En más detalle: La lectura para hoy empieza con una declaración de la seguridad del juicio venidero de Jehová: Cayó la virgen de Israel, y no podrá levantarse ya más; fue dejada sobre su tierra, no hay quien la levante (Amós 5:2). Jehová va a poner la bendición de la multiplicación de los descendientes de Abraham al revés: La ciudad que salga con mil, volverá con ciento, y la que salga con ciento volverá con diez, en la casa de Israel (Amós 5:3). Pero aún en medio del juicio seguro, Jehová le llama a un remanente que encuentre la salvación en Él: Pero así dice Jehová a la casa de Israel: Buscadme, y viviréis (Amós 5:4).
No va a encontrar el refugio en la religión falsa que levantó Jeroboam a Jehová: No busquéis a Bet-el, ni entréis en Gilgal, ni paséis a Beerseba; porque Gilgal será llevada en cautiverio, y Bet-el será deshecha. Buscad a Jehová, y vivid; no sea que acometa como fuego a la casa de José y la consuma, sin haber en Bet-el quien lo apague (Amós 5:5-6). En cambio, en su gracia inmensa, Jehová les llama a los adoradores del culto falso a encontrar la salvación en Él. Extiende su gracia a los injustos también, que se arrepientan y encuentren el perdón del verdadero Justo y que anden en la bendición de la sumisión a Él: Los que convertís en ajenjo el juicio, y la justicia la echáis por la tierra, buscad al que hace las Pléyades y el Orión, y vuelve las tinieblas en mañana, y hace oscurecer el día como noche; el que llama a las aguas del mar, y las derrama sobre la faz de la tierra; Jehová es su nombre (Amós 5:7-8).
No van a encontrar refugio en las defensas que han construido ni en las riquezas que han acumulado porque Jehová: da esfuerzo al despojador sobre el fuerte, y hace que el despojador venga sobre la fortaleza (Amós 5:9). Tienen que arrepentirse de su rechazo del mensaje profético: Ellos aborrecieron al reprensor en la puerta de la ciudad, y al que hablaba lo recto abominaron (Amós 5:10).
Tienen que arrepentirse de sus injusticias que ofrecen una prosperidad efímera: Por tanto, puesto que vejáis al pobre y recibís de él carga de trigo, edificasteis casas de piedra labrada, mas no las habitaréis; plantasteis hermosas viñas, mas no beberéis el vino de ellas. Porque yo sé de vuestras muchas rebeliones, y de vuestros grandes pecados; sé que afligís al justo, y recibís cohecho, y en los tribunales hacéis perder su causa a los pobres (Amós 5:11-12). Aunque ya no escuchan la reprensión en público (Amós 5:13), es urgente que se arrepientan; Jehová les extiende ahora mismo el perdón: Buscad lo bueno, y no lo malo, para que viváis; porque así Jehová Dios de los ejércitos estará con vosotros, como decís.
Aborreced el mal, y amad el bien, y estableced la justicia en juicio; quizá Jehová Dios de los ejércitos tendrá piedad del remanente de José (Amós 5:14-15).
Tampoco pueden encontrar refugio en la multitud de sus ofrendas: Aborrecí, abominé vuestras solemnidades, y no me complaceré en vuestras asambleas. Y si me ofreciereis vuestros holocaustos y vuestras ofrendas, no los recibiré, ni miraré a las ofrendas de paz de vuestros animales engordados. Quitad de mí la multitud de tus cantares, pues no escucharé las salmodias de tus instrumentos (Amós 5:21-23). La multitud de actos religiosos y ofrendas no valen nada en comparación con el arrepentimiento: Pero corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo (Amós 5:24). Ni el testimonio de la devoción pasada puede quitar la necesidad del arrepentimiento hoy – el pecado obstinado hoy corrompe la devoción pasada: ¿Me ofrecisteis sacrificios y ofrendas en el desierto en cuarenta años, oh casa de Israel? Antes bien, llevabais el tabernáculo de vuestro Moloc y Quiún, ídolos vuestros, la estrella de vuestros dioses que os hicisteis (Amós 5:25-26). Les urge arrepentirse inmediatamente porque el Juez y General de las tropas del juicio está a la puerta: Os haré, pues, transportar más allá de Damasco, ha dicho Jehová, cuyo nombre es Dios de los ejércitos (Amós 5:27).
La grandeza de su civilización no ofrece refugio contra el día del juicio: Abomino la grandeza de Jacob, y aborrezco sus palacios; y entregaré al enemigo la ciudad y cuanto hay en ella (Amós 6:8). No habrá lugar para esconderse de su alcance: Acontecerá que si diez hombres quedaren en una casa, morirán (Amós 6:9). Pero todavía los rebeldes mantendrán su endurecimiento contra Dios:
Calla, porque no podemos mencionar el nombre de Jehová (Amós 6:10). Mejor es reconocer los pecados de una vez y rehusar la confianza en sus propias fuerzas que sólo pueden lograr la vanidad (Amós 6:12-13). De nuevo, el Juez está a la puerta: Pues he aquí, oh casa de Israel, dice Jehová Dios de los ejércitos, levantaré yo sobre vosotros a una nación que os oprimirá desde la entrada de Hamat hasta el arroyo del Arabá (Amós 6:14).
Después siguen cinco visiones que urgen el arrepentimiento. En la primera, langostas amenazan la cosecha – pero a la intercesión del profeta, Jehová no las manda (Amós 7:1-3). En la segunda, un incendio amenaza a Israel – pero otra vez, Jehová no lo manda por la intercesión del profeta (Amós 7:4-6). En la tercera, el juicio de Jehová se va a derramar sobre Israel por sus lugares altos y su rey (Amós 7:7-9). En vez de la intercesión de Amós, el sacerdote Amasías del altar falso en Bet-el intercede al rey Jeroboam para hacer callar al profeta de Jehová (Amós
7:10-13). Por tal acción, Amasías ha asegurado su parte entre los exiliados, no en el remanente (Amós 7:17).
En la cuarta visión, un canastillo de fruta de verano demuestra que se ha madurado el juicio contra el pueblo de Israel (Amós 8:1-2). Por no arrepentirse de sus injusticias económicas, Israel padecerá el juicio divino y también de algo que disfruta durante el ministerio de Amós: He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová (Amós 8:11).
En la quinta visión, Jehová anuncia su juicio inescapable (Amós 9:1-4). Pero en medio del juicio se manifestará la gracia de su salvación del remanente: He aquí los ojos de Jehová el Señor están contra el reino pecador, y yo lo asolaré de la faz de la tierra; mas no destruiré del todo la casa de Jacob, dice Jehová (Amós 9:8). Aunque su pueblo será zarandeado como el trigo, Jehová salvará a un remanente que disfrutará la heredad de más que la tierra prometida, una heredad que se extiende hasta el límite de las naciones: Yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cerraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado; para que aquellos sobre los cuales es invocado mi nombre poseen el resto de Edom, y a todas las naciones, dice Jehová que hace esto (Amós 9:11-12). Van a
disfrutar la prosperidad a niveles nunca experimentados antes, la producción
terrenal liberada de los límites del tiempo: He aquí vienen días, dice Jehová,
en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán (Amós 9:13). Allá su remanente trabajará y comerá en justicia: Traeré del cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán el fruto de ellos (Amós
9:14). Van a disfrutar la seguridad verdadera – no la falsa que viene por acumular bienes materiales en avaricia y el deseo de cumplir placeres sino la verdadera que provee Jehová: Los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho Jehová Dios tuyo (Amós 9:15).