En más detalle: A la primera lectura, 2 Samuel 21 – 24 parece un desorden de temas e historias restantes en vez de una conclusión a un libro. Pero si percibimos algunos de los temas principales en estos últimos cuatro capítulos, podemos ver un retrato impresionante de la gracia de Jehová por el pacto.
Primero, note la fidelidad al pacto que se destaca en estos capítulos. Empieza
por una lección fuerte por la infidelidad de Saúl al pacto hecho con los gabaonitas en Josué 9. Aunque la falta de discernimiento de los líderes de Israel en esa generación fue lamentable, fue un pacto sellado delante de Jehová: Nosotros les hemos jurado por Jehová Dios de Israel; por tanto, ahora no les podemos tocar (Josué 9:19). Ahora aprendemos que entre las desobediencias de Saúl se incluye una campaña contra esos cananeos protegidos: Hubo hambre en los días de David por tres años consecutivos. Y David consultó a Jehová, y Jehová le dijo: Es por causa de Saúl, por aquella casa de sangre, por cuanto mató a los gabaonitas… Saúl había procurado matarlos en su celo por los hijos de Israel y de Judá (2 Samuel 21:1,2).
Es impresionante considerar que los israelitas tienen que guardar aún los pactos que han hecho con los gentiles y los cananeos; su fidelidad a los pactos con otras naciones debe reflejar en alguna manera la fidelidad de Jehová a su pacto con su pueblo escogido. También es impresionante ver que Saúl, el que cometió las ofensas, ya ha muerto – pero su rebelión al pacto con los gabaonitas tiene que ser vindicada, y eso de parte de Jehová. Por eso vemos al rey David en un papel que no hemos visto antes – el que o venció a las naciones o las recibe en sumisión, paz y amistad ahora tiene que humillarse a pedirles perdón: ¿Qué haré por vosotros, o qué satisfacción os daré, para que bendigáis la heredad de Jehová? (2 Samuel 21:3) Y tiene que someterse a su petición: Désenos siete varones de sus hijos, para que los ahorquemos delante de Jehová en Gabaa de Saúl, el escogido de Jehová (2 Samuel 21:6). Tal vez más sorprendente para el lector moderno es ver no sólo esta
condición sino el resultado – efectuó la propiciación de Jehová; empezó a llover (2 Samuel 21:10). Termina la historia en gran tristeza y la compasión a los cadáveres de los difuntos, una lección grave y pesada sobre la santidad de Jehová y su celo por el pacto y por la justicia a los de menos protección en su reino.
Segundo, note las hazañas de los valientes de David ambos en matar a los gigantes filisteos en 2 Samuel 21:15-21 y en sus hechos en 2 Samuel 23:8-39. En
medio de este pasaje encontramos un salmo de David en 2 Samuel 22 que en su
esencia es igual al Salmo 18. Aquí hace destacar que las victorias de los valientes de David, igual como las del rey mismo, fueron logradas por el celo de Jehová por su ungido. Todas las visiones casi cinematográficas del salmo demuestran el poder de
Jehová de dirigir las fuerzas naturales más allá de la autoridad y el poder de David… y el celo de Jehová por su ungido al juntarlas y ejercerlas a su favor, para rescatarlo. Entre los pasajes sobre las victorias sobre los gigantes filisteos y los logros de los hombres valientes, demuestra el poder y la pasión de Jehová por establecer a su ungido. Por eso David puede celebrar: Vive Jehová, y bendita sea mi roca, y engrandecido sea el Dios de mi salvación. El Dios que venga mis agravios, y sujeta pueblos debajo de mí; el que me libra de enemigos, y aun me exalta sobre los que se levantan contra mí; me libraste del varón violento. Por tanto, yo te confesaré entre las naciones, oh Jehová, y cantaré a tu nombre. El salva gloriosamente a su rey, y usa de misericordia para con su ungido, a David y a su descendencia para siempre (2 Samuel 22:47-51). Tanto favor y misericordia vemos porque Jehová es fiel a su pacto revelado a David en 2 Samuel 7.
