En más detalle: Por resultado de la salvación expiatoria del siervo, el remanente oprimido tiene mucho de que celebrar: Regocíjate, oh estéril, la que no daba a luz; levanta canción y da voces de júbilo, la que nunca estuvo de parto; porque más son los hijos de la desamparada que los de la casada, ha dicho Jehová (Isaías 54:1). La escasez transformada a abundancia inesperada es un hilo constante en el regocijo de Isaías 54 – 55, todo debido a la gracia de Jehová: Porque tu marido es tu Hacedor; Jehová de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor, el
Santo de Israel; Dios de toda la tierra será llamado (Isaías 54:5). El cautiverio en Babilonia es sólo por un tiempo: Porque como a mujer abandonada y triste de espíritu te llamó Jehová, y como a la esposa de la juventud que es repudiada, dijo el Dios tuyo. Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes misericordias. Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un momento; pero con misericordia eterna tendré compasión de ti, dijo Jehová tu Redentor (Isaías
54:6-8). El remanente disfrutará abundantes bendiciones espirituales y físicas: Con justicia serás adornada; estarás lejos de opresión, porque no temerás, y de temor, porque no se acercará a ti (Isaías 54:14).
En reconocimiento de esta salvación temible y gloriosa, el remanente tiene que arrepentirse de sus pecados inmediatamente: Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar (Isaías 55:6-7).
Anuncia Isaías en otras palabras lo mismo que Juan el Bautista, Jesucristo y sus discípulos van a anunciar siglos después en el Nuevo Testamento: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado (Mateo 3:2; 4:17; 10:7). Nunca habrán
imaginado una salvación así, pero el anuncio mismo de esta salvación obra en el
remanente de oído atento como la lluvia en una planta para producir la salvación que anuncia, por el poder y para la gloria de Jehová (Isaías 55:8-13).
El arrepentimiento y la justicia se verán urgentemente en el remanente creyente: Guardad derecho, y haced justicia; porque cercana está mi salvación para venir, y mi justicia para manifestarse (Isaías 56:1). Se manifestará en el guardar el día de reposo y abrazar el pacto de Jehová, por la oración en el templo y la
presentación de los sacrificios (Isaías 56:2, 4, 6-7). Pero habrá otros que no responden al anuncio de la salvación: Ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio provecho, cada uno por su lado. Venid, dicen, tomemos vino,
embriaguémonos de sidra; y será el día de mañana como este, o mucho más
excelente (Isaías 56:11-12). Incluye a los que viven por sus propios placeres, a los idólatras (Isaías 57:3-13) y a los que andan en codicia y rebelión (Isaías 57:17).
El remanente puede esperar la persecución de parte de ellos: Perece el justo, y no hay quien piense en ello; y los piadosos mueren, y no hay quien entienda que de delante de la aflicción es quitado el justo (Isaías 57:1). Pero Jehová rescatará a los suyos de toda opresión y preparará el camino para que regresen a la tierra
prometida: Allanad, allanad; barred el camino, quitad los tropiezos del camino de mi pueblo (Isaías 57:14). Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados (Isaías 57:15); su Presencia está entre
los arrepentidos. Aunque han pecado, disfrutarán la salvación, el perdón, la sanidad, la redención y la restauración dados por el Siervo: No contenderé para siempre, ni para siempre me enojaré… Por la iniquidad de su codicia me enojé, y le herí, escondí mi rostro y me indigné… He visto sus caminos; pero le sanaré, y le pastorearé, y le daré consuelo a él y a sus enlutados; produciré fruto de los labios: Paz, paz al que está lejos y al cercano, dijo Jehová; y lo sanaré (Isaías 57:16, 17, 18-19).
Pero para los que no creen el mensaje de la salvación: Los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo. No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos (Isaías 57:20-21).
Según Isaías, solo hay dos caminos: uno de fe humilde en la salvación de Jehová por su Siervo, el arrepentimiento de los pecados, la paciencia en espera de la restauración por Jehová y la obediencia en medio de la persecución; y el otro,
de la búsqueda de placeres, la codicia, la independencia, la inestabilidad y la
inquietud. ¿En cuál de los dos caminamos?