“Gálatas es una carta para el ex-fariseo en recuperación. Los fariseos que vivían durante y después de la época de Cristo eran muy religiosos. Eran fieles en su adoración, ortodoxos en su teología e intachables en su conducto. Pero algo les faltaba. Aunque Dios estaba en sus mentes y en sus acciones, no estaba en sus corazones. Por eso, su religión sólo valía un poco más que la hipocresía.”
“Los fariseos eran hipócritas porque pensaban que lo que Dios haría por ellos dependía en lo que ellos hacía por Dios. Entonces, leían sus Biblias, oraban, daban el diezmo y guardaban el día de reposo como si en esos dependiera su salvación. Lo que fallaron en entender era que la gracia de Dios no se puede ganar; sólo viene gratuitamente.”
“Hay una salida del fariseísmo. La salida se llama el evangelio. Es las buenas noticias de que Jesucristo ya se ha hecho todo por nuestra salvación. Si creemos en él, él nos justificará con Dios por regalarnos su gracia gratuitamente. Cuando rechazamos nuestra propia justicia para recibir la justicia de Jesucristo, ya no somos fariseos.”
“Pero muchos ex-fariseos tienen un problema; difícilmente abandonan su legalismo. Aunque inicialmente recibieron la gracia de Dios gratuitamente, siguen por intentar a pagarle a Dios por ella. Creen que Dios los ama, pero secretamente sospechan que su amor es condicional, que depende en cómo cumplen los quehaceres cristianos. Terminan con un cristianismo basado en obras que niega la gracia de Dios. Para ponerlo en el vocabulario de la teología, desean basar su justificación en su santificación.”
“Esto significa que la mayoría de los ex-fariseos – y de hecho, muchos cristianos – todavía están en recuperación. Todavía hay algo del viejo hombre legalista en nosotros. Aunque hemos sido salvos por gracia, no sabemos cómo vivir por gracia. Para ellos, el evangelio es algo que recibimos en algún momento en el pasado, pero no algo que vivimos y respiramos. La carta a los gálatas fue escrita para gente como nosotros” (páginas 3-4).
Es una excelente introducción por el pastor Ryken, pero la introducción de Pablo es más urgente, más celosa por la protección del evangelio y por la salvación de los cristianos en Galacia: Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema [es decir, condenado]. Como antes hemos dicho, también ahora repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema (Gálatas 1:6-9).
Algunos se presentaron en las iglesias en Galacia y les anunciaron a los creyentes que si no cumplían la ley, no eran salvos. Les enseñaban que tenían que cumplir la ley por lo menos con respecto a la circuncisión, las reglas sobre la comida limpia y la observación de días, meses, temporadas y años especiales, si no por más reglas (Gálatas 2:12; 4:10; 5:2-3). Este falso evangelio, una adición que suena tan santa e inofensiva al verdadero evangelio por la fe en Jesucristo, llegó a engañar aún a Pedro y Bernabé (Gálatas 2:11-13).
Pablo lo identifica y lo denuncia en palabras fuertes y decisivas: El hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo (Gálatas 2:16). El querer ser aceptado por Dios por sus propias buenas obras es un rechazo de la gracia de Dios en Cristo Jesús: No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo (Gálatas 2:21). Reprende a los gálatas por empezar a caminar en su salvación por el Espíritu Santo y luego desecharlo por pensar que serían aceptables a Dios por la ley: Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? (Gálatas 3:2-3) La gracia de Dios por la fe en Jesucristo no sólo inicia sino que sostiene y cumple nuestra salvación completamente. Por eso Pablo se queda maravillado con el retraso de los gálatas a la ley: ¿Cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? (Gálatas 4:9)
Como dijo el pastor Ryken, necesitamos escuchar estas palabras de reprensión aún repetidas veces porque es muy fácil caer en la mentalidad de que Dios nos va a aceptar con tal que produzcamos por él. Así es la mentalidad del trabajo, de la escuela, del deporte, y más; nuestro valor se determina por nuestra producción. Pero la carta a los gálatas nos recuerda que la salvación no es recompensa; la recibimos sólo por la gracia de Dios, sin merecerla nosotros, sin poder impresionar a Dios para recibirla, sin poder ganarla por las obras de la ley. Que nuestra repetida lectura de la carta a los gálatas nos preserve de las doctrinas falsas que intentan a quitar la gloria de la cruz de Jesucristo.