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Números 34 - 36

24/2/2012

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         Números 34 – 36 continúa la preparación de los israelitas para entrar la tierra prometida.  Identifica las fronteras de la tierra, nombra una nueva generación de líderes de las tribus, describe las ciudades que serán dadas a los levitas y resuelve una confusión geográfica posible por las leyes sobre la herencia dada a las hijas de Zelofehad en Números 27:1-11.  Pero note que es mucho más que una lista de quehaceres finales antes de entrar la tierra prometida.  Prepara lugar para un nuevo concepto del espacio que va a apoyar el resto de nuestra lectura del Antiguo Testamento.
         Acuérdese de la organización de los israelitas hasta Números 10: eran organizados por tribus alrededor del tabernáculo, en tiendas y preparados para el movimiento.  El tabernáculo estableció no sólo su centro espiritual sino su centro geográfico también.  No importaba si estaban en el terreno de Sinaí, de Horma o de los campos de Moab; todas tribus tenían su lugar indicado en relación con el tabernáculo.  Números 33 puso fin a esa época.  Desde ese momento, las tribus van a centrarse por la tierra prometida misma.  El tabernáculo va a continuar como su centro espiritual, pero su centro geográfico se ha transferido al espacio designado en Números 34:1-15.
         Por eso es tan esencial que los israelitas entiendan lo siguiente:
         1.  La tierra es dada por Jehová: Yo os la he dado para que sea vuestra propiedad (Números 33:53).  Igual como temían y guardaban la santidad de Jehová en el tabernáculo en el desierto, van a temer y guardar su santidad en la tierra.
         2.  Por eso, hay que quitar toda inmundicia de la tierra: Echaréis de delante de vosotros a todos los moradores del país, y destruiréis todos sus ídolos de piedra, y todas sus imágenes de fundición, y destruiréis todos sus lugares altos; y echaréis a los moradores de la tierra, y habitaréis en ella (Números 33:52-53).
         3.  Habrá consecuencias graves si no temen la santidad de Jehová en la tierra: Y si no echaréis a los moradores del país de delante de vosotros, sucederá que los que dejareis de ellos serán por aguijones en vuestros ojos y por espinas en vuestros costados, y os afligirán sobre la tierra en que vosotros habitareis.  Además, haré a vosotros como yo pensé hacerles a ellos (Números 33:55-56).
         4.  Jehová les pone las fronteras de la tierra prometida; no serán determinadas sólo por su capacidad de conquistarla o no: Esta será vuestra tierra por sus límites alrededor (Números 34:12).
         5.  Jehová va a determinar la morada de las tribus en la tierra: Mandó Moisés a los hijos de Israel, diciendo: Esta es la tierra que se os repartirá en heredades por sorteo, que mandó Jehová que diese a las nueve tribus, y a la media tribu (Números 34:13).
         6.  Jehová aún va a escoger a los líderes que recibirán la repartición de tierras (Números 34:16-29).
         7.  Aún la lista de las tribus en Números 34:16-29 refleja esta nueva realidad.  No está en el orden de ninguna otra lista de las tribus que hemos visto hasta este punto, pero sí caen generalmente en el orden de su ubicación futura en la tierra prometida, del sur al norte (si se cambian los lugares de Manasés y Efraín).
         Note también que los levitas no sólo van a morar cerca al tabernáculo como antes sino que según Números 35:1-8, serán esparcidos por toda la tierra prometida.  Igual como guardaban la santidad del tabernáculo, ahora van a guardar la santidad de la tierra.  Por eso habla de las ciudades de refugio junto con las ciudades de los levitas – son instrucciones para guardar la santidad de la tierra: No contaminaréis, pues, la tierra donde habitáis, en medio de la cual yo habito; porque yo Jehová habito en medio de los hijos de Israel (Números 35:34).  La santidad de Jehová no sólo se asocia con el tabernáculo y el pueblo sino con la tierra misma donde los israelitas van a morar.
         Por la integridad de las tribus en la tierra, les urge resolver el problema posible de la heredad de las hijas de Zelofehad.  Cuando anduvieron en el desierto, una familia de la tribu de Rubén no pudo mover su tienda para acompañar a las familias de Neftalí; una de Efraín no pudo desasociarse con su tribu para ponerse en frente con los de Judá.  Todos tenían que establecerse geográficamente según su tribu y someterse a las autoridades que les correspondían para su protección.  Pero si una mujer recibe una heredad y se casa con alguien de otra tribu, su heredad pasaría a él… y pertenecería a la tribu del esposo.  En vez de una integridad geográfica por tribu, en unas generaciones toda la tierra sería un rompecabezas de alianzas a tribus diferentes, una pesadilla administrativa que cambiaría y se empeoraría con cada generación.  Por eso manda que la mujer que recibe una heredad se case con alguien de su tribu, y: Como Jehová mandó a Moisés, así hicieron las hijas de Zelofehad (Números 36:10).
         Así que al cerrar el libro de Números con la lectura de hoy, abrimos un nuevo capítulo en nuestro entendimiento del pueblo de Israel y su espacio sagrado que sirve de fundación por el resto de nuestras lecturas del Antiguo Testamento.
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Números 31 - 33

