Por eso note cómo aparece el nombre de Jehová en estos capítulos. Algunos intentan a utilizarlo para bendecir y adelantar sus deseos políticos: He aquí la cabeza de Is-boset hijo de Saúl tu enemigo, que procuraba matarte; y Jehová ha vengado hoy a mi señor el rey, de Saúl y de su linaje (2 Samuel 4:8). Otros, como Abner, están listos a reconocer a Jehová cuando les conviene: Se enojó Abner… y dijo: Así haga Dios a Abner y aun le añada, si como ha jurado Jehová a David, no haga yo así con él, trasladando el reino de la casa de Saúl, y confirmando el trono de David sobre Israel y sobre Judá, desde Dan hasta Beerseba (2 Samuel 3:8, 9-10; vea también 2 Samuel 3:17-18).
Pero la parte del ungido David es reinar en justicia de acuerdo con el dominio justo de Jehová. Por eso vemos que David hace referencia a su nombre en acciones llamativas de justicia: ¿Cómo no tuviste temor de extender tu mano para matar al ungido de Jehová? (2 Samuel 1:14). Benditos seáis vosotros de Jehová, que habéis hecho esta misericordia con vuestro señor, con Saúl, dándole sepultura (2 Samuel 2:5; en vez de castigar a los hombres de Jabes de Galaad por sepultar a su “enemigo”, como muchos pensaban que era). Inocente soy yo y mi reino, delante de Jehová, para siempre, de la sangre de Abner hijo de Ner. Caiga sobre la cabeza de Joab, y sobre toda la casa de su padre (2 Samuel 3:28-29). Vive Jehová que ha
redimido mi alma de toda angustia, que cuando uno me dio nuevas, diciendo: He
aquí Saúl ha muerto, imaginándose que traía buenas nuevas, yo lo prendí, y le maté en Siclag en pago de la nueva. ¿Cuánto más a los malos hombres que mataron a un hombre justo en su casa, y sobre su cama? (2 Samuel 3:9-11) En medio de tanta inseguridad y violencia, David busca la seguridad que sólo viene por conformarse al dominio justo de Jehová.