salvación, esta vez de una mujer estéril, que por la gracia de Jehová va a dar luz a un hijo destinado a preparar el lugar por ese cambio. Silenciosa, imperceptible e inesperadamente, Jehová está obrando entre personas como Booz, Rut, Noemí, Ana y Elcana para redimir a su pueblo del declive espiritual descrito en el libro de Jueces.
La lectura para hoy pone en contraste estos dos elementos. Poco después de que Ana alaba a Jehová y profetiza que: Jehová juzgará los confines de la tierra, dará poder a su Rey, y exaltará el poderío de su Ungido (1 Samuel 2:10), la lectura
identifica a algunos de los fuertes que serán abatidos: la casa corrupta sacerdotal de Elí. En contraste con el regocijo de Ana en 1 Samuel 2:1-10, el juicio de Jehová truena por la palabra enviada por el profeta anónimo en 1 Samuel 2:27-36.
Las noticias son claras. La santidad devastadora de Jehová no va a tolerar el pecado como lo tolera Elí, reprendiendo a sus hijos con la palabra pero sin castigo, sin quitarles las responsabilidades sacerdotales. Y en evidencia de su soberanía y poder, está levantando una parte importante de su salvación en medio del mismo
tabernáculo que han corrompido.