Uno de los temas principales de toda la Biblia es el gobierno justo de Dios sobre toda la creación. En la primera lectura vimos que Dios es eterno, poderoso, justo, bueno y misericordioso; hoy añadimos que su gobierno también es eterno, poderoso, justo, bueno y misericordioso.
Y por eso es un privilegio casi inconcebible que Dios haya decidido a ejercer su gobierno justo por medio del ser humano, una maravilla que contempla el salmista David en el Salmo 8. Esta sorpresa aparece por primera vez en la lectura de ayer: Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra… Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra (Génesis 1:26, 28). Dios nos ha creado específicamente para que reflejemos su gobierno justo y bondadoso en toda la creación. Y como veremos por el transcurso del año, este hecho tiene grandes consecuencias en cómo gobernamos a nuestras familias, en cómo manejamos la autoridad en nuestros lugares de trabajo, en la organización y la disciplina en la iglesia, y en nuestro gobierno de la comunidad y del país. Por eso, largas secciones de la Biblia van a concentrar en la organización de las comunidades y las leyes, en el gobierno de reyes y jueces, en la sabiduría como preparación para gobernar y en las directivas al pueblo de Dios sobre cómo debemos vivir. Dios nos formó precisamente para organizar y gobernar.
La lectura hoy nos informa más sobre el privilegio de gobernar: Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase (Génesis 2:15). Note el poder, la autoridad y el cariño con que Jehová Dios coloca al hombre exactamente dónde quiere para que cumpla su tarea. Note también la invitación generosa con que se la asigna: Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer (Génesis 2:16). Le impone una sola regla para que el hombre recuerde que su señorío es prestado, de que su existencia depende de una autoridad más alta que la suya: Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás (Génesis 2:17).
Pausemos un momento para notar una tensión que corre por toda esta instrucción sobre el gobierno, una pregunta clave que se inicia aquí en el libro de Génesis y que pasa por toda la Biblia: desde aquí por todo el libro de Génesis, por toda la ley de Moisés, por toda la historia de la monarquía en Israel, por la predicación de los profetas, por los mandamientos de Jesús hasta las directivas en las cartas de los apóstoles y del libro de Apocalipsis: ¿Se someterá el hombre al gobierno eterno, poderoso, justo, bueno y misericordioso de Dios? ¿Reconocerá que su ley es justa, buena y misericordiosa? ¿Obedecerá a Dios… o responderá en rebelión? ¿Decidirá que su propia justicia y potencial superan a la de Dios? Por lo menos en la lectura para hoy, en nombrar a los animales y en recibir a la mujer, el hombre responde en sumisión gozosa al gobierno justo de Dios.
Si reflexionamos un poco más, veremos que esta misma pregunta clave aparece en nuestras vidas también. Mientras leemos la Biblia, ¿vamos a someternos al gobierno bondadoso de Dios revelado en estas páginas? ¿Estamos dispuestos a reconocer que Dios es justo y tiene autoridad para mandarnos lo que Él quiera en la Biblia? ¿O vamos a leer la Biblia sólo como una curiosidad antigua, listos a separarnos de ella cuando nos hace sentir incómodos, más confiados en nuestra propia justicia y nuestro discernimiento más que la justicia y el discernimiento de Dios descritos aquí?
En la lectura de mañana veremos más sobre la respuesta de la primera pareja a esta pregunta clave. Mientras tanto, que decidamos de una vez que nuestra lectura de la Biblia sea no sólo para informarnos de antigüedades sino que también nos impacte para obediencia gozosa y adoración al Dios revelado en estas páginas.