Primero, nos declara que Dios es eterno: “En el principio… Dios.” Empieza el tiempo, y Dios ya es activo, obrando según un plan previo que no conocemos. Dios es el Ser que establece el principio por su acción, que por su palabra inicia el tiempo y la creación. Es el Autor de toda la historia sin ser controlado por la misma; es el Creador del tiempo que no se somete a su marcapasos.
Segundo, nos señala que Dios es poderoso: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra.” Todas las extensas maravillas que miramos alrededor fueron creadas por él. Los valles regados por los riachuelos, los densos bosques y selvas, los profundos océanos, las montañas que se alzan a las nubes, los distantes planetas y las estrellas lejanas, todos fueron creados sin sudor, sin gran ejercicio físico sino por su palabra poderosa. El profeta se maravilla de la facilidad con que creó todo: ¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra? (Isaías 40:12) Los logros humanos no se comparan con el poder de Dios; en cambio, dependen de su obra.
Tercero, Dios es justo. Los cielos y la tierra obedecen las leyes que él les ha puesto; ninguna parte de la creación se queda fuera de su control continuo. Como él mismo declara a su siervo Job: ¿Quién encerró con puertas el mar, cuando se derramaba saliéndose de su seno… [cuando] establecí sobre él mi decreto, le puse puertas y cerrojo, y dije: Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante, y ahí parará el orgullo de tus olas? (Job 38:8-11) Es el Creador con todo el poder y la autoridad sobre su creación; por eso define la justicia, y la creación entera sigue su mando.
Cuarto, Dios es bueno, y se manifiesta en que todo lo que produce es digno de bendición. Note la repetición por toda la lectura hoy: Vio Dios que la luz era buena (Génesis 1:4); vio que lo que creó era bueno (1:10, 12, 18, 21, 25); he aquí que era bueno en gran manera (1:31). No tenemos que cubrirnos en terror de un creador maligno y perverso sino que admiramos y adoramos al Creador eterno, poderoso, justo y bueno.
Quinto, como canta el salmista, Dios es misericordioso. La creación fue hecha para producir y sostener la vida. El Salmo 104 se regocija de la misericordia que da la provisión diaria a todos los seres, desde las bestias del campo hasta los animales más alejados de los pueblos, de las bestias de la selva hasta los seres humanos, de las aves de los cielos hasta los seres innumerables del mar. Todos dependemos de la mano del Dios misericordioso que nos da la provisión adecuada y accesible por medio de su creación.
Desde la primera lectura la Biblia nos revela este Dios eterno, poderoso, justo, bueno y misericordioso. Que todas nuestras lecturas de la Biblia este año sean una tarea gozosa para conocerlo y adorarlo mejor.