Tenemos dos nacimientos anunciados por el ángel Gabriel. Luego en el nacimiento mismo de Jesús, ¡toda una multitud de ángeles lo celebran! María canta un salmo para glorificar a Dios, y luego Zacarías canta otro. Pastores testifican de la visita de los huestes celestiales y glorifican y alaban a Dios. Simeón alaba a Dios y profetiza sobre Jesús y María, acompañado por la profetisa Ana. El Espíritu Santo llena a Juan el Bautista (Lucas 1:15), concibe a Jesús en el vientre de María (Lucas 1:35), llena a Elisabet (Lucas 1:41), llena a Zacarías (Lucas 1:67) y mueve a Simeón (Lucas 2:27). Por todos estos anuncios y profecías inspiradas por el Espíritu, Lucas 1 – 2 describen una entrada impresionante de Dios en la historia de su pueblo y la respuesta gozosa y agradecida de su pueblo.
Y así Lucas pone la fundación de uno de los temas principales de su evangelio: el plan de Dios por su pueblo Israel (y por los gentiles también) se cumple en Jesucristo. Lo declara el ángel Gabriel cuando anuncia sobre Juan el Bautista: Irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos (Lucas 1:17), una referencia a la profecía de Malaquías 4:5-6. Se lo declara a María cuando le dice sobre Jesús: Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin (Lucas 1:32-33), para cumplir el pacto con David en 2 Samuel 7:12-13, 16. María lo celebra cuando canta: Socorrió a Israel su siervo, acordándose de la misericordia de la cual habló a nuestros padres, para con Abraham y su descendencia para siempre (Lucas 1:54-55). Zacarías lo reconoce también: Nos levantó un poderoso Salvador en la casa de David su siervo, como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio (Lucas 1:69-70). Simeón añade: Han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos (Lucas 2:30-31). Ven en los futuros ministerios de Juan el Bautista y Jesús el plan de Dios cumplido, la integración y el cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento en su época presente.
Y si leemos con ojos de fe el evangelio de Lucas, vamos a responder como ellos. Vamos a alabar a Dios por su fidelidad, por cumplir en Jesucristo su plan por el pueblo de Israel. Todo lo que hemos leído este año, desde Génesis en adelante por todo el Antiguo Testamento, encuentra su fin en Jesucristo.