En más detalle: Después del anuncio del exilio a Babilonia, y después de reconocer la profundidad del pecado de la soberbia en el pueblo por la respuesta de Ezequías al final de capítulo 39, probablemente esperamos leer más profecías de juicio y de condenación. Por eso nos sorprende las primeras palabras de Isaías 40: Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios (Isaías 40:1). Aunque el exilio a
Babilonia todavía viene, las palabras de Jehová son para consuelo y para afirmar su gracia al pueblo escogido. Les llama: Pueblo mío; y se identifica como: vuestro Dios; de acuerdo con las promesas del pacto dadas a Abraham: Estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti… y seré el Dios de ellos (Génesis 17:7, 8). Sigue vigente la promesa declarada en el Monte Sinaí: Vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa (Éxodo 19:5-6).
Y el mensaje que le anuncia al pueblo es de consolación para sostenerlo en medio del exilio que viene.
Habrá un tiempo cuando el exilio nuevo terminará: Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados (Isaías 40:2). Aunque el remanente futuro se sentirá abandonado, se le manifestará la gloria de Jehová (Isaías 40:3-5). Aunque el pueblo pase por muerte y ve solamente la muerte alrededor, pueden consolarse al recordar: Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre (Isaías 40:8), incluyendo las promesas del pacto y la llegada futura de su gloria. Por eso el profeta puede declarar con anticipación y gozo: ¡Ved aquí al Dios vuestro! He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he aquí que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro (Isaías 40:9-10). Y en vez de la soberbia que había en reyes como Ezequías, Jehová mismo va a tratar a los suyos en verdadera justicia y amor: Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas (Isaías 40:11).
Que el pueblo se acuerde de que esta promesa viene de un Dios incomparable, como expresa Isaías 40:12-17. No habla el profeta de un dios fabricado por las manos (Isaías 40:18-21). Jehová el Creador ejerce dominio justo y autoridad sobre toda la tierra a tal punto que aún los imperios internacionales como Asiria y Babilonia no son nada delante de Él (Isaías 40:22-24). Que no se desespere en el exilio: Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio (Isaías 40:26). Se consolará al acordarse: El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán (Isaías 40:29-31).
También nos sorprende la extensión de este anuncio. No es válida solamente en la tierra prometida sino delante de todas las naciones (Isaías 41:1-4). Aunque
las naciones se espantaron y se dedicaron a la idolatría (Isaías 41:5-7), Jehová
manifestó su gracia a Abraham (Isaías 41:8-9), y por eso a la descendencia de
Abraham entre las naciones puede declarar: No temas, porque yo estoy contigo; no
desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te
sustentaré con la diestra de mi justicia (Isaías 41:10). Aunque parece de pocas fuerzas como un gusano, o que son pocos en número, Jehová los va a sostener (Isaías 41:11-21); así hará para demostrar su gloria entre las naciones: Para que vean y conozcan, y adviertan y entiendan todos, que la mano de Jehová hace esto, y que el Santo de Israel lo creó (Isaías 41:20). ¿A qué dios pagano se comparará Jehová? A comparación con la vanidad de ellos, Jehová anuncia con anticipación no sólo el exilio a Babilonia sino las buenas nuevas del regreso del remanente a Jerusalén para repoblarla (Isaías 41:22-29).
Jehová continúa a revelar las buenas noticias futuras por hacer referencia a su siervo que ejercerá dominio aún sobre toda la tierra: He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones (Isaías 42:1). No viene como un conquistador sino con una paz y compasión impresionantes (Isaías 42:2-4), con una justicia incomparable (Isaías 42:5-7).
El anuncio del siervo de Jehová con anticipación es otra evidencia de que Jehová es incomparable (Isaías 42:8-9). Por eso es digno de alabanza, aún de la alabanza de todas las naciones (Isaías 42:10-12). Reconocerán la vanidad de sus ídolos cuando ven la misericordia de Jehová a su pueblo (Isaías 42:13-17).
Pero según Isaías 42:18-25, ha aparecido un gran estorbo en todas estas profecías gloriosas – el pecado de su pueblo. El supuesto siervo de Jehová es sordo y ciego; no pone atención a la ley de Jehová y peca contra su Dios que lo escogió. Aún se ha endurecido en su iniquidad: Derramó sobre él el ardor de su ira, y fuerza de guerra; le puso fuego por todas partes, pero no entendió; y le consumió, mas no hizo caso (Isaías 42:25). Pero de nuevo vienen palabras de consolación: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú… Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador (Isaías 43:1, 3). El pecado endurecido no será capaz de separar al pueblo de Jehová de su gracia.
Y por versículo tras versículo de Isaías 43:1-13, se anuncia la gracia de Jehová que supera el pecado de su pueblo, la gracia del Dios incomparable porque anuncia de antemano la redención con que rescatará a su pueblo de sus transgresiones. Su
gracia lo va a alcanzar aún en medio del cautiverio en Babilonia (Isaías 43:14-21). No les será en recompensa de su devoción a Jehová, porque antes se cansaron de Él (Isaías 43:22-24). En cambio, su redención será por la pura gracia inmerecida de Jehová: Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados (Isaías 43:25). No van a poder discutir y alegar que su propia justicia merece mejor que el cautiverio: Habla tú para justificarte. Tu primer padre pecó, y tus enseñadores prevaricaron contra mí. Por tanto, yo profané los príncipes del santuario, y puse por anatema a Jacob y por oprobio a Israel (Isaías 43:26-28). Pero por la elección de Jehová por su gracia, los beneficios de pacto llegarán a su pueblo y aún alcanzarán a las naciones (Isaías 44:1-5).
¿Quién se habría imaginado al terminar Isaías 39 con el anuncio del juicio futuro por Babilonia y la evidencia de la soberbia de Ezequías, que se iban a despegar profecías celestiales de la gracia abundante, incomparable, imparable e
inmerecida de Jehová por su pueblo? ¿Quién se habría imaginado profecías de tanta gloria en medio de noticias de tribulación? De veras debemos decir junto con el remanente de Israel: El Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra (Isaías 40:28)… Cantad a Jehová un nuevo cántico, su alabanza desde el fin de la tierra; los que descendéis al mar, y cuanto hay en él, las costas y los moradores de ellas (Isaías 42:10).