Esdras ha sido tocado por la santidad de Jehová a tal punto que se siente algo de su intolerancia hacia el pecado. Todo su espíritu reacciona en rechazo al pecado; reconoce la imposibilidad de que exista la inmundicia junta con la
santidad.
Note que aquí, esta alta sensibilidad reacciona por el pecado de otros, no cometido contra uno personalmente sino contra la santidad de Jehová. Es una
reacción que Jesucristo describe como “hambre y sed de justicia”, y puede
aparecer o por el reconocimiento del pecado que uno mismo ha cometido o por los
pecados de la comunidad contra Dios.
Note también que esta sensibilidad se desahoga en oración: Me postré de rodillas, y extendí mis manos a Jehová mi Dios (Esdras 9:5). Incluye:
1) La confesión de los pecados y la identificación personal con los pecados de los otros: Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío, mi rostro a ti, porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza, y nuestros delitos han crecido hasta el cielo (Esdras 9:6).
2) Reconoce la ofensa del pecado contra las manifestaciones más recientes de la gracia de Jehová: Ahora por un breve momento ha habido misericordia de parte de Jehová nuestro Dios, para hacer que nos quedase un remanente libre, y para darnos un lugar seguro en su santuario, a fin de alumbrar nuestro Dios nuestros ojos y darnos un poco de vida en nuestra servidumbre (Esdras 9:8).
3) Por este fondo de gracia, el pecado no tiene sentido – es una ofensa, una rebelión incomprensible contra la gracia de Jehová: ¿Qué diremos, oh Dios nuestro, después de esto?... No nos has castigado de acuerdo con nuestras iniquidades, y nos diste un remanente como este, ¿hemos de volver a infringir tus mandamientos, y a emparentar con pueblos que cometen estas abominaciones? (Esdras 9:10, 13-14)
4) Reconoce el castigo que merece el pecado: ¿No te indignarías contra nosotros hasta consumirnos, sin que quedara remanente ni quien escape? (Esdras 9:14)
5) Reconoce la justicia completa de Jehová y la culpabilidad completa de los pecadores: Oh Jehová Dios de Israel, tú eres justo, puesto que hemos quedado un remanente que ha escapado, como en este día. Henos aquí delante de ti en nuestros delitos; porque no es posible estar en tu presencia a causa de esto (Esdras
9:15).
Jesucristo promete en esta situación: Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados (Mateo 5:6). Por el poder del Espíritu de Jehová, el hambre y la sed de Esdras por la justicia se sacian inmediatamente: Mientras oraba Esdras y hacía confesión, llorando y postrándose delante de la casa de Dios, se juntó a él una muy grande multitud de Israel, hombres, mujeres y niños; y lloraba el pueblo amargamente. Entonces respondió Secanías hijo de Jehiel, de los hijos de Elam, y dijo a Esdras: Nosotros hemos pecado contra nuestro Dios, pues tomamos mujeres extranjeras de los pueblos de la tierra; mas a pesar de esto, aún hay esperanza para Israel. Ahora, pues, hagamos pacto con nuestro Dios, que despediremos a todas las mujeres y los nacidos de ellas, según el consejo de mi señor y de los que temen el mandamiento de nuestro Dios; y hágase conforme a la ley. Levántate, porque esta es tu obligación, y nosotros estaremos contigo; esfuérzate, y pon mano a la obra (Esdras 10:1-4). Por la enseñanza de la palabra de Jehová a largo plazo y por la obra del Espíritu de Jehová, la alta sensibilidad al pecado se ha extendido a los demás de la comunidad. En vez de la resistencia a la palabra, la comunidad acompaña a Esdras en el arrepentimiento.
Tal vez hoy uno reacciona a la lectura por decir: ¡Pobres mujeres y niños que se quedan abandonados por el afán religioso de un hombre! Pero esta reacción
no ha considerado bien la situación. Esdras no le culpa a esa gente por diferencias raciales sino que confiesa que Israel se ha emparentado: Con pueblos que cometen [note el tiempo presente] estas abominaciones (Esdras 9:14). Las historias de Rahab en Josué 2 y 6:22-25 y de Rut demuestran que los israelitas podían recibir a gente de otros pueblos que se convirtió a Jehová. Esdras 9 – 10 se trata de mujeres que activamente practican otras religiones y levantan una generación que hará lo mismo. Se supone que podrían convertirse a Jehová como Rahab o Rut y ser aceptadas por el pueblo judío. Si no, los varones judíos no tenían motivo por casarse con ellas sabiendo que desobedecieron la ley de Jehová por eso y pusieron a riesgo las futuras generaciones del remanente de Jehová.
La alta sensibilidad al pecado causada por el estudio de la palabra de Jehová con devoción y compromiso incomoda. Nos urge a tomar decisiones muy difíciles, a veces totalmente en contra el pensar común y corriente. Pero hechas en arrepentimiento y en obediencia a la palabra de Jehová, producen el fruto apacible de la justicia (Hebreos 12:11).