23/2/2012

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         Números 31 cumple el mandamiento que declaró Jehová antes del segundo censo: Hostigad a los madianitas, y heridlos, por cuanto ellos os afligieron a vosotros con sus ardides con que os han engañado en lo tocante a Baal-peor, y en lo tocante a Cozbi hija del príncipe de Madián, su hermana, la cual fue muerta el día de la mortandad por causa de Baal-peor (Números 25:17-18).  Pero la batalla es mucho más que la venganza por el engaño a la idolatría que causó la muerte de 24.000 israelitas.  En Números 31 por primera vez leemos en detalle que la guerra es un rito, un acto santo mandado por Jehová y cumplido en obediencia igual como la presentación de las ofrendas o las leyes para la purificación del pueblo.
         Note las siguientes observaciones muy diferentes del pensamiento sobre la guerra entre naciones hoy:
         1.  Como vimos arriba, la decisión de batallar contra Madián no fue por consultación entre los líderes israelitas sino por mandamiento de Jehová.
         2.  Llevan los vasos del santuario en batalla: representan la Presencia de Jehová con ellos.
         3.  Tratan a los madianitas igual como manda Jehová en el libro de Deuteronomio por la guerra contra la gente no-cananea: Luego que Jehová tu Dios la entregue en tu mano, herirás a todo varón suyo a filo de espada.  Solamente las mujeres y los niños, y los animales, y todo lo que haya en la ciudad, todo botín tomarás para ti; y comerás del botín de tus enemigos, los cuales Jehová tu Dios te entregó (Deuteronomio 20:13-14).  Pero Moisés se enoja contra los líderes porque dejaron vivas las mujeres, la causa del pecado de Baal-peor, y los varones entre los niños que dejarían la posibilidad de levantar una rebelión contra Israel en el futuro; por eso manda que los maten.
         4.  Números 31 pasa mucho más tiempo en describir el trato de los cautivos, la purificación de los soldados y la asimilación del botín que en narrar la batalla misma.  Como la batalla es un acto ritual y sagrado, todas esas acciones tienen la posibilidad de contaminar a toda la nación si no las cumplen de acuerdo con la ley.
         5.  Acuérdese que cuando estudiamos el dinero de la expiación en Éxodo 30:11-16, vimos que los israelitas se quedaban culpables al ser empadronados, y por eso cada uno pagaba una ofrenda de un metal precioso para hacer expiación por sus personas.  Vemos lo mismo acá en Números 31:49-50.  Cuentan el número de todos los soldados después de la batalla y encuentran el milagro que ninguno murió.  Y como fueron contados, pagan el precio de la expiación: Por lo cual hemos ofrecido a Jehová ofrenda, cada uno de lo que ha hallado, alhajas de oro, brazaletes, manillas, anillos, zarcillos y cadenas, para hacer expiación por nuestras almas delante de Jehová (Números 31:50).
         Toda la conquista de Canaán va a ser una guerra santa, pero en Números 32 parece que dos de las tribus no desean participar.  Las tribus de Rubén y Gad desean poblar la tierra al este del río Jordán, fuera de la tierra prometida, porque Israel la ganó al derrotar Sihón y Og y porque es buena para el ganado.  Por la petición: No nos hagas pasar el Jordán (Números 32:5), Moisés entiende una rebelión igual que la de la generación previa en Números 14; los reprende y los reprocha por desobediencia y por desanimar a sus hermanos.  Pero llegan al acuerdo de acompañar a sus hermanos en la conquista de la tierra prometida, dejando a sus familias en ciudades fortificadas mientras tanto.  Acuérdese de esta sospecha contra las tribus al este del río Jordán; parece que hasta cierto punto continúa bajo la superficie hasta surgir otra vez en Josué 22.
         Números 33 mira hacia atrás para recordar la fidelidad de Jehová desde la redención de Israel la noche de la Pascua, por todo el viaje en el desierto hasta el tiempo presente.  Menciona lugares de milagros y formación como Mara (“Amarga”; Éxodo 15:22-26) y Sinaí; menciona lugares de vergüenza como Kibrot-hataava (“Tumbas de codicia”; Números 11:4-35) y Hazerot (donde Aarón y Miriam rebelaron contra Moisés; Números 12); menciona eventos impactantes como la muerte de Aarón y el primer contacto con los cananeos, con el rey de Arad.  Y el propósito en acordarse del pasado es animar al pueblo a mirar hacia el futuro: Echaréis a los moradores de la tierra, y habitaréis en ella; porque yo os la he dado para que sea vuestra propiedad…  Y si no echaréis a los moradores del país de delante de vosotros, sucederá que los que dejareis de ellos serán por aguijones en vuestros ojos y por espinas en vuestros costados, y os afligirán sobre la tierra en que vosotros habitareis.  Además, haré a vosotros como yo pensé hacerles a ellos (Números 33:53, 55-56).
         Así que la guerra santa que cumplieron contra Madián es sólo el primer paso de todo lo que van a hacer en la tierra prometida.  Les da a los israelitas el ejemplo que deben seguir, unidas todas las tribus en obediencia a Jehová.
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Números 28 - 30

