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Lamentaciones 1 - 2

31/7/2012

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         En el libro de Lamentaciones tenemos otro retrato de uno de los eventos más horríficos de todo el Antiguo Testamento: la destrucción de Jerusalén por los caldeos en 586 a.C.  Hemos leído de este evento en 2 Reyes 25; 2 Crónicas 36:11-21; Jeremías 39:1-10 y más recientemente en todo el capítulo 52 de Jeremías.  Lamentaciones nos da un retrato único e inolvidable de esta tragedia.
         Posiblemente tiene usted una traducción que dice: “Alef” antes del primer versículo de capítulo 1, luego“Bet” antes del segundo versículo, “Guímel” antes del tercero, etc.  Estas palabras son los nombres de las letras del alfabeto hebreo en
orden.  Es decir, en el hebreo Lamentaciones 1:1 empieza con la letra hebrea alef; Lamentaciones 1:2 empieza con la letra bet; Lamentaciones 1:3 empieza con la letra guímel; y así pasa capítulo 1 por todas las letras del alfabeto hebreo en orden del principio a fin (o de “alef” a “tau”).  Lamentaciones 2 sigue el mismo orden.  Lamentaciones 3 también lo sigue pero con tres versículos por cada letra del alfabeto.  Lamentaciones 4 vuelve al orden de un versículo por letra.  Y Lamentaciones 5 también tiene 22 versículos, pero sin orden alfabético.
         Este hecho nos dice que el libro de Lamentaciones no es simplemente un derrame descontrolado de emociones sino una expresión controlada y artística de los dolores más profundos del pueblo de Dios.  Algunos opinan que el uso del orden alfabético demuestra que Lamentaciones cubre toda clase de la expresión de dolor, de alef a tau.  Otros opinan que el orden alfabético significa que los israelitas han
cometido toda clase de pecado, de alef a tau.  Lo que sea la razón por el orden, sus
expresiones del horror de la destrucción de Jerusalén por el juicio divino son a la vez solemnes, perspicaces y sumamente angustiadas.
         Seguramente la violencia fue inconcebible, pero lo primero que se lamenta es la soledad: ¡Cómo ha quedado sola la ciudad populosa! (Lamentaciones 1:1)  Es la soledad del abandono, hecha más amarga por la muerte y la traición: La grande
entre las naciones se ha vuelto como viuda…  No tiene quien la consuele de todos sus amantes; todos sus amigos le faltaron, y se le volvieron enemigos (Lamentaciones 1:1, 2).  La tristeza de la soledad se profundiza por los recuerdos de los buenos tiempos pasados: de su señorío (Lamentaciones 1:1), de sus fiestas solemnes (Lamentaciones 1:4), de su pasada hermosura y honra (Lamentaciones 1:6, 8), de su pasada riqueza y seguridad (Lamentaciones 1:10).  Y se hace más amarga por la reacción de los enemigos que se burlaron de su caída y la abominan (Lamentaciones 1:7, 17).
         No hay duda sobre quién ejerce el dominio justo aún en medio de esta tragedia y por qué la permitió: Jehová la afligió por la multitud de sus rebeliones (Lamentaciones 1:5).  Retrata las escenas más violentas como cometidas por Jehová mismo: Desde lo alto envió fuego que consume mis huesos; ha extendido red a mis pies…  El Señor ha hollado a todos mis hombres fuertes en medio de mí; llamó contra mí compañía para quebrantar a mis jóvenes; como lagar ha hollado el Señor a la virgen hija de Judá (Lamentaciones 1:13, 15).  A la vez, reconoce la justicia de esta descarga de la ira de Jehová: Jehová es justo; yo contra su palabra me rebelé
(Lamentaciones 1:18).  Reconoce que ha sido puesto por ejemplo para que los otros no pequen: Oíd ahora, pueblos todos, y ved mi dolor; mis vírgenes y mis jóvenes fueron llevados en cautiverio (Lamentaciones 1:18).
         Pero tal vez lo más impresionante de todo es que en medio del castigo, su pueblo clama y se estira para alcanzar la misericordia y la compasión por la misma mano que lo disciplinó fuertemente: Mira, oh Jehová, mi aflicción, porque el enemigo se ha engrandecido…  Mira, oh Jehová, estoy atribulada, mis entrañas hierven (Lamentaciones 1:9, 20).  Levanta, da voces en la noche, al comenzar las vigilias; derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor; alza tus manos a él implorando la vida de tus pequeñitos, que desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles (Lamentaciones 2:19).  En toda su tribulación sin medida, nunca pierden la fe en el Dios a quien menospreciaron, el que los ha
castigado fuerte pero justamente, el de cuya mano esperan recibir alguna muestra
de misericordia todavía.
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Jeremías 1 - 4:4 y Salmo 119:73-80

13/7/2012

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         En resumen: Jehová levanta al profeta Jeremías de joven para profetizar su palabra al pueblo de Judá.  Redarguye al pueblo por sus pecados numerosos y escandalosos, pero también les llama a volver a Jehová para encontrar su perdón aún más abundante.
         En más detalle: Los versículos segundo y tercero del libro de Jeremías identifican el largo ministerio que tuvo el profeta: Palabra de Jehová que le vino en los días de Josías hijo de Amón, rey de Judá, en el año decimotercero de su reinado.  Le vino también en días de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, hasta el fin del año
undécimo de Sedequías hijo de Josías, rey de Judá, hasta la cautividad de Jerusalén en el mes quinto (Jeremías 1:2-3). Vamos a concentrar primero en esta época
histórica porque al conocerla bien, resolvemos una de las frustraciones más grandes que un lector tiene con el libro de Jeremías.
         La lista siguiente pone en resumen 54 años de la historia de Judá que sirven de trasfondo para el libro de Jeremías.  Repase las referencias de la Biblia para refrescar la memoria de lo que leímos hace unos meses.  Los nombres subrayados en el documento son de personas que aparecen en el libro de Jeremías:
 

Breve introducción al libro de Jeremías: 54 años de historia

640 a.C. – Empieza a reinar Josías (2 Reyes 22 – 25; 2 Crónicas 34 – 36)
·  En el 8º año de su reinado, empieza a buscar a Jehová (2 Cr 34:3)
·  En el 12º año de su reinado, empieza a limpiar la tierra de la idolatría
·  En el 13º año de su reinado, empieza a profetizar Jeremías (Jer 1:2)
·  A los 18 años de su reinado, vuelven a encontrar el libro de la ley (2 Reyes 23:21-23; 2 Crónicas 35:1-19); continúan las reformas

609 a.C. – Muere Josías en batalla contra Faraón Necao (2 Reyes 23:29-30; 2 Crónicas 35:20-24); Jeremías lo endecha (2 Cr 35:25); cumple unos 19 años como profeta de Jehová.
    El hijo de Josías, Salum / Joacaz reina en Jerusalén por tres meses; el Faraón lo lleva al exilio en Egipto y lo reemplaza con su hermano Eliaquim / Joacim; Judá pierde su independencia.

