se convierta, y haya para él sanidad (Isaías 6:9-10).
En Isaías 28 – 30 vemos la evidencia de la profecía menospreciada por los oyentes de Jerusalén. Frente a la invasión asiria, ponen su confianza en el apoyo militar de Egipto y descartan la ayuda de Jehová. Pero en vez de desanimarse, Isaías continúa a predicar del juicio venidero… y la salvación que dará Jehová a su
remanente que confía el Él a pesar del menosprecio de los gobernantes.
En más detalle: Isaías empieza una sección de 6 ayes que cubre capítulos 28 – 35:
1. ¡Ay de la corona de soberbia de los ebrios de Efraín! (Isaías 28:1)
2. ¡Ay de Ariel, de Ariel, ciudad donde habitó David! (Isaías 29:1)
3. ¡Ay de los que se esconden de Jehová, encubriendo el consejo, y sus obras están en tinieblas, y dicen: ¿Quién nos ve, y quién nos conoce? (Isaías 29:15)
4. ¡Ay de los hijos que se apartan, dice Jehová, para tomar consejo, y no de mí! (Isaías 30:1)
5. ¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían en caballos; y su esperanza ponen en carros, porque son muchos, y en jinetes, porque son valientes; y no miran al Santo de Israel, ni buscan a Jehová! (Isaías 31:1)
6. ¡Ay de ti, que saqueas, y nunca fuiste saqueado; que haces deslealtad, bien que nadie contra ti la hizo! (Isaías 33:1)
Por la situación histórica descrita en las profecías y por los capítulos que vienen (específicamente Isaías 36 – 37), entendemos que esta sección de las seis ayes tiene como trasfondo los preparativos de Jerusalén antes de la invasión de Senaquerib, el rey de Asiria, en 701 a.C. Igual como Acaz (el rey de Judá que falleció en Isaías 14:28) tuvo que decidir entre la fe en Jehová o la fe en los poderes internacionales cuando se surgió el crisis con Israel y Siria en Isaías 7, ahora Ezequías y sus consejeros tienen que decidir entre la fe en Jehová o la fe en el brazo militar de Egipto. ¿Habrán aprendido la lección de Acaz?
Isaías también desea que aprendan la lección de Israel (o Efraín, con Samaria su capital): Con los pies será pisoteada la corona de soberbia de los ebrios de Efraín (Isaías 28:3). Confiada en su vida carnal y apoyada por su soberbia, Israel será tragada por Asiria tan fácilmente como se come la primera fruta de la temporada (Isaías 28:4). En vez de coronarse en soberbia, Israel debe haber confiado en Jehová: En aquel día Jehová de los ejércitos será por corona de gloria y diadema de hermosura al remanente de su pueblo (Isaías 28:5). ¡Que Jerusalén aprenda la
lección antes de que llegue la invasión!
Pero parece que el gobierno de Jerusalén no ha entendido la lección: Pero también éstos erraron con el vino, y con sidra se entontecieron; el sacerdote y el profeta erraron con sidra, fueron trastornados por el vino; se aturdieron con la sidra, erraron en la visión, tropezaron en el juicio (Isaías 28:7). Se han
emborrachado con la misma soberbia de Israel a tal punto que los gobernantes,
los sacerdotes y los profetas no ejercen la autoridad de acuerdo con el dominio
justo de Jehová, sino que gobiernan para su propia destrucción. Han rechazado la palabra de Jehová por Isaías igual como se le declaró en Isaías 6:9-10… pero a pesar de su incredulidad, esta palabra se cumplirá perfecta y completamente en contra ellos: La palabra, pues, de Jehová les será mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá, hasta que vayan y caigan de espaldas, y sean quebrantados, enlazados y presos (Isaías 28:13).
Por eso Isaías tiene una profecía de juicio por el gobierno de Jerusalén (Isaías 28:14). Mientras ellos celebran un pacto hecho con Egipto para la protección contra Asiria, Isaías cambia sus palabras para anunciar que acaban de hacer pacto con la muerte; se han puesto bajo la ira de Jehová: Pacto tenemos hecho con la muerte, e hicimos convenio con el Seol; cuando pase el turbión del azote (la invasión de Asiria), no llegará a nosotros, porque hemos puesto nuestro refugio en la mentira, y en la falsedad nos esconderemos (Isaías 28:15). Como ebrios que ni pueden caminar recto, ¡los gobernantes dirigen el pueblo y no se dan cuenta del daño en que lo han puesto!