22/2/2012

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         Números 28 – 30 continúa la preparación de los israelitas para entrar la tierra prometida, centrando la vida diaria nacional y todo su calendario en Jehová.
         Estos capítulos son importantes también porque les hace recordar a los israelitas las fiestas descritas en Levítico 23 y 25, muchas de las cuales nunca han celebrado porque dependen de su morada en la tierra prometida.  Al volver a presentárselas ahora, Jehová le confirma a la nueva generación que pronto se cumplirá su promesa sobre la tierra prometida.
         Números 28:3-8 confirma la ofrenda diaria explicada en Éxodo 29:38-42.  Esa lectura la impuso entre los mandamientos para consagrar a los sacerdotes.  Para repasar, acuérdese de todas las responsabilidades diarias de los sacerdotes: poner leña al fuego en el altar de bronce (Levítico 6:12-13), presentar la ofrenda diaria y quitar las cenizas de los holocaustos (Éxodo 29:38-42; Levítico 6:9-11; Números 28:3-8), presentar la ofrenda de flor de harina de su consagración (Levítico 6:20-23), quemar el incienso en el altar de oro (Éxodo 30:7-8) y tender las lámparas del candelero (Éxodo 27:20-21; 30:7-8).  Note que esta ofrenda y todas las responsabilidades sacerdotales son continuas; no son remplazadas por las ofrendas en los días especiales.
         Números 28:9-10 describe la ofrenda adicional a la diaria que se presentará cada día de reposo.  Celebraban el día de reposo con reposo del trabajo y santa convocación mientras estaban en el desierto (Éxodo 20:8-11; Levítico 23:2-3; Números 15:32-36); ahora por primera vez manda Jehová una ofrenda especial para ese día.
         Números 28:11-15 manda la ofrenda por el comienzo del mes, también por primera vez en toda la ley mosaica.  Vemos la importancia de esta celebración por el número de sacrificios.  Note que la flor de harina, el aceite y el vino ofrecidos con cada animal concuerda con lo que hemos leído antes sobre todos los sacrificios (Éxodo 29:38-40; Números 15:3-12).
         Números 28:16-25 describe la ofrenda por la Pascua y la fiesta de los panes sin levadura.  Note que la ofrenda es igual que la del comienzo del mes, pero la presentan en cada uno de los siete días de la fiesta de los panes sin levadura (Levítico 23:8; Números 28:24).  Aunque no se menciona aquí, acuérdese que el día después del día de reposo después de la Pascua, los israelitas presentarán la primera gavilla de la siega de cebada, la fiesta de los primeros frutos.  Junto con la gavilla ofrecerán un cordero de un año, sin defecto, en holocausto a Jehová.  No comerán de la nueva cosecha hasta cumplir la ofrenda (Levítico 23:10-14).
         Números 28:26-31 manda los sacrificios por la fiesta de las semanas (o en el griego, Pentecostés) que celebra la siega del trigo.  Note otra vez que la ofrenda es igual que la del comienzo del mes.  Note también que hay unas diferencias con las ofrendas mencionadas en Levítico 23:15-21: Levítico 23:17-18 menciona dos panes cocidas con levadura como primicias a Jehová, y luego un becerro y dos carneros entre los animales de sacrificio; Números 28:27 dice dos becerros y un carnero y no menciona los panes.  Según Jacob Milgrom, Numbers (Jewish Publication Society, 1990, pág. 244), los rabinos entendieron que los dos pasajes referían a dos unidades diferentes de sacrificios por el mismo día.  Así que la serie de sacrificios de Números 28:26-31 santificarían el día y la de Levítico 23:15-21 le agradecería a Jehová por la cosecha.
         Números 29:1-6 da más detalles sobre el día de las trompetas, sólo descrito brevemente en Levítico 23:23-25.  Note que los sacrificios de ese día se añaden a los sacrificios normales para el principio del mes indicados en Números 28:11-15.  Es decir, el primer día del séptimo mes se presentarán los sacrificios diarios, los del principio del mes y los del día de las trompetas.  Y si cae además en el día de reposo, sería un total de tres becerros, dos carneros, dieciocho corderos, juntos con las ofrendas de flor de harina amasada con aceite y las libaciones, y dos machos cabríos por expiación.
         Números 29:7-11 describe los sacrificios adicionales por el Día de la expiación.  Leímos sobre los sacrificios principales de ese día en Levítico 16 y Levítico 23:26-32.  De nuevo, vemos que estos sacrificios adicionales no remplazan la ofrenda diaria ni los sacrificios para expiación ese día.
         Números 29:12-40 manda los sacrificios por la fiesta de los tabernáculos de que leímos en Levítico 23:33-43.  Son llamativos los cambios en el número de sacrificios cada día, pero note que para los siete días principales de la celebración, todos suman a números divisibles por siete: 70 becerros, 14 carneros y 98 corderos en total.
         Note también que además de la ofrenda diaria, Números 28 – 29 describe siete celebraciones especiales de los israelitas.  Si calculamos la santidad de acuerdo con el número de sacrificios y las fiestas, la séptima mes es el más santo de todos.  ¡Con razón se ve el número siete como símbolo de lo santo y completo delante de Jehová!
         Note también que los sacrificios de los días festivos no cubren todos los sacrificios del tabernáculo: Estas cosas ofreceréis a Jehová en vuestras fiestas solemnes, además de vuestros votos, y de vuestras ofrendas voluntarias, para vuestros holocaustos, y para vuestras ofrendas, y para vuestras libaciones, y para vuestras ofrendas de paz (Números 29:39).
         Y la mención de los votos personales que se cumplen en el tabernáculo en Números 29:39 nos lleva a las leyes adicionales sobre los votos en Números 30.  Note que guardan la integridad de un voto hecho por una mujer bajo autoridad sin demostrar ninguna falta de respeto a esa autoridad.
         Así tenemos la preparación para los israelitas para continuar su relación con Jehová por medio del tabernáculo.  Es un paso más para decirnos que pronto se cumplirá su entrada a la tierra de la promesa.
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Números 25 - 27 y Salmo 42

