Levítico 26:1-3 pone en resumen breve todas las obligaciones del pacto. No es que la prohibición a la idolatría, el guardar el día de reposo y la reverencia al santuario sean las únicas leyes que importan; son una forma concisa de hacer referencia a todo el pacto, haciendo resaltar las obligaciones que más se relacionan con Jehová mismo. Las bendiciones de Levítico 26:4-13 se tratan de la prosperidad y la seguridad, todo en cumplimiento del pacto con Abraham. Como punto culminante hace eco con Génesis 17:7: Yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo (Levítico 26:12).
Las maldiciones de Levítico 26:14-39 son llamativas, pero sólo porque el pecado de los israelitas habrá sido llamativo. Será un rechazo rotundo a Jehová mismo. Escuche cómo repite su relación personal en todo lo que dice el pacto: Si no me oyereis, ni hiciereis todos estos mis mandamientos, y si desdeñareis mis decretos, y vuestra alma menospreciare mis estatutos, no ejecutando todos mis mandamientos, e invalidando mi pacto… (Levítico 26:14-15) Si anduviereis conmigo en oposición… (Levítico 26:21, 23, 27) Por eso el castigo será una reacción personal de Jehová: Yo también haré con vosotros esto… Pondré mi rostro contra vosotros… Yo también procederé en contra de vosotros… Procederé en contra de vosotros con ira… (Levítico 26:16, 17, 24, 28) El Ser que los redimió con tanto poder en Egipto doblará su fuerza para castigar justamente a su pueblo que no sólo ha desobedecido los mandamientos sino que ha rechazado a Jehová mismo.
En Levítico 27, vemos una conexión importante con capítulo 26. Jehová será fiel a su palabra sobre las bendiciones y los castigos prometidos; los israelitas tienen que ser fieles a su palabra también. Tienen que cumplir sus votos. Pero si han declarado un voto con ligereza y luego se arrepienten de haberlo dicho, en algunos casos Jehová en su misericordia permite la redención de la persona, el animal, la casa o la tierra dedicados.
Al reflexionar sobre los dos capítulos, podemos darle gracias a Jehová por su fidelidad. Cumple su palabra. Concede Levítico 27 a los israelitas en su misericordia porque reconoce sus debilidades, nuestra inclinación común a la soberbia de prometer mucho y declarar grandezas que luego no podemos cumplir. Pero, ¡note que no se presenta ningún capítulo con las condiciones en que Jehová pueda salir de sus obligaciones! Siempre es fiel a sus “votos”. Cumple sus promesas abundantes de bendición con gozo, con un verdadero placer de andar en una relación íntima con su pueblo: Pondré mi morada en medio de vosotros, y mi alma no os abominará; y andaré entre vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo (Levítico 26:11-12). Cumple también sus promesas de castigo y disciplina. Y siempre escuchará cuando su gente se arrepiente: Se humillará su corazón incircunciso, y reconocerán su pecado. Entonces yo me acordaré de mi pacto con Jacob, y asimismo de mi pacto con Isaac, y también de mi pacto con Abraham me acordaré, y haré memoria de la tierra… Estando ellos en la tierra de sus enemigos, yo no los desecharé, ni los abominaré para consumirlos, invalidando mi pacto con ellos; porque yo Jehová soy su Dios. Antes me acordaré de ellos por el pacto antiguo, cuando los saqué de la tierra de Egipto a los ojos de las naciones, para ser su Dios. Yo Jehová (Levítico 26:41-42, 44-45).