605 a.C. – Egipto pierde la batalla de Carquemis; Nabucodonosor toma control de Judá y toma los de la primera ola del exilio (incluyendo a Daniel y sus compañeros).

598 a.C. – Nabucodonosor saquea a Jerusalén y lleva a un segundo grupo al exilio (que incluye al profeta Ezequiel).  Joacim, que había rebelado contra Nabucodonosor, muere antes de ver su derrota.  Su hijo de 8 años, Joaquín, reinó 3 meses y 10 días, lo suficiente de tiempo para rendirse a Nabucodonosor y ser llevado al cautiverio también.

597 a.C. – Nabucodonosor nombra a Sedequías, hermano de Joacim, rey de Judá.

586 a.C. – Por la rebelión de Sedequías contra Babilonia, Nabucodonosor toma a Jerusalén otra vez y la destruye, llevando a casi toda la población al exilio (la 3ª ola del exilio).  Deja al profeta Jeremías (que ahora cumple 41 años como profeta) y algunos pobres de la tierra bajo el mandato de su gobernador Gedalías.
    Gedalías es asesinado; los judíos que se quedan huyen a Egipto para evitar las represalias de Nabucodonosor; llevan a Jeremías con ellos contra su voluntad; declara sus últimas profecías en camino.

         Ahora que ha visto la cronología de esta época, fíjese en estos detalles.  Primero, abra su Biblia a leer Jeremías 21:1-2: Palabra de Jehová que vino a Jeremías, cuando el rey Sedequías envió a Pasur hijo de Malquías y al sacerdote Sofonías hijo de Maasías, para que le dijesen: Consulta ahora acerca de nosotros a Jehová, porque Nabucodonosor rey de Babilonia hace guerra contra nosotros; quizá Jehová hará con nosotros según todas sus maravillas, y aquél se irá de sobre nosotros (Jeremías 21:1-2).  ¿Cuándo ocurrió este evento según la cronología que acabamos de ver arriba?  Fue del reinado de Sedequías, después de que se rebeló
contra Nabucodonosor de Babilonia.  Sedequías desea saber cómo va a terminar la
batalla que los caldeos han levantado contra él por la rebelión y espera que tal vez Jehová le da la victoria.  En cambio, Jeremías le profetiza: He aquí yo vuelvo atrás las armas de guerra que están en vuestras manos, con que vosotros peleáis contra el rey de Babilonia…  Entregaré a Sedequías rey de Judá, a sus criados, y al pueblo y a los que queden de la pestilencia, de la espada y del hambre en la ciudad, en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia (Jeremías 21:4, 7).  Su rebelión va a terminar en la destrucción de Jerusalén y el exilio de la casa real que ocurrió en 586 a.C.  Entonces, con la profecía de Jeremías 21, estamos en el año 589 o 588 a.C.  Apunte estos años.
         Segundo, adelántese a Jeremías 24 y lea: Después de haber transportado Nabucodonosor rey de Babilonia a Jeconías hijo de Joacim, rey de Judá, a los príncipes de Judá y los artesanos y herreros de Jerusalén, y haberlos llevado a Babilonia, me mostró Jehová dos cestas de higos puestas delante del templo de Jehová (Jeremías 24:1).  ¿Cuándo ocurrió este evento según la cronología que vimos
arriba?  Es después de la derrota de Jerusalén y el exilio parcial de 598 a.C.  Poco después de este evento, Jehová le revela a Jeremías la profecía de las dos cestas en Jeremías 24.  Apunte este año también.
         Tercero, adelántese a Jeremías 25 y lea: Palabra que vino a Jeremías acerca de todo el pueblo de Judá en el año cuarto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, el cual era el año primero de Nabucodonosor rey de Babilonia (Jeremías 25:1).  ¿Cuándo
fue según la cronología que vimos arriba?  Es durante el reinado de Joacim.  Las palabras: El año primero de Nabucodonosor rey de Babilonia (Jeremías 25:1) refiere a al primer año de Nabucodonosor con autoridad sobre el territorio de Judá (no del primer año que fue rey de Babilonia), al 605 a.C.  Apunte este año también.  Es cuando Jeremías da la profecía sobre los 70 años de exilio que el pueblo va a pasar en Babilonia.
         Cuarto, adelántese a Jeremías 26 y lea: En el principio del reinado de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra de Jehová (Jeremías 26:1).  ¿Cuándo ocurrió según la cronología arriba?  El primer año de Joacim fue 609 a.C.  Apunte este año también; es de la profecía de Jeremías sobre la destrucción del templo.
         Entonces, para resumir:
         1)  Jeremías 21:1-2 – Sedequías pide profecía cuando Nabucodonosor marcha contra Jerusalén, aproximadamente 589 o 588 a.C.
         2)  Jeremías 24:1 – La profecía de las dos cestas, 598 a.C.
         3)  Jeremías 25:1 – La profecía sobre los 70 años de exilio, 605 a.C.
         4)  Jeremías 26:1 – La profecía contra la seguridad en el templo, 609 a.C.

         ¿Ve la dificultad en leer el libro de Jeremías?  Nos adelantamos en la lectura,
pero en esta sección, ¡la cronología anda al revés!  En todas nuestras lecturas de la Biblia por la ley y los libros históricos, nos acostumbramos a leer según el orden
cronológico por la mayor parte.  Aún el libro de Isaías siguió un orden cronológico en lo general.  Pero en el libro de Jeremías, un libro muy ligado a los eventos históricos, hay un desorden cronológico notable.  Si lo leemos pensando que va a seguir el orden cronológico, nos quedaremos muy confundidos… y por eso se desaniman muchos lectores del libro de Jeremías la primera vez que lo leen.
         Por eso, para leer con provecho el libro de Jeremías, tenemos que preguntarnos: Si no se organizó este libro por el orden cronológico, entonces ¿qué orden sigue para que asimilemos todas las profecías del libro?  En nuestras lecturas, vamos a guardar en mente este esquema general:
         Capítulos 1 – 26 – Se destacan mensajes del juicio divino contra Judá por sus pecados… y la posibilidad de evitarlo por el arrepentimiento.
         Capítulos 27 – 36 – Se destacan mensajes del juicio divino contra Judá por sus pecados… y la oportunidad por el arrepentimiento general se ha cerrado.  Pero Jehová por su gracia va a preservar un remanente, una pequeña parte de su pueblo que en el futuro disfrutará en abundancia los beneficios del pacto.
         Capítulos 37 – 45 – La destrucción de Jerusalén
         Capítulos 46 – 51 – Decretos proféticos de Jehová sobre las naciones
         Capítulo 52 – De nuevo se narra la destrucción de Jerusalén

