En más detalle: Aullad, porque cerca está el día de Jehová; vendrá como asolamiento del Todopoderoso (Isaías 13:6). Tenemos en Isaías 13 una nueva profecía sobre el día de Jehová pero con un instrumento diferente – Jehová esta vez ejercerá el furor de su ira justa por medio de Babilonia en vez de Asiria. Describe su conquista veloz, inevitable y sin compasión (Isaías 13:1-16). Pero aún este imperio futuro caerá a los medos (Isaías 13:17-18). Y Babilonia, hermosura de reinos y ornamento de la grandeza de los caldeos, será como Sodoma y Gomorra, a las que trastornó Dios (Isaías 13:19).
A pesar de la amenaza asiria en el presente y la amenaza caldea en el futuro, Jehová se compromete al bienestar de su remanente: Porque Jehová tendrá piedad de Jacob, y todavía escogerá a Israel, y lo hará reposar en su tierra; y a ellos se unirán extranjeros, y se juntarán a la familia de Jacob (Isaías 14:1). Aún el juicio
futuro horrible por Babilonia no apagará la gracia que demuestra a su pueblo en su pacto con Abraham.
Cuando el remanente futuro contemple la caída de Babilonia, se quedará impresionado: ¡Cómo paró el opresor, cómo acabó la ciudad codiciosa de oro! (Isaías 14:4) No habrá duda sobre quién dirigió todo el juicio en su soberanía: Quebrantó Jehová el báculo de los impíos, el cetro de los señores (Isaías 14:5).
En la recepción del rey de Babilonia en el lugar de los muertos [Seol], se va revelar el motivo de su caída: Descendió al Seol tu soberbia, y el sonido de tus arpas; gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán… Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo (Isaías 14:11, 13-15). Como es tan seguro su crecimiento y su caída, Jehová les advierte desde mucho antes: Preparad sus hijos para el matadero, por la maldad de sus padres; no se levanten, ni posean la tierra, ni llenen de ciudades la faz del mundo. Porque yo me levantaré contra ellos, dice Jehová de los ejércitos, y raeré de Babilonia el nombre y el remanente, hijo y nieto, dice Jehová.
Y la convertiré en posesión de erizos, y en lagunas de agua; y la barreré con escobas de destrucción, dice Jehová de los ejércitos (Isaías 14:21-23).
Si los fieles de la generación de Isaías se sienten la duda al contemplar esa destrucción futura completa de la poderosa Babilonia, Jehová les presenta la evidencia de la destrucción de Asiria que pronto ocurrirá: Jehová de los ejércitos juró diciendo: Ciertamente se hará de la manera que lo he pensado, y será confirmado como lo he determinado; que quebrantaré al asirio en mi tierra, y en mis montes lo hollaré; y su yugo será apartado de ellos, y su carga será quitado de su hombro (Isaías 14:24-25).
Por eso el remanente fiel de Jehová no tiene que confiar ni en Asiria ni en Egipto ni en Babilonia ni en ningún poder terrenal para su preservación – sólo hay que confiar en Jehová: Este es el consejo que está acordado sobre toda la tierra, y
esta, la mano extendida sobre todas las naciones. Porque Jehová de los ejércitos lo ha determinado, ¿y quién lo impedirá? Y su mano extendida, ¿quién la hará retroceder? (Isaías 14:26-27)