ComoleerlaBiblia.org
  • Inicio
  • Resumen de la Biblia
  • Blog
  • Calendario 2024
  • Videos
  • Declaración de la fe
  • Contáctenos

Jeremías 1 - 4:4 y Salmo 119:73-80

13/7/2012

0 Comentarios

 
         En resumen: Jehová levanta al profeta Jeremías de joven para profetizar su palabra al pueblo de Judá.  Redarguye al pueblo por sus pecados numerosos y escandalosos, pero también les llama a volver a Jehová para encontrar su perdón aún más abundante.
         En más detalle: Los versículos segundo y tercero del libro de Jeremías identifican el largo ministerio que tuvo el profeta: Palabra de Jehová que le vino en los días de Josías hijo de Amón, rey de Judá, en el año decimotercero de su reinado.  Le vino también en días de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, hasta el fin del año
undécimo de Sedequías hijo de Josías, rey de Judá, hasta la cautividad de Jerusalén en el mes quinto (Jeremías 1:2-3). Vamos a concentrar primero en esta época
histórica porque al conocerla bien, resolvemos una de las frustraciones más grandes que un lector tiene con el libro de Jeremías.
         La lista siguiente pone en resumen 54 años de la historia de Judá que sirven de trasfondo para el libro de Jeremías.  Repase las referencias de la Biblia para refrescar la memoria de lo que leímos hace unos meses.  Los nombres subrayados en el documento son de personas que aparecen en el libro de Jeremías:
 

Breve introducción al libro de Jeremías: 54 años de historia

640 a.C. – Empieza a reinar Josías (2 Reyes 22 – 25; 2 Crónicas 34 – 36)
·  En el 8º año de su reinado, empieza a buscar a Jehová (2 Cr 34:3)
·  En el 12º año de su reinado, empieza a limpiar la tierra de la idolatría
·  En el 13º año de su reinado, empieza a profetizar Jeremías (Jer 1:2)
·  A los 18 años de su reinado, vuelven a encontrar el libro de la ley (2 Reyes 23:21-23; 2 Crónicas 35:1-19); continúan las reformas

609 a.C. – Muere Josías en batalla contra Faraón Necao (2 Reyes 23:29-30; 2 Crónicas 35:20-24); Jeremías lo endecha (2 Cr 35:25); cumple unos 19 años como profeta de Jehová.
    El hijo de Josías, Salum / Joacaz reina en Jerusalén por tres meses; el Faraón lo lleva al exilio en Egipto y lo reemplaza con su hermano Eliaquim / Joacim; Judá pierde su independencia.

605 a.C. – Egipto pierde la batalla de Carquemis; Nabucodonosor toma control de Judá y toma los de la primera ola del exilio (incluyendo a Daniel y sus compañeros).

598 a.C. – Nabucodonosor saquea a Jerusalén y lleva a un segundo grupo al exilio (que incluye al profeta Ezequiel).  Joacim, que había rebelado contra Nabucodonosor, muere antes de ver su derrota.  Su hijo de 8 años, Joaquín, reinó 3 meses y 10 días, lo suficiente de tiempo para rendirse a Nabucodonosor y ser llevado al cautiverio también.

597 a.C. – Nabucodonosor nombra a Sedequías, hermano de Joacim, rey de Judá.

586 a.C. – Por la rebelión de Sedequías contra Babilonia, Nabucodonosor toma a Jerusalén otra vez y la destruye, llevando a casi toda la población al exilio (la 3ª ola del exilio).  Deja al profeta Jeremías (que ahora cumple 41 años como profeta) y algunos pobres de la tierra bajo el mandato de su gobernador Gedalías.
    Gedalías es asesinado; los judíos que se quedan huyen a Egipto para evitar las represalias de Nabucodonosor; llevan a Jeremías con ellos contra su voluntad; declara sus últimas profecías en camino.