         Mejor preparados ahora para leer este gran libro de profecías, continuamos con nuestro estudio de Jeremías 1 – 4:4.
         Note el llamado del profeta en Jeremías 1:4-10.  La manifestación de Jehová
no es tan impresionante y gloriosa como el llamado del profeta Isaías en Isaías 6; tal vez el llamado de Jeremías tiene más en común con el de Moisés en Éxodo 3 – 4 en que se enfoca en la comunicación de Jehová y la incapacidad que el profeta se siente para cumplirla.  Pero hay una gran diferencia también – mientras Moisés fue mandado con un mensaje de redención para el pueblo de Jehová, Jeremías les fue mandado principalmente con un mensaje de juicio… pero con esperanza al final también: Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar 
(Jeremías 1:10).
         Luego la palabra de Jehová llega a Jeremías por dos visiones con su interpretación.  La primera es de una vara de almendro (Jeremías 1:11), un árbol común en su pueblo de origen, Anatot (Jeremías 1:1), cinco kilómetros al norte de Jerusalén.  Era el primero que florecía en la tierra prometida después del invierno, 
anunciando el pronto inicio de la primavera.  Aquí anuncia el pronto inicio
del cumplimiento de la palabra de Jehová: Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra (Jeremías 1:12).
         ¿Qué palabra pondrá por obra?  Esto vemos en la segunda visión: Veo una olla que hierve; y su faz está hacia el norte (Jeremías 1:13).  Jehová le da la interpretación: Del norte se soltará el mal sobre todos los moradores de esta tierra (Jeremías 1:13).  Igual como en las generaciones pasadas los asirios bajaron a la tierra prometida del norte por los caminos intercontinentales para descargar el
juicio de Jehová sobre Israel, ahora van a llegar los caldeos de Babilonia por los mismos caminos para juzgar a Judá.  Porque he aquí que yo convoco a todas las familias de los reinos del norte, dice Jehová; y vendrán, y pondrá cada uno su campamento a la entrada de las puertas de Jerusalén, y junto a todos sus muros en derredor, y contra todas las ciudades de Judá.  Y a causa de toda su maldad proferiré mis juicios contra los que me dejaron, e incensaron a dioses extraños, y la obra de sus manos adoraron (Jeremías 1:15-16).
         ¿Cómo va a poder anunciar esta clase de juicio un joven inseguro que acaba de declarar: ¡Ah!  ¡Ah, Señor Jehová!  He aquí, no sé hablar, porque soy niño (Jeremías
1:6)?  Por el poder de Jehová: He aquí que yo te he puesto en este día como ciudad fortificada, como columna de hierro, y como muro de bronce contra toda esta tierra, contra los reyes de Judá, sus príncipes, sus sacerdotes, y el pueblo de la tierra.  Y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo, dice Jehová, para librarte (Jeremías 1:18-19).
         En Jeremías 1:16, Jehová identificó la idolatría como la razón por la descarga de su juicio.  En capítulos 2 y 3 explica en más detalle la doble ofensa de ese pecado:
Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua (Jeremías 2:13).  Han abandonado la devoción de sus antepasados a Jehová… para refugiarse en una idolatría que no los puede salvar: Como se avergüenza el ladrón cuando es descubierto, así se avergonzará la casa de Israel, ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes y sus profetas, que dicen a un leño: Mi padre eres tú; y a una piedra: Tú me has engendrado…  ¿Dónde están tus dioses que hiciste para ti?  Levántense ellos, a ver si te podrán librar en el tiempo de tu aflicción (Jeremías 2:26, 27, 28).
         Por seguir la vanidad de la idolatría, se han hecho vanos, mucho menos que el pueblo ideal que habría sido si hubieran seguido la ley de Jehová.  En vez de una esposa fiel, son comparados a una ramera sin vergüenza (Jeremías 2:20; 3:3).  En vez de una vid escogida de simiente verdadera, son sarmiento de vid extraña (Jeremías
2:21).  Su afán por la idolatría es comparable al celo de un animal (Jeremías 2:23-24).  La doble ofensa de su pecado ha hecho que se convirtieron de lo ideal al vergonzoso, animal y extraño.
         Por eso Jehová los ha reprendido… pero no han recibido la corrección.  En cambio, han reaccionado en violencia contra Jehová (Jeremías 2:30), lo han olvidado (Jeremías 2:32), añaden a su pecado de la idolatría los de la opresión y la
injusticia (Jeremías 2:34) y como en los tiempos de Isaías, buscan la seguridad
en Egipto (Jeremías 2:36-37).  No han aprendido del juicio severo descargado en Israel cuando fueron exiliados por los asirios en 722 a.C., y ahora, ¡la han sobrepasado en maldad!  Ha resultado justa la rebelde Israel en comparación con la desleal Judá (Jeremías 3:11).
         Por eso es asombrador que después de tantos pecados y tanto menosprecio a Jehová, todavía existe la posibilidad de ser perdonado y restaurado por Él: Tú, pues,
has fornicado con muchos amigos; mas ¡vuélvete a mí! dice Jehová (Jeremías 3:1).  Le llama a Israel para dar ejemplo a Judá mientras hay tiempo para arrepentirse: Vuélvete, oh rebelde Israel, dice Jehová; no haré caer mi ira sobre ti, porque misericordioso soy yo, dice Jehová, no guardaré para siempre el enojo (Jeremías 3:12).  Le llama a Israel (y a Judá) a un arrepentimiento verdadero a que puede
responder con restauración: Reconoce, pues, tu maldad, porque contra Jehová tu
Dios has prevaricado, y fornicaste con los extraños debajo de todo árbol frondoso, y no oíste mi voz, dice Jehová.  Convertíos, hijos rebeldes, dice Jehová, porque yo soy vuestro esposo; y os tomaré uno de cada ciudad, y dos de cada familia, y os introduciré en Sion (Jeremías 3:13-14).  Otra vez vemos, como en el libro de Isaías, el deseo de guardar un remanente de la destrucción del juicio, un remanente humilde y arrepentido que va a confiar en Jehová en medio de la tribulación del juicio.  Después del juicio, el remanente va a disfrutar una justicia incomparable
con su experiencia presente (Jeremías 3:14-18; 4:1-2).  Pero el único camino por el cual encontrar esta bendición es el arrepentimiento: Circuncidaos a Jehová, y quitad el prepucio de vuestro corazón, varones de Judá y moradores de Jerusalén; no sea que mi ira salga como fuego, y se encienda y no haya quien la apague, por la maldad de vuestras obras (Jeremías 4:4).
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La decimotercera unidad de la Biblia: Jeremías 1 - Daniel 12

