demuestra que sí.
Para gobernar un imperio tan grande y multiétnico, los caldeos y luego los persas desarrollaron una burocracia impresionante. Su sistema de archivos recopilaba datos de todas las partes del imperio y conservaba ordenadamente los muchos decretos necesarios para gobernar a tanta gente por épocas largas. Vemos la burocracia persa en acción en Esdras 4 – 6. Como los judíos y sus vecinos ya no son independientes y no tienen reyes, tienen que mandar sus peticiones a una de las capitales persas lejanas y esperar pacientemente su respuesta. Se suponían que las autoridades iban a responder en justicia, pero a veces la justicia fue trastornada al pasar por tantas manos administrativas: Sobornaron además contra ellos a los consejeros para frustrar sus propósitos, todo el tiempo de Ciro rey de Persia y hasta el reinado de Darío rey de Persia (Esdras 4:5).
Pero el poder de Jehová supera toda intención de distorsionar su justicia, aún en las burocracias: Dejad que se haga la obra de esa casa de Dios; que el gobernador de los judíos y sus ancianos reedifiquen esa casa de Dios en su lugar… que de la hacienda del rey, que tiene del tributo del otro lado del río, sean dados puntualmente a esos varones los gastos, para que no cese la obra… También por mí es dada orden, que cualquiera que altere este decreto, se le arranque un madero de
su casa, y alzado, sea colgado en él, y su casa hecha muladar por esto (Esdras 6:7-8, 9, 11). Las burocracias pueden servir como instrumentos de la justicia de Jehová, como en este caso cuando sirven para la edificación del nuevo templo.
En esta lectura salen algunos detalles históricos que dejan confundidos a algunos lectores. Primero, a primera vista parece muy larga la espera por el permiso de redificar el templo, como Esdras 4:5-7 menciona los reyes persas Ciro, Darío, Asuero y Artajerjes cuyos reinados desde el decreto de 539 a.C. cubren más de 100 años. Luego Esdras 6:14 menciona que edificaron y terminaron el templo por orden de Ciro, de Darío y de Artajerjes. Pero terminaron la construcción en el sexto año del rey Darío, en 516 a.C., después de 23 años, no después de 100. ¿Puede ser que el autor bíblico se equivocó de la cronología y la lista de reyes persas?
No; no hay confusión de parte del autor bíblico si reconocemos que Esdras 4:6-23 es un paréntesis en la narrativa sobre la construcción del templo. Las acusaciones escritas para Asuero en Esdras 4:6, para Artajerjes en Esdras 4:7-16 y la respuesta de éste en Esdras 4:17-23 no son directamente relacionadas con la construcción del templo. Son ejemplos de las tácticas generales de los enemigos de los judíos para que se quedaran mal vistos por las autoridades persas. Note en particular que la carta a Artajerjes se trata de la construcción de los muros (Esdras 4:12), no de la reconstrucción del templo. Aunque fueron escritas mucho más tarde y por otros asuntos, las acusaciones de Esdras 4:6-23 son ejemplos de las tácticas por las cuales los vecinos de los judíos intentaron a estorbar la reconstrucción del templo también. El paréntesis termina cuando el autor entra en Esdras 4:24 y vuelve a la época de la reconstrucción del templo: Entonces cesó la obra de la casa de Dios que estaba en Jerusalén, y quedó suspendida hasta el año segundo del reinado de Darío rey de Persa. (F. Charles Fensham, The Books of Ezra and Nehemiah, New International Commentary on the Old Testament; 1982, Eerdmans, pág. 69-70)
Segundo, la referencia al rey de Asiria en Esdras 6:22 puede causar confusión también. Asiria dejó de existir como un imperio después de la destrucción de Nínive en 612 a.C. y de Harrán en 610 a.C.; la Pascua en Esdras 6:22 fue celebrada en 516 a.C. Técnicamente, hacía casi 100 años que no existía ningún rey de Asiria.
¿Cómo puede decir entonces: Jehová los había alegrado, y había vuelto el corazón del rey de Asiria hacia ellos (Esdras 6:22)? La razón se encuentra en la costumbre de nuevos emperadores de ligarse a la cadena de emperadores previos para justificar la legitimidad de su nuevo reino. A pesar del cambio de reinos, un nuevo emperador se presentaba como otro eslabón en una cadena de emperadores pasados famosos y reconocidos. Así un rey persa como Darío podía presentarse también como rey de Asiria aunque ese imperio dejó de existir, porque gobernaba sobre los mismos lugares geográficos y la misma gente que los reyes asirios, y porque le daba más prestigio (Fensham, The Books of Ezra and Nehemiah, pág. 96; hace referencia a una lista de los reyes de Babilonia reproducida en Ancient Near Eastern Texts, pág. 566, que empieza con un rey asirio, menciona a reyes caldeos, incluye a los reyes persas Ciro, Cambises y Darío, y termina por los reyes seléucidas, los que tomaron autoridad después de la muerte de Alejandro Magno.
Los reyes son de cuatro imperios distintos, pero vistos como una cadena no quebrantada por su dominio sobre el mismo lugar geográfico). Entendido así, la frase: Jehová los había alegrado, y había vuelto el corazón del rey de Asiria hacia ellos (Esdras 6:22) no es un error histórico sino una declaración de la fidelidad de Jehová, que cambió el corazón de la misma cadena de autoridad que exilió a su pueblo Israel en 722 a.C. para que ahora fortaleciera a su pueblo que vuelve del exilio a redificar a Jerusalén. Este título nos permite ver la misericordia de Jehová a través de los siglos; aunque castiga, es misericordioso y nunca abandonará a su pueblo.