Acuérdese de lo que leímos en Éxodo 30: Cuando tomes el número de los hijos de Israel conforme a la cuenta de ellos, cada uno dará a Jehová el rescate de su persona, cuando los cuentes, para que no haya en ellos mortandad cuando los hayas contado (Éxodo 30:12). Ni el rico aumentará, ni el pobre disminuirá del medio siclo, cuando dieren la ofrenda a Jehová para hacer expiación por vuestras personas (Éxodo 30:15).
Observamos en esa lectura: Parece que el empadronar al pueblo israelita dejaba culpables a los contados. Puede ser que el ser contado, el declarar con gusto su lugar o familia de origen, el hacer lucir su numerosa familia, el calcular el número de todos los soldados posibles para un gran ejército y el enorgullecerse por los resultados finales tentaban a todo el pueblo a la soberbia… y quitaba la gloria de Jehová que les dio vida, sus familias y la victoria militar. Por soberbia, Faraón fue derrotado; mejor que los israelitas no caigan en el mismo pecado... Nadie puede
lucir; todos tienen que pagar lo mismo en reconocimiento de que Jehová les dio la vida por la cual pueden ser contados. Y así salvan su vida del castigo justo que merece la soberbia.
Ahora en 1 Crónicas 21, David manda a hacer censo del pueblo: Informadme sobre el número de ellos para que yo lo sepa (1 Crónicas 21:2). Aún Joab puede
identificar que es pecado.
Note primero que probablemente mueren muchas personas más por ese pecado de David que todos los que murieron como consecuencia de su pecado con Betsabé y Urías y el juicio divino que generó. ¡Tal vez el cronista tiene razón en señalar a ese como el pecado destacado del reinado de David!
Segundo, note que este evento indica la era de Ornán jebuseo, el lugar donde la ira justa de Jehová va a ser apaciguada por su misericordia. Con razón David
declara: Aquí estará la casa de Jehová Dios, y aquí el altar del holocausto para Israel (1 Crónicas 22:1). El templo será construido aquí mismo, un memorial a la gracia de Jehová en apaciguar su ira justa contra la soberbia de David, y también un lugar donde Israel buscará las futuras manifestaciones de su gracia que necesitará día por día.
Tercero, el reconocimiento de la gracia de Jehová en parar la destrucción de Jerusalén le anima a David en la preparación de los materiales del templo y en la instrucción a Salomón para construirlo. Igual como los profetas Hageo y Zacarías harán a la generación que vuelve del exilio, David ahora dice: Poned, pues, ahora vuestros corazones y vuestros ánimos en buscar a Jehová vuestro Dios; y levantaos, y edificad el santuario de Jehová Dios, para traer el arca del pacto de Jehová, y los utensilios consagrados a Dios, a la casa edificada al nombre de Jehová (1 Crónicas
22:19). Aunque la gracia no es por obras (Romanos 11:6 y Efesios 2:8-9, por ejemplo), motiva grandes esfuerzos para anunciarla a muchos más y hacer que les sea accesible. Por eso el rey David, y el cronista también, desean que sus generaciones se fijen en el lugar donde la ira de Jehová cruce con su misericordia.