13/7/2012

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         Cuando el rey Ezequías de Judá se enorgulleció y mostró a los embajadores caldeos todo su poder militar y económico, Isaías profetizó: He aquí vienen días en que será llevado a Babilonia todo lo que hay en tu casa, y lo que tus padres han atesorado hasta hoy; ninguna cosa quedará, dice Jehová (Isaías 39:6).  Un siglo después, su profecía está por cumplirse.
         Leemos ahora las profecías de Jehová para juicio, arrepentimiento y consuelo a esa generación que sufrió la destrucción de Jerusalén y el exilio a Babilonia en 586 a.C.  Los profetas Jeremías, Ezequiel y Daniel fueron portavoces de Jehová de los ejércitos a su pueblo antes, en medio y después de esta tribulación.  Según el calendario, leemos sus cuatro libros (Jeremías, Lamentaciones, Ezequiel y Daniel) en poco más de cinco semanas. Mientras lo lee, guarda en mente las observaciones siguientes:
         1)  Los eventos principales de la unidad: Leímos sobre la pérdida de la independencia de Judá, la destrucción de Jerusalén y el exilio a Babilonia en 2 Reyes 23:28 – 25:30 y 2 Crónicas 35:20 – 36:21. El libro de Daniel también toca el tiempo del regreso a Jerusalén descrito en 2 Crónicas 36:22-23 y Esdras 1 – 2.  Volveremos a ver los detalles de esta época histórica cuando llegamos a las explicaciones de las lecturas individuales.
         2)  Los atributos de Jehová que resaltan: Su justicia, su ira que inspira temor, su paciencia y su fidelidad al remanente
         3)  La obra principal de Jehová: Juzga a su pueblo rebelde y a todas las naciones; en medio de la tribulación de su juicio, preserva a un remanente.
         4)  Los participantes principales: Los profetas Jeremías, Ezequiel y Daniel y los reyes y gobernantes principales como Joacim y Sedequías (reyes de Judá), Nabucodonosor y Belsasar (de los caldeos) y Darío (de los persas).
         5)  La referencia principal a Jesucristo y el evangelio: Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él.  Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido (Daniel 7:13-14).
         6)  Observaciones clave: Si entendemos los temas principales del libro de Isaías, no debemos tener dificultades en entender los temas principales de Jeremías, Lamentaciones, Ezequiel y Daniel.  La interpretación de profecías individuales puede ser muy difícil a veces, aun para despertar discusiones entre creyentes fieles, pero todos podemos estar de acuerdo sobre la interpretación de temas generales como el juicio de Jehová a su pueblo rebelde, el llamado al arrepentimiento, y la redención y la preservación del remanente.  Los veremos en más detalle y según su trasfondo histórico cuando entramos las explicaciones de las lecturas individuales.
         Una diferencia notable con Isaías es el tono de Jeremías, Lamentaciones y
Ezequiel.  Isaías clama adolorido por su pueblo, pero en los otros leemos una angustia y profunda sensibilidad al dolor del juicio parecidas a los sufrimientos de Job.  Esta angustia, junta con el desorden cronológico de Jeremías, las profecías y las tareas hasta repulsivas de Ezequiel y los símbolos proféticos complejos y difíciles de discernir de Daniel, hace que esta unidad sea una de las más difíciles de leer en toda la Biblia.  Pero si perseveramos en su lectura y estudio, apreciaremos y adoraremos con temblor al Dios Todopoderoso que no tolera de ninguna manera el pecado, que exige el arrepentimiento con urgencia, que juzga decisivamente la iniquidad y que celosamente preserva, redime y restaura a su remanente.
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Isaías 65 - 66 y Salmo 24

12/7/2012

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         En resumen: Jehová cierra el libro de Isaías con un resumen de su programa de justicia por todo el tiempo, su justicia que nadie puede impedir.

         En más detalle: Igual como en los primeros capítulos del libro de Isaías, Jehová le acusa a Judá de los pecados que han despertado su ira justa contra ellos (Isaías 65:1-7).  Confirma que a pesar de sus pecados, va a preservar a su remanente: Como
si alguno hallase mosto en un racimo, y dijese: No lo desperdicies, porque bendición hay en él; así haré yo por mis siervos, que no lo destruiré todo.  Sacaré descendencia de Jacob, y de Judá heredero de mis montes; y mis escogidos poseerán por heredad la tierra, y mis siervos habitarán allá (Isaías 65:8-9).  Pero a la vez que preserva a su remanente, Jehová va a juzgar a los malvados de su pueblo: Vosotros los que dejáis a Jehová, que olvidáis mi santo nombre, que ponéis mesa para la Fortuna, y suministráis libaciones para el Destino; yo también os destinaré a la espada, y todos vosotros os arrodillaréis al degolladero, por cuanto llamé, y no respondisteis; hablé, y no oísteis, sino que hicisteis lo malo delante de mis ojos, y escogisteis lo que me desagrada (Isaías 65:11-12).  Los dos grupos tendrán un futuro completamente distinto por el juicio de Jehová (Isaías 65:13-16).
         Después del día de juicio, el remanente redimido no tendrá temor de volver a sus pecados anteriores: Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento (Isaías 65:17).  En cambio, va a disfrutar un gozo permanente por vivir bajo el dominio justo de Jehová sin ninguna interrupción ni estorbo por el pecado (Isaías 65:18-25).
         Jehová es incomparable y domina sobre todo el universo (Isaías 66:1); por eso le urge a su pueblo que deje la soberbia y tiemble a su palabra (Isaías 66:2).  Les toca escoger entre el camino de idolatría, hipocresía, soberbia e injusticia que termina en vergüenza y condenación o el camino de dependencia en Jehová que trae amor y gozo (Isaías 66:3-14).  El juicio está por venir (Isaías 66:15-18), y la redención en toda la tierra también (Isaías 66:19-22).  ¿Cuál camino escogeremos?  Y de mes en mes, y de día de reposo en día de reposo, vendrán todos a adorar delante de mí, dijo Jehová.  Y saldrán, y verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí; porque su gusano nunca morirá, ni su fuego se apagará, y serán abominables a todo hombre (Isaías 66:23-24).
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Isaías 61 - 64

11/7/2012

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         En resumen: En respuesta a la lectura pasada, hoy entramos una sinfonía de promesas, alabanzas y oración que celebra la redención del remanente por Jehová y el dominio justo de nuestro Dios sobre toda la creación restaurada.

