Jehová en su gracia responde a la queja. Su respuesta sorprendente se revela en 1:5-11: la injusticia que ve el profeta será fuertemente castigada… cuando los caldeos invaden y destruyen a Judá y Jerusalén.
Esta respuesta motiva otra queja respetuosa y dolorosa del profeta. ¿Cómo permites, Jehová, que el impío (los caldeos) destruya al más justo que él (a Judá)? Se presenta en Habacuc 1:12 – 2:1.
Y en 2:2-20, Jehová les responde con un mensaje glorioso digno de ser talado en piedra y llevado a todas partes, un mensaje que será citado tres veces en el Nuevo Testamento: el justo por su fe vivirá (Habacuc 2:4; Romanos 1:17; Gálatas 3:11; Hebreos 10:38). El justo por su fe será guardado de la ira de Jehová, la ira que eventualmente será derramada sobre los caldeos y sobre todos sus enemigos.
En respuesta Habacuc enseña una oración cantada en 3:1-15, una oración que exalta a Jehová por sus grandes victorias contra los invasores gentiles en la historia de Israel… una oración que prepara al pueblo de abundar en la fe aun en medio de la destrucción que viene.
Habacuc 3:16-19 termina con el ejemplo del profeta mismo que, temblando por la invasión que está a punto de venir, se goza por fe en el Dios de su salvación. En todo el Antiguo Testamento, es una de las descripciones más poéticas, firmes y memorables por la fe y el gozo en Jehová en medio de las tribulaciones: Oí, y se conmovieron mis entrañas; a la voz temblaron mis labios; pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí; si bien estaré quieto en el día de la angustia, cuando suba al pueblo el que lo invadirá con sus tropas. Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar (Habacuc 3:16-19).
Vivo en la sociedad más rica en toda la historia del mundo. Soy un producto de esa sociedad a medidas que no alcanzo a comprender. ¿Qué haría si perdiera todo… TODO… de beneficio económico y la posibilidad de sostenerme, de apoyo financiero y emocional, del futuro, de la carrera, de la familia y los amigos, por injusticias fuera de mi control? ¿Todavía me gozaría en Jehová? ¿Todavía esta carne consentida declararía que sus misericordias son nuevas cada mañana? ¿Enseñaría a otros a refugiarse por fe en Jehová por medio de cánticos sobre las evidencias de su gracia igual como hace Habacuc en capítulo 3?
Habacuc tembló por la invasión caldea que estaba por llegar; la fe de Habacuc me hace temblar. ¿De veras considero mi relación con Dios por medio de la fe en Jesucristo como el tesoro de más valor en esta tierra, como superior a cualquier comodidad y seguridad que ofrece este mundo? ¿De veras puedo cantar igual como Asaf: ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra (Salmo 73:25)? Jehová nos dice claramente: El justo por su fe vivirá (Habacuc 2:4).