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Mateo 21 - 23

1/9/2011

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         Los próximos capítulos de Mateo son sumamente impresionantes, especialmente cuando los leemos con el Antiguo Testamento como trasfondo.
         Acuérdese de todo lo que leímos sobre la ciudad de Jerusalén y el templo este año, desde que fue establecida la ciudad en 2 Samuel 5:4-7 y fue construido el templo en 1 Reyes 6 – 8.
         Acuérdese de su importancia en los salmos como el Salmo 48, que retrata Jerusalén como el lugar donde Jehová reina en esplendor y justicia.
         Acuérdese de su centralidad en toda la historia del reino de Judá.
         Acuérdese de todas las profecías en Jeremías y Ezequiel sobre la primera destrucción de Jerusalén y el templo y su restablecimiento en Hageo, Zacarías, Esdras y Nehemías.
         Jerusalén y el templo forman un eje narrativo, histórico y espiritual de toda la Biblia.  Y ahora en Mateo 21, ¡el Hijo de Dios mismo, el Cristo, el descendiente prometido del rey David entra Jerusalén y el templo para reinar!
         Entra de acuerdo con la profecía de Zacarías 9:9 que leímos hace una semana y media: Decid a la hija de Sion: He aquí, tu Rey viene a ti, manso, y sentado sobre una asna, sobre un pollino, hijo de animal de carga (Mateo 21:5).  Pero su “coronación” se vuelve escandalosa.  Una gran parte de la población de Jerusalén no sabe quién es (Mateo 21:10); la otra parte lo reconoce como profeta solamente, pero no como rey (Mateo 21:11).  Entra el templo para encontrar que los intereses económicos han superado a los espirituales; entonces, establece su justicia por echar a los mercaderes y su mercancía (Mateo 21:12-13).  En una manifestación de misericordia incomparable con toda la historia del templo, ¡recibe a los ciegos y los cojos, y los sana (Mateo 21:14)!  Recibe la alabanza de los niños, pero los líderes del templo, los que deben dirigir al pueblo a reconocer la gloria del Hijo de David, en cambio se indignan contra él (Mateo 21:15-16).  Por una parte Mateo 21:17 parece un detalle geográfico: Y dejándolos, salió fuera de la ciudad a Betania, y posó allí.  Pero por otra, vemos el escándalo en que el Rey prometido de justicia y misericordia ni tiene lugar en Jerusalén donde recostar la cabeza.
         De allí viene el juicio.  Jesús condena la higuera, una acción simbólica de su condenación de Jerusalén (Mateo 21:18-19).  Los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo lo demandan: ¿Con qué autoridad haces estas cosas?  ¿Y quién te dio esta autoridad? (Mateo 21:23)  Y de esta demanda brotan 2 capítulos y medio del juicio divino por el rechazo violento al Rey ungido de Dios y la hipocresía con que los líderes sostienen la apariencia de una relación verdadera con él.
         Mateo 21 – 23 son capítulos escandalosos por el rechazo del Cristo (Ungido) de Dios.  Que nos sintamos el escándalo de estos capítulos, pero que a la vez reconozcamos nuestra culpa.  Había una época (o tal vez, ¡vivimos ahora esta época!) cuando no lo reconocimos como Rey tampoco, cuando lo ignoramos, cuando no hicimos caso de su gloria, cuando preferimos acumular más tesoros materiales que adorarlo, cuando nos indignamos por la obligación de alabarlo.  Tenemos que admitir que por lo menos por una parte de nuestras vidas, si hubiéramos vivido en esa época, habríamos encontrado más en común con los moradores de Jerusalén y sus líderes que con los discípulos de Jesús.
         Y a la vez que reconocemos nuestra culpa en estos capítulos, ¡que reconozcamos aquí nuestra salvación también!  Todos estos eventos escandalosos van completamente de acuerdo con el plan establecido por Dios por nuestra salvación (Mateo 20:17-19, 28; Hechos 4:27-28).  Todos nosotros descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros (Isaías 53:6).
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Zacarías 9 - 11

24/8/2011

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         Mientras lee Zacarías 9 – 11, note el contraste entre el verdadero Rey de Israel en capítulo 9 y los pastores malos en capítulo 11.  La profecía sobre el primero es cumplido en Cristo Jesús (Zacarías 9:9; Mateo 21:5; Juan 12:12-16).  Note que Zacarías lo describe como justo y salvador, humilde, no entrando con las muestras del poder militar sino con todo lo contrario, con la evidencia de paz y mansedumbre.  Pero eso no quiere decir que no tiene poder.  Al contrario: Y de Efraín destruiré los carros, y los caballos de Jerusalén, y los arcos de guerra serán quebrados; y hablará paz a las naciones, y su señorío será de mar a mar, y desde el río hasta los fines de la tierra (Zacarías 9:10).  Reinará en justicia y paz sobre una extensión más grande que la de Salomón… ¡sin conquista militar!
         En cambio, los hombres de integridad que gobernaban en el principio del ministerio de Zacarías, hombres como Josué el sumo sacerdote y Zorobabel el gobernador, han pasado del escenario y son reemplazados por pastores de otra índole.  En vez de la justicia, la paz y la salvación del Rey que viene, estos pastores buscan en la religión una fuente de ganancias y en los humildes, siervos que los apoyan: Apacienta las ovejas de la matanza, a las cuales matan sus compradores, y no se tienen por culpables; y el que las vende, dice: Bendito sea Jehová, porque he enriquecido; ni sus pastores tienen piedad de ellas (Zacarías 11:4-5).  Y los judíos que vinieron del exilio para reedificar a Jerusalén escuchan las noticias horribles: la tierra será asolada otra vez; se quebrará la gracia y la hermandad (Ataduras) en Israel; estarán bajo un pastor insensato e inútil en vez del Rey de paz.
         Estas noticias deben ser de desesperación para los judíos de la época de Zacarías… y para nosotros también.  ¿El exilio en Babilonia no fue suficiente para disciplinar al pueblo de Jehová a la justicia?  ¿Ni en el remanente que repobló Jerusalén había suficiente de justicia y obediencia para cumplir la ley de Jehová?  ¿Hasta cuándo no será propiciada la ira justa de Jehová Dios contra ellos?
         Es como si todo el pueblo pudiera decir de acuerdo con el apóstol Pablo: ¡Miserable de mí!  ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? (Romanos 7:24)  Gloria a Dios por la profecía de Zacarías 9:9-10 y la respuesta a la pregunta de Pablo en Romanos 7:25: Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro.
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Zacarías 7 - 8