         Ahora que ha visto la cronología de esta época, fíjese en estos detalles.  Primero, abra su Biblia a leer Jeremías 21:1-2: Palabra de Jehová que vino a Jeremías, cuando el rey Sedequías envió a Pasur hijo de Malquías y al sacerdote Sofonías hijo de Maasías, para que le dijesen: Consulta ahora acerca de nosotros a Jehová, porque Nabucodonosor rey de Babilonia hace guerra contra nosotros; quizá Jehová hará con nosotros según todas sus maravillas, y aquél se irá de sobre nosotros (Jeremías 21:1-2).  ¿Cuándo ocurrió este evento según la cronología que acabamos de ver arriba?  Fue del reinado de Sedequías, después de que se rebeló
contra Nabucodonosor de Babilonia.  Sedequías desea saber cómo va a terminar la
batalla que los caldeos han levantado contra él por la rebelión y espera que tal vez Jehová le da la victoria.  En cambio, Jeremías le profetiza: He aquí yo vuelvo atrás las armas de guerra que están en vuestras manos, con que vosotros peleáis contra el rey de Babilonia…  Entregaré a Sedequías rey de Judá, a sus criados, y al pueblo y a los que queden de la pestilencia, de la espada y del hambre en la ciudad, en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia (Jeremías 21:4, 7).  Su rebelión va a terminar en la destrucción de Jerusalén y el exilio de la casa real que ocurrió en 586 a.C.  Entonces, con la profecía de Jeremías 21, estamos en el año 589 o 588 a.C.  Apunte estos años.
         Segundo, adelántese a Jeremías 24 y lea: Después de haber transportado Nabucodonosor rey de Babilonia a Jeconías hijo de Joacim, rey de Judá, a los príncipes de Judá y los artesanos y herreros de Jerusalén, y haberlos llevado a Babilonia, me mostró Jehová dos cestas de higos puestas delante del templo de Jehová (Jeremías 24:1).  ¿Cuándo ocurrió este evento según la cronología que vimos
arriba?  Es después de la derrota de Jerusalén y el exilio parcial de 598 a.C.  Poco después de este evento, Jehová le revela a Jeremías la profecía de las dos cestas en Jeremías 24.  Apunte este año también.
         Tercero, adelántese a Jeremías 25 y lea: Palabra que vino a Jeremías acerca de todo el pueblo de Judá en el año cuarto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, el cual era el año primero de Nabucodonosor rey de Babilonia (Jeremías 25:1).  ¿Cuándo
fue según la cronología que vimos arriba?  Es durante el reinado de Joacim.  Las palabras: El año primero de Nabucodonosor rey de Babilonia (Jeremías 25:1) refiere a al primer año de Nabucodonosor con autoridad sobre el territorio de Judá (no del primer año que fue rey de Babilonia), al 605 a.C.  Apunte este año también.  Es cuando Jeremías da la profecía sobre los 70 años de exilio que el pueblo va a pasar en Babilonia.
         Cuarto, adelántese a Jeremías 26 y lea: En el principio del reinado de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra de Jehová (Jeremías 26:1).  ¿Cuándo ocurrió según la cronología arriba?  El primer año de Joacim fue 609 a.C.  Apunte este año también; es de la profecía de Jeremías sobre la destrucción del templo.
         Entonces, para resumir:
         1)  Jeremías 21:1-2 – Sedequías pide profecía cuando Nabucodonosor marcha contra Jerusalén, aproximadamente 589 o 588 a.C.
         2)  Jeremías 24:1 – La profecía de las dos cestas, 598 a.C.
         3)  Jeremías 25:1 – La profecía sobre los 70 años de exilio, 605 a.C.
         4)  Jeremías 26:1 – La profecía contra la seguridad en el templo, 609 a.C.

         ¿Ve la dificultad en leer el libro de Jeremías?  Nos adelantamos en la lectura,
pero en esta sección, ¡la cronología anda al revés!  En todas nuestras lecturas de la Biblia por la ley y los libros históricos, nos acostumbramos a leer según el orden
cronológico por la mayor parte.  Aún el libro de Isaías siguió un orden cronológico en lo general.  Pero en el libro de Jeremías, un libro muy ligado a los eventos históricos, hay un desorden cronológico notable.  Si lo leemos pensando que va a seguir el orden cronológico, nos quedaremos muy confundidos… y por eso se desaniman muchos lectores del libro de Jeremías la primera vez que lo leen.
         Por eso, para leer con provecho el libro de Jeremías, tenemos que preguntarnos: Si no se organizó este libro por el orden cronológico, entonces ¿qué orden sigue para que asimilemos todas las profecías del libro?  En nuestras lecturas, vamos a guardar en mente este esquema general:
         Capítulos 1 – 26 – Se destacan mensajes del juicio divino contra Judá por sus pecados… y la posibilidad de evitarlo por el arrepentimiento.
         Capítulos 27 – 36 – Se destacan mensajes del juicio divino contra Judá por sus pecados… y la oportunidad por el arrepentimiento general se ha cerrado.  Pero Jehová por su gracia va a preservar un remanente, una pequeña parte de su pueblo que en el futuro disfrutará en abundancia los beneficios del pacto.
         Capítulos 37 – 45 – La destrucción de Jerusalén
         Capítulos 46 – 51 – Decretos proféticos de Jehová sobre las naciones
         Capítulo 52 – De nuevo se narra la destrucción de Jerusalén