         En más detalle: Empezamos Isaías 61 con el anuncio del ungido por Jehová (uno puesto aparte para el fin exclusivo de servirle a Jehová en santidad).  Su
misión es declarar las noticias de una transformación total de estado a los que
sufren más: Me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya (Isaías 61:1-3).
         Cuando Jesucristo cita estos versículos en la sinagoga de Nazaret en Lucas 4:16-21 y declara: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros (Lucas 4:21), hace más que identificarse como el Ungido de Jehová de estos versículos.  También se identifica como el medio por el cual esta transformación tendrá lugar.  El hecho de que su ministerio es rechazado (Lucas 4:22-30) pone en evidencia un tema central del libro de Isaías – la gran mayoría del pueblo de Jehová no responde a su palabra con fe.  Pero por ahora en Isaías 61, no se presenta la incredulidad.  El
remanente experimenta reconstrucción y restauración (Isaías 61:4), dominio (Isaías 61:5), santificación y ministerio (Isaías 61:6), honra y gozo (Isaías 61:7), todo afirmado por Jehová en pacto perpetuo (Isaías 61:8).  Así será glorificado Jehová por las naciones (Isaías 61:9), y el remanente de Jehová andará en una relación celebrada con Él como una novia de bodas con su novio amado (Isaías 61:10).  Así brotará en la tierra la justicia deseada del dominio de Jehová
(Isaías 61:11).
         El profeta anima al remanente en Isaías 62 a perseverar en la fe a pesar del cautiverio en Babilonia que les espera: Por amor de Sion no callaré, y por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación se encienda como una antorcha (Isaías 62:1).  Lo que brillará más en el remanente salvado y restaurado será la justicia dada por Jehová (Isaías 62:2-3).  Se pondrá en evidencia su restauración: Nunca más te llamarán Desamparada, ni tu tierra se dirá más Desolada; sino que serás llamada Hefzi-bá [Mi Gozo está en Ella], y tu tierra Beula [Casada]; porque el amor de Jehová estará en ti, y tu tierra será desposada (Isaías 62:4).  Maravillosamente, hay un gozo mutuo entre Jehová y su pueblo (Isaías 62:5).  Con este anhelo, el remanente no sólo va a sobrevivir sino que se fortalecerá durante los años del cautiverio: Los que os acordáis de Jehová, no reposéis, ni le deis tregua, hasta que restablezca a Jerusalén, y la ponga por alabanza en la tierra (Isaías 62:6-7).  Toda esta bendición se garantiza no por el esfuerzo del pueblo sino por el poderoso brazo de Jehová (Isaías 62:8).
         Jehová aplastará a todos los enemigos del remanente (Isaías 63:1-6).  Los pastoreó en la generación de Moisés, aun cuando fueron rebeldes (Isaías 63:7-14); por eso, pueden descansar seguros que no los va a abandonar en el exilio. Jehová es su padre, y Redentor perpetuo es su nombre (Isaías 63:16).
         Isaías 63:15 – 64:12 ejemplifica la oración que presentará el remanente en el exilio.  Lamenta esa tribulación porque no refleja la santidad de Jehová (Isaías 63:17-19), ni llama la atención de las naciones (Isaías 64:1-4).  El remanente va a confesar los pecados y anhelar la justicia de Jehová (Isaías 64:5-7); se va a acordar de su relación única con su Creador (Isaías 64:8-9).  Y espera el cumplimiento de sus promesas sobre la redención y la restauración (Isaías 64:10-12).
         Por eso en la lectura para hoy tenemos la impresión de voces diferentes que en cánticos distintos cantan del mismo tema.  Jehová, su Ungido y su profeta anuncian con gozo la redención y la salvación que está por venir; a la vez el remanente en medio de la tribulación anhela experimentarlas y espera su llegada con arrepentimiento y fe en crecimiento.
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Isaías 58 - 60

10/7/2012

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         En resumen: A continuación de las profecías de la lectura pasada, Isaías 58 llama al remanente al arrepentimiento de la hipocresía religiosa y la injusticia.  Pero cuando identifica más pecados en Isaías 59, se cambia de acusación a confesión de los pecados numerosos en que se han sumergido todos.  Por su gracia, Jehová los rescata en Isaías 59 y les describe las bendiciones que también les esperan por su gracia en Isaías 60.

         En más detalle: Isaías 58 da una descripción inolvidable del verdadero ayuno, uno ligado con la misericordia y el deleite en la justicia de Jehová.
         Isaías 59:1-2 vuelve al tema tocado en Isaías 49:14 y 58:3, ahora en más detalle: Sion dijo: Me dejó Jehová, y el Señor se olvidó de mí (Isaías 49:14); ¿Por qué, dicen, ayunamos, y no hiciste caso; humillamos nuestras almas, y no te diste por entendido? (Isaías 58:3).  Aquí Isaías les responde igual como antes: Vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír (Isaías 59:2).  Pero esta vez les da mucho más detalle (Isaías 59:3-8).  Y de repente las acusaciones se transforman a confesión; el profeta incluye a sí mismo y a todo el remanente entre los que padecen la condenación por el pecado: Se alejó de nosotros la justicia, y no nos alcanzó la rectitud; esperamos luz, y he aquí tinieblas; resplandores, y andamos en oscuridad (Isaías 59:6).  Esperamos justicia, y no la hay; salvación, y se alejó de nosotros.  Porque nuestras rebeliones se han multiplicado delante de ti, y nuestros pecados han atestiguado contra nosotros; porque con nosotros están nuestras iniquidades, y conocemos nuestros pecados: el prevaricar y mentir contra Jehová, y el apartarse de en pos de nuestro Dios; el hablar calumnia y rebelión, concebir y proferir de corazón palabras de mentira (Isaías 59:11-13).  Ninguno ni se interpuso para interceder por el pueblo (Isaías 59:16).
         La gloria sea a Jehová por encargarse Él mismo de la salvación completa del remanente sin la ayuda de ellos: Lo salvó su brazo, y le afirmó su misma justicia.  Pues de justicia se vistió como de una coraza, con yelmo de salvación en su cabeza; tomó ropas de venganza por vestidura, y se cubrió de celo como de manto, como para vindicación, como para retribuir con ira a sus enemigos, y dar el pago a sus
adversarios (Isaías 59:16-18).  Y su salvación no es sólo para los de un poblado sino para todo su remanente hasta los fines de la tierra (Isaías 59:18-19).
         Por eso es llamado Redentor en Isaías 59:20, y Redentor de los que se han arrepentido de la iniquidad.  Y describe un nuevo pacto con ellos de la permanencia de su Espíritu: Este será mi pacto con ellos, dijo Jehová: El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehová, desde ahora y para siempre (Isaías 59:21).  Por eso anuncia Isaías estas buenas noticias con: Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti (Isaías 60:1).  Y describe en todo capítulo 60 los beneficios por este nuevo pacto en que toda la tierra y toda la creación se someten al dominio justo de Jehová sin el estorbo del pecado o de la injusticia.  Jehová reinará en toda su gloria a tal punto que: El sol nunca más te servirá de luz para el día, ni el resplandor de la luna te alumbrará, sino que Jehová te será por luz perpetua, y el Dios tuyo por tu gloria (Isaías 60:19).  Y tu pueblo, todos ellos serán justos, para siempre heredarán la tierra; renuevos de mi plantío, obra de mis manos, para glorificarme (Isaías 60:21).
         Por eso, de acuerdo con Isaías y junto con todos los redimidos por la fe en el
Siervo, decimos: Amén; sí, ven, Señor Jesús (Apocalipsis 22:20).
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Isaías 54 - 57 y Salmo 27

9/7/2012

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         En resumen: Ahora que ha anunciado las noticias de asombro y de maravilla sobre el siervo de Jehová en Isaías 52:13 – 53:12, Isaías le llama al remanente oprimido al regocijo en arrepentimiento y obediencia.