24/8/2011

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         ¿Alguna vez ha hecho una pregunta breve, esperando información específica, sólo para encontrar que alguien le da una respuesta mucho más larga y detallada que lo que esperaba?
         Así pasa en Zacarías 7 – 8 cuando unos representativos mandados por el pueblo de Bet-el les pregunta a los sacerdotes en Jerusalén sobre el ayuno: ¿Lloraremos en el mes quinto?  ¿Haremos abstinencia como hemos hecho ya algunos años? (Zacarías 7:3)  Probablemente buscaron una respuesta simple de “sí” o “no” con una razón breve, pero la respuesta de Zacarías llena dos capítulos.  Pero lejos de fastidiarse por la extensión de la respuesta, los representativos deben celebrarla, porque manifiesta la atención íntima y cuidadosa que tiene Jehová por sus almas.
         La respuesta de Jehová les dirige a los representativos de Bet-el a la verdadera religión.  Los ritos religiosos sin misericordia a los necesitados no tienen valor delante de Jehová (Zacarías 7:9-10).  Ellos deben haber aprendido por el castigo dado a sus padres que la pregunta correcta no es: ¿guardaremos nuestro ayuno tradicional? sino ¿está en evidencia la misericordia en nuestras relaciones con los necesitados? (Zacarías 7:7-14)
         Pero en vez de simplemente reprenderles por la pregunta, Jehová les responde por su gracia abundante.  Les da un mensaje del celo de Jehová por Jerusalén y la seguridad con que la va a bendecir: Como pensé haceros mal cuando vuestros padres me provocaron a ira, dice Jehová de los ejércitos, y no me arrepentí, así al contrario he pensado hacer bien a Jerusalén y a la casa de Judá en estos días; no temáis (Zacarías 8:14-15).  Por eso van a tratar a sus hermanos con misericordia, y verán sus días de ayuno y luto convertidos en celebración, su poca influencia convertida en justicia a las naciones.
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Zacarías 1 - 6

22/8/2011

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         En medio de las profecías de Hageo, entre sus profecías de 2:1-9 y 2:10-23, Jehová levanta a otro profeta para animar a su pueblo.  Por Zacarías les anima a los judíos a continuar en el arrepentimiento: Volveos a mí, dice Jehová de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros (Zacarías 1:3).
         Unos tres meses después, Jehová confirma que ha vuelto a su pueblo arrepentido.  Por ocho visiones que le da a Zacarías en una sola noche, las visiones que tenemos descritas en 1:7 – 6:15, Jehová confirma su gracia con su pueblo.  En la primera, declara su celo por Jerusalén (1:14); en la segunda, quita las fuerzas con que sus enemigos los atacaron antes (1:21).  En la tercera, promete que la reconstrucción de Jerusalén vaya a ser más gloriosa que lo que podían imaginar (Zacarías 2).  En la cuarta, purifica por su gracia al sacerdocio y culto contaminados por el pecado (Zacarías 3); en la quinta, confirma su presencia con el gobernador Zorobabel (Zacarías 4).  En la sexta hace notable su justicia (Zacarías 5:1-4); en la séptima, su gracia por quitar la Maldad de Jerusalén y por ponerla en exilio en Babilonia (Zacarías 5:5-11).  Y en la última, demuestra su soberanía sobre las naciones (Zacarías 6:1-8) y prepara lugar por Uno llamado el Renuevo, representado en esa época por el sumo sacerdote Josué pero que en realidad es superior a Josué, Uno que unirá las funciones de rey y sacerdote (dos puestos separados por toda la historia del Antiguo Testamento – los reyes eran de la tribu de Judá y la casa de David; los sacerdotes de la tribu de Leví y la casa de Aarón.  No se los pudo juntar por genealogía; veremos a quién los junta y cómo lo hace en Hebreos del Nuevo Testamento).
         Por estas visiones, Jehová revela que nada puede estorbar su gracia.  Está decidido a manifestarla a los suyos, y no encontrará estorbo ni en la disciplina por los pecados pasados, ni en los recursos limitados, ni en el poder de los enemigos, ni en el pecado, ni en la maldad.  Nada puede parar la gracia de nuestro Dios.
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    Autor

    Rev. Ken Kytle, pastor de la Iglesia bautista La fe en Cristo cerca de Atlanta, Georgia, EEUU.

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