Bendito seas tú, oh Jehová, Dios de Israel nuestro padre, desde el siglo y hasta el siglo (1 Crónica 29:10). Van a construir el templo porque Jehová es digno de alabanza y adoración. La frase: “Bendito seas tú, oh Jehová” no significa que podemos añadir algo a Jehová, que podemos cumplirle algún favor o darle algo que le falta. Es una declaración en voz alta, anunciada claramente a los oyentes que
Jehová es excelso y digno de su atención. “Bendito seas tú, oh Jehová, Dios de Israel nuestro padre” es un título que no sólo reconoce el hecho histórico de que Jehová entró en pacto con sus antepasados Abraham y Jacob sino que subraya la fidelidad de Jehová aún hasta la generación de David también. “Desde el siglo y hasta el siglo” significa que mira hacia el futuro y aún a la eternidad con la seguridad de que la fidelidad de Jehová siempre existía y nunca se va a acabar.
Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor (1 Crónicas 29:11). Por varios capítulos el cronista ha descrito la gloria del rey David por contarnos de sus batallas, su organización, sus riquezas y la gente numerosa que está bajo su dominio. Pero Jehová le supera en todas estas características y logros. Jehová mismo definela magnificencia porque es más que suficiente por Israel y por toda la creación. No sólo declara la justicia sino que tiene poder para imponerla y hacer que todos se sometan a ella. La gloria presenta la belleza de Jehová, la atracción mezclada con el temor que se siente el creyente para acercarse a Él y conocerlo mejor. La victoria capta la forma decisiva con que hace rendir sus enemigos a sus decretos justos. El honor describe su majestad que deja a todos con la boca abierta en maravilla, casi sin palabras para describir con ganas sus excepcionales atributos. El reinado de David descrito en los capítulos anteriores tuvo su magnificencia, poder, gloria, victoria y honor, pero era simplemente un reflejo del reinado de Jehová, el que tiene todos estos atributos por excelencia.
Porque todas las cosas que están en los cielos y la tierra son tuyas (1 Crónicas 29:11). El dominio de David se extendió sobre todo Judá y luego todo Israel por un total de 40 años; el dominio de Jehová se extiende sobre toda la creación y por toda la eternidad. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos (1 Crónicas 29:11). Aquí David toca el tema principal de toda la Biblia, el dominio justo de Jehová, y nota que Jehová lo cumple con la excelencia incomparable. Especifica cómo manifiesta su dominio justo cuando dice: Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y dar poder a todos (1 Crónicas 29:12).
Describe nuestra respuesta apropiada a su gloria cuando dice: Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre (1 Crónicas 29:13). Y
mientras alabamos su gloria incomparable, nos sentimos el peso de que somos
insignificantes frente a Él: Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano damos (1 Crónicas 29:14). Es imposible que añadamos a la gloria de Jehová; simplemente podemos reflejar o devolver lo que en su
benevolencia nos ha compartido. Porque nosotros, extranjeros y advenedizos somos delante de ti, como todos nuestros padres; y nuestros días sobre la tierra, cual sombra que no dura. Oh Jehová Dios nuestro, toda esta abundancia que hemos preparado para edificar casa a tu santo nombre, de tu mano es, y todo es tuyo (1 Crónicas 29:15-16).
Por estas alabanzas David demuestra que aún la preparación por la construcción del templo fue una oportunidad para alabar y adorar al Ser
incomparable cuyo dominio eterno y majestuoso intenta a reflejar.