Además, nos revela algo sobre Jehová y la salvación. Cuando Isaac pregunta: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto? (Génesis 22:7) Abraham responde: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío (Génesis 22:8). Y es exactamente lo que hace Jehová: Fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo (Génesis 22:13).
En capítulo 3, aprendimos que Jehová acepta el sacrificio de un sustituto por la vida de un pecador. Ahora en capítulo 22 vemos que Jehová provee el sustituto también.
Mucho después, en el Nuevo Testamento, en la carta a los romanos, veremos que Dios provee el sustituto otra vez: Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación (Romanos 3:24, 25). Jesucristo es el sacrificio provisto por Dios a nosotros, el Sustituto perfecto por nuestro pecado.
Y esta observación contesta las preguntas con que terminamos la entrada de blog de ayer. ¿Qué pasó con la justicia de Jehová? ¿La botó a favor de la gracia por su pacto? No. Su justicia requiere que los injustos como nosotros o morimos o presentemos un sacrificio aceptable de un sustituto por nuestros pecados… y su gracia lo provee: Jesucristo crucificado, el sacrificio perfecto. Así se cumple la justicia de Jehová, a la vez ministrada por gracia al pecador que no la merece. Dios mismo demanda el sacrificio, y a la vez por gracia, lo provee.
¿Acepta usted el único sacrificio provisto por Dios?