Por eso un tema repetido en la resurrección de Jesucristo en Lucas 24 es su confirmación en la palabra profética. El nuevo creyente no es testigo de vista de la resurrección de Jesucristo, pero su fe puede descansar segura en tres testimonios: el de Jesús, el de sus discípulos y el de la Sagrada Escritura.
Primero, el testimonio de Jesús convence a las mujeres que llegaron a la tumba aun antes de que vieran a Jesús: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea, diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día (Lucas 24:5-7). La reacción del nuevo creyente debe concordar con la de las mujeres: Entonces ellas se acordaron de sus palabras (Lucas 24:8), y salieron convencidas de que el significado de la tumba vacía era que Jesús había resucitado.
Segundo, hay el testimonio de sus discípulos: Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles (Lucas 24:10). Levantándose Pedro, corrió al sepulcro; y cuando miró dentro, vio los lienzos solos, y se fue a casa maravillándose de lo que había sucedido (Lucas 24:12). Levantándose en la misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos, que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón. Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan (Lucas 24:33-35). Así fue necesario… que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas cosas (Lucas 24:46, 47-48).
Tercero, el testimonio más significativo es de Dios mismo por su Sagrada Escritura: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían (Lucas 24:25-27). Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras (Lucas 24:44-45).
Hoy estamos en la misma situación que Teófilo. No somos testigos de vista de la resurrección de Jesucristo. Entonces, ¿en qué descansa nuestra fe? ¿Por qué creemos que resucitó de los muertos? Nos hablan el testimonio de Jesús, el testimonio de sus discípulos y el testimonio de Dios por la ley de Moisés, los profetas y los salmos (lo que nosotros llamamos el Antiguo Testamento). Los tres testifican que su resurrección ocurrió. Y como veremos pronto en el libro de Hechos, las cartas del Nuevo Testamento y el libro de Apocalipsis, su resurrección lleva grandes consecuencias no sólo en nuestra relación con Dios, sino con la relación de todo el universo con él.