21/2/2012

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         Acabamos de escuchar poesía profética linda sobre Israel, proclamada de labios extranjeros: ¡Cuán hermosas son tus tiendas, oh Jacob, tus habitaciones, oh Israel!  Como arroyos están extendidas, como huertos junto al río, como áloes plantados por Jehová, como cedros junto a las aguas (Números 24:5-6).  A pesar de las intenciones del rey de Moab de maldecir a Israel, Balaam le confirma la bendición de Jehová… e inmediatamente entramos la fealdad de Números 25.
         Moraba Israel en Sitim; y el pueblo empezó a fornicar con las hijas de Moab, las cuales invitaban al pueblo a los sacrificios de sus dioses; y el pueblo comió, y se inclinó a sus dioses (Números 25:1).  ¿Se acuerda de Éxodo 32, cuando las divinas instrucciones del tabernáculo en el monte Sinaí terminaron con la revelación de la idolatría del becerro de oro?  Aquí las gloriosas bendiciones de Jehová anunciadas en la cumbre de Peor terminan con la revelación de otra idolatría: Así acudió el pueblo a Baal-peor; y el furor de Jehová se encendió contra Israel (Números 25:3).
         La ira de Jehová se va a acabar con los líderes de Israel: Y Jehová dijo a Moisés: Toma a todos los príncipes del pueblo, y ahórcalos ante Jehová delante del sol, y el ardor de la ira de Jehová se apartará de Israel (Números 25:4).  Y mientras Moisés y los israelitas lloran a la puerta del tabernáculo la llegada de este decreto, pasa un escándalo demasiado atrevido: He aquí un varón de los hijos de Israel vino y trajo una madianita a sus hermanos, a ojos de Moisés y de toda la congregación de los hijos de Israel (Números 25:6).
         Note que los madianitas están en liga con los moabitas en su deseo de maldecir al pueblo de Jehová (Números 22:4, 7).  No se conforman con la alabanza de Jehová que Jetro, sacerdote de Madián y suegro de Moisés, anunció en Éxodo 18.  Ahora presentan la tentación de que les advirtió Jehová a los israelitas décadas antes: No te has de inclinar a ningún otro dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es.  Por tanto, no harás alianza con los moradores de aquella tierra; porque fornicarán en pos de sus dioses, y ofrecerán sacrificios a sus dioses, y te invitarán, y comerás de sus sacrificios; o tomando de sus hijas para tus hijos, y fornicando sus hijas en pos de sus dioses, harán fornicar también a tus hijos en pos de los dioses de ellas (Éxodo 34:14-16).  Y se puso en evidencia la verdad de estas palabras cuando, delante de los ojos de todo Israel angustiado por el castigo de Jehová, este joven israelita y su novia idólatra, sin lágrimas y sin vergüenza, pasan a una tienda juntos como si nada de importancia hubiera ocurrido, como si sus acciones privadas no tuvieran ningún impacto en el pueblo.
         Vimos una mención breve de Finees hace mucho tiempo; es hijo del sumo sacerdote Eleazar y nieto de Aarón (Éxodo 6:25).  Cuando alancea a los dos, probablemente están en el acto sexual.  Lo que podemos decir con seguridad es que su acción de celos por la santidad de Jehová salvó al pueblo: Cesó la mortandad de los hijos de Israel (Números 25:8).
         Como los levitas fueron consagrados a Jehová por su celo en el caso del becerro de oro (Éxodo 32:29), Finees es nombrado por un pacto especial por Jehová, un pacto de paz y de sacerdocio perpetuo: Por cuanto tuvo celo por su Dios e hizo expiación por los hijos de Israel (Números 25:13).  Y reparte Jehová no sólo una bendición perpetua a Finees sino un decreto contra los madianitas: Hostigad a los madianitas, y heridlos, por cuanto ellos os afligieron a vosotros con sus ardides con que os han engañado en lo tocante a Baal-peor (Números 25:17-18).  Veremos el cumplimiento de este decreto en Números 31.
         Este decreto contra los madianitas es el motivo más inmediato por el segundo censo de Números 26: Tomad el censo de toda la congregación de los hijos de Israel, de veinte años arriba, por las casas de sus padres, todos los que pueden salir a la guerra en Israel (Números 26:2).  Pero su enfoque no sólo es la guerra contra Madián sino también las guerras por venir en quitar la tierra prometida de los cananeos y en su repartición a las familias israelitas: Y habló Jehová a Moisés, diciendo: A éstos se repartirá la tierra en heredad, por la cuenta de los nombres.  A los más darás mayor heredad, y a los menos menor; y a cada uno se le dará su heredad conforme a sus contados (Números 26:52-54).
         El censo a la vez motiva la petición de las hijas de Zelofehad en la primera parte de Números 27.  Jehová decide a su favor que sí, en caso de que no haya hijos para pasar la heredad a próxima generación, las hijas puedan recibirla para continuar su posesión en la familia.
         El censo también indica la llegada de la próxima generación para recibir las promesas de Jehová de acuerdo con su decreto en el desierto de Parán: Pero a vuestros niños, de los cuales dijisteis que serían por presa, yo los introduciré, y ellos conocerán la tierra que vosotros despreciasteis (Números 14:31).  Ahora el censo nos informa: Estos son los contados por Moisés y el sacerdote Eleazar, los cuales contaron los hijos de Israel en los campos de Moab, junto al Jordán frente a Jericó.  Y entre éstos ninguno hubo de los contados por Moisés y el sacerdote Aarón, quienes contaron a los hijos de Israel en el desierto de Sinaí.  Porque Jehová había dicho de ellos: Morirán en el desierto; y no quedó varón de ellos, sino Caleb hijo de Jefone y Josué hijo de Nun (Números 26:63-65).
         Pero se queda otro tema pendiente, la prohibición de Moisés y de Aarón de entrar la tierra prometida (Números 20:12-13).  Aarón murió en el monte Hor, pero Moisés todavía dirige al pueblo.  La lectura de hoy también prepara al pueblo por ese paso en informarle a Moisés de su muerte que pronto sucederá y por darle a Josué la autoridad para dirigir la próxima generación (Números 27:12-23).
         La lectura para hoy indica un paso decisivo para el cumplimiento de las promesas de Jehová.  A pesar del pecado de Baal-peor y el castigo justo de Jehová contra su pueblo, nadie detendrá la gracia con que bendecirá a su pueblo: ni Balaam, ni el rey de Moab, ni el pecado mismo de los israelitas.  Jehová es justo y celoso por su santidad… y también su misericordia es imparable.
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Números 22 - 24