         En más detalle: Por resultado de la salvación expiatoria del siervo, el remanente oprimido tiene mucho de que celebrar: Regocíjate, oh estéril, la que no daba a luz; levanta canción y da voces de júbilo, la que nunca estuvo de parto; porque más son los hijos de la desamparada que los de la casada, ha dicho Jehová (Isaías 54:1).  La escasez transformada a abundancia inesperada es un hilo constante en el regocijo de Isaías 54 – 55, todo debido a la gracia de Jehová: Porque tu marido es tu Hacedor; Jehová de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor, el
Santo de Israel; Dios de toda la tierra será llamado (Isaías 54:5).  El cautiverio en Babilonia es sólo por un tiempo: Porque como a mujer abandonada y triste de espíritu te llamó Jehová, y como a la esposa de la juventud que es repudiada, dijo el Dios tuyo.  Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes misericordias.  Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un momento; pero con misericordia eterna tendré compasión de ti, dijo Jehová tu Redentor (Isaías
54:6-8).  El remanente disfrutará abundantes bendiciones espirituales y físicas: Con justicia serás adornada; estarás lejos de opresión, porque no temerás, y de temor, porque no se acercará a ti (Isaías 54:14).
         En reconocimiento de esta salvación temible y gloriosa, el remanente tiene que arrepentirse de sus pecados inmediatamente: Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.  Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar (Isaías 55:6-7). 
Anuncia Isaías en otras palabras lo mismo que Juan el Bautista, Jesucristo y sus discípulos van a anunciar siglos después en el Nuevo Testamento: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado (Mateo 3:2; 4:17; 10:7).  Nunca habrán
imaginado una salvación así, pero el anuncio mismo de esta salvación obra en el
remanente de oído atento como la lluvia en una planta para producir la salvación que anuncia, por el poder y para la gloria de Jehová (Isaías 55:8-13).
         El arrepentimiento y la justicia se verán urgentemente en el remanente creyente: Guardad derecho, y haced justicia; porque cercana está mi salvación para venir, y mi justicia para manifestarse (Isaías 56:1).  Se manifestará en el guardar el día de reposo y abrazar el pacto de Jehová, por la oración en el templo y la
presentación de los sacrificios (Isaías 56:2, 4, 6-7).  Pero habrá otros que no responden al anuncio de la salvación: Ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio provecho, cada uno por su lado.  Venid, dicen, tomemos vino,
embriaguémonos de sidra; y será el día de mañana como este, o mucho más
excelente (Isaías 56:11-12).  Incluye a los que viven por sus propios placeres, a los idólatras (Isaías 57:3-13) y a los que andan en codicia y rebelión (Isaías 57:17).
         El remanente puede esperar la persecución de parte de ellos: Perece el justo, y no hay quien piense en ello; y los piadosos mueren, y no hay quien entienda que de delante de la aflicción es quitado el justo (Isaías 57:1).  Pero Jehová rescatará a los suyos de toda opresión y preparará el camino para que regresen a la tierra
prometida: Allanad, allanad; barred el camino, quitad los tropiezos del camino de mi pueblo (Isaías 57:14).  Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados (Isaías 57:15); su Presencia está entre
los arrepentidos.  Aunque han pecado, disfrutarán la salvación, el perdón, la sanidad, la redención y la restauración dados por el Siervo: No contenderé para siempre, ni para siempre me enojaré… Por la iniquidad de su codicia me enojé, y le herí, escondí mi rostro y me indigné…  He visto sus caminos; pero le sanaré, y le pastorearé, y le daré consuelo a él y a sus enlutados; produciré fruto de los labios: Paz, paz al que está lejos y al cercano, dijo Jehová; y lo sanaré (Isaías 57:16, 17, 18-19).
         Pero para los que no creen el mensaje de la salvación: Los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo.  No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos (Isaías 57:20-21).
         Según Isaías, solo hay dos caminos: uno de fe humilde en la salvación de Jehová por su Siervo, el arrepentimiento de los pecados, la paciencia en espera de la restauración por Jehová y la obediencia en medio de la persecución; y el otro,
de la búsqueda de placeres, la codicia, la independencia, la inestabilidad y la
inquietud.  ¿En cuál de los dos caminamos?
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Isaías 52:13 - 53:12

8/7/2012

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         En resumen: La lectura previa nos dijo que no sólo iba a traer la salvación y la restauración al remanente pecaminoso por medio del siervo sino que el siervo iba a efectuarlas.  Pero, ¿cómo?  La lectura para hoy revela que el siervo logró la salvación por ser substituto por los pecados del pueblo.

         En más detalle: Isaías 52:13 declara una bendición al siervo en crecimiento: He aquí que mi siervo será prosperado, será engrandecido y exaltado, y será puesto muy en alto (Isaías 52:13).  Pero nos sorprenden los versículos siguientes porque parecen expresar todo el contrario de la exaltación que acabamos de leer: Como se asombraron de ti muchos, de tal manera fue desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres, así asombrará él a muchas naciones; los reyes cerrarán ante él la boca, porque verán lo que nunca les fue contado, y entenderán lo que jamás habían oído (Isaías 52:14-15).  ¿Cómo será exaltado el siervo, y a la vez, desfigurado y un motivo de asombro?  ¿Qué son estas noticias entendidas por reyes que los dejan sin palabra, noticias que jamás habían oído antes?
         Isaías 53:1 hace otra referencia a estas noticias, especialmente a la dificultad de creer o imaginarlas: ¿Quién ha creído nuestro anuncio? (Isaías 53:1)  El poder y el consejo de Jehová se ha manifestado… pero no de una forma esperada: ¿Y sobre
quién se ha manifestado el brazo de Jehová? (Isaías 53:1)  En cambio, no hay nada en el siervo para llamarnos la atención: Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos (Isaías 53:2).
         No sólo no nos llama la atención sino que nos da vergüenza mirarlo: Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos (Isaías 53:3).  La obra de Jehová en la salvación por el siervo es para gran beneficio nuestro, pero la malentendimos y la menospreciamos: Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido (Isaías 53:4).
         Pero el profeta insiste en estas noticias – el siervo sirvió de sustituto sacrificial por nuestros pecados: Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados (Isaías 53:5).  Insiste en nuestra incapacidad de andar en la justicia de Jehová, igual como ha declarado antes en versículos como Isaías 48:1: Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino (Isaías 53:6); y de allí revela las buenas noticias, noticias de asombro, sobre la salvación, la restauración y el pacto dado en el siervo: Mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros (Isaías 53:6).
         Describe la obediencia voluntaria y completa del siervo, igual a lo que vimos en Isaías 50:5-7: Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca (Isaías 53:7).  Igual como vimos en Isaías 49:4, parece inútil su ministerio: Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará?  Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido (Isaías 53:8).
         Todo este sufrimiento no fue por ninguna culpa del siervo: Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca (Isaías 53:9).  En vez del sufrimiento por alguna maldad, la muerte sacrificial y expiatoria del siervo cumplió el plan de Jehová por la salvación del remanente: Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento (Isaías 53:10).  E igual como Jehová lo quebrantó por la salvación del remanente, Jehová lo exalta, como vimos en Isaías 52:13, y hace eficaz la redención y la justificación por su obediencia hasta la muerte: Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada (Isaías 53:10).  Y aunque el siervo murió, verá con vida el fruto de su obra y será exaltado: Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.  Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores (Isaías 53:11-12).
         La gloria sea a Jehová por la salvación, la redención y la justificación que le ha
dado al remanente pecador por el sacrificio de expiación de su Siervo, nuestro
Señor y Salvador Jesucristo, crucificado por nuestras iniquidades, resucitado y
exaltado por Dios.
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Isaías 49 - 52:12 y Salmo 91