         Mejor preparados ahora para leer este gran libro de profecías, continuamos con nuestro estudio de Jeremías 1 – 4:4.
         Note el llamado del profeta en Jeremías 1:4-10.  La manifestación de Jehová
no es tan impresionante y gloriosa como el llamado del profeta Isaías en Isaías 6; tal vez el llamado de Jeremías tiene más en común con el de Moisés en Éxodo 3 – 4 en que se enfoca en la comunicación de Jehová y la incapacidad que el profeta se siente para cumplirla.  Pero hay una gran diferencia también – mientras Moisés fue mandado con un mensaje de redención para el pueblo de Jehová, Jeremías les fue mandado principalmente con un mensaje de juicio… pero con esperanza al final también: Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar 
(Jeremías 1:10).
         Luego la palabra de Jehová llega a Jeremías por dos visiones con su interpretación.  La primera es de una vara de almendro (Jeremías 1:11), un árbol común en su pueblo de origen, Anatot (Jeremías 1:1), cinco kilómetros al norte de Jerusalén.  Era el primero que florecía en la tierra prometida después del invierno, 
anunciando el pronto inicio de la primavera.  Aquí anuncia el pronto inicio
del cumplimiento de la palabra de Jehová: Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra (Jeremías 1:12).
         ¿Qué palabra pondrá por obra?  Esto vemos en la segunda visión: Veo una olla que hierve; y su faz está hacia el norte (Jeremías 1:13).  Jehová le da la interpretación: Del norte se soltará el mal sobre todos los moradores de esta tierra (Jeremías 1:13).  Igual como en las generaciones pasadas los asirios bajaron a la tierra prometida del norte por los caminos intercontinentales para descargar el
juicio de Jehová sobre Israel, ahora van a llegar los caldeos de Babilonia por los mismos caminos para juzgar a Judá.  Porque he aquí que yo convoco a todas las familias de los reinos del norte, dice Jehová; y vendrán, y pondrá cada uno su campamento a la entrada de las puertas de Jerusalén, y junto a todos sus muros en derredor, y contra todas las ciudades de Judá.  Y a causa de toda su maldad proferiré mis juicios contra los que me dejaron, e incensaron a dioses extraños, y la obra de sus manos adoraron (Jeremías 1:15-16).
         ¿Cómo va a poder anunciar esta clase de juicio un joven inseguro que acaba de declarar: ¡Ah!  ¡Ah, Señor Jehová!  He aquí, no sé hablar, porque soy niño (Jeremías
1:6)?  Por el poder de Jehová: He aquí que yo te he puesto en este día como ciudad fortificada, como columna de hierro, y como muro de bronce contra toda esta tierra, contra los reyes de Judá, sus príncipes, sus sacerdotes, y el pueblo de la tierra.  Y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo, dice Jehová, para librarte (Jeremías 1:18-19).
         En Jeremías 1:16, Jehová identificó la idolatría como la razón por la descarga de su juicio.  En capítulos 2 y 3 explica en más detalle la doble ofensa de ese pecado:
Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua (Jeremías 2:13).  Han abandonado la devoción de sus antepasados a Jehová… para refugiarse en una idolatría que no los puede salvar: Como se avergüenza el ladrón cuando es descubierto, así se avergonzará la casa de Israel, ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes y sus profetas, que dicen a un leño: Mi padre eres tú; y a una piedra: Tú me has engendrado…  ¿Dónde están tus dioses que hiciste para ti?  Levántense ellos, a ver si te podrán librar en el tiempo de tu aflicción (Jeremías 2:26, 27, 28).
         Por seguir la vanidad de la idolatría, se han hecho vanos, mucho menos que el pueblo ideal que habría sido si hubieran seguido la ley de Jehová.  En vez de una esposa fiel, son comparados a una ramera sin vergüenza (Jeremías 2:20; 3:3).  En vez de una vid escogida de simiente verdadera, son sarmiento de vid extraña (Jeremías
2:21).  Su afán por la idolatría es comparable al celo de un animal (Jeremías 2:23-24).  La doble ofensa de su pecado ha hecho que se convirtieron de lo ideal al vergonzoso, animal y extraño.
         Por eso Jehová los ha reprendido… pero no han recibido la corrección.  En cambio, han reaccionado en violencia contra Jehová (Jeremías 2:30), lo han olvidado (Jeremías 2:32), añaden a su pecado de la idolatría los de la opresión y la
injusticia (Jeremías 2:34) y como en los tiempos de Isaías, buscan la seguridad
en Egipto (Jeremías 2:36-37).  No han aprendido del juicio severo descargado en Israel cuando fueron exiliados por los asirios en 722 a.C., y ahora, ¡la han sobrepasado en maldad!  Ha resultado justa la rebelde Israel en comparación con la desleal Judá (Jeremías 3:11).
         Por eso es asombrador que después de tantos pecados y tanto menosprecio a Jehová, todavía existe la posibilidad de ser perdonado y restaurado por Él: Tú, pues,
has fornicado con muchos amigos; mas ¡vuélvete a mí! dice Jehová (Jeremías 3:1).  Le llama a Israel para dar ejemplo a Judá mientras hay tiempo para arrepentirse: Vuélvete, oh rebelde Israel, dice Jehová; no haré caer mi ira sobre ti, porque misericordioso soy yo, dice Jehová, no guardaré para siempre el enojo (Jeremías 3:12).  Le llama a Israel (y a Judá) a un arrepentimiento verdadero a que puede
responder con restauración: Reconoce, pues, tu maldad, porque contra Jehová tu
Dios has prevaricado, y fornicaste con los extraños debajo de todo árbol frondoso, y no oíste mi voz, dice Jehová.  Convertíos, hijos rebeldes, dice Jehová, porque yo soy vuestro esposo; y os tomaré uno de cada ciudad, y dos de cada familia, y os introduciré en Sion (Jeremías 3:13-14).  Otra vez vemos, como en el libro de Isaías, el deseo de guardar un remanente de la destrucción del juicio, un remanente humilde y arrepentido que va a confiar en Jehová en medio de la tribulación del juicio.  Después del juicio, el remanente va a disfrutar una justicia incomparable
con su experiencia presente (Jeremías 3:14-18; 4:1-2).  Pero el único camino por el cual encontrar esta bendición es el arrepentimiento: Circuncidaos a Jehová, y quitad el prepucio de vuestro corazón, varones de Judá y moradores de Jerusalén; no sea que mi ira salga como fuego, y se encienda y no haya quien la apague, por la maldad de vuestras obras (Jeremías 4:4).
0 Comentarios

