nos acordamos de que la Biblia no comparte nuestro interés enciclopédico en las
genealogías, se van a apaciguar algunas de nuestras frustraciones en leerlas.
Segundo, si entendemos que las genealogías bíblicas no son motivadas por el deseo de identificar a todos sin faltar a ninguno, podemos acercarlas con la pregunta correcta para entenderlas: ¿por qué tiene interés el narrador sólo en estos nombres? ¿Qué le motiva a identificar a éstos? Nuestra lectura de las
genealogías puede ser más provechosa si estas preguntas guardamos en la mente.
Tercero, aun así la lectura de estos capítulos en particular es muy difícil. Les confieso que me ha costado mucho leerlos con atención. Pero igual como la lectura de la genealogía de alguna familia desconocida el día de hoy, si uno tiene un buen “guía turístico” que se la explique e interprete su importancia, la lectura puede ser mucho más amena. Por eso estoy agradecido por el libro de Richard Pratt, 1 and 2 Chronicles: A Mentor Commentary, 2006, Christian Focus Publications, porque me sirve de guía muy acertado por estos capítulos difíciles. Mis observaciones dependen mucho en las suyas.
Note que 1 Crónicas 1:1 – 2:2 empieza desde Adán e identifica a algunos de los antepasados de los vecinos históricos de Israel: a Mizraim (antepasado de los egipcios) y a Canaán, por ejemplo. Luego hace destacar a los hijos de Sem (de cuyo nombre tenemos la palabra “semitas”), pasando por Heber hasta llegar a Abraham.
Así hace para comunicar a sus lectores israelitas que el linaje de ellos es el plan culminante de Dios por esas generaciones (Pratt, 85).
Luego el narrador da un vistazo de la descendencia de Abraham. Nombra al más importante primero (Isaac), y luego pasa por los hijos que no tenían parte en el pacto con Abraham: Ismael y su descendencia, los hijos de su concubina Cetura con su descendencia, hasta llegar a su punto culminante en Isaac (1 Crónicas 1:34). Hace lo mismo en la generación siguiente: pasa por las generaciones de Esaú para luego dedicarse a lo más importante, a las generaciones de Israel (1 Crónicas 2:1-2).
Toda esta presentación cumple el deseo de indicar a los lectores israelitas la importancia y el privilegio de ser el pueblo escogido por Dios (Pratt, 85).
Al enfocar en la genealogía israelita, el cronista empieza con Judá. Aunque no es el primogénito, sale primero por la genealogía real. Se concentra por eso en su hijo Fares, en su nieto Hezrón y su biznieto Ram (aunque no es el primogénito de la familia de Hezrón, 1 Crónicas 2:25) porque de ellos viene el linaje de la casa de David (Pratt, 95).
También en 1 Crónicas 2 subraya la descendencia de los otros dos hijos de Hezrón: Caleb y Jerameel. Caleb (primero llamado “Quelubai” en 1 Crónicas 2:9) no es el famoso Caleb hijo de Jefone que se mantuvo fiel a la promesa de Jehová cuando los espías primero entraron la tierra prometida en Números 13 y 14 sino el
antepasado de Bezaleel, uno de los artesanos llenos del Espíritu de Jehová para
construir el tabernáculo (Éxodo 35:30 y 1 Crónicas 2:20). Desde esta época temprana en la historia israelita había un enlace estrecho entre el culto del tabernáculo y los que iban a formar el linaje real, uno de los temas predominantes de 1 y 2 Crónicas (Pratt, 95). No sabemos con seguridad por qué subraya a los descendientes de Jerameel también, pero probablemente su descendiente Elisama (1 Crónicas 2:41) sería reconocido por los lectores de su época (Pratt, 96).
El cronista vuelve a los descendientes de Caleb para terminar 1 Crónicas 2 y luego a los descendientes de Ram para empezar 1 Crónicas 3, esta vez para continuar el linaje de David. Note el interés que tiene en identificar a los descendientes de la casa real durante y después del exilio (1 Crónicas 3:17-24). De ellos saldrían el ungido de Jehová prometido a David. Por los profetas Hageo y Zacarías, sabemos que este hombre clave es Zorobabel.
En 1 Crónicas 4 concentra en los descendientes de Judá que fueron artífices y nota en un caso: Estos eran alfareros, y moraban en medio de plantíos y cercados; moraban allá con el rey, ocupados en su servicio (1 Crónicas 4:23). Otra vez, el enlace con la familia real es importante, y estos hombres sirven como ejemplo de cómo los que vuelven del exilio deben apoyar a la casa real (Pratt, 100, 101).
La lectura de 1 Crónicas 1 - 4 termina con los descendientes de la tribu de Simeón. Aunque no de tanta influencia como los de Judá, les dan a los exiliados los parámetros geográficos a donde deben extender su territorio (Pratt, 102-103).
Y junto con estas genealogías es apropiado leer el Salmo 105 para acordarnos de la fidelidad de Jehová por tantas generaciones: Acordaos de las maravillas que él ha hecho, de sus prodigios y de los juicios de su boca, oh vosotros, descendencia de Abraham su siervo, hijos de Jacob, sus escogidos (Salmo 105:5-6).