Nuestro diario vivir se basa en la victoria y la exaltación de Jesucristo por el Padre: A cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres (Efesios 4:7-8). Y estos dones se manifiestan en nosotros en comunidad, en la iglesia hecha por los creyentes por medio de la fe en Jesucristo, la iglesia que crece y se ejerce a su imagen: Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (Efesios 4:11-13).
Aunque al principio tal vez suene muy abstracto y teológico, en realidad dirige lo más práctico de nuestras vidas. Precisamente porque somos la iglesia, el cuerpo de Cristo, ayudándonos a crecer mutuamente en amor, vamos a desechar la mentira y hablar la verdad cada uno a su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros (Efesios 4:25). No vamos a robar sino trabajar, utilizando nuestras manos para compartir a los que tienen necesidad (Efesios 4:28). Vamos a perdonar a los que nos han ofendido igual como Cristo nos ha perdonado a nosotros (Efesios 4:32). No vamos a participar en las obras de las tinieblas, porque somos luz en el Señor (Efesios 5:7-8). Vamos a aprovechar bien el tiempo, no para embriagarnos sino para ser llenos del Espíritu para manifestarlo al hablar, al relacionarnos en el matrimonio, al someternos a las autoridades en nuestras familias y en el lugar de trabajo y al ministrar su poderosa palabra a los demás.
Es decir, si leemos bien la carta de Pablo a los efesios, vamos a apreciar que toda nuestra relación con Dios y toda nuestra relación con la gente alrededor se basan en Jesucristo. Él es el centro, el Señor en todas nuestras relaciones.
La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable. Amén (Efesios 6:24).