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Salmos 1 - 2

2/12/2011

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         Salmos 1 y 2 sirven como dos puertas de entrada a todo el libro de los Salmos.
         (Hay 6 videos que explican el significado de Salmo 1 versículo por versículo – haga clic aquí si desea verlos.  ¡Prometo no repetir esa información ahora!)
         Note que como entrada al libro de los Salmos, Salmo 1 nos declara la importancia de no leer los salmos aparte del trasfondo de toda la Biblia.  Los lectores tenemos que encontrar nuestro deleite, nuestra delicia, en toda la ley de Jehová.  Si leemos únicamente los salmos en la Biblia, aunque con buenos motivos como para encontrar consuelo o consolación, los primeros versículos de Salmo 1 nos demuestran cuán lejos estamos del conocimiento de Dios: Bienaventurado el varón que… en la ley de Jehová está su delicia (Salmo 1:1-2), una referencia a los primeros cinco libros de la Biblia (Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio).  La ley de Jehová es la base para entender todos los salmos.  Fueron escritos por hombres que se deleitaban en la ley; sirven de consuelo, consolación y mucho más a los que conocen su palabra y la obedecen.  Al leer los salmos, que no nos olvidemos esta puerta de entrada.
         Salmo 2 nos señala la importancia del Ungido de Jehová en los salmos que siguen.  El Ungido, llamado el Mesías en el hebreo o el Cristo en el griego, refiere a uno que es ungido con aceite para demostrar que es puesto aparte por Jehová, su instrumento escogido para sus fines de la redención y la salvación de su pueblo, escogido para reinar y gobernar en justicia (lea 1 Samuel 16:1-13 para ver un ejemplo histórico).  Históricamente este título refería al rey David o su descendiente que reinaba sobre el trono de Judea en Jerusalén, pero el significado profético de muchos versículos sobre el Ungido nos dirigen a un Ser mucho más grande y glorioso que el rey David, a su descendiente físico que a la vez es desde la eternidad, a Jesucristo.
         Por ejemplo, en los primeros versículos de Salmo 2 leemos sobre una rebelión contra Jehová y su ungido: ¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas?  Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas (Salmo 2:1-3).  El resto del salmo canta del rechazo de los rebeldes por Jehová, su reafirmación de su ungido y la advertencia a los reyes que lo amen con temor.
         Note que en Hechos 4, los discípulos de Jesucristo entienden estos versículos como una profecía sobre Jesucristo.  En oración dicen: Por la boca de David tu siervo dijiste: ¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas?  Se reunieron los reyes de la tierra, y los príncipes se juntaron en uno contra el Señor, y contra su Cristo.  Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera (Hechos 4:25-28).  Según ellos, el rey David no era el tema del salmo tanto como el medio de comunicación para profetizar de Jesucristo, el Ungido por excelencia, de cómo fue rechazado por los líderes judíos y gentiles que lo crucificaron, y de la vindicación del Ungido cuando el Padre lo resucitó.
         Por eso, si el Salmo 1 nos indica la importancia de leer los salmos con atención a toda la ley de Jehová, el Salmo 2 subraya la importancia de leerlos en sumisión y alabanza al Ungido de Jehová, en sumisión y alabanza a Jesucristo.  Si nos deleitamos en la palabra de Dios y nos sometemos a su Cristo, estamos listos para entrar en el libro de los Salmos.
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Hechos 19 - 20

