1) El propósito más importante del capítulo no es la identificación de los cuatro reinos tanto como el reconocimiento del último, del reino levantado por Jehová Dios.
2) La degeneración de la sociedad va a continuar a tal punto que se levantará uno que: Hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley; y serán entregados en su mano (Daniel 7:25).
3) Aun en esta persecución, Jehová manifestará su soberanía, su justicia y su salvación fiel por cortar la persecución y responder de acuerdo con su justicia: serán entregados en su mano hasta tiempo, y tiempos, y medio tiempo. Pero se sentará el Juez, y le quitarán su dominio para que sea destruido y arruinado hasta el fin, y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán (Daniel 7:25-27).
4) También vamos a notar en el Nuevo Testamento que Jesucristo se identifica como el Hijo de Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, viniendo en las nubes del cielo de Daniel 7:13, y por eso el sumo sacerdote le acusa de blasfemia (Mateo 26:63-66; Marcos 14:61-64; Lucas 22:66-71).
Hasta el momento no veo ninguna dificultad en nuestra interpretación. Empieza una si intentamos a identificar a las cuatro bestias. Si seguimos nuestra interpretación de Daniel 2, ahora en Daniel 7 vemos al león con alas de águila como Babilonia (una imagen que concuerda muy bien con la iconografía de ese reino), al oso que se alzaba de un costado más que del otro como el reino medo-persa y al leopardo con cuatro alas y cuatro cabezas como el reino griego. No veo nada que contradiría estas identificaciones.
Pero cuando llegamos a la cuarta bestia se presentan dos opciones, y ninguna de las dos parece perfecta. Por un lado, hay semejanzas obvias entre el reino fuerte como hierro que desmenuza y rompe todas las cosas en Daniel 2:40 y la cuarta bestia de dientes grandes de hierro que devoraba y desmenuzaba y las sobras hollaba con sus pies en Daniel 7:7. De acuerdo con estas semejanzas identificamos la cuarta bestia de Daniel 7 como el imperio romano.
Pero la aplicación histórica no parece perfecta. Si es el imperio romano, ¿quiénes son los 10 reyes que se levantarán de aquel reino? (Daniel 7:24) ¿Se levantan seguidos, uno tras otro, o son contemporáneos, o hay mucho tiempo entre sus reinados? ¿Se ha presentado el cuerno pequeño que hablaba grandes cosas, y si sí, quién fue? Si es de la época romana, ¿por qué los santos no hemos recibido el reino, el dominio y la majestad todavía, o sólo hablaba Daniel 7:27 de un reino espiritual?
Por otro lado, hay algunos que insisten que la cuarta bestia de Daniel 7 es distinta al cuarto reino de Daniel 2. El reino de Daniel 2 puede ser el imperio romano, pero hacen énfasis en que la cuarta bestia de Daniel 7 es “muy diferente de todas las bestias que vi antes de ella” (Daniel 7:7), que es un reino aún futuro a nosotros que no será revelado hasta poco antes de la segunda venida de Jesucristo.
Tampoco es perfecta esta identificación. ¿Por qué se parecen tanto el cuarto reino de Daniel 2 y la cuarta bestia de Daniel 7 si en realidad son distintos? ¿Por qué no nos dijo más el profeta para diferenciarlos mejor? ¿Por qué soñaba el profeta de las cuatro bestias en una noche sin ninguna indicación que iba a haber un espacio de más de 2000 años entre la tercera y la cuarta?
En resumen, vemos las dos opciones imperfectas: 1) la cuarta bestia es la Roma antigua, o 2) la cuarta bestia es un reino todavía futuro. ¿Hay otras opciones? ¿Cómo respondemos a esta incertidumbre?
Por ahora, vamos a optar por la opción de que la identificación del cuarto reino no es necesaria para entender lo más importante de la profecía. Glorificamos a Dios por lo que entendemos bien. Este es el camino que tomamos por ahora en reconocimiento de nuestro deseo de leer toda la Biblia en un año y para que esta entrada de blog no continúe por docenas de páginas más.
Pero junta con nuestra lectura de la Biblia queremos edificar un sistema de interpretación profética fuera del libro de Daniel que nos ayude a entenderlo. Será posible si lo edificamos de acuerdo con la Biblia y en reconocimiento de nuestros límites de entendimiento.
Así que por ahora, vamos a imitar a Daniel. Aunque turbados, sin tener todas las respuestas, vamos a guardar el asunto en nuestro corazón y continuar a cumplir las tareas diarias que nos han dado el Señor. Vamos a pedirle la sabiduría mientras leemos para que estas profecías se descubran poco a poco por la gloria de nuestro Rey.