- Se enorgullecen por sus avances tecnológicos: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla (Génesis 11:3).
- Confiados en su nueva tecnología, creen que tienen un mejor plan que la dispersión que mandó Jehová: Vamos, edifiquémonos una ciudad (Génesis 11:4).
- Exitosos en lo material, piensan ser capaces de alcanzar el conocimiento de lo espiritual: Edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo (Génesis 11:4). Note que no propusieron llegar al cielo físicamente por la altura de la torre (están en una llanura, y si pensaban alcanzar al cielo físicamente, habrían empezado la construcción en la cumbre de una montaña), sino que intentan a construir un templo o zigurat que sirva de punto de acceso a lo espiritual. Es decir, en vez de someterse y depender de la revelación de Jehová, se creen capaces de alcanzar y descubrir lo espiritual por sí mismos.
- Por sus logros tecnológicos y espirituales, desean que las siguientes generaciones pongan su atención en ellos, sin importarles la gloria de Jehová: Hagámonos un nombre (Génesis 11:4).
- Y su soberbia llega a su colmo cuando se ven con la autoridad de imponer una ley contraria a la de Jehová: Por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra (Génesis 11:4).
Pero los seres humanos todavía no quieren aprender. A pesar de las diferencias de lenguas, los seres humanos van a intentar una y otra vez a reunir a todos bajo un solo gobierno y espiritualidad dirigidos por sí mismos. Por toda la historia de la Biblia van a construir ciudades enormes como Nínive, después Babilonia y luego Roma que utilizan su influencia militar, económica y espiritual para tragar a todas las naciones de la tierra en una… y mientras tanto, perseguirán al remanente fiel de Jehová que anhela una ciudad construida por él, donde reina Jehová mismo en justicia (Hebreos 11:13-16; Apocalipsis 21:2-3).
Aunque las naciones van a continuar en su rebelión por todo el transcurso de la Biblia, y aunque el libro de Génesis va a cambiar de énfasis de la vista internacional en capítulos 10 y 11 hacia la atención a una sola familia de capítulo 12 en adelante, Jehová no las ha abandonado. Inmediatamente le va a decir a Abram: Serán benditas en ti todas las familias de la tierra (Génesis 12:3). Mientras pasan lentamente los siglos del Antiguo Testamento, Jehová va a preparar lugar para la simiente prometida que después de su resurrección va a decir: Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones (Mateo 28:19). Va a unir a todas las naciones no según la tecnología, ni la economía ni la religión formadas por los seres humanos sino por la cruz de Jesucristo: porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades… para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz (Efesios 2:14-15).
Mientras el plan de Jehová en los próximos capítulos y libros va a concentrar en Abram y su descendencia, note que nunca se le olvidan las naciones sino que las gobierna en justicia y las incluye en su plan para reunirlas eventualmente en sumisión, obediencia, adoración y paz en Cristo Jesús.