7/7/2012

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         En resumen: ¿Cómo bendecirá Jehová a las naciones por medio de su siervo Israel cuando él no lo sigue en verdad ni en justicia? (Isaías 48:1)  Esta lectura revela que hay otro siervo que restaurará el remanente de Israel y será luz de las naciones (Isaías 49:6).

         En más detalle: Isaías 49 empieza con la identificación del siervo muy especial de Jehová: Jehová me llamó desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria. Y puso mi boca como espada aguda, me cubrió con la sombra de su mano; y me puso por saeta bruñida, me guardó en su aljaba (Isaías 49:1-2).  Este siervo es llamado Israel (Isaías 49:3), pero a la vez es diferente que la nación llamada Israel, porque poco después habla de su misión de: Hacer volver a él a Jacob y para congregarle a Israel (Isaías 49:5).  Como el nombre Israel fue dado primero a un hombre, este Israel es un hombre, escogido por Jehová para restaurar a la nación.  Y no sólo a la nación: Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel; también de ti por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra (Isaías 49:6).
         Note primero que por este siervo se cumple la promesa a las naciones dada a Abraham: Serán benditas en ti todas las familias de la tierra (Génesis 12:3) y las profecías de bendición a las naciones en este mismo libro: Y herirá Jehová a Egipto; herirá y sanará, y se convertirán a Jehová, y les será clemente y los sanará…  Los
egipcios servirán con los asirios a Jehová… Jehová de los ejércitos los bendecirá
diciendo: Bendito el pueblo mío Egipto, y el asirio obra de mis manos, e Israel mi heredad (Isaías 19:22, 23, 25).  Uno de los temas principales de la Biblia, la reunión de las naciones bajo el dominio justo de Jehová, será logrado por este siervo.
         Segundo, note que este siervo no sólo trae salvación o anuncia restauración sino que las efectúa: Para que restaures el remanente…  Para que seas mi salvación (Isaías 49:6).  El siervo mismo es luz de las naciones (Isaías 49:6).  Jehová declara: Te
daré por pacto
al pueblo, para que restaures la tierra (Isaías 49:8), significando que este siervo cumple el propósito de Jehová como ningún otro profeta ni ningún otro grupo – su obra es única por efectuar la salvación y la restauración de la nación que no sigue a Jehová en verdad ni en justicia (Isaías 48:1).
         Tercero, note que su ministerio parece inútil: Pero yo dije: Por demás he trabajado, en vano y sin provecho he consumido mis fuerzas (Isaías 49:4).  Pero no depende de sí mismo por el éxito de su obra: Mi causa está delante de Jehová, y mi recompensa con mi Dios (Isaías 49:4).  Por eso Jehová es llamado: Redentor de Israel, el Santo suyo (Isaías 49:7) a la vez que el siervo es llamado: Menospreciado de alma… abominado de las naciones (Isaías 49:7); Jehová efectúa la salvación de su remanente por medio de su siervo menospreciado.  Y en vez de la inutilidad aparente, el ministerio del siervo tendrá éxito por el poder de Jehová: Verán reyes, y se levantarán príncipes, y adorarán por Jehová; porque fiel es el Santo de Israel, el cual te escogió (Isaías 49:7).
         Por el poder de Jehová, este siervo da libertad a los presos y a los que están en tinieblas (Isaías 49:9); disfrutarán el sustento continuo en abundancia y la misericordia (Isaías 49:10), y los fieles esparcidos serán reunidos aún de los lugares más apartados (Isaías 49:11-12).  Toda la creación debe brotarse en alabanza a Jehová por su obra de gracia por el siervo: Cantad alabanzas, oh cielos, y alégrate, tierra; y prorrumpid en alabanzas, oh montes; porque Jehová ha consolado a su pueblo, y de sus pobres tendrá misericordia (Isaías 49:13).  Pero mientras la creación celebra la obra, el pueblo de Jehová está tan alejado de Él que responderá a la obra salvadora del siervo con desánimo e incredulidad en vez de alabanza: Pero Sion dijo: Me dejó Jehová, y el Señor se olvidó de mí (Isaías 49:14).
         Por eso Jehová le prepara a recibir al siervo por acordarles de la perseverancia de su amor: ¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti (Isaías 49:15).  Le invita a su pueblo a mirar con ojos de fe el cumplimiento de sus promesas: Alza tus ojos alrededor, y mira: todos éstos se han reunido, han venido a ti.  Vivo yo, dice Jehová, que de todos, como de vestidura de honra, serás vestida; y de ellos serás ceñida como novia.  Porque tu tierra devastada, arruinada y desierta, ahora será estrecha por la multitud de los moradores, y tus destruidores serán apartados lejos (Isaías 49:18-19).  La razón por la cual no disfrutan estas bendiciones ahora no es por ninguna inconstancia de parte de Jehová sino por los pecados del pueblo: He aquí que por vuestras maldades sois vendidos, y por vuestras rebeliones fue repudiada vuestra madre (Isaías 50:1).  Y el mismo Dios que los creó también los va a redimir de sus pecados: ¿Acaso se ha acortado mi mano para no redimir?  ¿No hay en mí poder para librar? (Isaías 50:2)
         A diferencia de su pueblo pecaminoso y desanimado, listo a culpar a Jehová por sus sufrimientos, el siervo responde a Jehová en obediencia: Jehová me abrió el oído, y yo no fui rebelde, ni me volví atrás (Isaías 50:5).  Obedece a Jehová
voluntariamente al punto de sufrimiento y vituperio: Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos (Isaías 50:6).  En vez de dudar de las promesas de Jehová como su pueblo, el siervo confía en Jehová y por eso persevera en la obediencia aún bajo sufrimiento:
Porque Jehová el Señor me ayudará, por tanto no me avergoncé; por eso puse mi
rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado (Isaías 50:7).  He aquí que Jehová el Señor me ayudará; ¿quién hay que me condene? (Isaías 50:9)  En vez de continuar en su desánimo, duda, y la oscuridad, el pueblo necesita responder a Jehová y la voz del siervo obediente que efectúa su redención: ¿Quién hay entre vosotros que teme a Jehová, y oye la voz de su siervo?  El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios (Isaías 50:10).  En cambio, si depende en su propia luz, va a ser condenado: He aquí que todos vosotros encendéis fuego, y os rodeáis de teas; andad a la luz de vuestro fuego, y de las teas que encendisteis.  De mi mano os vendrá esto; en dolor seréis sepultados (Isaías 50:11).
         Para que no siga su pueblo en el desánimo, Jehová les hace recordar la fe de Abraham y de Sara y la gracia de Jehová hacia ellos (Isaías 51:1-2).  De igual forma necesita responder su pueblo, aún en medio de su tribulación: Ciertamente consolará Jehová a Sion; consolará todas sus soledades, y cambiará su desierto en
paraíso, y su soledad en huerto de Jehová; se hallará en ella alegría y gozo,
alabanza y voces de canto (Isaías 51:3).  Que vea con ojos de fe que la creación será deshecha, pero la salvación dada en su siervo continuará: Mi salvación será para siempre, mi justicia no perecerá (Isaías 51:6).  Igual como su siervo, el pueblo debe confiar en la salvación de Jehová en medio de las pruebas y tribulaciones: No temáis afrenta de hombre, ni desmayéis por sus ultrajes… mi justicia permanecerá perpetuamente, y mi salvación por siglos de siglos (Isaías 51:7, 8).  Le revela con anticipación que el cáliz de la ira de Jehová que ha tomado será dado a sus angustiadores (Isaías 51:17, 22-23).  Y con muchas otras profecías, Jehová le consuela al pueblo y le prepara a perseverar en la tribulación venidera y la
salvación gloriosa que la sigue.
         La próxima lectura nos dirá más sobre la salvación de pecados que efectúa el siervo por el pueblo pecaminoso e injusto de Jehová.  Y luego el Nuevo Testamento va a revelar en mucho detalle la identidad, las palabras y las obras del Siervo
obediente que salva, Jesucristo.
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Isaías 47 - 48 y Salmo 73