Hageo

20/8/2011

0 Comentarios

 
         Hageo tiene un ministerio profético breve y bendito de apenas tres meses y medio en el año 520 a.C.  (Si desea entender su trasfondo histórico, acuérdese que Esdras lo mencionó junto con Zacarías en Esdras 4:24 – 5:5.)
         Los judíos que volvieron del exilio en Babilonia para reedificar Jerusalén y el templo se desanimaron por las dificultades de la obra y por buscar sus propios intereses económicos.  Después de 16 años de desánimo, de repente escuchan la voz de Jehová por el profeta Hageo.  Les profetiza por primera vez en todo el capítulo 1, por segunda vez en 2:1-9 y por tercera vez en 2:10-23 con una profecía de dos partes, la primera a los sacerdotes en versículos 10 a 19 y la segunda al gobernador Zorobabel en 20 a 23.  Estas cuatro divisiones nos ayudan a entender mejor el libro.
         Capítulo 1 es un llamado sorprendente al arrepentimiento.  Digo “sorprendente” porque es la primera evidencia que tenemos de que Jehová les habló directamente a los exiliados que volvieron a edificar Jerusalén.  Habían dejado la prosperidad y las oportunidades económicas y sociales de Babilonia, su ciudad natal para la gran mayoría de ellos, para reconstruir la ciudad derrumbada del origen de sus padres y abuelos, un lugar que no conocían sino por las historias suyas y la Sagrada Escritura.  Por 16 años pasan frustraciones y dudas… hasta que les llaman al arrepentimiento Jehová.  Y como vemos al final del capítulo, ¡el pueblo responde!
         Los judíos ponen manos a la obra, y al ver los resultados… se desaniman otra vez.  Pero en la segunda profecía, Jehová los anima por hacerles recordar que lo importante no es el tamaño y la belleza de las piedras sino su Espíritu que decidió reposar entre ellos.
         La tercera profecía suena como una reprensión… hasta que llegamos a las últimas palabras de 2:19: “Mas desde este día os bendeciré.”  Aunque no merecen la bendición, Jehová por su gracia les va a bendecir, y a bendecir en abundancia.
         Y en la última parte, Jehová confirma su pacto con la casa de David.  Acuérdese de lo que Jehová había dicho sobre el rey Joaquín / Jeconías en Jeremías 22:24-30.  Ahora en Hageo 2:23 Jehová utiliza el mismo símbolo para confirmar su pacto con los descendientes de David.  Y aunque pasarán muchas generaciones antes de ver el cumplimiento completo de esta profecía, usted se puede adelantar a Mateo 1:12-17 para verlo.
         Así que en Hageo vemos la confirmación de la gracia de Jehová a una nueva generación de su pueblo, a una generación apretada, desconectada y desanimada pero una que responde en arrepentimiento por fe.
0 Comentarios