11/10/2011

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         En estos capítulos sobre la fundación de la iglesia en Éfeso, encontramos uno de los discursos más bellos sobre la obra de un pastor del rebaño del Señor.  Acuérdese de que lo que leímos sobre este tema en Ezequiel 34, Juan 10 y el famoso Salmo 23.  Ahora el apóstol Pablo da testimonio del mismo en su obra en pastorear la nueva iglesia en Éfeso.  Note las siguientes características:
         Su constancia: Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo, desde el primer día que entré en Asia (Hechos 20:18).
         Su reconocimiento de que él no es dueño de la iglesia, sino que la iglesia pertenece al Señor: Sirviendo al Señor con toda humildad (Hechos 20:19).  Mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos (Hechos 20:28).  Mirad por vosotros, y por todo el rebaño… para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre (Hechos 20:28).
         Su compromiso completo de predicar y enseñar toda la palabra de Dios con énfasis en el arrepentimiento y la fe en Jesucristo: Nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros (Hechos 20:20); testificando… acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo (Hechos 20:21).  De ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios (Hechos 20:24).  Yo os protesto en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de todos; porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios (Hechos 20:26-27).
         Su compromiso de predicar y enseñarla en cualquier lugar y a cualquier persona: Públicamente y por las casas, testificando a judíos y a gentiles (Hechos 20:20-21).
         Su compromiso de predicarla a pesar de los sufrimientos personales: Pruebas que me han venido por las asechanzas de los judíos (Hechos 20:18); me esperan prisiones y tribulaciones (Hechos 20:23); sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño.  Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos (Hechos 20:29-30).
         Su seguridad en el poder de Dios y su palabra: Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados (Hechos 20:32).
         Su deseo de dejar un ejemplo intachable a los hermanos de la iglesia: Vosotros sabéis como me he comportado (Hechos 20:18).  Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar (Hechos 20:31).  Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos me han servido (Hechos 20:34).  En todo os he enseñado que, trabajando así… (Hechos 20:35)
         Su inversión personal y emocional en el rebaño: Sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas (Hechos 20:18).  No he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno (Hechos 20:31).  Entonces hubo gran llanto de todos; y echándose al cuello de Pablo, le besaban, doliéndose en gran manera por la palabra que dijo, de que no verían más su rostro (Hechos 20:37-38).
         Su ministerio sin deseo de enriquecerse: Ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado.  Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos me han servido (Hechos 20:33-34).
         Su atención a los pobres: En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir (Hechos 20:35).
         Su seguridad en el Dios que escucha y responde a la oración: Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios (Hechos 20:32).  Cuando hubo dicho estas cosas, se puso de rodillas, y oró con todos ellos (Hechos 20:36).
         Hermano pastor, ponga al lado por unos días el libro recién publicado del pastor de una mega-iglesia que le cuenta cómo tener el éxito numeroso y material en su ministerio.  Lea y medite unos días primero en Hechos 20:17-38, y luego vuelva a leer el otro.  Fíjese bien en las diferencias entre las prioridades, y luego decida qué patrón ministerial va a seguir.  Espero que las palabras de nuestro Señor le hablen más claramente que las de cualquier pastor celebrado por el mundo.
         Hermanos del rebaño, oren por favor por sus pastores y por mí, que cada una de estas características resalten en nuestros ministerios, que nunca jamás perdamos la pasión por tener un ministerio aprobado por el Señor.
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Hechos 11 - 14

11/10/2011

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         Después de pasar varios capítulos del libro de Hechos con el enfoque geográfico en Jerusalén y sus alrededores, nos debe impactar la extensión de la iglesia a las regiones de los gentiles.  De hecho, nuestra lectura de gran parte del Antiguo Testamento y todo el Nuevo Testamento hasta este punto está centrada en la región geográfica de la tierra prometida, de Jerusalén y sus alrededores.  Aun cuando se hizo referencia a otras naciones, la perspectiva siempre estaba arraigada firmemente en Jerusalén.  De repente aparece una iglesia numerosa en Antioquía, una ciudad grande e importante para los gentiles pero no para los judíos; una ciudad sin la historia espiritual de Jerusalén, sin la rica herencia de sus promesas y sus profecías, sin el templo, una ciudad donde Jesucristo nunca había caminado.  ¿De veras será aceptable al Señor esta iglesia plantada en tierra ajena?
         Hechos 11 prepara el lugar por la clara respuesta de que sí, la obra del Espíritu entre los gentiles es válida.  Después de que Pedro repasa los detalles de la conversión de Cornelio, pregunta: Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?  Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida! (Hechos 11:17-18)  No es por accidente que dice las palabras “Dios” o “Señor” cinco veces en sólo dos versículos.  Que no haya duda de que la extensión del evangelio a los gentiles y esta nueva iglesia es la obra de él.
         Todavía el libro de Hechos nos va a informar de la iglesia en Jerusalén, pero note que la atención relativa que le ponen los capítulos siguientes empieza a disminuir.  Seguimos los viajes de Pablo a más ciudades de los gentiles donde se revela que el poder del Espíritu Santo no encuentra restricciones geográficas.  Aun en una ciudad entregada al paganismo como Corinto, Jesucristo le va a aparecer a Pablo en una visión de noche para decir: No temas, sino habla, y no calles; porque estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad (Hechos 18:9-10).  Esta desubicación geográfica es parte del plan del Señor que les había mandado a sus discípulos: Me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra (Hechos 1:8).
         Muchos anhelamos la seguridad geográfica.  Encontramos un lugar que llamamos “hogar”, nos establecemos, lo embellecemos y eventualmente nos identificamos tanto con esas paredes que difícilmente pensamos vivir en otra parte.  No es malo el deseo por la seguridad geográfica: acuérdese que muchas de las promesas de Dios se tratan de plantar a su pueblo en un lugar geográfico estable.  Pero nuestro anhelo aún más básico y profundo es una ciudad mejor, celestial: la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios (Hebreos 11:10, 16).  Allá los cristianos tenemos nuestra verdadera ciudadanía (Filipenses 3:20).  Por eso, nuestra desubicación geográfica, aunque incómoda, no nos desespera, porque puede ser parte del plan de Dios para que testifiquemos de nuestro Señor Jesucristo, aún a lo último de la tierra.
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Hechos 8 - 10