19/2/2012

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         En la lectura para hoy tenemos un cambio fascinante de perspectiva.  Desde las palabras de Faraón en los primeros capítulos de Éxodo y la visita de Jetro, el suegro de Moisés, en Éxodo 18, no hemos visto ninguna perspectiva extranjera extendida sobre Israel.  Casi toda nuestra atención por el último mes se ha enfocado en temas israelitas dentro de Israel.  De repente hoy miramos a Israel desde afuera por tres capítulos.  Y nos enseña que Jehová es soberano sobre las naciones y comprometido por completo a bendecir a Israel.
         Y como esta lectura aparece después de tantas sobre el culto israelita, también nos da una perspectiva fascinante sobre las religiones de los vecinos de Israel.  Por las tentativas de Balac de maldecir a Israel, vemos una religión centrada en los deseos del ser humano, una que intenta a manipular bendiciones y maldiciones por la magia.  Después de leer tanto sobre la santidad de Jehová, nos sorprenden las tentativas de mover una palanca espiritual por las palabras mágicas de un hombre espiritual de renombre, por presentar los sacrificios en los lugares geográficos correctos, por la insistencia en ganar lo que uno quiere.  Por parte de Balaam nos sorprende la religión de venta, un líder espiritual que quiere ser manipulado por el dinero y la fama.  Su religión es hueca, vana y desesperada en comparación con todo lo que hemos leído sobre el tabernáculo y una relación viva y santa con Jehová.  Y esta es precisamente la lección que necesitan recordar los israelitas por sus generaciones.
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Números 21 y Salmo 66

19/2/2012

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         Después de que Jehová declaró su castigo a los israelitas en Números 14 por murmurar contra Él y por no querer entrar la tierra prometida, algunos de los israelitas confesaron su pecado y decidieron entrarla.  Moisés les mandó que no lo hicieran porque Jehová no iba a estar con ellos: Sin embargo, se obstinaron en subir a la cima del monte; pero el arca del pacto de Jehová, y Moisés, no se apartaron de en medio del campamento.  Y descendieron el amalecita y el cananeo que habitaron en aquel monte, y los hirieron y los derrotaron, persiguiéndolos hasta Horma (Números 14:44-45).
         Ahora, unos 38 años después de la vergüenza de Horma, los israelitas regresan, y van a tener resultados muy diferentes: Cuando el cananeo, el rey de Arad, que habitaba en el Neguev, oyó que venía Israel por el camino de Atarim, peleó contra Israel, y tomó de él prisioneros.  Entonces Israel hizo voto a Jehová, y dijo: Si en efecto entregares este pueblo en mi mano, yo destruiré sus ciudades (Números 21:1-2).  En otras palabras, destruirían las ciudades y no tomarían nada del botín, de las personas ni de los animales para sí mismos.  Y Jehová escuchó la voz de Israel, y entregó al cananeo, y los destruyó a ellos y a sus ciudades; y llamó el nombre de aquel lugar Horma (Números 21:3).
         “Horma” significa “destrucción”.  Es la primera victoria de los israelitas contra los cananeos.  Quita la vergüenza de la primera batalla de Horma.  Sólo se puede imaginar el entusiasmo que corrió por todo el campamento; ¡Jehová les dio victoria sobre los cananeos que les infundieron tanto miedo cuatro décadas antes!  ¿Quién los puede detener ahora?  Seguramente van directamente al norte para conquistar por fin la tierra prometida.
         Pero Jehová tiene otros planes: Después partieron del monte de Hor, camino del Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom (Números 21:4).  En vez de continuar en victoria para el norte, ¡Jehová los guía en la dirección opuesta!  Han ganado la victoria, pero retroceden como si hubieran perdido.  Por eso: Se desanimó el pueblo por el camino (Números 21:4).
         Jehová disciplina a su pueblo otra vez… y lo salva también (veremos más sobre este tema abajo).  Continúan alrededor de Edom, Moab y Amón.  Como Jehová les explica en Deuteronomio 2:4-5, 9, 19, no les permite a los israelitas que los ataquen porque son parientes lejanos (Edom / Esaú fue hermano de Israel / Jacob; Moab y Amón fueron hijos de Lot, el sobrino de Abraham) y porque Jehová les había entregado el territorio que poseen.  Por eso los israelitas marchan en dirección al norte pero muy al este de la tierra prometida… hasta alcanzar el territorio de los amorreos (una de las tribus de los cananeos).
         Sube el ánimo del pueblo otra vez.  Brotan cánticos mientras se acercan a la tierra prometida.  Derrotan a Sehón, rey de los amorreos, y por la primera vez desde el patriarca Jacob, los israelitas toman una tierra como su propia posesión: Así habitó Israel en la tierra del amorreo (Números 21:31; de Jacob, vea Génesis 48:22).  Aún preservan unos proverbios o un poema de los amorreos que derrotaron para conservar la información sobre la frontera de su nuevo territorio (Números 21:26-30).
         Luego Og, rey de Basán, se prepara a atacar a los israelitas: Entonces Jehová dijo a Moisés: No le tengas miedo, porque en tu mano lo he entregado, a él y a todo su pueblo, y a su tierra; y harás de él como hiciste de Sehón rey de los amorreos, que habitaba en Hesbón (Números 21:34).  Después de décadas de espera, Moisés por fin ve el inicio del cumplimiento de las promesas de Jehová sobre la tierra, primero en Sehón y ahora en Og: E hirieron a él y a sus hijos, y a toda su gente, sin que le quedara uno, y se apoderaron de su tierra (Números 21:35).  ¡Gloria a Jehová por su fidelidad!  Aunque no son parte de la tierra prometida a Abraham, estas regiones recién conquistadas al este del río Jordán van a ser parte de Israel por muchas generaciones.
         El movimiento de los israelitas y sus primeras tres victorias sobre los cananeos son el tema principal de este capítulo.  Pero los cristianos lo apreciamos por otra razón también.  Cuando Jehová envía serpientes ardientes entre los israelitas, se arrepienten, y Moisés intercede en oración por ellos.  Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá.  Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía (Números 21:8-9).  Si los israelitas miran a la serpiente con fe en lo que dijo Jehová, Él les salva y sana de las mordidas fatales ocasionadas por su pecado.
         Muchos siglos después dirá Jesucristo sobre su propósito en venir y su crucifixión: Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Juan 3:14-15).  Jesucristo será levantado en una cruz por la salvación de su pueblo, para que todos los que lo miran con fe tengan vida eterna.
         Si usted estuviera en viaje con los israelitas en el desierto y una serpiente lo mordiera, ¿miraría a la serpiente sobre una asta con fe para ser salvado de la muerte?  De igual forma hoy: ¿mirará con fe a Jesucristo crucificado para ser salvado de la muerte eterna por sus pecados?
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Números 18 - 20