El libro de Daniel

3/8/2011

0 Comentarios

 
         Daniel y sus compañeros fueron llevados a Babilonia en la primera ola del exilio, en el año 605 a.C., cuando la autoridad sobre Judá pasó de las manos de los egipcios a las de los caldeos: En el año tercero del reinado de Joacim rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén, y la sitió (Daniel 1:1; ve también 2 Reyes 23:36 – 24:4; 2 Crónicas 36:7).
         Entonces, cronológicamente el libro de Daniel se inicia antes del libro de Ezequiel, del sacerdote y profeta que fue llevado en la segunda ola del exilio.  Por eso Ezequiel puede hacer referencia a Daniel como un justo y sabio reconocido entre los otros exiliados (Ezequiel 14:14, 20; 28:3).
         Por eso nos sorprende la falta de profecías sobre la destrucción de Jerusalén que ocuparon tanta de nuestra lectura en los libros de Jeremías y Ezequiel.  Por muchos años los tres profetizaron simultáneamente, pero en Daniel parece que estamos en otro mundo: en la estabilidad, el poder y la abundancia de Babilonia, la capital del reino más poderoso de la época.
         Pero no quiere decir que las profecías de Daniel no tengan ninguna aplicación a los exiliados de Judá.  Al contrario, demuestran que su Dios Jehová continúa a reinar aun sobre los reinos más poderosos en todos sus detalles.  Daniel sirve como ventana para dejar que los exiliados miren a Jehová, el mismo Dios que reinó sobre todos los eventos en Israel y Judá en los libros de Reyes y de Crónicas, ahora gobernando en soberanía y gloria aun sobre los reyes paganos que los tenían encorralados en el exilio.  Lejos de desesperarse, deben celebrar el hecho de que conocían mejor que los reyes paganos al Ser que les ha dado poder y autoridad.
         Y es muy importante reconocer que el libro de Daniel, como el resto de la Biblia, se nos dio para glorificar a Jehová.  Al leer las narrativas fascinantes de los primeros 6 capítulos, estamos impresionados por los ejemplos de Daniel y sus compañeros, y queremos parar a admirarlos como ejemplos para nosotros y en especial para los jóvenes de nuestras iglesias de la vida comprometida a Jehová en medio de las influencias paganas del mundo.  Son válidas estas observaciones y aplicaciones pero si paramos en éstas, hemos pasado por encima de lo más importante del libro de Daniel: el testimonio de la gloria de Jehová que gobierna sobre principados y potestades y toda la historia, la gloria del Dios que no encuentra ningún estorbo en manifestar su justicia y su misericordia en toda la tierra.
         Por eso, que nos acordemos de leer el libro de Daniel con el enfoque en la gloria de Jehová más que en la gloria de sus siervos que, en su servicio justo, sabio y fiel, le rindieron todo honor y gloria a Él.
0 Comentarios