6/7/2012

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         En resumen: Jehová siembra la perseverancia en el corazón de su pueblo por decirle mucho antes de su exilio en Babilonia que esa ciudad también caerá, y cuando suceda, que esté listo a regresar a la tierra prometida.

         En más detalle: Aún antes de levantarse a ser un gran imperio, Babilonia está bajo la profecía de su caída: Desciende y siéntate en el polvo, virgen hija de Babilonia.  Siéntate en tierra, sin trono, hija de los caldeos; porque nunca más te llamarán tierna y delicada (Isaías 47:1).
         Como se describirá en más detalle en los capítulos que vienen, la caída de Babilonia va a suceder para que Jehová redima a su pueblo: Nuestro Redentor, Jehová de los ejércitos es su nombre, el Santo de Israel (Isaías 47:4).  En la destrucción de Jerusalén y su exilio a Babilonia (todavía un siglo en el futuro para Isaías), Jehová utilizó a los caldeos como el instrumento de su ira justa: Me enojé
contra mi pueblo, profané mi heredad, y los entregué en tu mano (Isaías 47:6).  Pero los caldeos sobrepasaron los límites de la justicia: No les tuviste compasión; sobre el anciano agravaste mucho tu yugo (Isaías 47:6).  Crecieron en soberbia: Dijiste: Para siempre seré señora; y no has pensado en esto, ni te acordaste de tu postrimería (Isaías 47:7).  Por eso Isaías les declara con anticipación el juicio de Jehová: Oye, pues, ahora esto, mujer voluptuosa, tú que estás sentada confiadamente, tú que dices en tu corazón: Yo soy, y fuera de mí no hay más; no quedaré viuda, ni conoceré orfandad.  Estas dos cosas te vendrán de repente en un mismo día, orfandad y viudez; en toda su fuerza vendrán sobre ti, a pesar de la multitud de tus hechizos y de tus muchos encantamientos (Isaías 47:8-9).  Parecida a la experiencia de Asiria, la soberbia, la maldad y la idolatría con que se siente
confiada Babilonia serán los motivos de su condenación.
         Pero Israel no es digno de la redención.  Son los que: Hacen memoria del Dios de Israel, mas no en verdad ni en justicia (Isaías 48:1).  Jehová testifica: Te llamé rebelde desde el vientre (Isaías 48:8).  Les informa de su redención con anticipación: Por cuanto conozco que eres duro, y barra de hierro tu cerviz, y tu frente de bronce, te lo dije ya hace tiempo; antes que sucediera te lo advertí, para que no dijeras: Mi ídolo lo hizo, mis imágenes de escultura y de fundición mandaron estas cosas (Isaías 48:4-5).  Y aunque Israel no merece la redención, Jehová lo hará de todas formas: Por mí, por amor de mí mismo lo haré, para que no sea amancillado mi nombre, y mi honra no la daré a otro (Isaías 48:11).  Jehová lo va a redimir porque es el Dios de gracia; por eso, su pueblo saldrá bendecido: Yo, yo
hablé, y le llamé y le traje; por tanto, será prosperado su camino (Isaías 48:15).  Note que le han faltado muchas bendiciones a Israel por sus pecados: ¡Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos!  Fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar.  Fuera como la arena tu descendencia, y los renuevos de tus entrañas como los granos de arena; nunca su nombre sería cortado, ni raído de mi presencia (Isaías 48:18-19).  Pero Jehová les abrirá una puerta de redención que nadie podrá cerrar: Salid de Babilonia, huid de entre los caldeos; dad nuevas de esto con voz de alegría, publicadlo, llevadlo hasta lo postrero de la tierra; decid: Redimió Jehová a Jacob su siervo (Isaías 48:20).
         Con gozo y temblor, el pueblo de Jehová se puede beneficiar y alabarle a Dios por su gracia.
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    Rev. Ken Kytle, pastor de la Iglesia bautista La fe en Cristo cerca de Atlanta, Georgia, EEUU.

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