En más detalle: La confusión, la oposición, el engaño y aún la muerte no pudo derrocar al Ungido de Jehová; vence a todos por su muerte obediente y su resurrección.
Mientras sus discípulos reciben las noticias consoladoras y gloriosas de su resurrección (Mateo 28:5-10), sus enemigos vuelven al engaño para intentar a negar la obra gloriosa de Jehová (Mateo 28:11-15).
El evangelio de Mateo se cierra con unos versículos culminantes para encaminar a los discípulos y a todos los lectores / oyentes hacia su segunda venida. Empieza con la reunión en Galilea: Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban (Mateo 28:16-17). Note que Jesús no los deja en la duda; se les acerca y les habla (Mateo 28:18).
La profecía clave de Daniel 7 dice: Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es
dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido (Daniel
7:13-14). En cumplimiento de esta profecía, Jesús les notifica a sus discípulos: Toda potestad me es dada en el cielo y la tierra (Mateo 28:18). ¡El plan de Jehová para las naciones se ha cumplido en Jesucristo!
Y ahora manda a sus discípulos a comunicar esta victoria a todas las naciones hasta que su reino sea consumado en toda la tierra: Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones (Mateo 28:19). La restricción anterior: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mateo 10:5-6), ahora ha sido superada debida a la nueva autoridad de su Señor: Toda potestad me es dada en el cielo y la tierra (Mateo 28:18). Y les indica cómo preparar a nuevos discípulos: Bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado (Mateo 28:19-20). Su discipulado empieza con el bautismo y continúa mientras aprende y pone en práctica todo lo que Jesús ha enseñado.
Note que Jesucristo se identifica claramente con los atributos de la Deidad en estos versículos. Primero, tiene toda potestad. Segundo, se iguala al Padre y al Espíritu Santo según la declaración del bautismo del discípulo: Bautizándolos en el nombre [singular] del Padre, y del Hijo, y del Espíritu [plural] (Mateo 28:19); los Tres son Uno en todos los atributos asociados con el nombre divino. Tercero, en vez de mandar que sus nuevos discípulos guarden todas las cosas que el Padre ha
mandado, dice: que guarden todas las cosas que os he mandado (Mateo 28:20); la
autoridad de su palabra iguala la del Padre. Y cuarto, es omnipresente, un atributo
que sólo tiene Jehová: He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo (Mateo 28:20). Adonde sea que vayan y cuándo se vayan, Él estará presente con ellos. En tres versículos cortos tenemos una declaración gloriosa del
cumplimiento del nuevo reino del Ungido, profetizado en Daniel 7:13-14 y otros
versículos del Antiguo Testamento.