En más detalle: Jehová le manda a Ezequiel que presente un drama profético entre los exiliados cerca al río Quebar porque: Es señal a la casa de Israel (Ezequiel 4:3). Se supone que las instrucciones dadas en capítulo 4 – 7 (y probablemente en capítulos 6 y 7 también) se cumplirán en un lugar público como una plaza central en el campamento / pueblo de los exiliados. Podemos imaginar que un jornalero o vendedor judío sale de su casa para la plaza como de costumbre cuando un día ve a Ezequiel poner en medio un ladrillo con un dibujo de Jerusalén (Ezequiel 4:1).
Mientras el profeta construye una fortaleza y baluarte contra la ciudad dibujada (Ezequiel 4:2), el jornalero se para por curiosidad para ver qué está haciendo. Luego el profeta se acuesta sobre el lado izquierdo y afirma su rostro contra el dibujo, con una plancha de hierro entre él y la ciudad (Ezequiel 4:3, 4).
El jornalero eventualmente sigue en su camino… pero cuando regresa en la tarde, todavía está el profeta acostado en la plaza, y todos los vecinos pasan y conversan sobre la profecía dramática tan rara (Ezequiel 4:4). Al final del día cuando todos se desocupan la plaza para regresar a sus casas, tal vez el profeta vuelve a la suya. Pero la mañana siguiente cuando el jornalero pasa por la plaza, allí está el profeta otra vez, sin moverse, con su rostro afirmado contra el dibujo de Jerusalén y su brazo descubierto (Ezequiel 4:7, 8). Y así continúan los días. A veces el profeta grita en profecía contra Jerusalén mientras la gente pasa en camino a sus trabajos y quehaceres (Ezequiel 4:7); Ezequiel 6 y 7 probablemente son algunas que declaró Ezequiel a la Jerusalén dibujada. Hasta su comida mezquina es parte del drama profético, poniendo a la vista de los exiliados la experiencia de sus hermanos en el sitio de Jerusalén (Ezequiel 4:9-17). Y así sigue la extraña representación día por día sin faltar por 390 días (Ezequiel 4:5). Probablemente significa el número de años (aproximadamente) desde la dedicación del templo hasta la destrucción de Jerusalén, los años que Jehová ha tenido que sufrir la rebelión endurecida de su pueblo (Daniel I. Block, The Book of Ezekiel: Chapters 1 – 24; Grand Rapids, Eerdmans, pág. 178-79). Por tanto tiempo y publicidad, todos los habitantes judíos por el río Quebar sabrían y comentarían de esta extraña profecía.
De repente el profeta cambia al lado derecho, y así se queda por 40 días más (Ezequiel 4:6). Probablemente es un eco de Números 14:33-35 donde Jehová les prohíbe a la generación del éxodo la entrada a la tierra prometida por causa de su falta de fe y les dice: Vuestros hijos andarán pastoreando en el desierto cuarenta años, y ellos llevarán vuestras rebeldías, hasta que vuestros cuerpos sean consumidos en el desierto. Conforme al número de los días, de los cuarenta días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta años, un año por cada día; y conoceréis mi castigo (Números 14:33-34). A los exiliados por el río Quebar les comunicaría que ellos tampoco van a entrar otra vez en la tierra prometida; morirán en el exilio, y sólo sus hijos tendrán la posibilidad de volver (Block, Ezequiel, pág. 179).
De repente sale otro paso extraño al drama cuando Ezequiel públicamente se afeita la cabeza y la barba al lado del ladrillo de Jerusalén (Ezequiel 5:1). Imagino que por esta representación tan dramática, todos hasta habrán llamado a sus familiares y vecinos para que se acudan a la plaza para verla. Delante de todos, Ezequiel quema un tercio de los cabellos. Otro tercio corta con espada alrededor de la ciudad (representada por el ladrillo). Otro tercio esparce por el viento. Pero unos pocos ata en la falda de su manto (Ezequiel 5:2-3). Los que se quedan serán quemados (Ezequiel 5:4). Con la atención de todos, Ezequiel explica el drama profético: Así ha dicho Jehová el Señor: Esta es Jerusalén; la puse en medio de las naciones y de las tierras alrededor de ella (Ezequiel 5:5). Anuncia el juicio de Jehová a Jerusalén por sus pecados (Ezequiel 5:6-11). Interpreta la representación de este día: Una tercera parte de ti morirá de pestilencia y será consumida de hambre en medio de ti; y una tercera parte caerá a espada alrededor de ti; y una tercera parte esparciré a todos los vientos, y tras ellos desvainaré espada (Ezequiel 5:12). Y anuncia la vergüenza y la destrucción que pasarán los judíos por el juicio (Ezequiel 5:14-17).
Y cuando los exiliados volvieron a sus casas esa noche, seguramente resonaba las palabras y las acciones del profeta en las mentes: Se cumplirá mi furor y saciaré en ellos mi enojo, y tomaré satisfacción; y sabrán que yo Jehová he hablado en mi celo, cuando cumpla en ellos mi enojo (Ezequiel 5:13). Un drama muy largo, que requiere la paciencia de parte del actor y de todo el público (para representar la paciencia con que Jehová ha tolerado sus pecados)... un drama muy triste, con un fin inesperado, no con el propósito de entretener sino de comunicar el juicio de Jehová. ¿Habrán reconocido el mensaje para arrepentirse de sus pecados?
¿Y qué haremos nosotros? Tanta paciencia nos demuestra Jehová en tolerar nuestros pecados y en darnos tiempo para digerir el llamado al arrepentimiento. ¿Esperaremos hasta el juicio venidero? ¿O nos arrepentiremos por fin de nuestros pecados, antes de que venga?