Entonces, cronológicamente el libro de Daniel se inicia antes del libro de Ezequiel, del sacerdote y profeta que fue llevado en la segunda ola del exilio. Por eso Ezequiel puede hacer referencia a Daniel como un justo y sabio reconocido entre los otros exiliados (Ezequiel 14:14, 20; 28:3).
Por eso nos sorprende la falta de profecías sobre la destrucción de Jerusalén que ocuparon tanta de nuestra lectura en los libros de Jeremías y Ezequiel. Por muchos años los tres profetizaron simultáneamente, pero en Daniel parece que estamos en otro mundo: en la estabilidad, el poder y la abundancia de Babilonia, la capital del reino más poderoso de la época.
Pero no quiere decir que las profecías de Daniel no tengan ninguna aplicación a los exiliados de Judá. Al contrario, demuestran que su Dios Jehová continúa a reinar aun sobre los reinos más poderosos en todos sus detalles. Daniel sirve como ventana para dejar que los exiliados miren a Jehová, el mismo Dios que reinó sobre todos los eventos en Israel y Judá en los libros de Reyes y de Crónicas, ahora gobernando en soberanía y gloria aun sobre los reyes paganos que los tenían encorralados en el exilio. Lejos de desesperarse, deben celebrar el hecho de que conocían mejor que los reyes paganos al Ser que les ha dado poder y autoridad.
Y es muy importante reconocer que el libro de Daniel, como el resto de la Biblia, se nos dio para glorificar a Jehová. Al leer las narrativas fascinantes de los primeros 6 capítulos, estamos impresionados por los ejemplos de Daniel y sus compañeros, y queremos parar a admirarlos como ejemplos para nosotros y en especial para los jóvenes de nuestras iglesias de la vida comprometida a Jehová en medio de las influencias paganas del mundo. Son válidas estas observaciones y aplicaciones pero si paramos en éstas, hemos pasado por encima de lo más importante del libro de Daniel: el testimonio de la gloria de Jehová que gobierna sobre principados y potestades y toda la historia, la gloria del Dios que no encuentra ningún estorbo en manifestar su justicia y su misericordia en toda la tierra.
Por eso, que nos acordemos de leer el libro de Daniel con el enfoque en la gloria de Jehová más que en la gloria de sus siervos que, en su servicio justo, sabio y fiel, le rindieron todo honor y gloria a Él.