Por tanto, Jehová el Señor dice así: He aquí que yo he puesto en Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure (Isaías 28:16). Esta fundación, puesta por el pacto con David siglos antes en 2 Samuel 7:12-16 y estable para siempre, debe haber sido la confianza de los gobernantes. El que cree por este pacto no tendrá que alterarse ni apresurarse en la tribulación que está por venir. Y cuando llega el juicio, todos los que no han confiado en esta fundación serán descubiertos: Ajustaré el juicio a cordel, y a nivel la justicia; y granizo barrerá el refugio de la mentira, y aguas arrollarán el escondrijo. Y será anulado vuestro pacto con la muerte, y vuestro convenio con el Seol no será firme; cuando pase el turbión de azote, seréis de él pisoteados (Isaías 28:17-18). Sólo es cuestión de tiempo antes de que el juicio se descargue sobre ellos: Ahora, pues, no os burléis, para que no se aprieten más vuestras ataduras; porque destrucción ya determinada sobre toda la tierra he oído del Señor, Jehová de los ejércitos (Isaías 28:22).
¿Será el juicio a Jerusalén igual como el de Israel? Isaías explica que igual como se cosecha de formas diferentes el fruto de la tierra, igual tratará Jehová de forma diferente a Jerusalén y a Israel (Isaías 28:23-28). También esto salió de Jehová de los ejércitos, para hacer maravilloso el consejo y engrandecer la sabiduría (Isaías 28:29).
Isaías 29 profetiza el castigo que viene a Jerusalén aunque la gente piensa que todo continuará como normal (Isaías 29:1). Entre la humillación y la destrucción que va a sufrir por la invasión que viene, también va a sufrir una escasez de entendimiento de la palabra de Jehová (Isaías 29:9-12). Y la razón por este castigo es porque ahora, con la palabra explicada claramente, no desean obedecerla: Este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado (Isaías 29:13). Por tanto, he aquí que nuevamente excitaré yo la admiración de este pueblo con un prodigio grande y espantoso (Isaías 29:14).
Pero este prodigio grande y espantoso no será las diez plagas contra Egipto para el castigo de los enemigos de su pueblo, ni la apertura del Mar Rojo para guiarlo en salvación, ¡sino el juicio contra su propio pueblo, para vergüenza de los que lo dirigen! Porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la
inteligencia de sus entendidos (Isaías 29:14).
Pero a la vez, el mismo juicio que es para vergüenza de los líderes obrará para salvación y protección del remanente: En aquel tiempo, los sordos oirán las palabras del libro, y los ojos de los ciegos verán en medio de la oscuridad y de las tinieblas. Entonces los humildes crecerán en alegría en Jehová, y aun los más pobres de los hombres se gozarán en el Santo de Israel (Isaías 29:18-19).
Isaías 30 subraya el rechazo de la palabra de Jehová que han hecho los gobernantes. Primero, sin pedirle a Jehová, buscan la protección de la mano de Asiria en Egipto, una decisión que va a ser para vergüenza (Isaías 30:1-5). Mandan una gran cantidad de tesoro por el desierto para Egipto… y no les será de provecho (Isaías 30:6). Ocurre el revés de lo que sucedió en el libro de Éxodo. En ese entonces, el pueblo de Israel confiaba en Jehová, y Él lo sacó con riquezas; ahora sin confiar en Jehová, mandan sus riquezas para Egipto para ningún efecto.
El profeta pone en resumen la actitud orgullosa y rebelde de los gobernantes de Judá cuando dice: Este pueblo es rebelde, hijos mentirosos, hijos que no quisieron oír la ley de Jehová; que dicen a los videntes: No veáis; y a los profetas: No profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas, profetizad mentiras; dejad el camino, apartaos de la senda, quitad de nuestra presencia al Santo de Israel (Isaías 30:9-11). Por eso sufrirán la derrota y la inseguridad (Isaías 30:12-17) mientras los que confían en Jehová encontrarán rescate, dirección y sanidad (Isaías 30:18-26).
Termina esta lectura Isaías por profetizar una sorpresa, algo que parecería increíble a los gobernantes que se apresuraron a llegar a Egipto en búsqueda de la
seguridad: Asiria que hirió con vara, con la voz de Jehová será quebrantada
(Isaías 30:31). Será motivo de gran celebración a su remanente humilde y fiel: Cada golpe de la vara justiciera que asiente Jehová sobre él, será con panderos y con arpas (Isaías 30:32). La victoria no vendrá por los soldados de Faraón sino por Jehová mismo: En batalla tumultuosa peleará [Jehová] contra ellos (Isaías 30:32). El nombre Tofet refiere a un valle al sur de Jerusalén… ahora preparado con mucha leña como pira para quemar el cadáver del rey de Asiria; y: El soplo de Jehová, como torrente de azufre, lo enciende (Isaías 30:33). No saben los asirios que su marcha a Jerusalén será para su muerte. Con la victoria anunciada por profecía, ¿debe cobijarse Israel en la seguridad prometida de Egipto, o en la seguridad de Jehová de los ejércitos?