2/10/2011

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         Después de las amenazas y las muertes de capítulos 5 – 7, las noticias de la expansión del evangelio son aún más llamativas.  Por la gran persecución en Jerusalén: Todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y Samaria, salvo los apóstoles…  Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio (Hechos 8:1, 4).  La persecución que causó gran sufrimiento a la vez fue el medio de la difusión del evangelio.
         Por eso el evangelio se extiende de Jerusalén y Judea y entra muchas poblaciones de los samaritanos (Hechos 8:4-25).  Un funcionario etíope recibe el evangelio mientras vuelve de Jerusalén a su tierra de origen; significa que el evangelio se extiende hasta los fines del mundo (Hechos 8:26-39).  Saulo, el que se apresuró para perseguir a la iglesia hasta a las sinagogas de Damasco, se arrepiente y se convierte al Señor Jesús que anuncia: Instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles (Hechos 9:15).  Y en el primer paso de la conversión de los gentiles al evangelio, Pedro anuncia el evangelio a Cornelio y sus invitados.  Reciben la salvación por medio de la fe y el Espíritu Santo igual como los primeros creyentes judíos (Hechos 10).  En estos capítulos el evangelio se extiende sorprendente y poderosamente.  Rompe barreras, aun convirtiendo a sus perseguidores y entrando el mundo gentil.
         Por eso hoy en las iglesias cristianas lamentamos la persecución y las tribulaciones, pero no nos desesperamos.  Reconocemos que el Espíritu Santo y el evangelio son más poderosos que nuestros perseguidores y que Dios en su gracia puede convertir al corazón más endurecido por nuestro testimonio.  Reconocemos que ninguna persecución puede apagar por completo el evangelio; en cambio, puede estimular a que crezca más.
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Hechos 1 - 4

28/9/2011

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¡Qué diferencia hace el Espíritu Santo!
         Los mismos discípulos estaban confundidos tantas veces por las palabras de Jesús pero ahora, llenos del Espíritu, entienden su significado y las predican en voz alta.  Los que antes discutían constantemente sobre quién entre ellos fuera mayor, ahora con el Espíritu viven y ministran en unanimidad.  Los que huyeron la noche del arresto de Jesús, ahora por el Espíritu se reúnen abiertamente en el templo y proclaman a los demás que necesitan arrepentirse y ser bautizados en su nombre.  El Espíritu les ha dado sabiduría, amor y denuedo en abundancia para predicar y ministrar la palabra.
         Entre las obras impresionantes del Espíritu en estos capítulos es la transformación de Pedro.  Hace unos pocos meses que negó a Jesús tres veces; ahora empoderado por el Espíritu se presenta delante de los mismos que lo mandaron a ser crucificado y les dice con denuedo: Sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano.  Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo.  Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos (Hechos 4:10-12).
         Que nosotros no sólo nos quedemos maravillados por la transformación que obró el Espíritu Santo en los discípulos.  Que oigamos también el mensaje que el Espíritu nos predica hoy por medio de ellos: En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos (Hechos 4:12).  ¿Reconoce usted lo que el Espíritu predica, que únicamente en Jesucristo es su salvación?
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    Autor

    Rev. Ken Kytle, pastor de la Iglesia bautista La fe en Cristo cerca de Atlanta, Georgia, EEUU.

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