Digo: “la salvación sorprendente” porque alcanza a algunos a quienes menos esperamos que sean salvos. Naamán, el general del ejército de Siria está primero en la lista cuando por fe en Jehová y la palabra de su profeta, es sanado de la lepra.
Nota Jesús la sorpresa, aún la ofensa, de esta sanidad / salvación cuando predica en la sinagoga de Nazaret y dice: Muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio (Lucas 4:27). El pueblo en la época de Jesús no estaba dispuesto a celebrar la salvación de Dios en la sanidad de uno de sus enemigos en preferencia a todos los leprosos
israelitas. En reacción: Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira; y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle. Mas él pasó por en medio de ellos, y se fue (Lucas 4:28-30). Subraya la salvación chocante con que empezamos la lectura hoy.
No sólo esto, sino que su juicio devastador toca a un israelita, al siervo del mismo profeta de Jehová. Sueña con lucrarse de esta salvación sorprendente a tal punto que finge una petición urgente del profeta para llevar feliz a unos 68 kilos de plata y dos vestidos nuevos a un recinto secreto. Y es castigado cuando él y su descendencia reciben la lepra que tenía Naamán.
La salvación del general sirio no significa que Jehová haya abandonado a Israel, pero es interesante notar en estos capítulos que los israelitas pobres y de menos influencia disfrutan la salvación de Jehová: un hijo pobre de los profetas de quien se le cayó una hacha prestada, unos leprosos que descubren primero que los sirios abandonaron su campamento, y la sunamita y su hijo que sobreviven la sequía de siete años por morar fuera de Israel y de repente reciben la restauración de sus tierras y los ingresos que habían perdido. Jehová se alegra de demostrar su salvación a los más pobres y necesitados de su pueblo.
Y su remanente humilde de veras necesita la salvación y la protección de su Dios porque vienen días peores en el futuro: Entonces le dijo Hazael [a Eliseo]:
¿Por qué llora mi señor? Y él respondió: Porque sé el mal que harás a los hijos de Israel; a sus fortalezas pegarás fuego, a sus jóvenes matarás a espada, y estrellarás a sus niños, y abrirás el vientre a sus mujeres que estén encintas (2 Reyes 8:12). El juicio devastador de Jehová sólo ha empezado a manifestarse; hay que apurarse a buscar el refugio sólo en él.