17/2/2012

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         Acuérdese que en Números 8 vimos la purificación de los levitas.  Además de cargar los materiales del tabernáculo, iban a servir como un amortiguador para preservar a los israelitas de la santidad devastadora de Jehová.  Pero la rebelión de Coré y los otros levitas en liga con él causó una rotura en esa protección: Y los que murieron en aquella mortandad fueron catorce mil setecientos, sin los muertos por la rebelión de Coré (Números 16:49).  Los israelitas ahora no ven la Presencia de Jehová como una bendición sino como un peligro grave que hay que evitar: Entonces los hijos de Israel hablaron a Moisés, diciendo: He aquí nosotros somos muertos, perdidos somos, todos nosotros somos perdidos.  Cualquiera que se acercare, el que viniere al tabernáculo de Jehová, morirá.  ¿Acabaremos por perecer todos? (Números 17:12-13)  Números 18 repara el daño de la rotura y les asegura a los israelitas que pueden acercar a Jehová otra vez.
         Note que Jehová habla directamente a Aarón solo, la única vez que le habla así en todo el libro de Números.  Así había hecho en una ocasión más, en Levítico 10:8 para subrayar la responsabilidad de los sacerdotes de enseñar al pueblo sobre la diferencia entre lo santo y lo profano, entre lo inmundo y lo limpio.  Esta vez Aarón va a enseñar a los levitas a distinguir entre las responsabilidades sacerdotales y las levíticas para que éstos no se atrevan a tomar para sí lo que Jehová les ha prohibido, como en la rebelión de Coré.
         Jehová vuelve a unir a Aarón y los levitas en versículo 2, pero también les impone a los levitas un límite en el versículo que sigue: No se acercarán a los utensilios santos ni al altar, para que no mueran ellos y vosotros (Números 18:3).  Los levitas le van a ayudar en las responsabilidades del tabernáculo, pero: Ningún extraño se ha de acercar a vosotros (Números 18:4).  Así que van a haber límites claramente definidas para preservar al pueblo de la santidad devastadora del tabernáculo: 1) los otros israelitas no se pueden acercar al tabernáculo para servir a los sacerdotes; 2) sólo los levitas sirven a los sacerdotes, pero no pueden presentar ofrendas en el altar ni entrar el lugar santo; 3) sólo los sacerdotes ponen ofrendas en el altar y entran el lugar santo, pero ninguno entra el lugar santísimo sino el sumo sacerdote una vez por año en el día de expiación descrito en Levítico 16.
         En el resto de Números 18 Jehová manda el apoyo por los sacerdotes y los israelitas de acuerdo con las diferencias que acabamos de ver.  Los israelitas van a dar su diezmo para el apoyo de los levitas.  De lo que reciben los levitas, van a dar su diezmo a los sacerdotes.  Y los sacerdotes van a recibir su apoyo de las ofrendas que presentan en el altar.  Así que los ingresos y las responsabilidades van a ser claramente designadas para que nadie pase fuera de lugar y contamine las cosas santas para castigo en Israel.
         Por el número alto de muertos por la plaga y la rebelión de Coré en Números 16, muchos se habrán contaminado por contacto con un cadáver.  ¿Cómo se iba a purificar a tanta gente en medio de tanta muerte?  ¿Y qué harán en el futuro cuando entran a conquistar la tierra prometida y habrá cientos o miles de muertos en una sola batalla?  Números 19 responde por dar las leyes para la purificación por medio de las cenizas de una vaca alazana para la preparación del agua de purificación.
         Note que es el único sacrificio en que se quema el cuero y la sangre del animal, y todo se quema fuera del tabernáculo.  Ninguna parte se quema en el altar, ni se lleva la sangre dentro del tabernáculo.  Al final, las cenizas son guardadas por la comunidad.  Parece que la sangre, quemada y con las cenizas, sirve para expiar contaminación al ser rociada con agua.  De esta forma hace “portátiles” los beneficios del sacrificio; la purificación ministrada desde cerca del tabernáculo se esparcirá a donde hay necesidad.
         Después de que Números 18 y 19 reparan el daño hecho por la rebelión de Coré, recibimos más malas noticias en Números 20.  Primero, muere María, señalando otro paso más al fin de la generación que ha experimentado la redención de Jehová de Egipto (Números 20:1).  Segundo, Moisés y Aarón desobedecen a Jehová en las aguas de rencilla (Números 20:13; también llamadas Meribah) y por castigo no pueden entrar la tierra prometida (Números 20:2-13).  Tercero, el gozo con que Esaú recibió a Jacob en Génesis 33 se ha perdido por los siglos.  Ahora los descendientes de Esaú no quieren recibir a los descendientes de Jacob; prefieren pelear con ellos si los acercan (Números 20:14-21).  Y cuarto, Aarón, el que hizo tanto por los israelitas en su redención y también al interceder por ellos regularmente como el sumo sacerdote, también muere (Números 20:22-29).  Termina la lectura apropiadamente con treinta días de duelo.
         Pero no termina con desesperación.  Aarón murió en el monte de Hor, pero Moisés y Eleazar descienden del monte con éste vestido en las vestiduras santas del sumo sacerdote (Números 20:28).  Aunque llegó la muerte para robar a alguien tan importante en Israel, las promesas de Jehová continúan firmemente.  Ha levantado y preparado otro para interceder por ellos.  Sus promesas, su misericordia, su santidad y su poder continuarán por otra generación.
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Salmo 95 y Números 15 - 17

