Y también vemos una diferencia entre la narrativa histórica del cronista en comparación con la del autor de 1 Samuel – 2 Reyes. Note que aquí el cronista
salta por encima de casi toda la vida de David descrita en 2 Samuel 11 – 21. Parece que vamos a entrar el tema de su pecado con Betsabé por ejemplo, cuando dice: Aconteció a la vuelta del año, en el tiempo que suelen los reyes salir a la guerra, que Joab sacó las fuerzas del ejército, y destruyó la tierra de los hijos de Amón, y vino y sitió a Rabá. Mas David estaba en Jerusalén…(1 Crónicas 20:1) Hace eco de 2 Samuel 11:1 cuando introduce su pecado con Betsabé.
Pero en vez de recontar su pecado, lo salta por completo y llega a la conclusión: Y tomó David la corona de encima de la cabeza del rey de Rabá, y la halló de peso de un talento de oro, y había en ella piedras preciosas; y fue puesta sobre la cabeza de David (1 Crónicas 20:2), igual como en 2 Samuel 12:30. Es decir, saltó casi dos capítulos completos de 2 Samuel, sin mencionar a Betsabé, ni a Urías, ni a Natán, ni su pecado ni su arrepentimiento. Tampoco menciona sobre Amnón y Tamar ni las dificultades con Absalón que le motivaron a la rebelión. ¿Por qué no menciona el cronista estos conflictos y la disciplina de la casa de David por sus pecados? ¿Será que nos ha dado una falsa representación de la historia de Israel?
No. De nuevo tenemos que acordarnos de que al narrar la historia, la Biblia
no tiene un propósito enciclopédico. El cronista no intenta a decirnos todo lo que pueda sobre la vida de David sino sólo lo que concuerda con sus fines narrativos.
De hecho, lo que hace el cronista no es diferente a lo que hacemos hoy en día cuando le contamos a otro algún evento. Normalmente no queremos darles un relato enciclopédico de algún evento sino sólo la información pertinente a la conclusión que queremos que reciban.
Por ejemplo, anteayer mis hijos jugaron al fútbol en dos partidos diferentes, y mi esposa no los pudo asistir. Cuando nos vimos en casa, le conté a mi esposa lo más esencial del partido que le interesaría: un hijo marcó un gol, y el otro dos goles, todos por penales. Al escuchar esta información, hizo una pregunta sobre por qué ocurrieron las penales, y se quedó satisfecha. No le tuve que relatar las mejores jugadas de los otros, mi evaluación de las decisiones del árbitro ni de la condición de la cancha. Ella ya tenía la información que quería. En cambio, durante uno de los partidos hablé con un amigo que es papá de uno de los jugadores del otro equipo. Notamos las estrategias de los dos entrenadores, los cambios de estrategia desde la última vez que jugaron, el desarrollo y el mejoramiento de algunos de los jugadores de los dos equipos en las últimas semanas. Casi no mencionamos la participación de nuestros hijos en el partido. Nuestra conversación tenía otros fines.
Ahora, si se pusieran las dos narrativas por escrito, se esperara varios años y las diera a otra persona para leer, ese lector podría quedarse insatisfecho. ¿De veras son dos historias del mismo partido? Lo más importante de la narrativa A (lo que dije a mi esposa) ni se mencionó en la narrativa B. Las dos narrativas tienen perspectivas muy diferentes. ¿No será conversación A una falsa o por lo menos inadecuada representación de lo que verdaderamente pasó?
No; en realidad, son dos narrativas dichas por la misma persona el mismo día sobre el mismo evento. Pero había dos fines narrativos diferentes, y por eso son tan diferentes. Algo parecido pasa aquí entre 2 Samuel y 1 Crónicas y en otras ocasiones cuando la Biblia habla del mismo evento por dos, tres, cuatro o aún más perspectivas. Sin intentar a narrar de una forma enciclopédica, los autores de la Biblia contaron a veces el mismo evento a lectores diferentes, en épocas diferentes y para fines diferentes, con todo inspirado por el Espíritu Santo para contarnos sobre Jehová. Estas perspectivas enriquecen nuestra percepción de su gloria.
Así es en 1 Crónicas 18 –20. El cronista desea explicar a la generación que vuelve del exilio las características que deben imitar del fundador de la casa real de David. Reinó David sobre todo Israel, y juzgaba con justicia a todo su pueblo (1 Crónicas 18:14). Sin negar sus pecados (vamos a ver otro en la lectura de mañana), el cronista hace resaltar su devoción a Jehová y nos cuenta la victoria militar, la
justicia y la paz que disfrutó por su gracia. Así retrata las futuras bendiciones que
puede disfrutar el pueblo de Dios si anda en los caminos de Jehová con todo su corazón.