias callar a los hombres?  ¿Harás escarnio y no habrá quien te avergüence? (Job 11:3)  Y vuelve a la misma teología rígida de Elifaz para hacer callar a Job: Tú dices: Mi doctrina es pura, y yo soy limpio delante de tus ojos.  Mas ¡oh, quién diera que Dios hablara, y abriera sus labios contigo, y te declarara los secretos de la sabiduría, que son de doble valor que las riquezas!  Conocerías entonces que Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece (Job 11:4-6).  Como Elifaz y Bildad, le invita a arrepentirse del pecado no identificado: Si tú dispusieres tu corazón, y extendieres a él tus manos; si alguna iniquidad hubiere en tu mano, y la echares de ti, y no consintieres que more en tu casa la injusticia, entonces levantarás tu rostro limpio de mancha, y serás fuerte, y nada temerás; y olvidarás tu miseria, o te acordarás de ella como de aguas que pasaron (Job 11:13-16).
         De nuevo, Job rechaza su argumento; sarcásticamente dice: Ciertamente vosotros sois el pueblo, y con vosotros morirá la sabiduría (Job 12:2).  Más directamente dice: Ciertamente vosotros sois fraguadores de mentira; sois todos vosotros médicos nulos.  Ojalá callarais por completo, porque esto os fuera sabiduría (Job 13:4-5).  Está de acuerdo con ellos que con Dios está la sabiduría y el poder: En su mano está el alma de todo viviente, y el hálito de todo el género
humano…  Con Dios está la sabiduría y el poder; suyo es el consejo y la inteligencia (Job 12:10, 13).  Pero según Job, lo que ellos no ven es que Dios también causa la
injusticia: Él hace andar despojados de consejo a los consejeros, y entontece a los jueces… Priva del habla a los que dicen verdad, y quita a los ancianos el consejo… 
Él multiplica las naciones, y él las destruye…  Él quita el entendimiento a los jefes del pueblo de la tierra, y los hace vagar como por un yermo sin camino (Job 12:17, 20, 24).  Por eso, Job no se contenta por discutir con sus amigos ciegos a la relación entre Jehová y la injusticia; pide nada menos que una entrevista con Dios: Yo hablaría con el Todopoderoso, y querría razonar con Dios (Job 13:3).
         Job imagina su día para justificarse con Jehová: A lo menos dos cosas no hagas conmigo; entonces no me esconderé de tu rostro: aparta de mí tu mano, y no me asombre tu terror.  Llama luego, y yo responderé; o yo hablaré, y respóndeme tú (Job 13:20-22).  Algunas cosas quiere saber, en acusación contra Dios: ¿Cuántas iniquidades y pecados tengo yo?  Hazme entender mi transgresión y mi pecado.  ¿Por qué escondes tu rostro, y me cuentas por tu enemigo? (Job 13:23-24)  Si tiene esta oportunidad, está seguro que se podrá justificar delante de Dios, aún si tiene que pasar por la muerte: ¡Oh, quién me diera que me escondieses en el Seol, que me encubrieses hasta apaciguarse tu ira, que me pusieres plazo, y de mí te acordarás! 
Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir?  Todos los días de mi edad esperaré, hasta que venga mi liberación (Job 14:13-14).
         Pero de nuevo contempla su sufrimiento, y de nuevo se desespera de la
liberación.  Otra vez le acusa de injusticia a Dios: Las piedras se desgastan con el agua impetuosa, que se lleva el polvo de la tierra; de igual manera haces tú perecer la esperanza del hombre.  Para siempre serás más fuerte que él, y él se va; demudarás su rostro, y le despedirás (Job 14:19-20).  Todavía lucha con la
relación entre Dios y la injusticia de su sufrimiento.
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Job 8 - 10

29/5/2012

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         Después de que Job rechaza la teología de Elifaz, Bildad se queda asombrado y ofendido: ¿Hasta cuándo hablarás tales cosas, y las palabras de tu boca serán como viento impetuoso? (Job 8:2)  Su ofensa específicamente se basa en la queja de Job contra la justicia de Jehová: ¿Acaso torcerá Dios el derecho, o pervertirá el Todopoderoso la justicia? (Job 8:3)  Vuelve al punto principal de la teología de Elifaz: Si tú de mañana buscares a Dios, y rogares al Todopoderoso; si fueres limpio y recto, ciertamente luego se despertará por ti, y hará próspera la morada de tu justicia (Job 8:6).  Compara al pecador no arrepentido a una planta arrancada de su lugar – se secará en breve (Job 8:11-19).  Cree que la condición de Job es prueba suficiente de que no es justo: He aquí, Dios no aborrece al perfecto (Job 8:20).  También, Job no puede esperar ningún alivio mientras encubre su pecado: Ni apoya la mano de los malignos (Job 8:20).  La única opción que le queda es el arrepentimiento del pecado no identificado, y viene con una promesa de
restauración: Aún llenará tu boca de risa, y tus labios de júbilo (Job 8:21).
         Job no tiene discusión con Bildad sobre la justicia de Dios en su sentido general – se manifiesta en su poder sobre la creación y el orden justo con que la domina (Job 9:5-10).  Pero quiere saber, ¿cómo se aplica la justicia de Dios en casos de injusticia, especialmente la que está sufriendo Job?  Lo que la hace más dolorosa es que para Job, Dios mismo ha causado esta injusticia: Me ha quebrado con tempestad, y ha aumentado mis heridas sin causa (Job 9:17).  Aunque me lave con aguas de nieve, y limpie mis manos con la limpieza misma, aún me hundirás en el hoyo, y mis propios vestidos me abominarán (Job 9:30-31).  Para Job, ¿quién va a
determinar la justicia cuando Dios es el que ha actuado injustamente?  No hay entre nosotros árbitro que ponga su mano sobre nosotros dos (Job 9:33).
         De allí imagina en voz alta lo que diría a Dios si podría exponerle su queja: Hazme entender por qué contiendes conmigo.  ¿Te parece bien que oprimas, que deseches la obra de tus manos, y que favorezcas los designios de los impíos? (Job 10:2-3)  Pero al final no ve la posibilidad de ganarle a Dios su caso: Si mi cabeza se alzare, cual león tú me cazas; y vuelves a hacer en mí maravillas.  Renuevas contra mí tus pruebas, y aumentas conmigo tu furor como tropas de relevo (Job 10:16-17).  Al final, piensa encontrar alivio sólo en la muerte: Cesa, pues, y déjame, para que me consuele un poco, antes que vaya para no volver, a la tierra de tinieblas y de sombra de muerte; tierra de oscuridad, lóbrega, como sombra de muerte y sin orden, y cuya luz es como densas tinieblas (Job 10:20-22).
         Para resumir, Job desea saber cómo se va a rectificar una injusticia cometida por Dios mismo.  No encuentra ninguna posibilidad de resolución sino sólo en la muerte… pero, la conversación no ha terminado.
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    Rev. Ken Kytle, pastor de la Iglesia bautista La fe en Cristo cerca de Atlanta, Georgia, EEUU.

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