16/2/2012

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         Mientras lee sobre la rebelión de Israel contra Moisés y Aarón en estos capítulos, mientras lee sobre la frustración y el enojo del pueblo por no poder entrar la tierra prometida, mientras lee de los castigos con que Jehová apaga sus rebeliones, no pasa por encima de las evidencias de su gracia: Cuando hayáis entrado en la tierra de vuestra habitación que yo os doy… (Números 15:2)  ¡Todavía va a cumplir su promesa sobre la tierra!  Cuando hayáis entrado en la tierra a la cual yo os llevo… (Números 15:18)  ¡No los va a abandonar!  Su Presencia morará entre ellos aún durante su castigo.  Verdaderamente es Jehová, tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión (Números 14:18).
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Números 13 - 14 y Salmo 81

15/2/2012

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         Hoy leemos de uno de los episodios más tristes hasta el momento en nuestras lecturas de la Biblia, superado tal vez solamente por el pecado de Adán y Eva en Génesis 3.  De hecho, hay muchas semejanzas entre la rebelión de Génesis 3 y la de Números 14:
         1) En ambos casos desconfían de la palabra de Jehová (Génesis 3:4-5; Números 14:8-10).
         2) Confían más en su propia capacidad de examinar y evaluar una situación que en la palabra de Jehová (Génesis 3:6; Números 13:31-33).
         3) La sentencia de muerte no será cumplida inmediatamente (Génesis 3:15; Números 14:20, 29, 34).
         4) En ambos casos sufrirán una vida de dificultades como castigo por su pecado (Génesis 3:16-19; Números 14:33-34).
         5) Les es prohibida la entrada a la tierra de bendición (Génesis 3:24; Números 14:40-45).
         Pero hay diferencias notables también:
         1) Adán y Eva desobedecen una prohibición; los israelitas desobedecen una bendición.
         2) Los que dirigieron al pueblo en la rebelión murieron inmediatamente (Números 14:36-37).
         3) Hay un remanente (Josué y Caleb) que por fe en la palabra de Jehová será salvado de la destrucción que sufren los demás y que van a disfrutar las bendiciones prometidas (Números 14:24, 30, 38).  En medio del juicio justo sobre todos los demás, van a experimentar protección y salvación.
         Y como Génesis 3, la lectura de Números 13 – 14 nos declara mucho sobre Jehová.  1) Es justo y severo, que da el castigo conforme a lo que el pecado merece.  Los que dijeron: ¡En este desierto ojalá muriéramos! van a morir en el desierto (Números 14:2, 28-29); los que temían que sus hijos fueran presa por los moradores de Canaán sabrán que sus hijos van a disfrutar la bendición que perdieron (Números 14:3, 31).
         2) A la vez que es justo y severo, Jehová es perdonador.  Moisés dice: Ahora, pues, yo te ruego que sea magnificado el poder del Señor, como lo hablaste, diciendo: Jehová, tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable; que visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta los terceros y hasta los cuartos.  Perdona ahora la iniquidad de este pueblo según la grandeza de tu misericordia, y como has perdonado a este pueblo desde Egipto hasta aquí.  Entonces Jehová dijo: Yo lo he perdonado conforme a tu dicho (Números 14:17-20).
         3) Preserva un remanente que van a disfrutar sus futuras bendiciones, en este caso Josué, Caleb y toda la generación de los israelitas no contados en el censo de Números 1.
         A pesar de la rebelión triste en Números 13 – 14, todavía hay esperanza por el futuro.
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Números 11 - 12 (segunda entrada de blog para hoy)

