Junta con la carta a los efesios y a los colosenses, Pablo mandó esta carta a su amigo y hermano en Cristo, Filemón. Filemón tuvo un esclavo, Onésimo (cuyo nombre en el griego significa “útil”), que le escapó; se fue a Roma donde escuchó el evangelio del apóstol Pablo, se arrepintió de sus pecados y se sometió al Señor Jesús. Aún le sirvió a Pablo mientras éste estaba encarcelado… pero se sintió sobre todo la convicción por sus pecados de soberbia, de rebelión y de desobediencia por haber huido de su amo, Filemón. Aunque Pablo vio que le era muy útil en el ministerio en Roma, se lo mandó a Filemón (posiblemente junto con las tres cartas que mencionamos) para que lo recibiera de nuevo, no sólo como esclavo sino como hermano también. Deseaba que la recepción y el perdón fueran públicos; dirige la carta a Filemón y a toda la iglesia que se reunía en su casa.
Disfrute en su lectura de la carta a Filemón el poder del evangelio para apagar rencores, despertar el perdón y restaurar relaciones dañadas por el pecado. Que continúe a transformar nuestras comunidades persona por persona, relación por relación en preparación por la segunda venida de nuestro Señor.