Celebra David la fidelidad de Jehová a su pacto con otro breve salmo en 2 Samuel 23:1-7. Ve por fe y por revelación de Jehová a un Descendiente suyo que reine en la verdadera y pura justicia que aún le falta a David en su reino: Habrá un
justo que gobierne entre los hombres, que gobierne en el temor de Dios (2 Samuel
23:3). Su gobierno será el inicio de un tiempo de refrigerio y justicia: Será como la luz de la mañana, como el resplandor del sol en una mañana sin nubes, como la lluvia que hace brotar la hierba de la tierra (2 Samuel 23:4). David y su casa no merece este favor: No es así mi casa para con Dios (2 Samuel 23:5); este favor es nada menos que la gracia de Jehová puesta en evidencia: Sin embargo, él ha hecho conmigo pacto perpetuo, ordenado en todas las cosas (2 Samuel 23:5). El mismo celo que puso en evidencia en la salvación de David descrita en 2 Samuel 22 será perpetuo por el Ungido futuro a quien Dios hará someter a todos sus enemigos.
En el último capítulo de la lectura hoy (y del 2 Samuel), David peca por hacer un censo del pueblo. Acuérdese que en nuestro estudio de Éxodo 30, parece que un censo del pueblo de Israel lo dejaba culpable – tal vez por la soberbia que podía incitar – y por eso todos tenían que pagar un dinero de rescate o de redención, de igual cantidad, como en reconocimiento de que su vida cuenta en el censo por la
salvación y la gracia de Jehová. Si el censo de David fue pecaminoso por la soberbia, por no recibir ningún dinero de redención o por otra razón, podemos hacer dos observaciones:
1) Estaba completamente bajo el control de Jehová, esta vez en castigo al pueblo: Volvió a encenderse la ira de Jehová contra Israel, e incitó a David contra ellos a que dijese: Ve, haz un censo de Israel y de Judá (2 Samuel 24:1), y
2) Es tan obvio el pecado que aún Joab no quiere cumplirlo: Añada Jehová tu Dios al pueblo cien veces tanto como son, y que lo vea mi señor el rey; mas ¿por qué se complace en esto mi señor el rey? (2 Samuel 24:3)
Pero la palabra del rey prevaleció sobre Joab y sobre los capitanes del ejército (2 Samuel 24:4). Después de que David reconoce el pecado, Jehová le da tres opciones por el castigo, y el rey escoge cualquier de las dos opciones (la primera o la tercera) que le permite caer en las misericordias de Jehová (2 Samuel 24:13-14). Mueren 70,000 hombres, y la misericordia de Jehová detiene la mano del ángel que destruía al pueblo para que no mueran más. Luego la ira de Jehová es propiciada por los sacrificios de la era de Arauna jebuseo (2 Samuel 24:25; 2 Crónicas 21:26-28). Y por ver que en este lugar Jehová oye las peticiones de su pueblo, anuncia David: Aquí estará la casa de Jehová Dios, y aquí el altar del holocausto para Israel (2 Crónicas 22:1). En este sitio se edificará el templo de Jehová – la tragedia del peste ahora ha dirigido a David a encontrar el lugar donde la gracia de Jehová por su pacto se manifestará a las próximas generaciones de su pueblo.
Entonces esta lectura, aunque parece extraña y desordenada a primera
vista, es un mosaico de los temas destacados de todo 1 y 2 Samuel y de todo lo
que hemos leído en la Biblia hasta el momento: la fidelidad de Jehová a su
pacto, el celo con que establece, preserva y exalta a su ungido, y la necesidad
de la propiciación por la ira justa de Jehová contra los pecados del hombre. Todo esto se declara en preparación por el futuro descendiente de David, el Ungido por excelencia, Jesucristo. Mientras tanto, seguimos la narrativa mañana empezando el libro de 1 Reyes.