Ezequiel 19

23/7/2011

2 Comentarios

 
         En capítulos 21 –22 de su libro, Jeremías dio un resumen profético sobre los reinados de los últimos cuatro reyes de Judá (Joacaz, también llamado Salum; Joacim; Joaquín, también llamado Jeconías o Conías; y Sedequías).  Ahora Ezequiel va a hacer lo mismo y a la vez endechar el linaje del rey David.
         El primer versículo identifica el tema del capítulo para el profeta, pero los oyentes no saben esta información todavía.  Los oyentes empiezan a escuchar en versículo 2 una endecha que se convierte en parábola; hay una leona que: crió sus cachorros, e hizo subir uno de sus cachorros; vino a ser leoncillo, y aprendió a arrebatar la presa (Ezequiel 19:2-3).  Hasta el momento no hay nada extraño… pero el resto del versículo nos debe preocupar: y a devorar hombres (19:3).  ¡Este
leoncillo es un peligro que debe ser exterminado!  Pasó fuera de los límites del orden natural para cazar a seres humanos.
         El próximo versículo nos da la resolución: Y las naciones oyeron de él; fue tomado en la trampa de ellas (19:4).  En este momento los oyentes se tranquilizan y dejan escapar de los labios un ¡gracias a Dios!... cuando de repente el profeta les sorprende con el resto de la frase: Y lo llevaron con grillos a la tierra de Egipto
(19:4).
         ¿¡Lo llevaron con grillos a la tierra de Egipto!?  Todos los exiliados habrán reconocido la referencia a Joacaz, el hijo del amado rey Josías que reinó después de la muerte de su padre por sólo tres meses, el a quien el Faraón Necao llevó cautivo
a Egipto para acabar de allí en adelante la independencia del reino de Judá, el
evento que empezó la época de la vergüenza nacional (2 Reyes 23:31-33; 2
Crónicas 36:1-3; Jeremías 22:10-12).  Pero por la sorpresa de verlo comparado con un leoncillo que devora a hombres, ¡los oyentes se encuentran en la vergüenza de celebrar la captura y el exilio de uno de sus reyes!
         Pero el profeta no pausa: Viendo ella [la leona] que había esperado mucho tiempo, y que se perdía su esperanza (acuérdese de que Jeremías profetizó 22:10-12
precisamente para apagar esta falsa esperanza), tomó otro de sus cachorros, y lo
puso por leoncillo (Ezequiel 19:5).  Irritados ahora, los oyentes escuchan de otro rey peor (posiblemente Joacim, cuya carga tomó Joaquín también brevemente antes de sufrir el exilio en Babilonia; pero Ezequiel probablemente salta por los dos históricamente para hablar del rey contemporáneo y último, Sedequías): Y él andaba entre los leones; se hizo leoncillo, aprendió a arrebatar la presa, devoró hombres.  Saqueó fortalezas, y asoló ciudades; y la tierra fue desolada, y cuanto
había en ella, al estruendo de sus rugidos (Ezequiel 19:6-7).
         Y profetiza el juicio a ese leoncillo descontrolado: Arremetieron contra él las gentes de las provincias de alrededor, y extendieron sobre él su red, y en el foso fue apresado.  Y lo pusieron en una jaula y lo llevaron con cadenas, y lo llevaron al rey de Babilonia; lo pusieron en las fortalezas, para que su voz no se oyese más sobre los montes de Israel (Ezequiel 19:8-9).  Si están de acuerdo con el mensaje o no, los oyentes por lo menos tienen que enfrentar su significado: Jehová ha juzgado a los últimos reyes de Judá y a la sociedad que los produjo por su violencia sin límites; la destrucción venidera de Jerusalén será un acto de justicia para acabar con esos reyes desbordados.  En vez de confiar en ellos, ¡el pueblo de Jehová debe respirar más profundo, agradecido que las naciones se los hayan quitado!  Así el profeta mezcla la ironía y la endecha para despertar a los oyentes a examinar el caminar diario de los líderes en quienes confían.
         De repente el profeta cambia los símbolos: Tu madre fue como una vid en medio de la viña, plantada junto a las aguas, dando fruto y echando vástagos a causa de las muchas aguas (Ezequiel 19:10).  Aquí podemos acordarnos de Ezequiel 15 y el estudio que hicimos de Israel como la vid.  El profeta sigue: Y ella tuvo varas fuertes para cetros de reyes; y se elevó su estatura por encima entre las ramas, y fue vista por causa de su altura y la multitud de sus sarmientos (Ezequiel 19:11).  En el pasado había reyes justos como David y Salomón, Josafat y Ezequías, como el rey Josías a quienes Jehová bendijo: Pero fue arrancada con ira, derribada en tierra, y el viento solano secó su fruto; sus ramas fuertes fueron quebradas y se secaron; las consumió el fuego (Ezequiel 19:12).  Y ahora en referencia al exilio sin rey en la tierra cálida de Babilonia: Y ahora está plantada en el desierto, en tierra de sequedad y de aridez.  Y ha salido fuego de la vara de sus ramas, que ha consumido su fruto, y no ha quedado en ella vara fuerte para cetro de rey.  Endecha es esta, y de endecha servirá (Ezequiel 19:13-14).  Por la injusticia de esos reyes, el pueblo de Jehová ha perdido la tierra prometida y la autoridad para gobernarse a sí mismo.
         Aunque aquí termina Ezequiel 19, no lo podemos dejar sin una observación más: el profeta no refiere a leones, ni a una vid ni a cetros de reyes por accidente.  Sus símbolos y su vocabulario vienen directamente de Génesis 49:8-12 donde Jacob profetizó sobre Judá de forma muy positiva: Judá, te alabarán tus hermanos; tu mano en la cerviz de tus enemigos…  Cachorro de león, Judá; de la presa subiste, hijo mío.  Se encorvó, se echó como león, así como león viejo: ¿quién lo despertará?  No será quitado el cetro de Judá…  Atando a la vid su pollino, y a la cepa el hijo de su asna, lavó en el vino su vestido, y en la sangre de uvas su manto… 
¡El patriarca Jacob, antes de morirse, profetizó con gozo del futuro reinado seguro y de la prosperidad de Judá!  Pero más de mil años e innumerables pecados después, al llegar al fin de generaciones que se han endurecido contra la palabra de Dios, Ezequiel toma los mismos símbolos de prosperidad utilizados por Jacob y los convierte en una profecía del juicio divino, de la pérdida de gobierno, de endecha.
         Debemos pausar y reflexionar con mucha atención al reconocer que Jehová cambió los mismos símbolos proféticos entre Génesis 49 y Ezequiel 19: una profecía para bendición y prosperidad no quiere decir que Jehová va a tolerar el pecado, la
infidelidad, la violencia y la falta de atención a su palabra.  En cambio, el Señor puede quitar el candelero de la iglesia que no se arrepiente (Apocalipsis 2:5); puede condenar al justo que se ha apartado de su justicia (Ezequiel 18:24-26).  Por Ezequiel 19 vemos que la inatención al arrepentimiento puede convertir las
profecías positivas a profecías de condenación.
2 Comentarios

