Estos versículos llevan a la mente otras declaraciones de la relación única entre Jehová y su pueblo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto… Estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti (Génesis 17:1, 7). Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel (Éxodo 19:5-6).
Note que la relación especial del pacto implica una respuesta especial, la obediencia de todo corazón a la ley. La obediencia no es para ganar algo de Jehová sino un reconocimiento de esta relación única que ya existe.
Note también que la repetición de este tema en el pacto con Abraham en Génesis 17, en la introducción del pacto mosaico en Éxodo 19 y ahora al cerrar la ley en Deuteronomio 26 subraya la fidelidad de Jehová. A pesar de la opresión de
Faraón, a pesar de los siglos que han pasado, a pesar aún de las rebeliones de su pueblo, Jehová es fiel a sus promesas: Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones (Deuteronomio 7:9).
Y como hemos visto antes, si verdaderamente reconocemos la gloria de los atributos de Jehová, lo alabaremos. Que lo alabemos hoy con nuestros labios y sobre todo, por obedecer su palabra.