14/2/2012

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         ¡Por fin la estructura espiritual israelita está en su lugar!  Han entrado en pacto con Jehová.  Consagraron el tabernáculo y a los sacerdotes.  Son instruidos en los sacrificios aceptables y el calendario ritual, y sus primeros sacrificios en el tabernáculo han sido aceptados por Jehová.  Todas las tribus saben su lugar alrededor de la Presencia de Jehová y las responsabilidades que tienen que cumplir.  Y han iniciado su marcha a la tierra prometida.
         Parece que ha pasado mucho tiempo desde que Jehová les prometió: Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra.  Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa (Éxodo 19:5-6).  Su formación espiritual en los últimos nueve meses ha sido impresionante.  Luce el nuevo tabernáculo en medio de ellos, y los sacerdotes los guían en una relación estrecha con Jehová que nunca pudieron disfrutar en todos los siglos en Egipto.  Ya no se parecen al grupo de esclavos inestables, recién redimidos de Egipto de quienes leímos en la primera mitad del libro de Éxodo.
         O… tal vez sí, se parecen mucho todavía al grupo de esclavos inestables, recién redimidos de Egipto de quienes leímos en la primera mitad del libro de Éxodo.  No han pasado mucho tiempo en marcha cuando leemos de su primera queja en Números 11: Aconteció que el pueblo se quejó a oídos de Jehová (Números 11:1).  No sabemos el motivo de las quejas, sólo que despertó en ellos una actitud de molestia e inconformidad… contra Jehová mismo: Lo oyó Jehová, y ardió su ira, y se encendió en ellos fuego de Jehová, y consumió uno de los extremos del campamento (Números 11:1).
         Moisés tiene experiencia en la intercesión y la pone en práctica otra vez: Entonces el pueblo clamó a Moisés, y Moisés oró a Jehová, y el fuego se extinguió (Números 11:2).  La memoria de esta rebelión se queda grabada en la mente de los israelitas; le dan el nombre Tabera al lugar, que significa “Incendio”: porque el fuego de Jehová se encendió en ellos (Números 11:3).  Cuarenta años después, Moisés se va a acordar del lugar cuando pone en lista las veces que Israel provocó a ira a Jehová (Deuteronomio 9:22).
         Pero ésta es sólo la primera de tres rebeliones contra Jehová en la lectura para hoy.  Luego la gente se va a quejar de la falta de variedad en la comida.  Empieza con “la gente extranjera que se mezcló con ellos” (Números 11:4) y corre entre todos, familia por familia.  El sentido general de fastidio parece llegar hasta a Moisés: ¿Concebí yo a todo este pueblo?  ¿Lo engendré yo, para que me digas: Llévalo en tu seno, como lleva la que cría al que mama, a la tierra de la cual juraste a sus padres? (Números 11:12)
         Jehová responde en alivio para Moisés y juicio para el pueblo.  Una palabra clave en esta sección es el hebreo “ruah”, traducida “Espíritu” en Números 11:25, 26 y 29 y “viento” en Números 11:31.  Jehová lo pone en los 70 ancianos para que profeticen y ayuden a Moisés a gobernar al pueblo, y a la vez su “ruah” trae codornices del mar y las deja sobre el campamento en juicio (Victor Hamilton, Handbook on the Pentateuch, Baker Academic, 2005, pág. 324).
         De allí podemos ver la diferencia entre la reacción de Moisés y la del pueblo: El pueblo estuvo levantado todo aquel día y toda la noche, y todo el día siguiente, y recogieron codornices; el que menos, recogió diez montones; y las tendieron para sí a lo largo alrededor del campamento (Números 11:32).  Acuérdese que en Éxodo 16:16, los israelitas pueden comer un gomer de maná por persona por día, aproximadamente 2.2 litros (el gomer es la décima parte de una efa (Éxodo 16:36), identificado por el historiador Josefo como 22 litros).  La palabra traducida en Números 11:32 como diez “montones” es otra palabra hebrea de medida, “homer”, que equivale a 220 litros.  Es decir, ¡el que recogió menos en Números 11:32, recogió 2200 litros de carne para su uso personal!  No nos sorprende entonces, después del juicio de Jehová, que llaman al lugar Kibrot-hataava, que significa “Tumbas de la codicia”: por cuanto allí sepultaron al pueblo codicioso (Números 11:34).
         Moisés, por otro lado, no fue codicioso; no le dijo a Jehová: Quiero gobernar a más gente.  Dame más responsabilidades y un pueblo más numeroso; deseo ser emperador.  ¡Ojalá que me hubiera quedado en la casa de Faraón!...  No fue codicioso por más autoridad y poder; en cambio, se alegró al compartir las responsabilidades del gobierno espiritual de Israel con otros: Ojalá todo el pueblo de Jehová fuese profeta, y que Jehová pusiera su espíritu sobre ellos (Números 11:29).  ¡Que humildad!  Es una actitud muy diferente que la de un líder espiritual que se entrega al ministerio por el afán de tener más y más almas bajo su dirección e influencia personal, por querer la fama de ser el director de una congregación numerosa.  Mejor que sean pastoreadas las ovejas del Señor por muchos líderes llenos del Espíritu de Jehová.
         La tercera rebelión toca muy personalmente a Moisés: María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado; porque él había tomado una mujer cusita (Números 12:1).  La interpretación de este versículo parece andar en una de dos direcciones:
         1) en esta época, sin darnos los detalles, Séfora murió o abandonó a Moisés, y él se casó con otra mujer, con una etíope (la tierra de Cus es Etiopía), o
         2) habla de Séfora misma, que es de Cusán, una región estrechamente ligada con Madián en Habacuc 3:7, donde se refugió Moisés en las décadas antes del llamado de Jehová a rescatar a Israel de la esclavitud.
         Si es la segunda, la gran mayoría probablemente no la conocieron hasta que llegó con Jetro a Sinaí en Éxodo 18.  La clave en estas dos posibilidades es que Moisés se casó con una extranjera, con una que no es israelita de nacimiento.  ¿Cómo se atreve el profeta de Israel casarse con una así? parece decir María.
         Pero el narrador bíblico nos revela que la queja de María es más profunda que un disgusto con su cuñada: Y dijeron: ¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová?  ¿No ha hablado también por nosotros? (Números 12:2)  ¿Es posible que María y Aarón tengan celos porque no fueron incluidos entre los que recibieron al Espíritu en Números 11?  Lo que sea el motivo, desean más autoridad y reconocimiento por sus capacidades espirituales, y piensan que la forma de ganarlos es por aprovechar de un “defecto” en Moisés para que los israelitas les den más reconocimiento a ellos dos.
         Jehová apaga esta rebelión rápidamente.  Él es soberano en dar autoridad, reconocimiento, profecía y comunión viva con él, y es soberano en castigar la rebelión también.  Y la mujer que pensaba promocionarse para dirigir a Israel ahora lo estanca por su lepra: Así María fue echada del campamento siete días; y el pueblo no pasó adelante hasta que se reunió María con ellos (Números 12:15).
         “Incendio”, “Tumbas de la codicia” y Hazerot, donde María sufrió la lepra por su rebelión: tres lugares infames de rebelión en sólo dos capítulos.  Por cierto, no hemos pasado un buen inicio en el viaje a la tierra prometida.
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    Rev. Ken Kytle, pastor de la Iglesia bautista La fe en Cristo cerca de Atlanta, Georgia, EEUU.

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