La organización de los levitas de Números 3 – 4 se ha cambiado porque: Jehová Dios de Israel ha dado paz a su pueblo Israel, y él habitará en Jerusalén para siempre. Y también los levitas no tendrán que llevar más el tabernáculo y todos
los utensilios para su ministerio (1 Crónicas 23:25-26). Pero continúan la misma organización genealógica por las responsabilidades que tendrán en el nuevo lugar.
Por ejemplo, el ministerio sacerdotal continúa en la familia de Aarón: Y Aarón fue apartado para ser dedicado a las cosas más santas, él y sus hijos para siempre, para que quemasen incienso delante de Jehová, y le ministrasen y bendijesen en su nombre, para siempre (1 Crónicas 23:13). Son identificados por las familias de Eleazar e Itamar, hijos de Aarón, y puestos en 24 grupos que sirven en turnos (1 Crónicas 24:3-19). Van a estar organizados bajo el sumo sacerdote que viene de la familia de Sadoc por las razones que vimos en 1 Samuel 2:27-36; 3:11-14; 1 Reyes 1:25-26, 38-39; 2:26-27.
Los demás levitas sirven bajo la autoridad de la familia de Aarón, de acuerdo con lo que leímos en el libro de Números: Jehová dijo a Aarón… Tus hermanos también, la tribu de Leví, la tribu de tu padre, haz que se acerquen a ti y se junten
contigo, y te servirán; y tú y tus hijos contigo serviréis delante del tabernáculo del testimonio. Y guardarán lo que tú ordenes, y el cargo de todo el tabernáculo; mas no se acercarán a los utensilios santos ni al altar, para que no mueran ellos y
vosotros (Números 18:1, 2-3). Así será en el templo también: Estaban bajo las órdenes de los hijos de Aarón para ministrar en la casa de Jehová, en los atrios, en las cámaras, y en la purificación de toda cosa santificada, y en la demás obra del ministerio de la casa de Dios. Asimismo para los panes de la proposición, para la flor de harina para el sacrificio, para las hojuelas sin levadura, para lo preparado en sartén, para lo tostado, y para toda medida y cuenta; y para asistir cada mañana todos los días a dar gracias y tributar alabanzas a Jehová, y asimismo por la tarde (1 Crónicas 23:28-30). Todo lo que estudiamos en el libro de Números sobre los levitas como amortiguador entre la santidad de Jehová y el pecado de su pueblo pertenece al nuevo templo también.
Pero las responsabilidades levíticas no se limitan a las ofrendas; cumplen otras necesidades también. Por ejemplo, en otra protección contra su santidad abrasadora, Jehová le dijo a Aarón: Se juntarán [los levitas], pues, contigo, y tendrán el cargo del tabernáculo de reunión en todo el servicio del tabernáculo; ningún extraño se ha de acercar a vosotros (Números 18:4). Por eso asignan a porteros, para que ninguno entre a cumplir una responsabilidad que no le corresponde y cause que la ira de Jehová brote contra toda la nación. La asignación de los porteros encontramos en 1 Crónicas 26:1-19.
Examinamos por primera vez en la historia narrativa la alabanza a Jehová por la música, ambos en el templo y en el ejército, ambos por instrumento y por voz: Asimismo David y los jefes del ejército apartaron para el ministerio a los hijos de Asaf, de Hemán y de Jedutún, para que profetizasen con arpas, salterios y címbalos (1 Crónicas 25:1). También sirven 24 grupos por turnos. Este capítulo hace más
amplia nuestra visión de cómo eran los cultos del tabernáculo y luego, del templo.
Luego había otro grupo de levitas que se encargaba de los tesoros de la casa de Dios y de las cosas santificadas (1 Crónicas 26:20). Sus responsabilidades incluyen el manejo de recursos para el mantenimiento del templo (1 Crónicas 26:26-27). Los
últimos grupos mencionados son de los levitas que gobiernan ambos en Israel
mismo y en el territorio de las dos tribus y media al otro lado del Jordán (1 Crónicas 26:29-32).
Este breve repaso del ministerio levítico cubre mucho. Cumplían responsabilidades en los sacrificios y las ofrendas, en la protección del tabernáculo de la inmundicia, en la alabanza por instrumento y por voz, en el manejo de los tesoros y en el gobierno de localidades. En su atención al ministerio explicada en 1 Crónicas 23 – 26, los levitas nos comunican que Jehová es santo y glorioso, digno de la adoración no sólo de toda la nación sino de generación por generación.