Ahora que hemos leído casi todas las cartas de Pablo, ¿qué cree usted que será el tema principal de ésta, su última carta en orden cronológico? No nos debe sorprender la respuesta: el tema de su última carta es el evangelio: Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios (2 Timoteo 1:8). Prepara a su colaborador Timoteo para que siga fiel al evangelio y continúe a predicarlo a la generación de la iglesia en formación.
Vuelve a resumir el evangelio una vez más, y lo hace de la perspectiva de la eternidad y la soberanía de Dios: Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio (2 Timoteo 1:9-10). Toda la eternidad entendemos por medio del evangelio. Es el plan de Dios desde antes de la creación, por el cual irrumpió en la historia por la vida, la muerte y la resurrección de Jesucristo; y es el plan que continuará para siempre porque por ello Dios nos regala vida eterna.
Por eso Pablo se siente el gran privilegio de ser predicador del evangelio. Note cómo lo describe, no como algo que logró sino que recibió: Del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles (2 Timoteo 1:11). ¡Su apostolado fue un regalo concedido por Dios! A la vista no se parece mientras sufre la cárcel y toda la vergüenza que la acompaña: Por lo cual asimismo padezco esto (2 Timoteo 1:12). Pero por la esperanza cristiana (que definimos y de que leímos más recientemente en 2 Tesalonicenses), puede declarar con seguridad: Pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día (2 Timoteo 1:12).
Toda la eternidad, vista de la perspectiva del evangelio… toda una vida, resumida por la seguridad en el evangelio… así es el ejemplo de Pablo que ha inspirado no sólo a Timoteo sino a generaciones de creyentes, el ejemplo que es el llamado nuestro en esta generación también.