    Autor

    Rev. Ken Kytle, pastor de la Iglesia bautista La fe en Cristo cerca de Atlanta, Georgia, EEUU.

    Archivos

    Abril 2014
    Enero 2014
    Noviembre 2013
    Abril 2013
    Marzo 2013
    Enero 2013
    Diciembre 2012
    Noviembre 2012
    Septiembre 2012
    Agosto 2012
    Julio 2012
    Junio 2012
    Mayo 2012
    Abril 2012
    Marzo 2012
    Febrero 2012
    Enero 2012
    Diciembre 2011
    Noviembre 2011
    Octubre 2011
    Septiembre 2011
    Agosto 2011
    Julio 2011

    Categorías

    Todo
    1 Corintios
    1 Crónicas
    1 Juan
    1 Reyes
    1 Samuel
    1 Tesalonicenses
    1 Timoteo
    20 Unidades
    2 Corintios
    2 Crónicas
    2 Pedro
    2 Reyes
    2 Samuel
    2 Tesalonicenses
    2 Timoteo
    Abdías
    Amós
    Apocalipsis
    Colosenses
    Daniel
    Deuteronomio
    Efesios
    Esdras
    Ester
    Éxodo
    Ezequiel
    Filemón
    Filipenses
    Gálatas
    General
    Génesis
    Habacuc
    Hageo
    Hebreos
    Hechos
    Isaías
    Jeremías
    Job
    Joel
    Jonás
    Josué
    Juan
    Jueces
    Lamentaciones
    Levítico
    Lucas
    Malaquías
    Marcos
    Mateo
    Miqueas
    Nahum
    Nehemias
    Números
    Oseas
    Proverbios
    Romanos
    Rut
    Salmos
    Santiago
    Sofonías
    Tito
    Zacarías

    Canal RSS

Con tecnología de Crea tu propio sitio web con las plantillas personalizables.